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Cuba: No hay fórmulas marcianas

cubaEn medio de tantas estupideces que se publican sobre Cuba, incluso desde Cuba, qué bueno que un martiano y criollo como Luis Toledo Sande, escritor, poeta y ensayista, y no por gusto Doctor en Ciencias Filológicas, levante su voz cada vez con más fuerza y mayor frecuencia en las páginas de Cubadebate, que poco a poco ha ido haciéndole honor a su nombre, desde la única trinchera posible: la Revolución Cubana, así con mayúsculas.

¡Y qué voz la de Toledo! en su reciente artículo Incisos inconexos y desordenados sobre producción, abastecimiento, precios y salarios. Cada inciso vale un congreso, sustituye mil discursos vacíos y como un millón de programas de televisión y primeras planas de noticias baldías.

Desde su honradez y su intuición de hombre culto, Toledo Sande no pretende descubrir fórmulas ni económicas ni políticas, sino organizar un poco las ideas dispersas en el Cuba-debate de cada día, ese con olor a aceite de torno, a tierra mojada de cañaveral, a silla vieja de oficina, a camilla coja de hospital, a pizarra mal pintada, a teclado gastado por el uso…

Toledo apenas resume la ansiedad actual del revolucionario real, el de a pie o con carro del estado, el del viejo Lada particular y el del Hundai nuevo y honradamente ganado o comprado.

Es también la preocupación del que estudió y llegó al grado científico y al salario máximo, del que ascendió a coronel o a ingeniero principal, del que salva vidas a corazón abierto, del que lleva cultura a Londres o a Nueva York, del que inventa un equipo único o rompe un record mundial.

Es también la discusión sincera de aquel que no pudo o no se esforzó, pero igualmente halló su lugar en lo útil aunque modesto, y vive orgulloso de su martillo o su trapeador, de sus manos callosas y su espalda quemada por el sol.

Es el reclamo diario y a veces desesperado de los que siguen creyendo en las ideas de Martí y Fidel, en el ejemplo del Che, y en “todo aquello” de Maceo; en el internacionalismo de Gómez y Díaz Argüelles; en el tesón y la fidelidad de Raúl. Es la disquisición filosófica de los que bien aprendieron, jamás olvidaron y no dejan corromper los conceptos de Marx, Engels y Lenin.

Es el dolor no callado de los que confían en la Revolución y no se cansan, pero sobreviven agobiados por agresiones y errores propios, por presiones foráneas y burócratas nacionales, por enfermedades de la CIA y picadas de mosquitos desde basureros indolentes, enervados de tanto éxito ficticio y nuevas rectificaciones tardías.

Es el grito incansable de núcleos del Partido y veteranos combatientes de la Revolución; de jóvenes que nacieron bloqueados de todo menos de mente, y que con todo derecho están a la caza rebelde de su Girón y su Angola, lo mismo desde una computadora que desde un concierto de la Trova, sin tiempos ni auto-censura, como esperando cada día la era que nunca comenzó.

Gracias, Toledo, por tus incisos bien conexos. No hay fórmulas marcianas para el país que se está reinventando, raíces en tierra, una vez más desde lo poco para todos. Pero sí hay nuevas armas para salvar de agresores ideológicos y mercenarios de última generación la Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes, la del barrendero y la del primer cosmonauta negro y latinoamericano. Lo que hay es que saber usarlas, rápido y sin miedo, como la guerrilla invencible que aún somos.

Apenas hace falta un poco de lógica, y mucho, mucho valor, lo demás es lo de siempre:

Qué trabajen bien y honestamente la obrera y el dirigente, el periodista y la economista, la científica y el cuentapropista, el chofer y la maestra, el enfermero y la campesina, el músico y la dependiente (del establecimiento estatal y del privado)… Pero que reciban por ello una remuneración que les permita vivir próspera y dignamente, cada cual según su trabajo, en la pirámide derecha de la equidad socialista.

Y los jóvenes que estudien para que sean mejores personas y lleguen hasta las nubes de conocimientos, y que sólo a través de ellos, y de su esfuerzo, alcancen la cúspide de sus sueños y su lugar en la sociedad. Ella tiene entonces el deber ineludible de sacarles provecho y retribuirles lo suficiente por ello.

Al delincuente y al corrupto, al que odia y destruye, al estúpido y al vago, al maleante y al vividor, al inculto de alma y corazón ¡cerremos la muralla! Pongámoslos en el mismo sitio que al adversario, porque de hecho ya se situaron allí, pero están aquí. Que no tengan provecho de lo que pertenece al pueblo, y que el policía no sea su amigo, sino el agente inteligente, ágil e intransigente, como los del domingo en la televisión.

Este es un país, como pocos, con una Constitución límpida en tanto popular y socialista. Aferrémonos a ella y a todo lo bueno de un sistema mil veces superior, y sigamos haciendo Revolución, humana y perfectible bajo el sol, sin negar sus manchas, pero protegiéndonos de ellas. El viento sopla a favor, pero el cronómetro nos apremia.

 (Tomado de Cubadebate. Autor: César Gómez Chacón)

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Redacción Cubaperiodistas
Sitio de la Unión de Periodistas de Cuba