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Fernando Buen Abad en “Diálogos en reverso” (+ Video)

Fernando Buen Abad Domínguez, especialista en Filosofía de la Imagen, Filosofía de la Comunicación, Crítica de la Cultura, Estética y Semiótica, protagoniza la videoconferencia “Diálogos en reverso”, retomada este miércoles 12 de enero desde la sede de la Unión de Periodistas de Cuba (Upec).

El tema de hoy: “Los símbolos en el cine, otra vuelta de rosca” permite que la conversación, conducida por el periodista y articulista de cine, Octavio Fraga Guerra, sea una explícita muestra de razonamiento complejo, definido por el filósofo francés Edgar Morin, como una noción que obliga al desarrollo de una estrategia reflexiva.

Buen Abad habla desde Argentina uniendo distintas dimensiones de la realidad para conectar las respuestas precisas a la primera interrogante de Fraga Guerra: “¿Qué es un símbolo y cuáles son sus particularidades, sus distingos en el cine?

Octavio Fraga Guerra.

El concepto de símbolo-precisa Buen Abad-tiene un recorrido histórico que va haciendo una acumulación de acepciones diversas.

Hay una concepción antropológica-dice-que lo define como testimonio capaz de representar una conducta, el sentir de una época. También es analizable desde la arquitectura, la psicología, el psicoanálisis y desde una infinidad de campos científicos que de resumirlos implica-según Buen Abad- un esfuerzo enciclopédico.

En el siglo XX, el concepto de signo aparece abrazado por la semiótica, “ciencia que nació para esclarecer el problema de las representaciones”, y que se ha convertido en un “bosque de conceptos inentendibles”.

Pese a la infinidad de matices derivados del concepto, Buen Abad interpreta a los símbolos como “elementos del discurso con los cuales nos relacionamos colectivamente”.

Basado en el significado de los símbolos, el filósofo mexicano es enfático cuando afirma que la ideología de la clase dominante “encuentra la manera de producir lenguajes y estrategias para inocularse en las conductas individuales y colectivas” de la sociedad, de manera tal que construye representantes que reflejan sus intereses como poder absoluto.

La industria cinematográfica está cumpliendo 126 años y aunque  “es un arte naciente todavía, su sector dominante” aprendió a avasallar la información y las consciencias” humanas.

Para Buen Abad, con la incorporación del sonido, el cine logró tener hegemonía sobre las otras artes.

La dominación de una subjetividad-detalla el Director del Centro Universitario para la Información y la Comunicación Sean MacBride y del Instituto de Cultura y Comunicación de la Universidad Nacional de Lanús- expuesta sobre la base de una planificación minuciosa, sobre el cálculo de los tiempos, los manejos de las intensidades luminosas, cromáticas y las simplezas humanas, producen una herramienta que la industria cinematográfica entendió como un caudal muy poderoso.

De ahí que, ante esa industria con formas manidas y repetitivas, urja la irrupción de un cine soberano tecnológicamente y desprendido de los poderes hegemónicos.

Esa necesidad aún no destila grafías reales. De acuerdo con Buen Abad, “no hemos podido generar corrientes de producción fílmica que se sostengan en el tiempo, de modo que el alfabeto audiovisual se despegue de esas industrias cinematográficas”.

“Necesitamos de mucho trabajo de formación, que se escriban guiones distanciados del modelo de audiovisual de mercado y que la propia lucha de clases sea aprovechada en función de crear nuevas piezas”, pues “ofrece un campo de subjetividades muy ricas” que no pueden ser pensadas para llenar salas cinematográficas.

Asimismo-señala Buen Abad- se necesita una corriente de cine que refleje la realidad de los pueblos originarios, porque en esos relatos “hay una expresión que nos hace saber quiénes somos”.

Si bien hacen falta nuevas maneras de hacer cine que contrarresten las fórmulas manidas y hegemónicas, también apremia la conjunción de críticos que partan de la comprensión de los componentes humanos de la sociedad.

“Necesitamos crear una corriente fuerte de críticos cinematográficos para interpelar relatos, algo que debe ser parte de las políticas culturales de América Latina al calor de las circunstancias que vive el continente”.

Buen Abad apuesta por la construcción de una corriente semiótica emancipadora que sea la contraparte del discurso hegemónico y a su potente velocidad de penetración simbólica y resalta, desde esta perspectiva, la importancia de la memoria como un campo de disputa.

Es imprescindible contar que “Mesoamérica tiene al menos 45 pirámides y que por el Mar Caribe han pasado todos los imperios, como si fuera una enciclopedia de lo macabro, un relato que no está en el repertorio de lo fílmico pensado por los jóvenes en estos momentos”.

Las respuestas de Buen Abad no solo ofrecen su mirada cuestionadora sobre la realidad social, sino que también interpelan a los frentes de izquierda para que tomen el protagonismo y de manera proactiva rompan los estereotipos tatuados por el neoliberalismo en América Latina.

“No tenemos los laboratorios que fabriquen los anticuerpos culturales frente a una ideología dominante que deberíamos entenderla como una pandemia”. Y para Buen Abad dos de esos “anticuerpos” imprescindibles son el “conocimiento profundo” de la historia y el contexto donde se desarrolla la situación cinematográfica y de la lucha de clases en la sociedad, pues “detrás hay personas, historias humanas que están siendo atravesadas por el capitalismo”.

El cine-agrega el también autor de una docena de libros en torno a la cultura, la semiótica y la comunicación-debe ser una libreta de escritura diaria y bajo esa lógica es fundamental la convocatoria a un gran congreso que, según Buen Abad, escuche a los referentes del cine de la región y conformen un documento que sea “la herramienta de la batalla cultural” porque en la medida que seamos un archipiélago inmenso, pero inconexo, no habrá solución

“No pueden seguir operando políticas culturales-sentenció- sin haber creado una corriente cultural de nuestros pueblos. Es una responsabilidad de nuestro tiempo levantar la voz”.

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