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El dilema de Wikipedia

Por Mercedes Muñoz Fernández

Para celebrar dos décadas de existencia, Wikipedia se propone un cambio. Cuando más será de maquillaje: una transformación en el diseño del logo y en la visualidad de ese espacio sobrio que nos permite consultar información en un vistazo, sin distracciones, peticiones extrañas de cookies o publicidad.

La Fundación Wikimedia, que aloja la enciclopedia libre, ostenta desde 2015 el Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional. Con uno de los sitios más visitados y buscados en la web, según Alexa en Internet, ni siquiera se piensa en modificar su esencia por más altisonantes debates que esta suscite.

Sonaba descabellado en 2001 disponer del entusiasmo de expertos y voluntarios para escribir artículos en una enciclopedia multilenguaje y gratuita. A estas alturas, continúa resultando aberrante para algunos pero hasta finales del 2019 se habían redactado más de 56 millones de entradas en 288 idiomas; por lo que se posiciona como uno de los principales medios educativos en varios países tercermundistas.

En Cuba, aunque existe una variedad de productos para la educación, no estamos exentos de las preferencias hacia Wikipedia, especialmente entre adolescentes y niños. Quizás la mayor debilidad radica en la no existencia, o creación, de una cultura crítica para la búsqueda de conocimientos desde edades tempranas.

Entre los universitarios puede creerse que este tema está superado con bases en la premisa “duda de todo”. Ahora, si no dudas cuando te dicen que usar Wikipedia está errado, incumpliste con aquel principio. No obstante, en el sentido científico, el uso de esta web debería evitarse, porque hoy sus contenidos hacen dudar de la validez de sumar todo el conocimiento humano, aspiración inicial de sus fundadores.

Nunca pretendió erigirse como una fuente primaria de datos; cuando más terciaria: un texto resumen creado a partir de enlaces a fuentes autorizadas. No es un espacio que podamos consultar y creer ciegamente —como ningún otro debería ser— pero, evaluando su potencial, es un medio que podemos transformar para contar con una perspectiva alternativa y abierta la información.

Hija legítima de Internet

El desarrollo de la World Wide Web en la década de los 90, significó la explosión del modelo de comunicación de muchos a muchos que cambiaba, por tanto, la forma en que se buscaba y compartía el conocimiento. Wikipedia encierra, precisamente, ese espíritu libertario y colaborativo que impulsó la creación de Internet. Representa una red textual que cualquier usuario puede modificar.

Antes, nuestra confianza se volcaba a las consultas realizadas en algún tomo del Larousse. Este bloque de conocimiento –si lo pensamos– también tenía enlaces a fotos, conectaba conceptos e incluso, contenía concepciones políticamente correctas relacionadas con la ideología de sus creadores.

Luego asistimos a la era de Encarta, proyecto de Microsoft. Pero fue Wikipedia, creada por Jimmy Wales y Larry Sanger, el motor que redimensionó el concepto de enciclopedia –existente desde la época medieval– al fundar con ese fin una wiki que es un tipo de sitio colaborativo de escritura en Internet.

En 2004 alcanzó el millón de artículos publicados en 105 idiomas por los colaboradores y para marzo del 2006 surgía la Wikipedia en español por la cantidad de textos en este idioma. Pero esa propia esencia de cambiar, expandirse y evolucionar por una acción conjunta y la “buena voluntad” de hacer llegar la información a todos; pone la confianza en su uso, en tela de juicio.

Cuando muchas manos escriben

La estabilidad y confiabilidad de Wikipedia –como las de la propia red de redes– dependen de su filosofía para gestionar tanta información a modo de caos auto-organizado. Aunque mientras crecen los usuarios se crean nuevas reglas y limitaciones, como cualquiera puede registrarse y cambiar el texto de las páginas a veces se posicionan bulos, rumores o verdades construidas.

La propia enciclopedia editó una lista con los bulos encontrados. Si bien muchos son detectados por voluntarios y expertos que monitorean ciertos temas o bots programados para ello, otras falacias tardan años en ser encontradas.

Algunas erratas llegan a configurarse como marcas mundiales; por ejemplo, la página del expresidente de Estados Unidos George W. Bush que ha recibido 45 862 ediciones desde su creación. En otros momentos, usuarios con marcados intereses políticos han empleado sus páginas para suministrar información falsa sobre algunas naciones como es el caso de Cuba.

Llama especialmente la atención, el más reciente escándalo vinculado a la enciclopedia en su versión escocesa. Casi un tercio del contenido publicado en ese idioma pertenecía a un solo usuario, que ahora fue identificado como un adolescente estadounidense, sin ningún vínculo con el país europeo. Sitios especializados como Genbeta, aseguran que hubiese sido un gran logro si las traducciones de la Wiki en inglés hechas por este usuario no fueran erradas.

Sin embargo, criticar a la Wikipedia con desprecio es ignorar que esa libertad de ediciones a su vez la hace resiliente. Igual que cualquiera puede introducir errores; cualquiera puede revertir actos de desinformación y vandalismo, corregir datos erróneos, mejorar las páginas incompletas y aportar fuentes fiables: su fortaleza.

Hacer el cambio: jugar limpio

La historia de Jessica Wade, investigadora de física de Reino Unido que se hizo popular por una acción sostenida, trasformadora y feminista desde la Wikipedia, podría repetirse en distintos contextos entre las personas que apostamos por el conocimiento libre y lo que ello implica socialmente.

Esta científica contó al diario El País que su inspiración fue la estudiante estadounidense de 12 años, Emily Temple-Wood. Tras recibir oleadas de comentarios misóginos en redes, la chica decidió enfocar su ira de forma constructiva y abanderó un grupo de colaboradores para mejorar los artículos biográficos sobre científicas por encima de la media de toda Wikipedia.

La realidad era que en 2018, de cada 100 biografías en Wikipedia en inglés, solo 17 eran mujeres. El primer escaño para el cambio era mostrar la notoriedad de las personas a las que hizo páginas nuevas como Kimm Cobb, climatóloga, y Susan Goldberg, primera editora de National Geographic. Wade rebuscó en archivos de instituciones científicas, conferencias, entre otras. Su intención fue disminuir la visión sesgada en torno al tema y llegar a comunidades menos favorecidas.

Esta transformación se podría aplicar también a todas las minorías, temas o poblaciones que enfrentan poca exposición en los grandes medios. De hecho, un artículo científico, publicado en 2019, apunta preliminarmente que editar artículos de Wikipedia más profundos y bien referenciados, aumentó un 9% de las pernoctaciones turísticas en ciertas ciudades españolas.

Todo el mundo puede editar la Wikipedia y hacerla un espacio con mejores referencias, pero muchos no se animan sin un empujón y por eso varios activistas como Wade organizan eventos para que personas reunidas se pongan a rectificar o ampliar en grupo la enciclopedia, tal y como inició este gigante de la información.

Una idea interesante sería extender estas experiencias a nuestras universidades o congresos académicos. Sobre todo porque Wikipedia no compite con historiadores ni expertos. Superar esa concepción la hará más veráz y útil. Algunas indicaciones al respecto se recogen en la página Wiki Education Foundation si te interesa, con amigos y profesores, erradicar pifias o expandir la información relacionadas con tu campo de estudio y ser agentes de un cambio positivo.

(Tomado de la revista Alma Mater)

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