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Narrar es una cuestión humana

(Transcripción de la conferencia de Luis Álvarez Álvarez, dictada en la apertura de la cuarta edición del Coloquio de Periodismo Cultural, 21 de junio de 2021)

La narración es una actividad humana. Ante todo, no es solamente una cuestión que tenga que ver con técnicas para escribir esto o aquello, novelas o reportajes o testimonios o encuentros. De hecho, el propio origen de la palabra es muy significativo. Viene nada y nada menos que de la palabra latina gnarus, vinculada a cognōscō (conocer) Todavía en español conservamos una palabra, lamentablemente casi desaparecida en Cuba como tantas otras por la reducción del vocabulario que hemos sufrido: ignārus, es una persona desconocedora, una persona que no sabe dónde está parada. O sea, que la narración, el hecho de narrar significa conocer, es una forma de transmisión de conocimiento. Por tanto, antes de hablar de técnicas narrativas, hay que hablar del hecho de que la narración, se utilice para lo que se utilice, en un informe científico, en un informe policial, en una obra literaria o en el periódico o en un discurso, porque todo discurso, aunque sea contemporáneo, tiene una parte obligatoria, que es en este caso la exposición de los hechos por los cuales el discurso tiene lugar, el juicio tiene lugar. La narración creación no es otra cosa que una forma de conocimiento, es la expresión de un conocimiento.

El caso del periodismo, varias formas o géneros periodísticos implican, por supuesto obligatoriamente una narración. El reportaje, la crónica no se concibe sin una narración de un conjunto de hechos, de una sucesión, incluso la narración en el periodismo está presente de una manera invisible, porque toda entrevista lleva implícito una investigación de quién es el entrevistado, a veces esa investigación se manifiesta de una manera o de otra en las preguntas que el periodista, si de verdad ha hecho su trabajo de investigación previo. Las preguntas evidencian una narración. Y qué pasó cuando usted entró en esa pregunta es narrativa, es decir exige una respuesta narrativa.

En realidad el ser humano, desde que se constituyó nuestra civilización están narrando. Narraban los hombres que salían en la comunidad primitiva a ver si había o no presas o frutos cercanos que acarrear para la alimentación de la tribu. Hoy por hoy vivimos en un mundo esencialmente narrativo. Empezamos en Facebook, lo que llamamos perfil de Facebook o historia en el muro de Facebook, y no es otra cosa que una narración muy sucinta. Entendemos, pues la narración como un conocimiento organizado de una manera específica desde el punto de vista temporal que no siempre tiene que ser de principio a fin, entre otras cosas porque nuestra época del siglo veintiuno sabe perfectamente gracias a Einstein, que el tiempo es profundamente subjetivo y esencialmente dependiente del espacio. Este descubrimiento físico de Einstein nos permite, por supuesto, tener en cuenta otro elemento, y es que el tiempo para ser tratado en la narración periodística necesita obligatoriamente un trabajo con el espacio.

Ahora bien, la narración, y esto se lo debemos a una gran escuela de pensadores rusos, los formalistas rusos, y dentro de ellos, a Jakobson, Trubetskói y Propp. Se lo debemos específicamente a Propp que investigó las características del cuento y, décadas después, a un seguidor de formalismo ruso, ya que no perteneció directamente a él, Mijail Bajtin, continuó profundizando en las características de la narración mayor. Me refiero a la novela. Todos estos pensadores establecieron que quién van a narrar, en el estilo que sea, desde la perspectiva que sea y para el género que sea, en este caso nos interesa el periodismo, tiene que tener en cuenta que la narración es un tejido de dos elementos fundamentales: los llamados motivos asociados y los llamados motivos libres.

¿Qué son motivos asociados? Toda aquella información, todo aquel conocimiento que está ligado de manera directa, inmediata, imprescindible a las preguntas qué pasó, quién lo produjo, con quién se benefició, con quién se produjo, dónde, cuándo, que no son preguntas además estrictamente de la narración periodística, sino de la narrativa judicial; de hecho, toda novela de misterio, todo hecho tribunicio, o sea, todo suceso que se debata en un tribunal tiene que responder a estas preguntas: qué, para quién, a quién, con quién, cuándo, dónde, con qué. Esos motivos son imprescindibles, por tanto, están asociados al hecho mismo de contar algo.

Los motivos libres son los motivos que no tienen que ver directamente con los elementos de los hechos, sino que sirven para matizar, para embellecer, para cargar ideológicamente, para orientar políticamente, para convencer desde el punto de vista social y esos dos grandes grupos, es decir, los motivos libres, los motivos asociados forman un tejido del cual brota el texto periodístico esencialmente narrativo. Si nos detenemos en este punto podríamos preguntarnos dónde se nota la personalidad del narrador. Dicho de otro modo, dónde trabaja, expone, se manifiesta el periodista como creador, ¿en los motivos asociados o en los motivos libres? Yo les hago la pregunta a usted directamente. Por poco que mediten verán que los motivos asociados no dependen, no deben depender jamás, y menos en un periodismo veraz, no deben depender del periodista; es decir, lo que ocurrió, ocurrió en una sucesión determinada, temporal y espacial. ¿Dónde se manifiesta el estilo del periodista, del corresponsal, del cronista? Donde se manifiesta estrictamente es en los motivos libres, en aquellos elementos que a veces son microscópicos, que cargan al texto, ya sea de belleza literaria o estilística, ya sea sencillamente de elementos de convencimiento, disuasorios, elementos de juicio político, elementos de enfoque ideológico, elementos de consideraciones filosóficas porque el periodismo también es un vehículo de la filosofía.

No se me olvida nunca, hace años, en una ocasión, todavía hay testigos que recuerdan a qué me estoy refiriendo sin poder mencionar los nombres, que un especialista de filosofía declaraba que Martí no había sido filósofo porque no había escrito ningún libro de filosofía, sino que todo lo que Martí había escrito era periodismo, aparte de la poesía. Este señor me parece que olvidaba que buena parte de los textos filosóficos de Marx, por ejemplo, se escribieron exactamente como periodismo, con excepción de algunos libros o prólogos que no eran, claro, de carácter periodístico, pero el grueso del pensamiento de Marx y también el de otros pensadores, fue un pensamiento filosófico transmitido a través del texto periodístico. Por tanto, todo lo que dota de sentido estético, político, filosófico, ideológico, económico incluso, sociológico a la narración periodística es libre. Son motivos libres y dependen no de lo que sucedió, sino estrictamente de cómo lo mira el periodista. De ahí que la navegación es una de las de las facetas importantes de la técnica narrativa del periodismo. Sin subjetividad, sin la voz personal del periodista no existirá jamás una verdadera narración periodística, porque faltará lo esencial de la técnica personal, que es el motivo libre, el motivo introducido por la perspectiva personal de quien escribe.

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