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Carlos Bastidas en Cuba, erguido donde quiso caer

Tras la colocación en la mañana del miércoles de flores en su nicho, en el Panteón de los Veteranos del cementerio de Colón, el homenaje de la UPEC al ecuatoriano Carlos Bastidas Argüello, último colega asesinado en nuestro país, pasó en la tarde al panel sobre su figura, en la Asociación Cubana de Naciones Unidas (ACNU).

Tubal Páez Hernández, Presidente de Honor de la UPEC, y Pedro Martínez Pírez, Premio Nacional de Periodismo José Martí por la obra de la vida, respectivamente, desarrollaron la parte central de la velada, que contó con la asistencia del cónsul ecuatoriano, Iván Torres; y de los presidentes del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP), Fernando González Llort; de la ACNU, Norma Goicochea Estenoz; y de la UPEC, Ricardo Ronquillo Bello.

En su intervención, Martínez Pírez reconoció que la ACNU ha recordado permanentemente a Bastidas, quien fue asesinado por la dictadura de Fulgencio Batista el 13 de mayo de 1958, en La Habana. Desde que triunfó la Revolución, en Cuba no se ha asesinado a ningún periodista.

«Bastidas es un héroe de Ecuador y de Cuba, pese a que pocos lo conocen en su propio país», afirmó Martínez Pírez, quien trabajó como diplomático en esa nación y considera que tenemos que buscar modos para que la gente sepa, por diferentes vías, detalles de la lucha de este hombre ejemplar.

El reconocido periodista cubano comentó que Radio Rebelde entregó póstumamente a Carlos Bastidas, como fundador de esa planta en la mismísima Sierra Maestra colaboraba con ella bajo el seudónimo de Atahualpa Recio—, el Premio de la Dignidad, que custodia su sobrino, el colega Roberto Bastidas, residente en Cuba y presente en los homenajes de la jornada.

«Más que el clásico e intrépido reportero, Bastidas es un símbolo para Cuba, para Latinoamérica y para el mundo», dijo por su parte Tubal Páez, quien repasó el andar del colega ecuatoriano por Estados Unidos, Hungría, Colombia y Venezuela antes de llegar a nuestra patria, en marzo de 1958. «Llegó dijo Tubal con su libreta y una cámara. Llegó, creció e hizo crecer».

En la Sierra Maestra, Bastidas entrevistó al líder Fidel Castro. Bajó las lomas después de la huelga del 9 de abril de 1958, «cuando la dictadura hizo de La Habana una ratonera» para los revolucionarios. Así, fue asesinado en un bar de la capital, un día antes del viaje que tenía reservado a Estados Unidos.

Sobre el crimen, Tubal Páez leyó el contenido de la intervención que, por la propia Radio Rebelde, hiciera Fidel el 22 de mayo de 1958, donde refiere la profunda pena ante el asesinato, denuncia la «vil calumnia» con que la versión oficial pretendía enlodar a la víctima y fustiga la «canallesca versión de que se asesinaba a un delincuente, a un vicioso, a un sádico».

El líder guerrillero dijo entonces, comparando al ecuatoriano con periodistas quebrados por la amenaza: «Carlos Bastidas era más rebelde. Nadie habría conseguido hacerlo retractar o denunciar a los contactos que lo llevaron a la Sierra Maestra».

Al cierre del homenaje, Roberto Bastidas agradeció que se mantenga viva la memoria de su tío, especialmente en el retrato que Fidel hizo de él al describirlo como un joven revolucionario latinoamericano.

Como héroe de nuestra gesta 

El embajador ecuatoriano en Cuba, José María Borja López; la General de Brigada Delsa Esther (Teté) Puebla Viltre, jefa de la oficina de atención a combatientes; Ronquillo y Martínez Pírez colocaron rosas rojas ante el nicho que guarda los restos de Carlos Bastidas en el cementerio de Colón.

Antes de entrar a la enorme galería de paradigmas de la nación cubana, Martínez Pírez afirmó que los cubanos nos honramos honrando al último periodista asesinado en Cuba.

«Él llegó a Cuba como periodista, pero aquí se hizo revolucionario; terminó enamorándose de la Revolución. A tal punto lo hizo que, según refirió la heroína Teté Puebla, el joven ecuatoriano le pidió a Fidel quedarse en la Sierra Maestra, pero el jefe guerrillero le indicó que primero saliera a comunicar en el mundo lo que había visto de nuestra insurrección y luego regresara a incorporarse a la lucha.

Tras el depósito de flores y el recorrido por todo el Panteón de los Veteranos, Teté Puebla contó además que Bastidas visitó en la Sierra el hospital de La Plata, la escuelita, el taller donde los guerrilleros confeccionaban minas y hasta llegó a cantar con campesinos de la zona.

Con esta heroína, que entonces tenía apenas 17 años, el ecuatoriano se hizo una foto con la idea de probar ante el mundo que en las montañas cubanas también las mujeres peleaban. Para ello, acordaron el curioso recurso de colgar ropa interior femenina que lo hiciera evidente.

En el Panteón de los Veteranos, los restos del periodista ecuatoriano descansan en la sección del Ejército Rebelde y la Lucha clandestina.

Del crimen y la memoria 

Carlos Bastidas Argüello bajó de la Sierra Maestra a inicios de mayo de 1958. Estuvo en Santiago de Cuba y luego pasó a La Habana, desde donde pensaba salir del país para escribir sobre la lucha en las lomas y sus impresiones de Fidel Castro, a quien había entrevistado.

Según detalla el libro Andanzas de Atahualpa Recio, del destacado periodista cubano, ya fallecido, Juan Marrero, en la capital Bastidas se alojó en el hotel Pasaje, cerca de Prado y Neptuno. Debía viajar a Estados Unidos el 14 de mayo, pero la noche del 13 fue al bar Cachet, a recibir unas cartas para exiliados cubanos.

En ese bar se presentó el cabo Orlando Marrero Suárez, de la policía secreta trabajaba bajo órdenes del sanguinario jefe policiaco Pilar García García—, quien ofendió, golpeó y disparó a la cabeza de Bastidas, que falleció en la madrugada, en un puesto de socorro.

La censura de prensa impuso silencio en torno al crimen, pero el Colegio de Periodistas de La Habana hizo intensas gestiones para recuperar el cadáver, darle honrosa sepultura y evitarle el destino de una fosa común, tan «comunes» entonces.

Pese al muro en torno al caso, los colegas habaneros lo consiguieron, con ayuda de la embajada de Ecuador, y pudieron, incluso bajo vigilancia policial, hacer honores al caído, en la funeraria de Calzada y K.

Bastidas fue sepultado el 17 de mayo de 1958, en el panteón de la Asociación de Reporters de La Habana, del cementerio de Colón, y más tarde, ya en Revolución, cuando se dispuso el Panteón de los Veteranos para reunir en él a los caídos en varias épocas por la causa de la libertad de Cuba, sus restos fueron trasladados allí.

Tras su primea inhumación, la censura imperante en Cuba no dejó publicar ni la despedida de duelo, pero la postura de los colegas cubanos fue tan solidaria que hasta el canciller ecuatoriano de entonces, Carlos Tobar Zaldumbide, reconoció, en carta a Carlos Manuel Bastidas, padre de Carlos, que gracias a la «iniciativa muy loable de la sociedad de Periodistas de La Habana» se había realizado el entierro de Carlos, «rodeado del más honroso homenaje».

El colega ecuatoriano había expresado poco antes de ser asesinado su esperanza en que «muy pronto los cubanos se unan a la gran caravana de los pueblos libres que honran a la humanidad». Fue así, además de periodista, profeta en nuestra tierra.

El libro de Juan Marrero detalla cómo, ante las exigencias de justicia del Gobierno ecuatoriano y de la familia de Bastidas, la dictadura de Fulgencio Batista tergiversó los hechos, llegó a difamar la conducta de Bastidas con vergonzosa versión y, por último, hizo una farsa de juicio que absolvió de cargos al asesino.

Esas rosas colocadas este viernes en La Habana pudieron ser depositadas en la nación del centro del mundo, pero los Bastidas deciden más que el sitio donde luchar. Cuando, a poco de la muerte del periodista, el canciller Tobar Zaldumbide ofreció al padre que más adelante los restos de su muchacho podrían llevarse al país, Carlos Manuel, considerando el ardor con que su hijo había viajado a Cuba, dio una respuesta ejemplar: «Que repose, pues, donde quiso caer». Aquí lo hace.

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Enrique Milanés León
Forma partede la redacción de Cubaperiodistas. Recibió el Premio Patria en reconocimiento a sus virtudes y prestigio profesional otorgado por la Sociedad Cultural José Martí. También ha obtenido el Premio Juan Gualberto Gómez, de la UPEC, por la obra del año.

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