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En el aniversario de la Revista Bohemia

La primera edición de la Revista Bohemia salió a la venta el 10 de mayo de 1908, hace 115 años. Rescatamos del olvido este texto de Julio García Luis en 1988, como un homenaje a la publicación, pero también a los periodistas cubanos por la vigencia de las palabras de quien fuera Presidente de la UPEC y uno de los principales teóricos de la comunicación en Cuba.

 

Compañeras y compañeros:

La dirección de nuestro Partido tiene especial interés en subrayar el sentido y la trascendencia de este octogésimo aniversario de la revista Bohemia.

En otras ocasiones, como ustedes conocen, han sido conmemoradas fechas importantes en la vida de esta publicación. Se han dicho ideas muy justas acerca de los méritos reunidos por ella en su larga existencia. Sin embargo, me atrevería a afirmar que es ahora, con la experiencia que tenemos, con la madurez alcanzada, con la influencia del propio proceso de profundización que estamos viviendo todos, cuando pudiéramos rendir a Bohemia el más consecuente homenaje.

Basta tratar de comprender lo que significan ochenta años de vida ininterrumpida de una revista, para advertir que nos hallamos en presencia de un fenómeno periodístico, pero, sobre todo, cultural y político, verdaderamente digno de reflexión.

Que en un país como el nuestro, de historia convulsa y agitada, un vehículo de opinión haya recorrido el vasto trayecto desde la neocolonia naciente hasta la Revolución socialista, atravesando épocas de tiranía y de precaria institucionalidad, períodos de alza en el esfuerzo libertador y momentos de abatimiento, crisis y conflictos de todo tipo, y se haya remontado en estas ocho décadas, desde el fatalismo conformista de la República sometida e intervenida por Estados Unidos, hasta la cima de dignidad, libertad y cultura política en que hoy nos encontramos, es algo, sin duda, que no puede ser fruto del azar, ni explicarse de modo superficial.

Algunos han querido sustentar este hecho a partir del éxito de Bohemia, como empresa económica, en el pasado prerrevolucionario.

Pero está claro que semejante criterio no permite penetrar en el fondo del porqué el arraigo y la permanencia de la revista en el sentimiento y en la conciencia de nuestro pueblo.

Para nosotros, no podría comenzarse siquiera a entender este fenómeno, si no partiéramos de los profundos conceptos elaborados por Fidel acerca del papel de las tradiciones patrióticas y nacionales en el proceso de luchas del pueblo cubano. En Cuba, el pensamiento democrático y de liberación nacional, nacido del profundo legado de Martí, de Maceo y Gómez, de Céspedes y Agramonte, fue la base sobre la que se sustentó y cobró sentido todo el movimiento popular y revolucionario en este siglo. El propio retraso con que nuestro pueblo emprendió la emancipación del colonialismo, explicado por razones sociales y económicas, le dio a esta herencia una carga de radicalismo, contemporaneidad y fuerza política, como no existió en otros países del continente.

La tarea de conquistar la plena independencia, frustrada por la injerencia yanki en 1898, se unió así de modo orgánico y acompañó a las nuevas tareas surgidas contra la explotación capitalista y en favor de la revolución social.

Si hoy hemos llegado al marxismo y al socialismo, es porque estas ideas se fundieron a lo mejor y más avanzado de nuestro pensamiento, y fueron fecundadas con el heroísmo de varias generaciones de combatientes.

No fue este, desde luego, ni podía serlo, un proceso idílico y libre de contradicciones. Las hubo y enconadas. Los conflictos de clase y los intereses contrapuestos se expresaron en distintas posiciones políticas. Entre los propios revolucionarios y patriotas que se enfrentaron al imperialismo y a la reacción no faltaron matices, desigualdades, desacuerdos e incomprensiones.

Bohemia, compañeros, significa para nosotros, precisamente, esa fuerza vital de la nacionalidad y la cultura cubanas.

Lo que hizo a la población verse reflejada en sus páginas fue que la revista supo encarnar el reflejo de cada época que le tocó vivir, y representó en ellas, esencialmente, no obstante conocidas contradicciones e inconsecuencias, la continuidad de las aspiraciones democráticas y patrióticas de nuestro pueblo.

Téngase presente en esto que sobre ningún pueblo latinoamericano, a excepción quizás de Puerto Rico, se realizó durante tanto tiempo un empeño más intenso y sistemático por destruir su nacionalidad, que el llevado a cabo contra Cuba. Habían sido esos factores los que impidieron, a principios de siglo, que Estados Unidos nos convirtiera en una colonia. Por eso, imperialistas y oligarcas se coaligaron para tratar por todos los medios de socavar nuestras raíces nacionales e imponernos su ideología y su cultura. Así fue antes de la Revolución y así ha sido también, con especial agudeza, en estos últimos treinta años. De manera que nuestra lucha de hoy frente al imperio no es sólo en defensa del socialismo, de la justeza de nuestro sistema social y nuestras posiciones internacionalistas, sino también en defensa de nuestra patria, de nuestra identidad como nación, de todos los valores que hemos acumulado a lo largo de la historia.

Por eso, todo el que contribuyó en el pasado, aún desde posiciones reformistas y liberales, a afirmar nuestra soberanía y a preservarla, ayudó a fin de cuentas a que llegara esta hora de cambios profundos en que nos encontramos.

Si tuviéramos que resumir en pocas palabras lo que este proceso ha significado para la revista, diríamos que el destino de Bohemia ha sido el destino de nuestra conciencia nacional.

Por supuesto, hubo publicaciones con posiciones ideológicas y políticas mucho más avanzadas. Los combatientes revolucionarios de distintas etapas crearon periódicos y revistas para dar a conocer su programa y sus aspiraciones. La prensa comunista, en particular, desempeñó una actividad de vanguardia, y en estos días, precisamente, acabamos de recordar con sincera admiración el cincuenta aniversario del periódico Hoy. Cada uno de estos órganos llenó un espacio y cumplió una tarea. Pero a la vez, ninguno de ellos pudo ocupar el papel de Bohemia como gran espejo de la vida política del país, como foro principal para el debate de las ideas, como arena en que prevaleció a fin de cuentas la causa de la independencia y el rechazo al despotismo y a la tiranía.

Digámoslo sin rodeos vergonzantes: las corrientes de opinión de la burguesía nacional y la pequeña burguesía, que animaron en el pasado la línea editorial y las posiciones de Bohemia, al defender sus intereses, defendieron también intereses de largo alcance de nuestro país y nuestro pueblo.

Hay que volver la mirada a la década de los años veinte, cuando las fuerzas renovadoras de nuestra sociedad irrumpieron en escena y trajeron un nuevo renacer de la conciencia cívica a la vida nacional.

Hay que recordar el papel de Bohemia en los años de la lucha contra Machado y en las turbulencias políticas que siguieron a su derrocamiento.

Hay que meditar en lo que representó esta publicación, como asidero moral y como escenario de debate público, en los tiempos de desbocada corrupción gubernamental, enfrentada por la prédica regeneradora y amplia movilización popular de Eduardo Chibás.

Hay que tener presente la postura de repudio al golpe militar del 10 de marzo, y la corriente de opinión abierta frente a él.

Hay que pensar en lo que significó esta revista como vehículo para que, en la época del Moncada, de la prisión y del exilio, se dieran a conocer los hechos del 26 de Julio, se promoviera la salida de la cárcel de los moncadistas, y Fidel pudiera erigir más tarde una tribuna desde la cual desenmascarar a la tiranía, proyectar el programa de la Revolución y llevar a todo el pueblo el juramento de que en 1956 seríamos libres o seríamos mártires. Pienso que bastaría este hecho para justificar el homenaje que nuestro Partido y nuestro pueblo tributan a Bohemia en sus ochenta años.

Claro está que en cualquiera de esos momentos, pero sobre todo en los últimos que hemos mencionado, se podría colocar al lao de los hechos positivos todo un rosario de inconsecuencias con el movimiento revolucionario, de concesiones al macartismo y el anticomunismo, o de expresiones de vulgar sensacionalismo. Y bien, ¿acaso debe sorprendernos esto? ¿Acaso podría haber sido otro el abigarrado perfil ideológico de esta revista en el pasado?

Si partiéramos, desde nuestras posiciones de hoy, de pretender que la Bohemia anterior a la Revolución hubiera sido lo que no era ni podía ser, no estaríamos en condiciones de hacer un análisis histórico verdaderamente justo del aporte realizado por esta revista.

Lo que perdura y perdurará de Bohemia sería la huella que grabaron en sus páginas hombres como Raúl Roa, Pablo de la Torriente, Alejo Carpentier y todas las demás genuinas personalidades de la cultura y la política cubanas, que desde diferentes posiciones, pero con altura, abordaron en ella los problemas del país y de su tiempo.

Lo que quedará como balance mejor de aquella época será la contribución de la revista a conservar la memoria histórica y el pasado glorioso de Cuba, y a escribir la gran crónica de la República neocolonial, que ha quedado apresada en sus ediciones.

Lo que permanecerá de Bohemia será la vocación democrática y latinoamericanista con que ella abrió espacio para la solidaridad con la lucha de Sandino en Nicaragua y con la defensa de la República española; para la condena del fascismo y sus crímenes en Europa; para el repudio de tiranías como la de Trujillo, en República Dominicana, y la de Pérez Jiménez, en Venezuela; para la denuncia de golpes injerencistas, como el realizado por la CIA y la United Fruit contra el gobierno de Jacobo Arbenz. Durante décadas, muchos destacados luchadores y perseguidos políticos del continente encontraron en la revista un medio de proseguir el combate contra regímenes antipopulares, en lo que constituye uno de los precedentes más legítimos de la tradición internacionalista que hoy llena de orgullo a nuestro pueblo.

Creo que todas estas razones avalan la sabiduría de la dirección de la Revolución, cuando se decidió conservar la revista, frente a la acción de sus dueños, quienes, tratando de crear una crisis, decidieron abandonar la publicación y marcharse del país al inicio de nuestro proceso.

Por fortuna, la visión del compañero Fidel nos puso a salvo de cometer un error, en un momento en que predominaba más la idea de romper con el pasado que la de la búsqueda de la necesaria continuidad con nuestros legítimos valores.

Estos casi treinta años han servido para confirmar aquel acierto.

A lo largo de ellos, Bohemia se ha convertido en un acompañante fiel e insustituible de la Revolución. Pretender un balance de todo lo realizado en este período estaría, quizás, más allá de nuestras posibilidades. Baste decir que no ha habido tarea de estas tres décadas que no haya contado con el respaldo activo y el calor de la revista, cuyo lugar en la preferencia y los sentimientos de nuestro pueblo se mantiene y acrecienta, no obstante la ampliación en el número y la variedad de las publicaciones que hoy circulan en el país.

Vemos a la revista en el momento actual en un período de alza, de impulso creador.

Saludamos en su ochenta aniversario a una Bohemia rejuvenecida y combatiente, empeñada en mejorar la calidad y dar respuesta concreta a los reclamos de nuestra política informativa.

Se lo decimos con toda claridad, compañeros de Bohemia: necesitamos que la revista continúe adelante y se convierta en unos de los faros inspiradores de esta política.

Estamos ahora en el umbral de una etapa decisiva. Por ser este uno de los colectivos periodísticos más consolidados y de mayor arraigo en el país, esperamos que cada número de la revista signifique un paso adelante en la transformación de su contenido y de su estilo. Esto quiere decir, ante todo, más información, más investigación, abrir espacios que por una u otra razón han permanecidos cerrados hasta aquí, fomentar el análisis de nivel sobre temas vitales de la sociedad, hacer, en fin, un periodismo mucho más cercano al sentir real y a los intereses de la gente, y un periodismo también más personal y más ameno.

Bohemia posee una larga tradición en el auspicio a la polémica de altura sobre los más variados temas. La revista, por sus propias características, tiene mayores posibilidades que otras publicaciones para avanzar en este campo. El desarrollo de la sociedad lo requiere con urgencia. Si queremos librarnos, como insiste Fidel, del lastre del burocratismo, el formalismo y el dogmatismo, necesitamos impulsar sin demora la cultura del debate, acostumbrarnos a que la verdad tiene que ser demostrada, abrir cauce al análisis crítico de toda obra de la economía, la vida social y la cultura, y reconocer en la práctica la pluralidad de opiniones dentro de la Revolución y el socialismo.

Nuestra prensa ha sido demasiado cómoda para todos. Avanzaremos más el día que tengamos una prensa que a todos nos resulte más incómoda y más difícil de influir.

El periodismo que queremos no es dócil, sino firme y capaz de ejercer la autonomía que le da la propia Revolución. Ese periodismo debe ser hijo de una mayor libertad y también de un superior sentido de responsabilidad política y social.

Para hacerlo necesitamos talento, pero el talento solo no basta; hace falta que la inteligencia y la profesionalidad estén acompañadas del valor, porque esta es una misión para hombres y mujeres dotados de una gran entereza moral y de solidez en sus convicciones.

Bohemia tiene, en ese sentido, la ventaja de contar con un equipo periodístico fuerte y experimentado. Esperamos que en lo adelante, en correspondencia con los pasos organizativos y laborales que se vienen dando, cada vez se incremente más su calidad y competencia. No hablamos de incrementar el número de trabajadores. La experiencia nos enseña a diario que el trabajo intelectual de una publicación, como en general el de la creación artística y literaria, no puede basarse en esquemas burocráticos y plantillas sobredimensionadas. Tratar de resolver todas las necesidades de creación con personal de plantilla es entronizar la inercia, la mediocridad y el estancamiento. Bohemia debe tener un cuadro indispensable de profesionales de alta calidad, a la vez que apoyarse ampliamente en lo más destacado del talento del país. Los mejores escritores, críticos, investigadores e intelectuales en sentido general deben hallar motivo de orgullo en colaborar para Bohemia. No puede ser en vano la prédica de Fidel, quien nos conmina a romper esquemas y a pensar con perspectivas en la verdadera solución de nuestros problemas.

Ahora, de acuerdo con lo dispuesto en la resolución discutida y aprobada, se inicia el proceso de las evaluaciones a los periodistas.

Quiero aprovechar para subrayar la importancia del ejemplo de Bohemia en esta tarea. Como decana de nuestros órganos de prensa, aspiramos a que la revista brinde una prueba de justeza, ponderación, honestidad y exigencia al evaluar su personal periodístico. Es importante, y lo comprendemos todos, que este proceso nos conduzca a eliminar el igualitarismo y el inmovilismo que tanto ha frenado nuestro trabajo, y haga corresponder la remuneración de cada periodista con los resultados reales de su labor. Pero sobre todo, es importante que el sector periodístico en su conjunto interprete que esta no es una medida exclusivamente organizativa, salarial o económica, sino que de ella depende en una medida fundamental el que echemos una base sólida para el triunfo de nuestra política informativa.

Y no descubro ningún secreto si afirmo que del avance y consolidación de esta política informativa, de nuestra capacidad para rectificar a la prensa desde adentro, depende también en mucho que la rectificación a escala de la sociedad se haga irreversible.

En todo esto es crucial el papel de la dirección, puesto que Bohemia, al igual que el resto de nuestra prensa, entra en una fase en que el papel de los cuadros resulta determinante (Julio se refiere a la directora de la revista en 1988, Magaly García Moré; nota de la redacción.)

Tenemos confianza en que la dirección de la revista, que ha venido auspiciando con éxito algunos cambios en la publicación, siga adelante y, apoyándose en todos ustedes, con el respaldo del Partido y de todas las fuerzas de nuestra sociedad, haciendo uso cabal de las atribuciones de que dispone, sea capaz de desplegar todo el potencial creativo de la revista y convertirla en un exponente de lo mejor del nuevo periodismo nacional.

Realmente, no podemos conformarnos con ninguna otra cosa, si es que queremos honrar realmente una fecha tan destacada como este ochenta aniversario.

En estos días, en los preparativos de esta conmemoración, nos propusimos averiguar si realmente Bohemia es, como se afirma por algunos, la publicación más antigua del periodismo hispanoamericano. A estas alturas, no hemos logrado aún ponerlo en claro, aunque sin duda pudiera serlo y se encuentra incuestionablemente entre aquellas de más larga vida en las letras españolas. Pero, pensándolo bien, no es esta la marca que debe interesarnos imponer. No es ese el título que puede halagar nuestro corazón y venir a llenar nuestras aspiraciones. Sería muy fácil y no constituiría un fruto verdadero de nuestra capacidad y nuestro esfuerzo. Lo que esperamos, tras estos ochenta años de incesante actividad, es una Bohemia revolucionaria, renovada, llena de optimismo y energía, que venga a demostrarnos lo que son capaces de hacer los periodistas cubanos. La marca que esperamos de Bohemia, en el camino hacia su centenario, es convertirse en una prueba de que el socialismo puede inspirar el periodismo de más alta calidad del mundo.

Muchas gracias.

Estas palabras de Julio García Luis las pronunció el 10 de mayo de 1988. Aparecen en el libro ¿Qué periodismo queremos? Editorial Pablo de la Torriente Brau, 2018

 

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Julio Garcia Luis
Doctor Julio García Luis (1942-2012). Relevante periodista y profesor. Premio Nacional de Periodismo José Martí por la obra de la vida, 2011. Maestro de generaciones de reporteros de América Latina, Asia y África. Corresponsal en más de 50 viajes de Fidel Castro al exterior. Fue presidente de la Unión de Periodistas de Cuba y decano en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

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