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Delarra: también su impronta en la ilustración de prensa

Este 26 de agosto se cumplen 18 años del fallecimiento de José Delarra (José Ramón de Lázaro Bencomo, San Antonio de los Baños, 1938-La Habana, 2003), hombre sencillo y extraordinariamente sensible con una impresionante hoja de servicios a la cultura y la Revolución cubanas que le hizo acreedor, entre otros muchos reconocimientos, del título de Héroe Nacional del Trabajo de la República de Cuba.

Se ha hablado, aunque insuficientemente por parte de la crítica especializada, de la creación escultórica, pictórica y cerámica de este gran maestro, de quien asimismo se conoce muy poco sobre su impronta en los medios de prensa escritos a través de la ilustración, género en el que trasciende el genio creativo de un excelente dibujante, cuya expresión gráfica en apoyatura a disimiles textos periodísticos contribuyó a transmitir mensajes de forma precisa, amena e innovadora.

Dibujo de José Delarra.

Para medios de prensa como el Semanario Mella y la revista Verde Olivo Delarra ilustró cuentos entre 1963 y1967; en el periódico Juventud Rebelde (1995-2000) apoyó gráficamente contenidos de diversa índole como los vinculados a fechas históricas, mediante el dibujo a tinta sobre cartulina. Asimismo, elaboró la imagen de portada de la revista OSPAAAL sobre el 150 aniversario del natalicio de Martí, en 2002, y en 2003 la de Tricontinental por igual conmemoración.

Otras revistas impresas acicalaron sus portadas con obras pictóricas de Delarra, aun después de su fallecimiento. Entre estos trabajos, publicados de manera sistemática, son recurrentes sus dibujos sobre José Martí, figura emblemática en su creación plástica y en su vida de revolucionario.

Vale rememorar, en simple resumen, la impresionante hoja de servicios prestados por Delarra a la cultura cubana entre los años 1949 y 2003, como escultor, pintor, grabador, ilustrador y ceramista: 358 esculturas de pequeño formato en los más diversos materiales; 125 obras monumentales (20 de ellas emplazadas en México, Japón, Angola, España, Ecuador, Uruguay, entre otros países); mil 460 pinturas al óleo, tinta o acrílico; 72 grabados y 58 obras en cerámica artística; además de impartir alrededor de un centenar de conferencias magistrales en prestigiosas universidades e institutos de varios países de Latinoamérica, Europa y Asia.

Por ello, no puede definirse su obra, en general, solamente trascendente por sus majestuosas esculturas diseminadas por casi toda la geografía nacional y por la de muchos otros países, labor que ha provocado que se le identifique más como escultor. Su ejercicio en este género comenzó a los once años de edad y lo desarrolló de manera extraordinaria después del triunfo de la Revolución cuando acometió sus obras de gran formato en esta isla que estaba “huérfana de monumentos épicos hechos por cubanos”, reflexionó una vez el artista.

“Ante nosotros teníamos la tarea inmensa y hermosa de comenzar la monumentaria cubana hecha por cubanos y, además, de formar a jóvenes que iban surgiendo para que adquirieran todos los conocimientos que habíamos amasado durante tantos años en Cuba y en el exterior”, tal expresó a la colega Estrella Díaz en una de sus últimas entrevistas a la prensa cubana.

La producción de Delarra en las artes visuales nunca declinó. “Me considero un escultor que pinta (…). El escultor es, generalmente, dibujante y tiene que ser un buen dibujante”, afirmó. En tanto, dedicaba tiempo a la cerámica artística y la ilustración, en las que igualmente dejó profundas y valiosas huellas, prácticamente desconocidas.

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