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Peregrinaciones por La Habana del Dios de los Mares

De las precauciones que se toman en Cuba ante la proximidad de un ciclón, no está exento el patrimonio estatuario del Centro Histórico de la Ciudad. Un ejemplo de la protección de este, es la escultura del Dios Neptuno, tallada en mármol de Carrara, cuya ubicación actual es la Avenida del Puerto.

Gracias al seguimiento de distintas publicaciones sobre el deambular por diferentes emplazamientos en la Ciudad de esta bellísima fuente del “Dios de los Mares”, erigida en 1838, pudimos resumir cómo, finalmente, retornó en 1997 a su lugar de origen: la orilla del litoral.

Hasta ese momento, sin tridente y con los surtidores fuera de uso, el Neptuno de La Habana se levantaba en el parque Gonzalo de Quesada (Calzada, entre C y D). Por cierto, séptimo y último lugar, por donde transitó. Su traslado de allí, hasta el Centro Histórico, fue aprobado por la Comisión Nacional de Monumentos.

Vale aclarar que cuando la Dirección de Arquitectura Patrimonial, de la Oficina del Historiador, proyectó su rescate, la escultura presentaba un serio deterioro, por lo que se trabajó arduamente en su restauración. Entonces, le fue añadido el estanque (de unas seis toneladas), como aparecía en el parque Víctor Hugo (calle 19, entre H e I).

Refieren que, en su origen, el Neptuno formaba parte de un proyecto más abarcador que, adentrado en el agua, incluía un muelle de piedra —llamado «del Comercio»— y un espigón, cuya profundidad alcanzaba unos ocho pies. Lo circundaba una baranda de hierro, frente al Castillo de la Fuerza. Y además de su función ornamental, brindaba servicio a la comunidad, con un surtidor de agua que salía por sus tres caños para abastecer embarcaciones menores.

La prensa de la época reportó: “en 1871 las autoridades decidieron el traslado de la fontana, debido a su deterioro y averías, la peor de todas provocada por el bergantín norteamericano «J. B. Hautington», que destruyó parte del barandaje”. Entonces comenzó su peregrinar por distintos puntos: Alameda de Isabel II, Alameda del Prado… hasta llegar al Parque de la Punta.

En 1912 acordaron desarmarla y guardarla en el Depósito Municipal, de donde salió polvorienta y maltratada.  Y la dirección del Museo Nacional decidió ubicarla en la planta baja de esa institución, en el Maine.

Pero, poco duró allí. Tres años después, el dios mitológico volvió a ser trasladado por el entonces Secretario de Obras Públicas, José Ramón Villalón, hacia el parque Gonzalo de Quesada, también conocido popularmente como “el parque de Villalón”.

No pasaría mucho tiempo, sin que se escogiera su siguiente ubicación: el primer saliente del malecón. Explicaron que se previó la escasez de agua en la zona, instalando una caja con un sistema de recirculación gracias a una bomba sumergida dentro del propio recipiente. También garantizaron la estabilidad necesaria del monumento frente a las fuerzas del viento en la zona.
En ese último rescate, se le incorporó el tridente del Neptuno, que requirió extrema habilidad por parte de los especialistas del taller de mármol perteneciente a la Empresa de Restauración de Monumentos.

Finalmente, la fuente quedó ubicada donde se concibió originalmente, para ser admirada por quienes pasean por el lugar. Y así, cuando amenaza un ciclón, es casi natural para los vecinos de la barriada ver, nuevamente, el transitar de Neptuno hacia su albergue temporal. Y cuando el sol vuelve a bañar la Bahía, el “Dios de los mares” regresa a su enclave habitual.

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