Alfredo Guevara
EFEMÉRIDES

Alfredo Guevara y su extraordinario legado al cine y la prensa

Fundador del Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográficos, ICAIC, el 24 de marzo de 1959 y del Noticiero ICAIC Latinoamericano, el 6 de junio de 1960, Alfredo Guevara confesó que ambas creaciones surgieron durante “una época convulsa y hermosa, en la que fundar puede que devenga difícil herejía”.

El noticiero se inició teniendo a Santiago Álvarez como realizador (después nombrado director), trasmitido cada semana en las salas de los cines, donde el público agradecía y, en no menos ocasiones, aplaudía aquel novedoso lenguaje informativo.

“Santiago Álvarez ha logrado situar al Noticiero ICAIC a la par de los mejores del mundo rompiendo las viejas estructuras de las ´actualidades´ al tratar la noticia destacándola como hecho permanente. Su actividad ha contribuido a desvanecer algunos mitos”, sentencia de Alfredo Guevara, quien en otra oportunidad dijo: “A Santiago no había que darle instrucciones, el inventó, incluso, todo un estilo del Noticiero, con gran influencia del documental, y que pocos años después de comenzado su trabajo marcó el mundo del documental y el mundo de los noticieros, y no solo en Cuba”..

En la biografía de Santiago Álvarez aparece:

“Comencé a hacer cine por aquella vocación inicial de periodismo. Después de analizar una vida entera de trabajo, pude llegar a una conclusión: un buen periodista puede llegar a ser un buen documentalista, y viceversa. Comenzamos a hacer noticieros. No es que yo conociera profundamente la forma de hacer cine, pero haciendo se aprende. (…) . Los primeros noticieros fueron politemáticos y después monotemáticos. Los documentales nacieron de los noticieros. Pienso que fue en el Noticiero donde se definió mi quehacer periodístico y político. Sin el Noticiero, sin mi vocación periodística, no me hubiera convertido en el documentalista que soy.”

Tras el desplome del campo socialista en Europa del Este, el Noticiero dejó de salir, al no recibir de la ex República Democrática Alemana las películas en negativo, en blanco y negro, Orwo. Fueron realizados más de mil 400 noticieros, cada uno duraba menos de 15 minutos.  Se hacían alrededor de 500 copias con vistas a la proyección en igual número de salas de cine.

Todas las ediciones fueron de gran impacto y de interés imborrable.  De ahí que, al cabo de tantos años de su desaparición, continúen sirviendo de ejemplo como excelente manera de comunicar la información política, social y cultural, lo que se evidencia cuando, en conmemoraciones, se proyecta alguno en la pantalla grande o chica, y recibe la admiración del público más joven.

En entrevista realizada por Faride Zerán para la revista Rocinante (Chile, No.41 2002), acerca de la ética en el periodismo, Alfredo Guevara destacó que un periodista sin eticidad significa contribuir a la banalidad, al embrutecimiento y a la confusión. En otro aparte, calificó a la globalización como desmedulamiento de la conciencia que “supone el dominio silencioso de los medios de comunicación”.

Y, al comentar sobre las nuevas tecnologías, opinó: “Se alcanzó un nivel de desmesura con las nuevas tecnologías, con la sabiduría que tienen los que pueden utilizarlas de un modo aplastante en que prácticamente no queda espacio para la autonomía intelectual.  Es decir, la autonomía intelectual se ha convertido casi en un acto heroico. Pero, no creo yo que sean solo decenas o cientos o miles, por supuesto que es seguro que en el mundo hay cientos y cientos de miles de personas que conservan su autonomía y la preserven y luchan, pero es terrible tener que luchar por conservar un mínimo de autonomía intelectual”.

Al éxito alcanzado por el ICAIC, Alfredo Guevara, lo atribuye al clima propicio que creó para que los artistas se expresaran.  Sobre este particular, acuñó: “No existe ni instituto de cine, ni de artes plásticas ni de música, ni de nada, no existe ninguna institución estatal que pueda sustituir la presencia y la actividad de los artistas”.

Entre sus obras publicadas se hallan Revolución es lucidez (1998), Ese diamantino corazón de la verdad (2002), Un sueño compartido (2002), Tiempo de fundación (2003), Los años de la vida (2007) y ¿Y si fuera una huella?, (2009)

Tiempo de fundación deviene en útil evocación de cuatro vibrantes y fértiles decenios en Cuba y en fuente de conocimiento de una parte de la historiografía, relativa al rescate de la identidad, la cultura y evoca la fundación de la industria cinematográfica en la Isla. Gracias al autor, las memorias fundacionales y el desarrollo del ICAIC no serán devoradas por el fuego del olvido, ni la generación que vivió aquella época con su forja de sueños, de angustias, de sobre vivencia y de la resonancia de una Revolución que favoreció la riqueza espiritual de la sociedad bajo difíciles circunstancias.

“No hay creación donde hay moldes estrechos” advierte Guevara en la introducción a Tiempo de Fundación y devela una máxima: “Una revolución es una conmoción tan grande, es un proceso de destrucción y fundación y transformación de valores tan profundos que no puede, sino salvar –en el marco de una generación, o en el marco de un grupo de generaciones entrelazadas-, no puede sino salvar y destruir vidas, salvar y destruir corrientes y puede que un largo período sea, incluso, difícil fundar.”

Los temas y las reflexiones son diversos en este libro. Van desde cuál debe ser el papel de un intelectual en el proceso revolucionario hasta el de los medios de comunicación; enlaza constantemente los conceptos éticos, estéticos y de la verdad, y hace hincapié en lo maravilloso que es la diversidad, pero a la vez llama la atención de la inseguridad que supone. Y aconseja frente a ello: “Formemos con rigor, estudiar sin tregua, no permitir que los dogmas jueguen algún papel en la vida de uno, estar abierto a todo y saber seleccionar. Hay que armarse muy bien para enfrentar la diversidad”.

En el prefacio a esta obra, Alfredo Guevara se identifica como un socialista libertario que ha actuado como tal, a partir de que la revolución lo envolvió y arrastró en su torrente, cuando apenas era un joven, hijo de una familia que se había empeñado en ofrecerle una sólida formación patriota, solidaria y culta.

Desde muy temprana edad, él había comprendido el fondo del principio martiano “ser cultos, para ser libres” y de ahí que viera a la ignorancia como una aliada eficiente de la pobreza y de la sumisión involuntaria.  Y por todas esas circunstancias, convirtió en parte de esa condición de revolucionario socialista y libertario la voluntad de alcanzar una formación intelectual lo más sólida que le fue posible.

A propósito del volumen Revolución es lucidez, Alfredo Guevara consideró que a la lucidez se llega creando siempre y reflexionando en torno a la eticidad.  No basta con ser culto, no basta con enriquecerse ni cultivar el espíritu ni la sensibilidad. En tanto aconseja:” Hay que hacer una reflexión a fondo sobre la relación entre la cultura, el rigor intelectual, el enriquecimiento espiritual de la persona y su conducta ética. No vale la pena de otro modo. No eres solo periodista por ejercerlo, pues no se puede transformar la realidad sin conocerla a fondo.  Eso exige ante todo cercanía a los seres humanos”.

Este emblemático intelectual de Cuba, que acostumbraba llevar un saco al hombro, en su epistolario ¿Y si fuera una huella? publicó la carta enviada el 1 de julio de1960, al entonces presidente de la República Osvaldo Dorticós y al líder de la Revolución Fidel Castro, donde denunció los escritos contra la unidad del movimiento intelectual revolucionario que se divulgaban en el periódico Revolución y en Lunes de Revolución. En el mencionado libro se haya la correspondencia cruzada con figuras políticas e intelectuales de gran talla: Fidel Castro, Ernesto Che Guevara, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Glauber Rocha, Silvio Rodríguez, Luis Buñuel, Tomás Gutiérrez Alea (Titón), Roberto Fernández Retamar, Antonio Gades, Ignacio Ramonet, y otros muchos más. Son epístolas de agradecimiento, de intercambio de ideas y conocimientos, de amistad entre grandes creadores, así como las polémicas y las defensoras de la intelectualidad revolucionaria.

Alfredo Guevara, nacido en La Habana el 31 de diciembre fue presidente del ICAIC durante tres décadas, donde creó la cinemateca de Cuba, la revista Cine cubano, el Grupo Experimentación sonora del ICAIC y fue uno de los principales promotores del movimiento de la plástica cubana que revolucionó el diseño del cartel cinematográfico. También fue impulsor del nuevo cine latinoamericano, y hasta su muerte a los 87 años, el 19 de abril de 2013, fue presidente del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano.

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Angela Oramas Camero
Licenciada en Periodismo por la Universidad de La Habana. Es vicepresidenta de la filial de prensa de la Unión de Historiadores de Cuba (UNHIC) y vicepresidenta del Club Martiano de prensa “Gonzalo de Quesada”
https://www.cubaperiodistas.cu

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