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Ley de comunicación: ley soberana

“Cualquier Ley de comunicación en el entorno de la convergencia mediática es una ley de soberanía, pues debe mediar entre audiencias nacionales y una infraestructura transnacional, la Internet”, apuntó la Doctora en Comunicación Rosa Miriam Elizalde Zorrilla en un panel durante la jornada preparatoria de los diputados en la antesala de la Segunda Sesión Extraordinaria de la X legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular.

La vicepresidenta primera de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) se preguntó cómo se ordena un sistema nacional de comunicación que depende de una red transnacional, donde cinco plataformas estadounidenses controlan los datos y parte de la vida cotidiana del 80 por ciento de los usuarios de Internet.

Ese escenario provoca la tensión entre “lo local” y lo “global”, lo cual remite – explicó – a la idea de aldea global desarrollada por el sociólogo canadiense Marshall McLuhan, pero cuyo acento está en lo local.

Se está produciendo – afirmó – un cambio antropológico de la sociedad a partir de la expansión de Internet y la popularización del uso de las plataformas sociales, y ello transforma la manera de hacer política.

Asimismo, la diputada planteó la necesidad de ampliar el concepto de comunidades; en tanto, para la comunicación no es funcional el viejo sentido común que operaba en el viejo paradigma de los Medios de Comunicación Masiva (un punto de emisión con muchos receptores) y que no alcanza para enfrentar los desafíos de la comunicación contemporánea.

De acuerdo con Elizalde Zorrilla, datos de abril de este año muestran un crecimiento exponencial de las comunidades en línea: se alcanzaron las 4 800 millones de identidades de usuario activas en redes.

Como parte de esa realidad – agregó – se han reforzado las burbujas, los grupos, las tribus en sociedades hiperfragmentadas. Entonces – preguntó – “¿cómo conectarse en un sistema fragmentado que se realiza efectivamente en lo local? ¿Cómo hacernos escuchar entre tanto ruido?”.

La experta reveló a los diputados que el recurso más escaso de la humanidad es la atención y compartió el desafío de cómo ganarla.

En tiempos en los que la comunicación se afianza como dimensión estratégica principal de la política, el 68 por ciento de la población cubana tiene acceso a Internet y dedica 4.40 horas promedio al día a navegar en ese espacio.

A su juicio, la hiperconcentración mediática ha reforzado el colonialismo 2.0, el proceso a través del cual se controla la vida cotidiana de millones de usuarios conectados a las redes, mediante la renta de los datos que dejamos en las parcelas de Google, Meta, Twitter y otras empresa privadas, como ocurría con la tierra en el feudalismo.  La paradoja es que “el colonizado se siente feliz”, se contenta con la “servidumbre consentida”, como explica en su libro Tecnofeudalismo, el investigador francés Cedric Duran.

Bajo las reglas del colonialismo 2.0 es muy difícil construir sociedades verdaderamente democráticas. Pero hay múltiples posibilidades de usos de las tecnologías bajo otro signo que no sea la desigualdad, la depredación y la alienación, dijo. La especialista convocó a fortalecer  leyes y regulaciones nacionales, crear infraestructuras digitales propias, fortalecer la ciberseguridad, desarrollar competencias digitales y educativas y fomentar una mayor cooperación internacional en este ámbito.

Para la también Doctora en Comunicación Hilda Saladrigas Medina, los procesos comunicativos coadyuvan a que los procesos institucionales sean exitosos, de ahí que Cuba apueste por legislar esos procesos de carácter humano, cultural y tecnológico.

“La comunicación – argumentó – no es solo un asunto de medios, debe tener fines prestablecidos porque se trata de un proceso circular permanente, una matriz en la que se encajan todas las actividades humanas, de interacción social y de producción de sentidos”.

De ahí que, gestionar la comunicación desde el Gobierno implica la apropiación de los términos de la academia. Según explicó, Cuba tiene un sistema de Educación Superior para formar adecuadamente periodistas y comunicadores sociales por lo cual sugirió la búsqueda de formas de colaboración en este contexto.

La Doctora explicó que las políticas de gestión, las estrategias, los planes, las campañas y los manuales constituyen instrumentos de gestión para concretar estos procesos.

Por su parte, Eugenio Moreno Gimeranez, director de comunicación de las Oficinas Auxiliares de la Asamblea Nacional, dijo que el Poder Popular incluye a la comunicación entre los pilares estratégicos para su labor y por ello dispone de una oficina propia, y coordinaciones de trabajo con el Partido, las organizaciones sociales y de masas, los Organismos de la Administración Central del Estado, los medios de prensa y los Gobiernos municipales y provinciales.

La estrategia de comunicación del Parlamento cubano – agregó – está en proceso de actualización.

Moreno Gimeranez precisó que el Poder Popular cuenta con sus planes de acción y de comunicación para todos sus sistemas de trabajo y tiene el respaldo de los periodistas y de los comunicadores sociales.

En la proyección del Parlamento en esta área están el aseguramiento comunicacional de todas sus tareas, el aprovechamiento de los medios de prensa enclavados en las comunidades, el reforzamiento del carácter público de las Asambleas municipales, el uso pleno de las redes sociales para la coordinación de su estructura.

El diputado no es solo un líder político – concluyó – es también un líder de opinión.

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