ENTREVISTA

«Todos los Estados colonizadores crean falsos relatos sobre su pasado»

Marcus Rediker (Owensboro, Kentucky, 1951) es uno de los historiadores más reputados de Estados Unidos. Sus estudios sobre el tráfico de esclavos desde África a América para servir en plantaciones infames del sur de EE. UU., del Caribe y Brasil le han reportado prestigiosos reconocimientos como el George Washington Book Prize. Autor y coautor de una decena de libros –como Barco de Esclavos: La Trata a través del Atlántico (Capitán Swing 2021) o el reciente Villanos de todas las naciones (Traficantes de Sueños, 2023)–, Rediker es una de las bestias negras de quienes se afanan en reinterpretar la conquista de América para lavar así las conciencias contemporáneas de lo que fue un periodo atroz. «Todos los Estados colonizadores, como lo fue España, crean falsos relatos sobre su pasado», dice este catedrático de Historia Atlántica cuya palpitante forma de contar la historia «desde abajo», algo que comparte con sus colegas del movimiento Midnight Notes Collective, Peter Linebaugh y Silvia Federici, le ha reportado incontables seguidores. Ensayista brillante, tira por la borda sin miramientos las teorías que idealizan el papel de los conquistadores españoles ahora que se aproxima el 12 de octubre. «¿Qué libertad, paz y prosperidad llevaron a los millones de indígenas que perdieron sus tierras y murieron por millones a causa de enfermedades contra las que no tenían inmunidad?», se pregunta. La respuesta, apostilla Rediker, ya la dio William Faulkner cuando escribió que «el pasado nunca está muerto. Ni siquiera es

El abolicionista británico William Wilberforce ya contó la cruda verdad sobre las personas esclavizadas que trasladaban hacinadas en las bodegas de los barcos negreros cuando escribió que «tanta miseria condensada en tan poco espacio es más de lo que la imaginación humana había concebido jamás». Aquello fue una pesadilla extrema. En un barco medio, viajaban 300 hombres, mujeres y niños hacinados en un pequeño espacio bajo cubierta donde debían permanecer durante una travesía oceánica de nueve a doce semanas. Sólo subían a la cubierta principal unas pocas horas al día y únicamente si el tiempo lo permitía. El mareo, el hedor, las epidemias y la muerte masiva definían aquellas travesías oceánicas. El capitán de un barco negrero utilizaba látigos y otros medios violentos para intentar controlar a los esclavos. En los barcos negreros gobernaba la violencia que era, en sí misma, un instrumento de terror. Muchos africanos no sobrevivieron. Durante el tiempo que existió la trata de esclavos, aproximadamente entre 1500 y 1870, una de cada ocho personas, unos dos millones en total, murieron en el trayecto. Sus cuerpos eran arrojados por la borda a los tiburones que seguían a los navíos que surcaban el Atlántico. Los que sobrevivieron llevaron la lucha a tierra y al sistema de plantaciones para demostrar, como explicó el gran escritor afroamericano Ralph Ellison, que un pueblo «es más que la suma de su embrutecimiento».

—¿Cómo pudo tolerarse semejante infamia durante tanto tiempo?

—Hay dos razones principales para comprender por qué la trata de esclavos, con todos los horrores que conllevaba, se mantuvo tanto tiempo. En primer lugar, el comercio de esclavos fue crucial para la creación de riqueza. Muchas personas poderosas de todo el mundo se beneficiaron de él. Promovieron y protegieron el tráfico de personas. En segundo lugar, porque la mayoría de los europeos y americanos blancos creían que la esclavitud era un sistema «natural» y consideraban, de forma racista, que los pueblos africanos estaban adaptados a él. Incluso después de que surgieran los movimientos abolicionistas a finales del siglo XVIII, el comercio de esclavos continuó activo otros ochenta años más.

—¿Fue la esclavitud uno de los mayores genocidios cometidos en la historia de la humanidad?

—El sistema esclavista provocó millones de muertes. En este sentido podría considerarse un genocidio como muchos otros. Pero la diferencia es que el objetivo del esclavismo no era matar a la gente sino mantenerla viva para que trabajara, para crear beneficios a los esclavizadores y a sus gobiernos. Los que se beneficiaban directamente de la esclavitud consideraban que los millones de muertos que provocaron eran «daños colaterales» perfectamente asumibles mientras se mantuviera el sistema intacto, porque eso les permitía seguir acumulando capital y poder.

—¿Cuántos millones de personas pudieron ser secuestradas en África y vendidas en Luisiana, Puerto Rico, Cuba o Brasil?

—La estimación actual del número total de personas transportadas a América en la Trata atlántica de esclavos se sitúa en torno a los 12,5 millones. La mayoría de ellos fueron enviados a Brasil o al Caribe, que en conjunto representaron más del 80 por ciento de las llegadas.

—¿Y el comercio ilegal de esclavos?

—Después de que Gran Bretaña aboliera su comercio de esclavos en 1807 y firmara tratados con Portugal (1817) y España (1835) para poner fin a sus tráficos de esclavos, el comercio continuó ilegalmente hasta alrededor de 1870 porque la demanda seguía siendo alta en Cuba y Brasil. Se calcula que España y Portugal importaron ilegalmente 1,3 millones de esclavos.

—Muchos de los propietarios de aquellas compañías esclavistas amasaron enormes fortunas. ¿Han perdurado hasta nuestros días?

—Sí, han perdurado. Muchas de las familias adineradas que hoy hay en Europa y Estados Unidos amasaron una parte importante de sus fortunas en la trata de esclavos o en la esclavitud. Lo mismo ocurre con las empresas, especialmente en los sectores de la banca y los seguros. Lloyd’s of London, por ejemplo, aseguró decenas de miles de viajes de esclavos y hoy en día sigue impidiendo que los historiadores investiguen en sus registros.

—Hay quien cree que los momentos de máximo enriquecimiento de las élites de un Imperio coinciden con grandes atrocidades. ¿Qué opina usted?

—Eso describiría, sin duda, el periodo en el que funcionarios imperiales españoles extrajeron ingentes cantidades de oro y plata explotando a los jornaleros indígenas de América Latina. En la trata de esclavos y el sistema esclavista fue más difícil porque se prolongó durante más de 400 años. Demasiado tiempo. La mayoría de los periodos de violencia extrema en la historia de la humanidad fueron más bien breves.

—El rey de los belgas se disculpó en 2020 por los abusos coloniales de Leopoldo II en el Congo. Países Bajos ha hecho algo parecido, pero pocos han asumido sus responsabilidades por la esclavitud. ¿Cree que el pasado es historia o que tantos siglos de opresión siguen teniendo repercusiones en la actualidad?

—Vivimos con los efectos persistentes de la trata de esclavos y de la esclavitud cada día de nuestras vidas. Es decir, los barcos negreros siguen navegando. Sostengo que en Estados Unidos la influencia de la esclavitud y la trata de esclavos perdura a través de la discriminación racial, la pobreza multigeneracional, la profunda desigualdad estructural, el encarcelamiento racializado y la muerte prematura. Ya lo escribió el novelista estadounidense William Faulkner: «El pasado nunca está muerto. Ni siquiera es pasado».

—¿Se puede pedir perdón por cuatro siglos de esclavitud?

—Pedir perdón es fácil. Tomar medidas concretas para superar las injusticias que persisten hasta hoy por culpa de la trata de esclavos y la esclavitud es mucho más difícil de lograr. Las reparaciones son necesarias para superar el daño que causó aquel largo periodo en todo el mundo. A quienes deseen comprender la variedad de formas que pueden adoptar las reparaciones, les recomiendo leer el libro de William A. Darity, From Here to Equality: Reparations for Black Americans in the Twenty-First Century (De aquí a la igualdad: reparaciones para los afroamericanos en el siglo XXI).

—En España se asocia la esclavitud con Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, pero poco se habla del Imperio español. ¿Qué papel jugó en el comercio de esclavos?

—A lo largo de toda la vida de la trata de esclavos, entre 1500 y 1870, aproximadamente 1,6 millones de personas esclavizadas fueron importadas de África a las colonias españolas en América. Un millón de ellos fueron transportados en barcos españoles, los otros 600 000 en navíos portugueses, franceses y británicos gracias a un contrato que firmó la Corona española con particulares llamado «asiento» para externalizar el tráfico de personas. España fue uno de los principales actores del comercio de esclavos en el Atlántico.

—Pero aquí sigue habiendo resistencias a asumir responsabilidades por las atrocidades cometidas durante la colonización de América. Desde un sector político conservador se asegura que la «hispanización» llevó libertad, paz y prosperidad al continente americano. Como especialista en Historia atlántica, ¿cuál es su opinión?

—¿Qué libertad, paz y prosperidad llevaron los españoles a los millones de indígenas que perdieron sus tierras y murieron por millones a causa de enfermedades europeas contra las que no tenían inmunidad? ¿Libertad, paz y prosperidad para los millones de africanos que murieron en la trata de esclavos atlántica y para los millones más que trabajaron hasta la extenuación produciendo el azúcar, el tabaco, el arroz y el algodón que enriquecieron a sus esclavizadores? Los defensores de la expansión imperial de Estados Unidos, desde el siglo XIX a la actualidad, dicen lo mismo. Todos los colonizadores crean falsos relatos sobre su pasado. Sus visiones interesadas han sido cuestionadas por los enfoques de la «historia desde abajo», la que estudia las vidas de los trabajadores de a pie en la sangrienta construcción del capitalismo global.

—Hace unos meses, el gobierno británico fletó el Bibby Stockholm, una prisión flotante para inmigrantes. ¿Encuentra alguna similitud en el trato humanitario con los barcos negreros de hace 400 años? ¿Cree que en el mundo actual sigue habiendo esclavistas al servicio del poder?

—He visto imágenes de la prisión flotante y me parecen absolutamente escalofriantes. Hay una línea directa de continuidad entre el infame diagrama del barco negrero Brooks a finales del siglo XVIII y este último producto de la imaginación de la clase dominante diseñado para transportar y mercantilizar el trabajo humano. Debo añadir que el sociólogo Kevin Bales ha calculado que en la actualidad hay unos 28 millones de personas trabajando de forma esclavizada en todo el mundo, más de las que existían en el apogeo del sistema esclavista atlántico, aunque en un porcentaje mucho menor respecto a la población mundial. Se trata de personas sometidas a terribles condiciones de trabajo bajo la amenaza o la realidad de la violencia. La esclavitud sigue formando parte del mundo en que vivimos. En las dos últimas décadas han surgido nuevos grupos abolicionistas para combatir el resurgimiento de la esclavitud. Aún nos queda mucho por hacer para conseguir un mundo sin esclavitud.

Tomado de ctxt

Foto de portada: El historiador Marcus Rediker durante la presentación en Madrid de su libro ‘Villanos de todas las naciones’. / Traficantes de Sueños

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Redacción Cubaperiodistas
Sitio de la Unión de Periodistas de Cuba

One thought on “«Todos los Estados colonizadores crean falsos relatos sobre su pasado»

  1. Gracias un monton por compartir.
    Se habla mucho de la segunda guerra mundial pero nada del pasado como lo ha bien explico aqui.gracias tambien Al senor Marcus. A ensenar en Las escuelas.
    Neuvamente gracias

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