ENTREVISTA

Estela Bravo: la memoria testimonial detrás de la cámara

Este 8 de junio está celebrando 90 años de vida la prestigiosa cineasta Estela Bravo. Nacida en 1933 en la ciudad de Nueva York, su nombre y su obra — inmensa y trascendental— no pueden desligase del patrimonio filmográfico cubano en las últimas seis décadas.

A través de imágenes, relatos, vivencias, testimonios, dramas y alegrías, ella ha logrado captar con su cámara, y junto a su esposo Ernesto, las voces de aquellas historias que otros, quizá, dejaron pasar de largo.

A propósito de esta fecha de festividad por su cumpleaños, revivo con particular satisfacción fragmentos de la entrevista (ahora versionada) que, en 2015, me concedió para la revista Mujeres. Es una manera para reiterarle mi admiración y la gratitud personal que le profeso por todo ese legado que salvó para la memoria documentalística universal.

Aquí la entrevista:

Estados Unidos, año 1953. La convocatoria es reunirse frente a la Casa Blanca, en Washington, para apoyar la campaña por la vida de los esposos Ethel y Julius Rosenberg, condenados a morir en la silla eléctrica*. Estela Bravo tiene 20 años, es hija de un líder sindical, estudia sociología y trabaja para el sindicato de peleteros, en Nueva York. Antes de salir, compra una cámara de ocho milímetros para filmar lo que ocurriría en el mitin.

Este 8 de junio está celebrando 90 años de vida la prestigiosa cineasta Estela Bravo

Al llegar, dos niños llaman su atención. Son los pequeños hijos Rosenberg que están junto a los manifestantes pidiendo clemencia para sus padres. Aquella dolorosa imagen es la primera que capta con su cámara. Imágenes y hechos que marcan y determinan su vida.

“Yo no podía creer que les harían algo así. Esa ejecución de los esposos Rosenberg, quedó siempre conmigo”.

Así quedaba definida la existencia de Estela Bravo desde lo político y lo personal: ese mismo año 53, viaja a Europa como parte de la delegación de su país que participa en el IV Festival de la Juventud, de Bucarest y al III Congreso Mundial de Estudiantes, en Varsovia; también conoce a Ernesto Bravo, el dirigente estudiantil argentino con el que ha compartido amor, hogar, tres hijos, dos nietos y una impresionante obra cinematográfica por más de 60 años.

Casados en Argentina en enero de 1956, deciden instalarse en Cuba, en 1963, luego de que él recibiera un contrato para trabajar como profesor de Bioquímica en la Facultad de Medicina de la Universidad de La Habana.

En tanto ella hace programas de radio, de televisión y  organiza en la Casa de las Américas el memorable Encuentro de la Canción Protesta, en 1967. Un suceso que daría paso a la creación del Centro de la Canción Protesta que la propia Estela dirigiría.

De aquel suceso cultural, rescata algunos recuerdos: “La primera vez que se cantó la canción ‘Hasta siempre, comandante’, fue en ese Encuentro. Carlos Puebla la escribió cuando el Che Guevara salió de Cuba. También fue la primera vez que Silvio, Pablo y Noel cantaron juntos”.

Precisamente, a esta misma Casa retorna la multipremiada cineasta. Ahora para donar a los archivos de la Biblioteca, una parte  de los más de 50 documentales con los que ha registrado la diversidad de contextos y realidades, con sus conflictos humanos y divinos, sus procesos migratorios, sus buenas acciones, sus complejidades políticas y sociales, sus barbaries, sus injusticias, sus guerras, sus pactos de paz, sus alegrías, sus dramas, sus heroicidades…. Testimonios y verdades que estremecen y duelen lo mismo que llenan de ternura y amor el alma.

Cartel del documental sobre la historia de los niños cubanos víctimas de la Operación Peter Pan.

Están para confirmarlo Los que se fueron, Los Marielitos, Niños desaparecidos, Niños deudores, El Santo Padre y la Gloria, Cuba-Sudáfrica, después de la batalla, Miami-La Habana, Nelson Mandela en Cuba, Los excluibles, Operación Peter Pan, cerrando el círculo en Cuba, Fidel, la historia no contada….

Las tantas voces de su cámara

Domingo de abril al mediodía. Estela Bravo recibe en su casa a esta periodista. Conversamos en una sala donde abundan retratos de los hijos (dos mujeres y un hombre), y de los dos nietos (hembra y varón).

También cuadros con afiches del “Encuentro de la Canción Protesta” y algunas obras de arte, cubren las paredes. Sobre un mueble de madera, resalta una foto. Estela sonríe entre Nelson Mandela y Fidel Castro. Una imagen de la que, por supuesto, se siente profundamente orgullosa.

“Fue en el año 1991. Resulta que Mandela y yo estamos hablando en una recepción y Fidel se acerca para conversar y es cuando nos toman la foto. Estar  ahí me hace sentir muy especial; ser una mujer con una suerte enorme porque es estar entre los dos hombres, con toda seguridad, más importantes de nuestro tiempo. Yo había conocido a Mandela en Namibia, durante la celebración del Día de la Independencia; de ese momento también guardo una foto con él. Después lo volví a ver cuando estuvo en Cuba”.

Hay otras muchísimas imágenes de instantes memorables para Estela. Manifiestos gráficos que confirman la intensidad con que esta mujer ha vivido y creado: importantes líderes mundiales, figuras políticas y religiosas, dirigentes sociales,  artistas, poetas, escritores, entrañables amigas y amigos y protagonistas de sus documentales.

Además de numerosos premios, condecoraciones y recuerdos que hojea con la misma nostalgia con que  lee la pequeña nota junto a un dibujo, enviada por el escritor uruguayo (fallecido), Eduardo Galeano. “Yo quisiera tener tantos ojos como la cámara de Estela Bravo”. Queda callada unos instantes y sus ojos parecen humedecerse.

Entonces, hablamos un poco más de sus audaces experiencias cinematográficas.

“Mi carrera no ha estado exenta de dificultades a la hora de filmar, de conseguir testimonios; aunque  eso le ocurre a toda persona que busca información. Sin embargo, siempre he recibido ayuda de numerosas personas, y muchas puertas se me han abierto. Al final, experimento una profunda satisfacción porque el público ve mis películas, las comenta, me paran en la calle… y eso me proporciona la más grande dicha”.

¿Siente cariño por un documental en particular?

“Le tengo cariño a cada uno de los trabajos que hemos realizado. Porque si a través de una  película podemos trasmitir a la gente eso que sentimos, entonces hacemos imperecedera la historia de muchas personas.

“Ciertamente, hay algunos trabajos que una quiere más que otros; por ejemplo, Operación Peter Pan…. Hoy mantengo relación con todos esos muchachos. Similar cariño me provoca Los niños encontrados de Argentina, del que me quedó una gran amistad con Estela Carlotto, presidenta de las abuelas de Plaza de Mayo.

“Recuerdo que cuando ella encontró a su nieto (que es el número 114) volví al documental y lo agregué al final. Incluso,  hicimos una nueva versión que finaliza con el testimonio de ella abrazada a su nieto de 37 años.

“La película El Santo Padre y la Gloria, es la más premiada de todas las que hemos realizado. En lo personal, siento profundo cariño por ese documental, al igual que por Carmen Gloria**, su protagonista  que hoy está casada y tiene una preciosa niña.”

¿Nunca dejaría de filmar Estela Bravo?

Casi voy a cumplir 82 años. ¡No lo puedo creer! Ya no es igual, pero siempre trataré de no dejar de trabajar. Ahora mismo estamos inmersos en una nueva producción, pero no quiero hablar, por el momento, de lo que estamos haciendo”.

Aun cuando reveló los detalles de su nuevo documental siempre resulta obvia la expectativa de que, una vez más, podremos estar frente a la memoria testimonial detrás de la cámara de Estela Bravo.

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Gilda Fariñas Rodríguez
Periodista y editora. Es coautora del libro La salud de las mujeres, y compiladora del volumen Hogar, eterna escuela, ambos títulos publicados por la Editorial de la Mujer. Ha recibido varios premios y reconocimientos a lo largo de su carrera, entre los que se encuentran el Premio de Periodismo Cultural y el de Periodismo Científico Gilberto Caballero. Así como, la Distinción “Merito al Humanismo, Sensibilidad y Solidaridad, Covid-19” entregada por el Sindicato Nacional de la Salud.

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