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Desde Tokio 2020 canta Nicolás Guillén

El canto de Nicolás Guillén al deporte, con hincapié en los ases cubanos, resuena en mi alma, y revive mis inicios en febrero de 1963 como periodista del sector  en la revista Mella: “… Héroes también, titanes/ Sus peleas/ fueron como claros poemas…/   Pensáis que yo exagero?/ Junto a los míos y el francés/ los míos, mis campeones  / de amargos puños y sólidos pies, /son sus iguales, son/ como espejos que el tiempo no empaña/mástiles músculos donde también ondea / nuestra bandera al fúlgido y álgido viento/  que/sopla en la montaña”.

No me quedé en lo poético. Busqué y encontré algo aleccionador: Arsenio Martínez Campos muestra asombro y hasta admiración cuando Antonio Maceo, herido de gravedad, cerca de ser capturado, se monta sobre el caballo y se le escapa. Comenta el general hispano que se lo ha encontrado hecho un atleta… Héroe y atleta de nuevo como sinónimos. Yo quería ahondar sobre el tema.

Fidel se había reunido en la Ciudad Deportiva con autoridades del ámbito atlético, el 29 de enero de 1959, en medio de muchas tareas por realizar. Orienta, reflexiona, une… Lo sabe y le debe forja: “…El deporte es fuente de voluntad, constancia, vigor físico y agilidad mental…”, cualidades de suma importancia para los seres humanos que necesita el proceso que lidera. Además: “El deporte individualmente suaviza. Consigue que no se extravíe la mentalidad del joven…”.

No ignora el alto rendimiento: “El resultado obtenido hasta el presente por Cuba en eventos internacionales es vergonzoso…”. No le parece correcto “…que los héroes del deporte, nuestros campeones, queden después en la miseria…”. Asegura: “Venimos decididos a impulsar el deporte a toda costa, llevarlo tan lejos como sea posible, pero para ello es necesario la ayuda de todos: de atletas, de dirigentes, de organismos, de comentaristas deportivos…”. La tendría. Creadas diversas instituciones. Los protagonistas ascendieron. Como nunca han sido mejores.  Sin que ello signifique que su labor haya sido impecable. Urge el perfeccionamiento precisamente.

En tanto, más cerca de quien esto escribe, los periodistas e historiadores del sector nunca tuvieron antes de la victoria del pueblo tan alta calidad. El propio desarrollo más pleno, democrático y multifacético de la cultura física ha pesado y pesa en su nivel superior en contenido y forma. Digan lo que digan los reaccionarios y frustrados que se beben su propio hígado todos los días, califico de meritorio el trabajo de nuestros profesionales al reflejar e interpretar la actual magna cita. Aunque se  necesita nivel y consolidación mayores. Por eso se batalla con la misma potencia con la que debemos cambiar lo que tiene que ser cambiado en lo deportivo, sin perder los principios.

La dignidad eternamente por encima de las medallas. La virtud más esencial que el talento. Entrenadores, funcionarios, comunicadores son, ante todo,  formadores desde sus respectivas trincheras. Lo primario: esculpir a un ciudadano y a una ciudadana superiores sin limitarse a hacerlos más fuertes, rápidos, resistentes. Más en la etapa actual donde el comercialismo desde hace bastante tiempo ha golpeado, de la base a la cima, lo atlético, sin perdonar el olimpismo.

Su rescatador, Pierre de Coubertin, se había dolido a fines del siglo XIX y en el XX  del “…espíritu mercantilista que amenaza con invadir los círculos deportivos al haberse desarrollado los deportes en el seno de una sociedad que amenaza con podrirse hasta la médula  a causa de la pasión por el dinero… ” (1894)  y se declaró enemigo de la espectacularidad extrema “…pues el organizador del espectáculo tiende a corromper al atleta para satisfacer mejor al espectador” (1925). Y los monopolios estaban en pañales.

Trascendental: competir con dignidad, mantener la masividad en primer plano para que  El deporte para todos esgrimido por Coubertin continúe siendo la realidad  de nuestro lema mucho más profundo El Deporte, derecho del pueblo. Vuelvo a nuestro Poeta Nacional para decir con él: “No me miréis con esos ojos, / ¿me permitís que ponga, / junto al metal del héroe/ y las palma del mártir, / me permitís que ponga/ estos nombres sin pólvora y sin sangre? “ Aunque deseo agregar: ¡cuántos héroes de pólvora y de sangre existieron para poder avanzar en la cultura física y su parte competitiva! Entonces, el boxeador Giraldo Córdova Cardín, quien cayó por todos nosotros en el asalto al Cuartel Moncada, me estremece desde mi pensar.

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