LA CÁMARA LÚCIDA

El cineasta cubano Manuel Herrera caracterizó una época

Por Mireya Castañeda

Como muchos cineastas cubanos, Manuel Herrera ha hecho un recorrido fílmico que va del documental a la ficción. Títulos como El llamado de la hora (1969) y Girón (1972) son fundamentales en la documentalística cubana. Ahora, en un viaje a la semilla, acaba de regalar otra joya al género, Retrato de un artista siempre adolescente (Una historia de cine en Cuba.)

Aunque los galardones no siempre reflejan la realidad, una seña si ofrecen, y en la obra que nos convoca apuntan a su significación. En la selección de la Asociación Cubana de la Prensa Cinematográfica sobre los Mejores filmes exhibidos en Cuba en el año 2019, Retrato… encabezó la relación de los tres mejores documentales.

Antes, en la entrega del premio Caracol, el momento más importante del año para la Asociación de Radio, Cine y Televisión de la Uneac (Unión de Escritores y Artistas de Cuba), Manuel Herrera recibió el Premio Especial del jurado por «el extraordinario documental dedicado a la vida y obra de Julio García Espinosa».

Incluido en el concurso del 41 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, Retrato… recibió tres de los más significativos premios colaterales: El Mégano, de la Federación Nacional de Cine Clubes; el del Círculo de Cultura de la Unión de Periodistas de Cuba, y el de la Facultad de Medios de Comunicación de la Universidad de las Artes.

En una rápida visión puede advertirse que el documental aglutinó favorablemente a la crítica cubana e internacional y también al público si recordamos las ovaciones en sus solo dos presentaciones en 2019, una en marzo, aniversario del Icaic, en una proyección especial en el cine Charles Chaplin, y la otra en el cine 23 y 12 durante el pasado Festival de La Habana.

Tres ejemplos. Al reflexionar sobre la cinta Michel Chanan, documentalista británico, señaló que «la obra representa una crónica sobre la institución y una generación» y aseguró: «Hay muy pocas biografías que presenten el contexto político de su tema tan lúcidamente como en este audiovisual», mientras el cineasta español Manuel Pérez Estremera afirmó «Herrera…deja de lado el mero amontonamiento de datos, entrevistas y material de archivo, y presenta un audiovisual riguroso, con un gran sentido de la realidad narrativa».

Por su parte, el crítico cubano Carlos Galiano señaló: «Retrato de un artista siempre adolescente (Una historia de cine en Cuba) no es solo un documental sobre la figura que lo inspira, el cineasta y ensayista Julio García Espinosa, sino también sobre la institución en que se formó y contribuyó decisivamente a formar, el ICAIC, y sobre la época en que ambos, artista e institución, participaron activamente en la vida cultural de un país que transitaba por las primeras décadas de su proceso revolucionario».

Dentro del fragor del Festival de La Habana, Manuel Herrera, con su amabilidad y simpatía características, accedió a responder unas preguntas sobre Retrato… para nuestra publicación y a continuación les presentamos sus respuestas.

-Hace tres años en otro Festival me habló de este documental. ¿Por qué le tomó tanto tiempo?

-Como ves es una investigación muy profunda no solo en la vida de Julio García Espinosa sino en los orígenes del ICAIC, en el contexto en que se desarrolló su actividad y los hechos que incidieron en la vida de Julio. Por otra parte, algunos problemas técnicos se presentaron y amenazaban con impedir que el documental llegara a las pantallas pero fueron felizmente solucionados por técnicos cubanos. También algunas incomprensiones retrasaron la aprobación de nuestra salida a filmar.

-Usted firma el guión. ¿Puede referirse a la estructura, la dramaturgia?

-El guión en el documental es simplemente una guía, porque prácticamente se va elaborando día a día partiendo de una línea central que luego se completa en edición, al menos yo los elaboro así y este es el método que he seguido lo que no quiere decir que no exista un guión. Esta línea central se desarrolló a base de una aparente cronología. La primera edición nos dio casi tres horas de metraje porque respetábamos estrictamente la cronología, al saltar sobre esta pudimos acortar el tiempo sensiblemente. La dramaturgia empleada es la de ficción típica. Tiene exposición, nudo y desenlace y para transitar por esas etapas, el protagonista tiene que vencer obstáculos, opuestos por sus antagonistas, hasta llegar a su objetivo final. Es por eso también que la cronología debe ser aparente.

-¿Quisiera precisar acerca del trabajo investigativo, los materiales y recursos utilizados?

-Materiales de diversos tipos, pero fundamentalmente el tesoro de información que Lola Calviño, compañera en la vida de Julio, atesoraba. Estos nos permitieron entrar en el personaje y a través de sus acciones bosquejar un retrato humano y sicológico. Otras fuentes también fueron empleadas como el archivo del Icaic y la Biblioteca Nacional de Cuba. Otros archivos desgraciadamente no quisieron cooperar con nosotros, por incomprensiones de todo tipo. Pero de esto me alegro porque nos obligó a buscar soluciones más imaginativas y cinematográficas.

-El documental va de García Espinosa al ICAIC y políticas culturales. ¿Siempre fue el objetivo?

-Desde el guión, pensé que debía apartarme de esa visión, chata presente en la mayoría de los documentales–obituarios. Toda persona tiene sus luchas, sus contradicciones, sus momentos débiles y me resultó evidente desde el comienzo que hacer una película sobre Julio García Espinosa es hacer una película sobre el ICAIC, dado que fue la mayor obra de su vida. Y pensando vienen las visiones como una cadena, y el enorme poder de sugerencia del cine, cualidad que más me gusta de él, se pone de manifiesto. Por eso Julio, el Icaic, Alfredo (Guevara), el cine cubano, como expresión cultural, los enfrentamientos con el pensamiento dogmático, y el Nuevo Cine Latinoamericano. Toda esa cadena se me presentó como un enorme rompecabezas que tenía que armar… y lo armé.

-Retrato de un artista siempre adolescente (Una historia de cine en Cuba): Un título quizás para avezados cinéfilos o quien gusta del idioma. Me refiero al uso muy preciso de dos palabras: siempre y de cine. ¿Quisiera comentar?

-Si, para mí el título es algo muy importante es como la diana hacia la que viaja la flecha. Debe referirse a lo que trata la obra sin revelarla. En obras anteriores he tenido que admitir que se cambie el título por un criterio comercialista. Por suerte en esta no sucedió así y pensando en él, llegué a la conclusión de que Julio era un hombre al que conocí cuando entré al Icaic con 17 años y él apenas tenía 30 y al que vi transitar por todas las etapas de su vida, hasta enfermarse y fallecer y siempre mantuvo una actitud de adolescente. Por eso tomé prestado el título de la inmensa obra de James Joyce y le añadí el siempre porque se refiere a todas las etapas de su vida y no a una. En cuanto al segundo título Una historia de cine en Cuba se debe al hecho de que cuenta la historia del ICAIC pero, como siempre he dicho, este no es el cine cubano sino solo una parte de el y por eso de cine».

Retrato de un artista siempre adolescente (Una historia de cine en Cuba), de Manuel Herrera tiene como evidente eje central la vida y quehacer artístico de Julio García Espinosa (La Habana, 1926- 2016) más el director logra llevarlo, como se ha dicho, en tres direcciones, todas verdaderamente concatenadas. Un documental, además de necesario, de excelente factura y elaboración artística. (Publicado en Granma. Tomado de cinereverso.org)

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