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AJEHÉROES: Mártires del ajedrez cubano (I parte)

Cubaperiodistas publica el libro inédito AJEHÉROES: Los héroes cubanos y el ajedrez. Además, cuenta con un capítulo dedicado  mártires cubanos del ajedrez, que ofrecemos en dos partes.

                                                                      El ajedrez, interesantísimo;

                                                                                  es juego de dioses.          

                                                                                                                           Jacinto Benavente

Como ya hemos visto, nuestra historia patria exhibe héroes que practicaron el ajedrez. También existen ajedrecistas que resultaron mártires. Uno de ellos falleció durante el desarrollo de un torneo, dos en accidentes cumpliendo con su deber, otro por la emoción ante un resultado histórico y el otro en accidente aéreo al regreso de una misión. En esta primera parte presentamos a Juan Antonio Quesada, Raúl Cárdenas y José Penelas.

Quesada, detrás de Gilberto García.

Juan Antonio Quesada

El manzanillero Juan Antonio Quesada, hijo de Josefina Quesada Rosabal y padre desconocido, nacido el 13 de junio de 1905 y fallecido el 14 de marzo de 1952, en Santiago de las Vegas, La Habana.

En 1928 batió el récord nacional de simultáneas a ciegas en el Club de Ajedrez de Manzanillo, al rivalizar contra 15 oponentes, de los cuales derrotó a 12, entabló con uno y perdió con dos.

Asegura Carlos A. Palacio que la batalla ajedrezada comenzó un viernes y luego de 4 horas de juego, se suspendió hasta el sábado, cuando se jugaron otras 4 horas, y volvió a suspenderse hasta el lunes, cuando concluyó, sumando 11 horas en total. Tal récord estuvo vigente hasta 1996.

Uno de los 8 cubanos participantes en el torneo Cincuentenario de la República, entre febrero y marzo de 1952, fue Juan Antonio Quesada. Los demás, Juan González, Eldis Cobo, Eleazar Jiménez, Rosendo Romero, Francisco Planas, Miguel Alemán y Rogelio Ortega.

Carlos Prío Socarrás era el presidente del país desde el 10 de octubre de 1948 y acogió la propuesta de Mario Figueredo y otros, para organizar un gran torneo de ajedrez con el propósito de conmemorar el cincuentenario de la República instaurada el 20 de mayo de 1902.

Resultó un desastroso evento desde casi todos los puntos de vista. Para ofrecer una idea, de los 23 ajedrecistas que empezaron terminaron 20. Se disputó entre febrero y marzo, de manera que el golpe de estado de Fulgencio Batista Zaldívar, ocurrido el 10 de marzo, paralizó sus acciones hasta el día 12.

En lo que respecta a los participantes, ya eso es otra cosa. Fue una nómina de lujo para la época: Miguel Najdorf, Samuel Reshevsky, Svetozar Gligoric, Erich Eliskases, Larry Evans, Nicolás Rossolimo, Israel Horowitz, Arturo Pomar, Lodewijk Prins, Román Torán, Carlos Guimard, Eduard Lasker y Herman Steiner.

Además, los mexicanos José Joaquín Araiza y Manuel Soto Larrea, quienes tuvieron que retirarse al inicio, pero antes de finalizar regresó Soto Larrea con una copa de plata que el gobierno de su país donó para el cubano mejor clasificado, que resultó ser Juan González.

El director del evento fue Alberto García Rodríguez, pero el presidente y alma del torneo era Mario Figueredo, fundador del Club Capablanca. La ronda inaugural se jugó en el Salón de los Espejos del Palacio Presidencial.

La organización disponía que el tesorero, Comandante Antonio Lage Santos, que era ayudante personal del presidente derrocado, abonara diariamente un efectivo a cada extranjero (no era igual para todos). Con el golpe de estado se le dijo que se considerara detenido en su lugar de residencia. Logró comunicarse con el nuevo jefe del ejército, quien lo puso en libertad al conocer de su obligación en la competencia.

 Falsa anécdota

El estadounidense Larry Evans, quien compartió el cuarto lugar del torneo, escribió en el libro Moderno ajedrez brillante (1976):

En La Habana 1952, uno de mis primeros grandes torneos  aprendí de primera mano el total significado de la sentencia de Tartakower: No se puede ganar una partida abandonando.

El maestro holandés Lodewijk Prins, con pieza de  menos ante el jugador local Juan A. Quesada, continuaba jugando en espera de un milagro. Insistió en aplazar la partida, sin tomar en cuenta la total carencia de  esperanza alguna en su posición.

Cuando le pregunté a Prins el porqué no abandonaba, de inmediato  me contestó: -Uno nunca sabe qué puede suceder. Por supuesto, su oponente tuvo la cortesía de fallecer el día siguiente de un ataque al corazón”.

La anécdota ganaría premio en un concurso de rarezas, de ser cierta, pero resulta que es falsa, como lo prueba el libro del torneo. Prins se rindió en el lance 35 y fue la última victoria de Juan Antonio Quesada, quien falleció efectivamente durante la competencia, el 14 de marzo, y a su sepelio acudieron todos los maestros participantes.

Esta es la célebre partida:

Juan A. Quesada – Lodewijk Prins

1.e4 e5 2.Cf3 Cc6 3.Ac4 Cf6 4.0–0 d6 5.Cg5 d5 6.exd5 Ca5 7.Ab5+ c6 8.dxc6 bxc6 9.Ae2 h6 10.Cf3 e4 11.Ce1 Ad6 12.d3 Dc7 13.dxe4 Cxe4 14.Ad3 Cc5 15.b4 Cxd3 16.Cxd3 Cc4 17.Te1+ Ae6 18.g3 0–0–0 19.Df3 Dd7 20.Cc3 The8 21.b5 Ag4 22.bxc6 Axf3 23.cxd7+ Rxd7 24.Af4 Ca3 25.Axd6 Rxd6 26.Txe8 Txe8 27.Ce1 Ag4 28.f3 Ae6 29.Td1+ Rc7 30.Rf2 Tb8 31.Td4 Tb2 32.Ta4 Cxc2 33.Cd3 Tb7 34.Cc5 Tb4 35.Ca6+ 1–0

No obstante de haber sufrido el más fatal de los desenlaces que puede ocurrirle a alguien, Quesada no quedó último, sino en el lugar 18 entre los 23 participantes, con 8 puntos (5-6-11).

Una copa de la presidenta argentina

Compartieron el primer lugar dos ajedrecistas de origen polaco, el argentino Miguel Najdorf y el estadounidense Samuel Reshevsky, con 18,5 puntos. Hubo dos concursantes que no perdieron, el yugoslavo Gligoric y Najdorf, mientras el máximo ganador fue Reshevsky, derrotado solo por el español Arturo Pomar.

A la sazón existían los sistemas de desempate, pero no se aplicaban, sino que se compartían los lugares. Así, estando el certamen en marcha la presidenta de Argentina, Eva Perón, envió una copa de plata para el triunfador, pero Reshevsky y Najdorf rehusaron jugar un match por ella y decidieron donarla al Club Capablanca, para que se disputara anualmente en forma de torneo, en honor a Juan Antonio Quesada.

Se jugó el memorial Juan Antonio Quesada en 1953 y lo ganó Eleazar Jiménez. La academia de ajedrez de Manzanillo rinde homenaje con su nombre a Quesada, quien al morir residía en Santiago de las Vegas, localidad que forma parte de La Habana.

Raúl Cárdenas Valdés

Raúl Cárdenas Valdés nació el 11 de enero de 1934, en Placetas, donde se graduó como Contador Público. Trabajó como contador en la empresa Mecánica de La Habana y participó en la lucha contra Batista. Falleció en un accidente cuando se dirigía a un corte de caña, cerca de Mariel, en fecha que el autor no ha podido precisar. Como mártir de la Revolución, se le dio su nombre a la fábrica de plásticos de Luyanó.

También con el nombre de Raúl Cárdenas Valdés se inauguró la Academia de ajedrez de Santa Clara el 28 de febrero de 1965, sita en Luis Estévez, esquina al Parque Vidal. La inauguró Arnaldo Milián, Primer Secretario del Partido en Las Villas. En 1966 fue visitada por Tigran Petrosian y luego por Robert Fischer.

Integrante del equipo cubano en la Olimpiada de Leipzig 1960, junto con Eleazar Jiménez, Eldis Cobo, Juan González y Román García, se convirtió en el héroe cubano de esa cita, al ganar al belga Von Schoor  la partida decisiva que permitió ubicar a Cuba en la Final B y concluir en el lugar 18 entre 40 naciones.

Defendiendo el quinto tablero consiguió 7 puntos de 13 posibles. Así se desarrolló aquella memorable partida:

Raúl Cárdenas (Cuba) – Carl Van Schoor (Bélgica)

Leipzig, 26.10.1960

1.d4 Cf6 2.c4 c5 3.d5 g6 4.Cc3 Ag7 5.e4 d6 6.Ae2 0–0 7.Cf3 Cbd7 8.0–0 a6 9.h3 Tb8 10.a4 Dc7 11.Ch2 e6 12.Ae3 exd5 13.cxd5 Te8 14.Dc2 Cf8 15.Cf3 De7 16.Cd2 h6 17.f4 C8d7 18.Af2 g5 19.Ag3 gxf4 20.Axf4 Ce5 21.Tae1 Cg6 22.Ah2 Cd7 23.Cc4 Cde5 24.Cxe5 Axe5 25.Axe5 Dxe5 26.Dd3 Dd4+ 27.Rh1 Dxd3 28.Axd3 Ce5 29.Ae2 Ad7 30.Tf6 b5 31.axb5 axb5 32.Txd6 b4 33.Cd1 Rg7 34.Ce3 Ab5 35.Axb5 Txb5 36.Cf5+ Rf8 37.Txh6 1–0.

Eleazar Jiménez contó al autor que tanto el día más triste como el más feliz de su vida ajedrecística se ubican en ese 26 de octubre de 1960, primero por haber perdido frente el GM belga Alberic O´Kelly, poniendo en peligro la clasificación, y luego al triunfar Raúl Cárdenas, lo que impidió que Cuba cayera al grupo C en la cita olímpica alemana.

La mayor emoción de la Olimpiada de La Habana. Jiménez abraza a Ortega. Cuba en el Grupo A. 

José Penelas Lage

Cuando asistí al campeonato femenino de 2002 en Caibarién me llamó la atención que la academia de esa ciudad, confortable y con excelente ubicación, no se llamara Alberto López, el más célebre ajedrecista del terruño, quien defendiera el segundo tablero de Cuba en nuestra primera incursión olímpica, Buenos Aires 1939, con Capablanca  a la cabeza.

Se nombra José Penelas Lage, quien fuera un jugador destacado en la llamada Villa Blanca, nacido con el siglo XX, y primer presidente que tuvo el Club de Ajedrez de la Asociación de Empleados de Caibarién, al inaugurarse el 2 de julio de 1935.

Cuando en la Olimpiada de La Habana, en 1966, Rogelio Ortega derrotó al belga Josef Boey, logrando el pase de Cuba a la final del Grupo A, hubo una explosión de júbilo en el Salón de los Embajadores del hotel Habana Libre, sede del certamen.

Hasta 1974, las olimpíada de ajedrez se jugaron por el sistema “todos contra todos”, con eliminatorias y finales. Era la segunda vez que Cuba clasificaba para la Final A, luego de haberlo conseguido en Buenos Aires 1939.

La euforia que desató el acontecimiento fue llevada a todo el país de forma magistral por la televisión cubana, y fue tanta la emoción de José Penelas cuando vio tales imágenes por televisión, que le provocó el infarto fatal.

Al año siguiente (1967) su nombre se unió al de la academia de ajedrez de Caibarién, ciudad ubicada en la costa norte de Villa Clara, fundada el 26 de octubre de 1832. José Penelas fue un mártir de la Olimpíada de La Habana en 1966. Fue un mártir de la emoción.

Es muy difícil encontrar una partida de Penelas. Les ofrezco esta, sin fecha, pero en época anterior al período revolucionario, que corresponde a un match entre Cienfuegos y Caibarién.

Blancas: A. Pérez – Negras: José Penelas

 1.d4 Cf6 2.c4 g6 3.Cf3 Ag7 4.e3 d5 5.Cc3 0–0 6.Ad2 b6 7.Tc1 Ab7 8.cxd5 Cxd5 9.Ae2 Cd7 10.0–0 c5 11.Db3 Cxc3 12.Axc3 cxd4 13.Cxd4 Cc5 14.Dd1 Tc8 15.Af3 Axf3 16.Dxf3 Dd7 17.Tcd1 Db7 18.Dxb7 Cxb7 19.Cb5 Axc3 20.Cxc3 Tfd8 21.e4 e6 22.f4 Txd1 23.Txd1 Td8 24.Txd8+ Cxd8 25.Cb5 Cc6 26.Rf2 Rf8 27.Re3 Re7 28.e5 a6 29.Cd6 b5 30.a3 f5 31.Cb7 h6 32.b4 g5 33.g3 g4 34.Rd3 Rf7 35.Ca5 Cxa5 36.bxa5 Re7 37.Rd4 Rd7 38.Rc5 Rc7 39.Rd4 Rc6 40.Rd3 Rc5 41.Rc3 h5 42.Rd2 b4 43.axb4+ Rxb4 44.Rd3 Rb5 45.Rc3 Rxa5 46.Rc4 Rb6 47.Rb4 a5+ 48.Ra4 Ra6 49.Rb3 Rb5 50.Ra2 a4 51.Rb2 Rb4 52.Ra2 a3 53.Rb1 Rb3 54.Ra1 a2 0–1.

(En la siguiente publicación, la segunda parte y final de los mártires del ajedrez cubano)

Foto de portada: Equipo cubano en Leipzig 1960. Raúl Cárdenas toca una pieza.

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Jesús G. Bayolo
Es periodista e historiador del ajedrez, toda una autoridad del tema en Cuba.

One thought on “AJEHÉROES: Mártires del ajedrez cubano (I parte)

  1. Es todo un privilegio y una especie de suerte o de fortuna tener en el Ajedrez cubano al periodista e historiador Jesús González Bayolo.
    Sus trabajos – como este- nos brindan capítulos de excelencia por ser enriquecedores de la memoria ajedrecística nacional. ¡Felicidades!

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