PERIODISMO CULTURAL

«Había que respetar el final de un personaje como Yeyo»

Por Liliet Barreto Hernández

Cuando lo vi en el escenario en la obra de teatro Oficio de Isla, enseguida lo asocié a Lucha Contra Bandidos (LCB). No iba vestido con uniforme militar, ni llevaba un arma; sino que bailaba lo mismo un danzón que el norteño Two Step. Así de versátil es Rolando Rodríguez, el Yeyo que recientemente dijo adiós a la seguida serie, el que a muchos arrancó lágrimas cuando lo vimos moribundo.

«Los audios a veces son un poco regados. Y más los míos que estoy un poco loco». Así respondió cuando le escribí pidiéndole una entrevista a través de las redes sociales.

Sí, los audios estaban algo dispersos pero también contaban la historia de un joven de 23 años, oriundo de Caimito, Artemisa, que ama la actuación y la música  por igual. Un joven que sueña con los escenarios.

«Siempre pienso en ese tiempo que hacen las baquetas de la batería antes de comenzar. Me imagino en un escenario repleto de gente con una banda extraordinaria y yo delante con un coro enorme haciendo un espectáculo», confiesa a Vanguardia.

― ¿Por qué decides estudiar actuación?

―Desde pequeño me sabíamás de 20 décimas y se las decía a los vecinos. En mi escuela, en Caimito, comenzó a darnos clases un actor graduado del Instituto Superior de Arte (ISA). Luego el director de teatro Osvaldo Martí Nieves comenzó con la idea de crear un proyecto que aunara las diferentes manifestaciones artísticas. Comencé en el grupo y lo primero que hice fue cantar. Recuerdo que me dio un background de la canción Guajiro natural, de Polo Montañez. Después me enteré de las pruebas para la Escuela Nacional de Arte (ENA). Fue un proceso complejo, pero comencé a estudiar actuación. En cuarto año llegó a mí LCB. Actualmente curso el ISA.

—¿Cómo te insertas en la serie LCB?

—Vino a verme Yoan Aguila, amigo mío, también actor graduado de la ENA, y me dijo: «Vamos para La Habana que están haciendo un casting en Radio Progreso». Le respondí: «No, no, Yoan, yo ni tengo ropa que ponerme, toda está sucia en la escuela». «Ponte lo quesea —contestó —. Creo que es para una serie». Él me convenció y decidimos ir para allá. Efectivamente, hacían un casting. Estaban muchos actores conocidos. Me sentía raro, pero entramos.

«De ese día tengo una anécdota: Luberta, que era el director de casting, después de hacerme la prueba me preguntó: “¿Ven acá, chico, tú sabes montar a caballo?”. Le dije que sí, le conté que en dos ocasiones me había caído. Después, en la serie, me monté en un caballo, me explicaron que “frenaba duro”, pero no hice caso. Paró el caballo y “aterricé” encima de una mata de aroma. Espero que los próximos personajes estén en oficinas».

En una entrevista Alberto Luberta, director y coguionis-ta de la primera temporada, afirma que tu carisma hizo re-modelar al personaje de Yeyo.

—Luberta depositó su confianza en mí y me dijo: “Te regalo a Yeyo”. Lo llevamos por la vía que se ve: una persona un poco chis-mosa, graciosa, un tipo arriesgado. En la primera temporada lucía así por mis condiciones físicas. «En la segunda, Eduardo Vázquez, escritor de la serie, tomó en cuenta las características de los actores. En esta entrega, el perso-naje se asume como gordo. Por eso a Yeyo lo quieren sacar de la compañía, se siente excluido del resto de los milicianos, pasa más trabajo para lograr las cosas».

—¿Cómo fue la preparación para asumir el personaje?

—Para construir un personaje resulta necesaria una investigación previa; más en este caso, que per-tenece a la historia de Cuba. Buscamos anécdotas que de cierta forma estaban reflejadas en la serie, leímossobre ese periodo. En la primera temporada solo investigamos. Para la segunda, algunos actores estuvimos en Trinidad, en el Museo Na-cional de la Lucha Contra Bandidos. En esa ciudad también encontré a la hermana de uno de los personajes que estuvo en LCB, Tico. Me contó sobre la vida de su hermano».«Yeyo se ganó el cariño del público, su muerte fue estremecedora.

«A Yeyo la gente lo quiso siempre. Sabíamos que iban a conectar con él por sus características. A medida que avanzó su historia los espectadores comenzaron a escribir y a pedir más.

«Tratamos de que la salida del personaje respetara al televidente. El proceso de grabación fue complicado. Resulta difícil sostener una emoción tanto tiempo. El nivel interpretativo era complejo. Estuve acostado en la raíz de la palma casi una hora con la humedad de la sangre encima. Aunque no importó, porque la profesionalidad que requirió esa escena era aún más grande. Había que respetar el final de un personaje como Yeyo».

Rolando Rodríguez en la aclamada obra de teatro Oficio de Isla, dirigida por Osvaldo Doimeadiós. (Foto: Tomada del perfil de Facebbok del entrevistado).

—¿Qué significan para ti estos tres nombres: Osvaldo Doimeadiós, Fernando Echevarría y Carlos Díaz?

En cuarto año de la ENA conocí a tres personas que cambiaron mi vida en muchos aspectos: Osvaldo Doimeadiós, Fernando Echevarría y Carlos Díaz. A ellos les debo mucho. Eran mis profesores en la escuela y también mis compañeros en LCB. «Doime me llamó para hacer Oficio de Isla, una experiencia única, un teatro cargado de historia, de verdad. Adquirí mucho conocimiento junto a él.

«Pertenezco al grupo de teatro El público, de Carlos Díaz, con quienes me gradué de la ENA. Resulta tan cómodo trabajar de conjunto. Ellos han traído a mí cosas buenas: cariño, sentirse en familia, y estar bajo la dirección de Carlos Díaz, con mi juventud, constituye un honor».

—También has incursionado en el humor, ¿cómo ha sido la experiencia en Vivir del Cuento, un programa que cuenta con la preferencia de los televidentes?

—Recuerdo la entrada a Vivir del Cuento como un acto de suerte. Hacía Tras la Huella, y la forense de la serie trabajaba en Vivir del Cuento, y me dijo que necesitaban un personaje con mis características. Siempre le he tenido mucho respeto al humor inteligente. El primer episodio que grabé se llamó Limón limonero.

«Los nervios se me “salían”. Ignacio —Ignacio Hernández Benitea, director del programa— me ha invitado más de diez veces. Uno se divierte en el momento del rodaje. En el elenco todos se respe-tan como seres humanos y artistas, ahí creo que está su éxito».

—¿El futuro inmediato?

—Estoy involucrado en la preparación de una serie de la cual no se puede hablar aún, se llama Promesa, cuenta con 12 capítulos y la dirección general es de Mirta González.

La última pregunta que le envié a Rolando fue acerca de su vida familiar, a lo cual simplemente respondió: «Intento que mis familiares sean mis amigos y mis amigos, mi familia».

(Tomado de vanguardia.cu)

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