Lo mismo buscaba curiosidades para que las dijeran Tinserete y Merulí, que chistes para la tira de Mónica, adaptaba cuentos infantiles, que cubría actividades de los chicos con pañoleta… era un joven de 20 años y escribía en el semanario Pionero. De eso hace 50 años, de modo que celebro mis bodas de oro con esa publicación.
Trabajaba como redactor de mesa en Juventud Rebelde, cuando por mi naciente amistad con Péglez (Pedro González Viera) le presenté un trabajo sobre el surgimiento del sello de correos. Al día siguiente me dijo que a Ricardo G. Pampín, entonces director, le había gustado y que ambos me proponían pasar a la redacción de Pionero. Acepté.
Los trámites fueron fáciles, pues Pionero era como un departamento más de JR, cuando estaba en el otrora edificio del Diario de la Marina, en Prado y Teniente Rey.
Precisamente me tocó durante mi permanencia, cosa de un año entre 1972 y 1973, compartir los meses finales de Pionero dentro de Juventud Rebelde, y los iniciales como publicación independiente, con cambio de formato, y ubicación en la calle 17, en el Vedado.
En esos años se publicaron mis trabajos, muy difíciles de identificar, porque no tienen mi segundo apellido. Bueno, de hecho no tienen ningún apellido.
Algunos nombres que recuerdo de esa época: Pampín, Péglez, Carlos Castro, Rosita, Mirta, Miriam, Arelys, Sami, Cecilio, Má Argudín, Luis Lorenzo, Robe, Jordi, Pablo, Mimí, Sonia, Miguelito, Irma, Hortensia Dejú y… si alguien se me queda fuera de esta “foto”, no será culpa de Fernández Lima.
De Pionero regresé a Juventud Rebelde, pero no a realizar las funciones anteriores, sino a la página deportiva, lo cual era realmente mi vocación periodística.
El 25 de noviembre de 1961 Pionero comenzó a salir en forma de revista destinada a los niños, aunque sirve para todas las edades, por combinar la lectura con la ilustración, cosa que resulta muy llamativa para quienes no han adquirido el valioso e irrefrenable hábito de la lectura. Por ende, ayuda a formar lectores.
Cuando escribo, siempre pienso en el desconocido lector perspicaz y lo que espera que le cuente, así que voy a hacer una anécdota.
Cuando se independizó de JR, se aplicó la excelente idea de intercalar en las páginas del semanario unas láminas, generalmente para recortar, otras veces pequeños affiches, como un atractivo especial para los pioneros.
Aquello ideal para los niños y para todo el que adquiriera la publicación, se convirtió en largas y fatigosas sesiones de trabajo para el colectivo, intercalando las láminas de cartulina en cada ejemplar. Alguno de nosotros bautizó a los intercalables como los ¡interminables! de Pionero.
Como colofón, uno de los trabajos que publiqué con amor para los niños, hace cosa de medio siglo:
Aves que cantan: canoras
Las aves canoras son las de canto suave y melodioso. Por esta cualidad sobresalen en nuestro país el sinsonte y el ruiseñor, aunque también tenemos otras como el negrito, el senserenico o tomeguín del pinar y el viudito.
El Ruiseñor
Conocido como el Rey de las Aves Canoras, este pajarito es parecido al sinsonte, aunque de menor tamaño y con un plumaje más oscuro. Su canto se distingue por lo bellos de su melodía. Canta de día y de noche, principalmente en la primavera.
Gran amante de la libertad, es difícil de domesticar. Al igual que el sinsonte, se alimenta de insectos y frutas. Vive en los campos de Oriente, especialmente entre Mayarí, Guantánamo y Baracoa.
El Sinsonte
Este pajarito, que se encuentra principalmente en los campos de Oriente, es de color oscuro en la parte superior de su plumaje, y blanco grisáceo en la inferior. Su canto es dulce y parecido a la música de la flauta; gran imitador, aprende con facilidad a silbar las melodías que oye.
A la hora de defender a sus pichones y a su hembra, el sinsonte macho demuestra cuán valiente es, pues mantiene siempre a sus enemigos alejados del nido. Su plato preferido son los insectos, pero también se alimenta de frutas.
También canoras
Como decíamos al principio, en Cuba tenemos otras aves que cantan, aunque éstas no comen frutas e insectos como las anteriores, sino que se alimentan de granos.
El negrito es una de ellas. Como nos lo dice su nombre, es de color negro. Solo tiene algunas plumas blancas en las alas. Canta de forma parecida a la del canario, que es un ave natural de las Islas Canarias.
Hay un pajarito canoro que tiene el pescuezo adornado de amarillo, más fuerte en el macho que en la hembra, que se conoce con dos nombres distintos en nuestro archipiélago.
En Oriente se le llama senserenico, y en Pinar del Río, tomeguín del pinar.
También al viudito, muy conocido en Santiago de Cuba, se le llama tomeguín. Las plumas del viudito son de color gris verdoso, oscuras por la espalda y claras por el vientre. Aunque es amante de la libertad como todos los demás pájaros, éste es más fácil de domesticar.
Simplemente de ¡Excelencia!
La vigencia de la obra de Bayolo, nos sigue enseñando – en esta ocasión a través del semanario Pionero- ¡Cincuenta años después!
Gracias y ¡Felicidades!