LA CRONICA

Fonógrafos

Prodigio de la voz atesorada, silencio quebrantado en los salones y las tertulias, maravilla de las sonoridades que pueden escucharse tantas veces sean deseadas, acariciadas con esmero y paciencia cada atardecer o en el preludio de la profundidad de las noches.

Cuando Tomás Alba Edison (1847-1931) creó el fonógrafo en 1877, consiguió cumplir el sueño anhelado largo tiempo de fotografiar la voz, escribir los sonidos.  Un testigo que presenció una de las primeras audiciones de la historia, narra aquel acontecimiento: “La máquina se puso en marcha y nos preguntó cómo estábamos, interesándose por nuestro estado de salud;  nos interrogó acerca de si nos gustaba su forma y su nombre ‘fonógrafo’, nos dijo que dentro de ella todo iba bien, y se despidió con un cordial: “Buenas noches, caballeros”.

El fonógrafo fue inventado por Thomas Alva Edison. Tomada de Wikipedia.

Ingenieros, artistas, comerciantes, científicos, financistas, operarios y cantantes soñaron largamente con esa posibilidad y pronto la aclamaron y expandieron, con el furor de unos tiempos que se asomaron a los finales del siglo XIX y comienzos del XX, a novedades casi de modo cotidiano entre telegrafías, buques de vapor, cinematógrafos y automóviles.

El acucioso inventor que había en Edison, consiguió poco después la luz en una lamparilla incandescente que pronto puso de moda los ámbitos iluminados con gran transparencia, y marcó toda una época, tanto como la hermosa caja de madera que con su mágico cilindro y su trompeta pasó a ser uno de los objetos venerados, primero en el mobiliario del hogar, en las amplias habitaciones de las viviendas, y luego, en los cafés, las confiterías, las plazas, los clubes, los retiros campestres, los parques.

Los fonógrafos y luego el gramófono, que en lugar de cilindro tenía un disco (los primeros discos comerciales producidos eran de ebonita y fue un ciudadano alemán, radicado en Washington, Emilio Berliner, quien ideó una máquina parlante que también grababa y reproducía el sonido, pero con la diferencia de que no usaba un cilindro sino un disco plano) dieron cauce a primorosos trabajos de ebanistería, al arte de fabricar insólitas cajas de música, lo mismo en la imitación de un piano, que en un cofre de exquisitas marqueterías y decoraciones, y hasta en una muñeca de miniatura.

Fue en una fábrica de botones para prendas de vestir donde se realizaron las primeras pruebas con el deseo de encontrar un material apropiado para producir los discos, de manera tal, que grabaran nítidamente las voces y los sonidos. Y con la eclosión de las vibraciones melodiosas guardadas, con la voz reiterada, surgió la fusión de tres empresas que darían lugar, tras breve e intenso camino, a la compañía RCA Víctor que luego fabricó las victrolas.

La voz portentosa del italiano Enrico Caruso promocionaría el encanto y enigma de aquel aparato singular, tanto como el anagrama del pintor Francis Barraud, que reproduce al perro Nipper delante de un fonógrafo de Edison y al pie la frase “His master’s voice“, es decir, “la voz de su amo”. La imagen suscita la evocación de una tarde maravillosa en la sala de fonógrafos antiguos del Museo de la Música en La Habana de patio con geranios en flor y azulejos deslumbrantes en las paredes; pero la sala que recuerdo está, espaciosa y aireada, en el primer piso, habitación espléndida en iluminaciones y brisas porque abre sus portones de persianería francesa a la terraza con vista singular a la entrada de la Bahía y al Morro.

Todo lo explica con el alma, la señora que recibe a las visitas allí y como vio interés emocionado, se detuvo para obsequiar el gesto de compartir una historia entrañable y acordes de más de cien años. Ahora escucho como nuevas sus palabras y, en el fonógrafo que fuera de Carmen Zayas Bazán, una de las melodías que arropaba el espíritu de José Martí a su regreso de la Oficina en, cuando no era invierno en su corazón y disfrutaba del hogar acogedor y la cercanía de ella y de su hijo, antes de que se empozara la soledad definitiva en su alma errante y noble, incomprendida en su vocación libertaria hasta el final de los finales y aunque fuera probable o cierta la ingratitud de los hombres.

Llevo de la mano a mis hijas Isabel y Patricia. Con cinco años recién cumplidos miran con asombro el mueble antiguo de flores pintadas y aparato de minúsculos mecanismos, resortes, tuercas, oquedades, pulsos y una trompeta como mástil que parece un caracol inmenso, lo que en lugar de cantar los susurros de las olas de mar, suena como música de orquesta. (Originalmente publicada en Juventud Rebelde, 2004).

Imagen de portada: A la derecha, caja de música con discos perforados que perteneció a la esposa de José Martí. Foto: Daniel Cervantes Gispert. Ilustración: Isis de Lázaro.

Foto del avatar
Katiuska Blanco Castiñeira
Katiuska Blanco Castiñeira (La Habana, 1964). Periodista y ensayista. Fue corresponsal de guerra en Angola y redactora del diario Granma durante más de diez años. Es autora de libros como Ángel, la raíz gallega de Fidel, Fidel Castro Ruz, guerrillero del tiempo. Conversaciones con el líder histórico de la Revolución Cubana, y Todo el tiempo de los cedros. Paisaje familiar de Fidel Castro Ruz.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *