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La llegada a Cuba de un expedicionario singular

Antes del arribo del yate Granma a Las Coloradas, el 2 de diciembre de 1956, el Che solo conocía a Cuba mediante sus lecturas y sobre todo por su amistad con Ñico López en Guatemala, quien lo presentó a Fidel en México. Es sabido que tras una larga noche de conversación a solas, Ernesto Guevara de la Serna quedó enrolado en la expedición.

Al desembarcar el joven médico se enfrentaría por vez primera al mapa físico de la mayor de Las Antillas, muy diferente a sus familiares parajes de Los Andes, las pampas inabarcables o los grandes ríos sudamericanos.

Para él, cada paso en Cuba era un descubrimiento de la naturaleza de la Isla; pero su accionar sobre el mapa político que se le desplegó con la Revolución amplió el universo ético y de justicia social que llevaba dentro, convirtiéndose en un destacado dirigente militar, político y estatal, de gran prestigio internacional.

La noticia de la caída del Guerrillero Heroico en Bolivia conmocionó profundamente a los cubanos, y en el mundo removió sentimientos que hicieron de su vida un referente de ser humano universal. La foto de su rostro se convertiría pronto en un símbolo del reclamo permanente por un mundo libre, digno y de justicia social.

Cuando se cumplía el primer aniversario de la muerte del Che, fui escogido para adiestrarme en un curso en el Centro Internacional de Estudios Superiores de Periodismo para América Latina, (CIESPAL), en Quito Ecuador, junto a 47 periodistas de la región, más 20 alumnos de Ciencias de la Información de las universidades de Quito y Guayaquil. Seguiría el camino abierto por Carmita Alfonso y Eloy Concepción en años anteriores.

A finales de la década de los sesentas del siglo pasado, con la excepción de México, las relaciones diplomáticas entre Cuba y los países de América Latina estaban rotas al plegarse sus gobiernos a la política de EE.UU. encaminada al aislamiento de la Revolución.

El diaio del Che en las librerías de Quito.

Sin pretenderlo y con honra, de simple periodista de Granma, me convertí en el único representante de nuestro país en la tierra que me acogería durante tres meses; mas nunca me sentí solo y las muestras de solidaridad y simpatía hacia la Patria de José Martí, hacían acordarme de los vínculos de este con presidente ecuatoriano Eloy Alfaro y del encuentro de ambos en Nueva York en 1890.

En aquellos tiempos que precedieron al boom petrolero ecuatoriano, Quito era una ciudad tranquila, aunque de grandes contrastes en la distribución de la riqueza. No sufría los actuales niveles de violencia ni se extendía su desarrollo urbano que conocemos hoy, que ha ido ganándoles terreno a las faldas del Pichincha, donde se asienta la antigua capital.

Era usual que los periodistas participantes se dirigieran a mí para comentar o pedir mi opinión sobre la realidad internacional y en especial la de mi país. Radio Habana Cuba era el vínculo frecuente con mi tierra.

En noches de mucha interferencia, acompañado de algunos estudiantes subía a la azotea de la residencia de la Universidad Central, donde me hospedaba, para oír a muy bajas temperaturas nuestra emisora. Desde allí, el panorama de varios volcanes nevados en noches de luna era impresionante.

En 1968, la publicación del Diario del Che en Bolivia, con la “Introducción Necesaria” redactada por Fidel, produjo un gran impacto internacional, gracias a las páginas fotocopiadas del original que fueron trasladadas clandestinamente de La Paz, a Santiago de Chile y de allí a La Habana, con la participación de periodistas de la revista chilena Punto Final.

El suceso editorial se unía a otros en un año de grandes noticias que recorrían el mundo, como las protestas estudiantiles en Paris y Ciudad México a las que se unieron profesores, obreros, amas de casa, sindicatos y sectores intelectuales.

Fue también 1968 el de la Ofensiva del Tet en Viet Nam que iniciaría el fin de la participación en aquella guerra de los Estados Unidos, la “gran nación” donde, también en ese año, fueron asesinados Martin Luther King y Robert Kennedy.

Pero reseñemos los principales acontecimientos durante los meses del citado curso de CIESPAL, que se impartía en la Facultad de Filosofía de la universidad quiteña.

La pobreza infantil en las calles dolía al visitante.

El 14 de agosto en Montevideo, una manifestación 250 000 uruguayos protestaron en la capital por la muerte del líder estudiantil Líber Arce, herido por la policía durante una manifestación de protesta

El 21 se iniciaba la ocupación soviética de Checoslovaquia; el 23 Fidel fija la posición de Cuba con un exhaustivo análisis acerca de aquellos acontecimientos y a finales de mes Pablo VI llega a Bogotá en la primera visita de un Papa a Latinoamérica.

Entre el 27 de agosto y el 10 de octubre Estados Unidos detonó nueve bombas atómicas bajo tierra, una por semana, excepto una vez que hizo estallar dos en Nevada. Una de ellas de 200 kilotones, 12 veces más potente que las lanzadas en Hiroshima y Nagasaki en 1945.

El 18 de septiembre en México, 10 mil soldados del ejército ocupan la Ciudad Universitaria de la UNAM, y dan muerte o detienen a varios líderes del movimiento estudiantil. Cinco días después la represión se produce en el Instituto Politécnico Nacional.

El 20 de septiembre en Montevideo la policía reprime de nuevo, esa vez con perdigones, una manifestación de estudiantes, dispara contra las ambulancias y matan a dos jóvenes

El 2 de octubre, el ejército mexicano dispara contra una manifestación pacífica de estudiantes y se produce la conocida Matanza de Tlatelolco, que conmocionó por la brutalidad ejercida contra jóvenes indefensos refugiados en la Catedral.

El 3 de octubre en Perú militares progresistas con el general Velasco Alvarado al frente derrocan al presidente Fernando Belaúnde Terry e inician un proceso encaminado a una transformación profunda de la realidad económica y social del país.

El nueve, un grupo de diputados nacionales me entrega un carrete de cinta de audio con la grabación de una sesión extraordinaria de homenaje al Che y una fotocopia de la solicitud oficial presentada el día anterior con la firma de decenas de parlamentarios para que las trajera a Cuba.

El texto consigna: “Los suscritos, diputados de la República, de conformidad con el Artículo 57 de la Ley Orgánica de la Función Legislativa, pedimos que se digne convocar a Sesión Extraordinaria de la Cámara de Diputados para el día martes 8 de octubre del presente año a las 12 del día para rendir público homenaje a la memoria del luchador Comandante Ernesto Guevara, que murió combatiendo por las reivindicaciones populares de América Latina”.

Cámara de diputados rindió homenaje al Che.

El día 10, Fidel Castro pronuncia un histórico discurso en La Demajagua, Manzanillo, en ocasión del centenario del inicio de las guerras de independencia en Cuba.

El 11, en Panamá, altos oficiales de la Guardia Nacional asumen el poder y constituyen una Junta presidida por el General Omar Torrijos que abriría el camino a la recuperación de la soberanía total sobre la Zona del Canal.

Finalizado el curso en Quito, me llevaba el recuerdo de muy buenos compañeros de estudio. Algunos los volvería a encontrar en otras visitas a Ecuador o a naciones hermanas en misiones de trabajo. Juntos constituimos con el transcurrir de los días un grupo, alegre y firme, con preocupaciones y afinidades en la mayoría sobre el destino de nuestros pueblos.

El 12 de octubre en un México ya “pacificado” se iniciaron los XIX Juegos Olímpicos. El saludo del «black power» por dos atletas negros estadounidenses durante la ceremonia inaugural motivó que el Comité Olímpico estadounidense los sancionara.

De regreso a Cuba, durante mi escala de varios días en la capital mexicana pude asistir a varias competencias. Fui testigo, en esa ocasión desde las gradas del Estadio Azteca, de la histórica medalla de plata alcanzada por los velocistas cubanos en la carrera del 4×100 masculino.

En la Villa Olímpica, como resumen simbólico e inesperado de aquel viaje, resultó el encuentro allí con Alberto Granados y su esposa Delia. Granados mostraba en su rostro el sentimiento por el reciente primer aniversario de la caída en combate de su compañero, que en su último recorrido entró en la historia.

En horas yo regresaría a La Habana, cargado de recuerdos y experiencias, acompañado en el avión por los jóvenes deportistas que habían defendido la bandera cubana en sus competencias. Me vino entonces a la memoria una frase que escribió el Che en su carta de despedida a Fidel acerca de aquellos “lazos de otra clase que no se pueden romper como los nombramientos”.

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Tubal Páez Hernández
Periodista cubano. Presidente de Honor de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC).

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