PERIODISMO PATRIMONIAL E HISTÓRICO

La forja del líder: El delegado

La fundación del Partido Revolucionario Cubano (PRC), el 10 de abril de 1892, fue el inicio de un firme y rápido camino hacia la unidad de acción entre los patriotas cubanos y las varias organizaciones en que se habían ido asociando las emigraciones. La experiencia de estas últimas desde los tiempos de la Guerra de los Diez Años, aportó el aprendizaje de la acción colectiva no motivada únicamente por el atractivo y la conducción de alguna personalidad. Como el mismo José Martí dijo más de una vez, los clubes de emigrados fueron un notable ejercicio de democracia y de política moderna entre sus miembros, que no respondía simplemente a las cualidades carismáticas de algún líder.

El PRC rompió con la tradición de organizarse en torno a una persona, ya fuera un prestigioso jefe militar de las insurrecciones precedentes o una persona del aparato civil de la República en Armas creada por la Constitución de Guáimaro en 1869 y hasta un tenaz patriota de las mismas emigraciones. Así lo muestran el proceso creador del PRC, así como su estructura y funcionamiento mientras Martí lo encabezó.

El Partido surgió de un cuidadoso y amplio proceso de debates entre las comunidades de emigrados cubanos, con destaque significativo, pero no único, de sus dos polos, Nueva York y Cayo Hueso, algo distanciados por las divisiones desde la guerra grande. Los viajes martianos al Peñón y a Tampa, permitieron el intercambio entre sus criterios y los líderes y miembros de las asociaciones locales, ya sumada desde antes la vanguardia patriótica neoyorquina agrupada en el club Los Independientes y en la Liga de Instrucción.

Se salía así del viejo debate desde la primera contienda entre civilistas y militaristas y se asentaba la unidad sobre dos aspectos esenciales: el trabajo en común aunando opiniones y la adscripción a un programa en el cual la lucha armada sería el procedimiento para dar fin a la dominación colonial y constituir una república inclusiva hacia los sectores populares discriminados, capaz por ello de impedir la anexión a Estados Unidos y, además, trabajadora por la acción concertada de los pueblos de nuestra América.

Las Bases y los Estatutos secretos del PRC aseguraron esos principios innovadores de la política revolucionaria cubana. Su sencilla estructura garantizaba la admisión de quienquiera que entrase en un club patriótico, de estos se exigía simplemente su apoyo a la independencia mediante las armas con plena libertad para obtener los fondos requeridos, y con las facultades de elegir a sus directivos, estar representados por igual en las estructuras que los unificaban por localidades (los Cuerpos de Consejo), y ejercer el voto anual todos sus miembros para la elección del Delegado y del Tesorero, los únicos funcionarios en la cúspide partidista.

Es indudable que hubo elementos que hicieron de Martí el indiscutible líder del PRC. Por un lado, su historial patriótico desde la adolescencia en las canteras habaneras, su eficaz desempeño en la labor clandestina en la Isla para la Guerra Chiquita y, ya en Nueva York en 1880, junto al general Calixto García, su capacidad para levantar el entusiasmo unitario entre los diversos sectores de la emigración neoyorquina y su manera de integrar a esta con la floridana.

Por otro, las atractivas cualidades de su persona en la tribuna y por escrito: ese extraordinario poder de convencimiento de su palabra que unía sabiamente la emoción y la razón para convencer a las multitudes y a cada persona. También la limpieza de su vida de trabajador incansable, de entrega y sacrificio por la patria, de probada ausencia de ambiciones personales.

Y, por último, su temprana comprensión de la necesidad de métodos nuevos, de un proyecto revolucionario para la sociedad cubana y de alcance continental y universal, de sostener una ética de servicio con los pobres de la tierra y por el bien mayor del hombre, como él mismo escribiera.

Por todo eso fue electo por tres veces, de 1892 a 1895, el Delegado del Partido Revolucionario Cubano. Bajo ese sencillo título indicativo de una representación otorgada mediante el voto, fue el líder, el dirigente de la Revolución del 95.

(Tomado de Habana Radio)

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