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COLUMNISTAS

El que te dicen que es tu enemigo quizá sea tu compañero

Hace unas semanas fue noticia que el gobierno del PP de Andalucía planteaba aplicar una desgravación fiscal de los gastos veterinarios de las mascotas. Poco después añadió otra desgravación por el gasto en el gimnasio o en centros deportivos, clubes, federaciones deportivas u otras entidades “para el desarrollo de actividades de ejercicio físico o práctica deportiva”. No voy a entrar en si me parecen oportunos o no esos beneficios fiscales. Lo que quiero destacar fue la respuesta del independentismo catalán: «Con el dinero de los catalanes, los andaluces subvencionan el gimnasio y el perro de compañía, mientras aquí no le podemos dar ayudas a la beca de comedor o a la dependencia a alguna gente de la clase media trabajadora que es financiadora del Estado de bienestar», dijo el secretario general de Junts, Jordi Turull.

Vayamos ahora a otro debate. Un reciente informe del Instituto Juan de Mariana, señala que en 2002 los menores de 35 años poseían el 7,5% de la riqueza nacional; veinte años más tarde, tienen sólo el 2%. En paralelo, la pensión media de jubilación es de 1.760 euros, más alta que el sueldo medio de los menores de 35 (1.670 euros). Las dificultades de acceso a una primera vivienda son mayores que nunca. La tasa de desempleo juvenil cuadruplica a la de países como Alemania.

La conclusión a la que llegan es clara: se está produciendo una falta de solidaridad intergeneracional, porque el mantenimiento del sistema público de pensiones impide que se tomen las medidas necesarias para fomentar el crecimiento y lo terminan pagando los jóvenes.

Obsérvese la tesis común. Se reconoce que hay sectores sociales necesitados y que son desatendidos. Se arrogan además, tanto Junts como el Instituto Juan de Mariana y sus seguidores, una sensibilidad social y una vocación de justicia. Pero, como en tantas ocasiones en la derecha, buscan al responsable de tu precariedad entre un sector popular que, a su vez, se sentirá ahora amenazado por el más precario.

De este modo, en el primer caso, la guerra será entre catalanes a los que no se les concede beca de comedor y andaluces que desgravan por ir al gimnasio. Y en el segundo, entre jóvenes que no logran alquilar una vivienda y pensionistas que cobran mil euros de jubilación. Porque, como dicen los sembradores de cizaña, la ayuda del gimnasio te deja sin beca comedor, y la pensión del anciano te impide acceder a una vivienda.

Hay más ejemplos de esta estrategia de enfrentamiento de pobres con menos pobres. Como cuando, ante la liberación de la mujer, se planteaba que su incorporación al trabajo amenazaría la oferta de empleos para los hombres. Ojo, también algunas veces la izquierda cae en la trampa del enfrentamiento, por ejemplo al decir a las mujeres que el violador está en su casa. “El violador de la niña está en casa”, titulaba una columna Cristina Fallarás. Pues puede que esté en casa o que no, pero lo más normal es que en casa esté el hombre que recoge a la niña del colegio o a la salida de la discoteca para que no la violen.

O cuando te dicen que el emigrante es tu enemigo porque te quitará el trabajo, y no te explican que el trabajo te lo quita la empresa cuando se deslocaliza llevándosela al país del emigrante pagando un sueldo de miseria. O que el emigrante viene porque tu país bombardeó su Siria o Libia donde vivía.

La estrategia de enfrentar a pobres con menos pobres es un clásico del discurso reaccionario, de ahí que también sea un clásico en la izquierda, reivindicar y trabajar por la unidad de los trabajadores y la centralidad de la lucha de clases frente a cualquier otra. De modo que, cuando te señalen al enemigo, lo mejor es saber en qué clase social se encuentra, porque quizás en realidad es tu compañero (Tomado de Mundo Obrero).

Imagen de portada: Foto de Olmo Calvo.

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Pascual Serrano
Pascual Serrano es licenciado en Periodismo. Crítico con la prensa tradicional, en 1996 fundó la publicación electrónica Rebelión (www.rebelion.org), proyecto que abandonó hace 13 años. Durante 2006 y 2007 fue director editorial de Telesur. Su denuncia a los métodos de información de los grandes medios tradicionales se ha reflejado en libros como Desinformación (2009), con prólogo de Ignacio Ramonet, o La prensa ha muerto: ¡viva la prensa! (2014). En Foca ha publicado Traficantes de información (2012), Medios democráticos (2016) y Paren las rotativas (2019). En 2019 recibió el Premio de Periodismo de Derechos Humanos que anualmente concede la Asociación ProDerechos Humanos de España (APDHE). En la actualidad dirige en Akal la colección A Fondo y colabora con varios medios.

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