COLUMNISTAS

Estrenos de la TV

Calendario —serie que actualmente transmite Cubavisión los domingos en la noche— es una notable muestra de que a pesar de las limitaciones objetivas impuestas por la pandemia, la Televisión Cubana ha sido pródiga en estrenos de programas, saldando así viejas deudas.

Los insistentes reclamos desde el evento Caracol de la Uneac  de una diversa programación musical y de mayor presencia de espacios dramatizados, han sido de alguna manera satisfechos por lo menos cuantitativamente.

Si se revisan las parrillas de los canales televisivos se comprobará la existencia de musicales, teleteatros, espacios dedicados a visibilizar los sostenedores de las artes escénicas, la danza, las artes visuales, los temas juveniles, las nuevas tecnologías y muchos otros saberes destinados a públicos específicos, pero con limitado impacto, no sólo por su poca  eficacia comunicacional sino porque existe una dependencia a Cubavisión que acapara el 86, 6 por ciento de los telespectadores.

Tal  indicador condiciona que los estrenos más atractivos se produzcan en ese canal que ha exhibido Rompiendo el silencio, Promesas y ahora Calendario. Las tres series que, con diferentes logros realizativos, han abordado temas de gran interés para los públicos porque evidencian problemas del tejido social que preocupan a muchos, y no suelen tener la relevancia que debieran en la programación informativa, en los análisis sobre la sociedad, en los discursos…, y quedan en el saco de todo lo que falta por hacer.

Por supuesto, que las obras de pretensiones artísticas tienen más recursos expresivos para llegar a la sensibilidad popular puesto que operan con los elementos de la representatividad en la esfera de los sentimientos.

Ya sea por la condición de plaza sitiada o más recientemente por el frenético acoso en las redes sociales —aunque las producciones televisivas como telenovelas y teleplay han abordado asuntos contradictorios de la sociedad, mostrados en propuestas como Una calle mil caminos—, en esas tres series mencionadas se ha aguzado el enfoque y también las posibilidades dramatúrgicas.

Con sólo tres  capítulos, Calendario ha producido un fenómeno de reacción en los televidentes que no se veía desde En silencio ha tenido que ser y Algo más que soñar, y ha sucedido por la frescura y agudeza en sus intenciones.

Promesas tuvo desventajas en su horario de trasmisión y debería ser retransmitida en  mejor condición como ejemplo de trasladar al lenguaje artístico las peculiaridades de los dramas individuales.

Sin embargo, en las series y telenovelas como Vuelve a mirar, se observa una saludable recreación de la realidad con mejor instrumental dramatúrgico y lenguajes de mayor envergadura artística. Algo que también se puede apreciar en la recién estrenada novela o en el teleplay Demonios en la almohada.

Los musicales de estreno en tiempos pandémicos han puesto particular acento en la música cubana. Tales son los casos de los  dedicados a Santiago de Cuba, a la canción romántica, al son, al danzón. Todos con muy buenos intérpretes,  aunque apegados a las formas tradicionales, con más o menos luces, pero con necesidad de un sentido del espectáculo  cercano a las dinámicas visuales actuales.

En tanto, Con filo, Palabra precisa  y El ojo que te ve, han sido otros estrenos enfilados a enfrentar la andanada contra Cuba partiendo del reconocimiento de los buenos o  inadecuados funcionamientos de la sociedad en su afán porsobrevir dignamente en circunstancias extremas.

En la medida que estos programas afiancen su presencia en la pequeña pantalla, tendrán que revisar “tientos y diferencias,” a la hora de enfocar los distintos aspectos de la realidad.

Tantos materiales nuevos son dignos de reconocer en época tan cruenta, aunque permanezcan insatisfacciones que deberán ser tomadas en cuenta para beneplácito de los televidentes.

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Soledad Cruz Guerra
Periodista, ensayista y escritora cubana. Trabajó en Juventud Rebelde como una de sus más sobresalientes articulistas. Fue la representante Cuba en la UNESCO.

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