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Celia Sánchez: madre multiplicada

La existencia está llena de acontecimientos; muchos inesperados, pero capaces de dejar huellas y enseñanzas. Así conservo algunos recuerdos de mi juventud, portadores de una emoción imborrable.

Uno de ellos pertenece a la tarde del domingo 10 de mayo de 1963, en medio de un guateque campesino organizado por Celia Sánchez Manduley en un parque de la barriada residencial de Miramar, para disfrute de miles de muchachas campesinas procedentes de aisladas áreas montañosas de la Sierra Maestra y el Escambray que fueron trasladadas a La Habana para que estudiaran. El festejo era por el Día de las Madres y Celia estaba allí como una más, conmovida entre el entusiasmado auditorio.

Nunca antes la había tenido cerca. Mi presencia en el acto se debió a mi vínculo con ese hermoso proyecto. Yo era entonces profesora en el plan de formación de maestros primarios Makarenko I, que impartía la otrora Universidad de Villanueva y que formaba parte al Plan General de Superación de la Mujer, dirigido por Elena Gil Izquierdo, y creado por la Federación de Mujeres Cubanas a instancia de su presidenta, Vilma Espín Guillois.

Fue uno de los proyectos tempranos y definidores del futuro, destinados a propiciar un oficio a jovencitas, casi niñas, para capacitarlas como costureras, mecanógrafas o tejedoras, entre otros oficios, y que luego de culminado el programa de enseñanza regresaran a sus lugares de origen para que trasmitieran sus conocimientos a otras jóvenes de las localidades respectivas.

El programa de capacitación contemplaba además cursos remediales de los niveles superiores de la enseñanza primaria y secundaria con especial énfasis en manifestaciones del arte como el canto, la actuación y el aprendizaje de algunos instrumentos musicales, por ejemplo, la guitarra. Esta pudiera considerarse como una precoz acción de género, pues la capacitación de aquellas campesinas implicó un gran paso en su emancipación personal.

Me sentí particularmente entusiasmada cuando, una vez concluido el acto, Celia me invita a visitar el Materno, así me dijo. En aquel momento no conocía a fondo el llamado plan de las Diez Mil Campesinas.

Rumbo al recinto, una casa de Miramar que albergaba a las futuras parturientas, se nos sumó un grupo de madres, llegadas a la capital para el festejo junto a sus hijas en la emblemática fecha.

Con la naturalidad propia de la gente de campo, rodearon a Celia tal como se hace tras un tiempo sin ver a un familiar o amigo querido. Y fui testigo de algo que todavía hoy me estimula y complace. Vi como Celia las recordaba sin haber tenido  contacto con esas mujeres durante los cinco años transcurridos después de de haber dejado la Sierra Maestra  como guerrillera, al triunfar la Revolución en 1959 . Fue impresionante como pudo llamarlas por sus nombres y hasta los de algunos de sus familiares y vecinos, por los cuales preguntó.

Este hecho pudiera parecer un tanto anodino, sin embargo, hallé en él la fibra especial que tienen las personas que son capaces de sentir hondamente por los demás y aprestarse a someter las injusticias que les angustian.

Tal era el caso de Celia Sánchez, la llamada heroína del llano y de la Sierra,  que aunque no engendró hijos biológicos fue adoptada como madre por miles de niños y adolescentes que la amaron entrañablemente porque ella tuvo la capacidad de trasmitir  valores que enaltecieron a quienes la rodearon .

El Materno que visitamos aquel día era una casa habilitada para las jóvenes embarazadas.  Algunas de ellas se incorporaron a la caravana rumbo a la capital para recibir cursos de superación y adquirir un oficio y otras para evitar el enfrentamiento a la negativa familiar al embarazo y la incomprensión familiar.

Cuando se comprobaba que el padre de la criatura pertenecía a una institución oficial o al Ejército Rebelde, el implicado estaba obligado a cumplir con su responsabilidad hacia la futura madre y el hijo por llegar. Celia los llamaba a capítulo.

Las gestantes, además de   recibir clases de la enseñanza primaria y secundaria, contaban con profesores de corte y costura, tejido y otras artes manuales, así como de música y teatro. Así, pronto se convirtieron en hábiles artesanas que dieron prioridad a la confección de sus propias canastillas.

En el Materno, Celia pudo apreciar la calidad de los objetos artesanales que laboraban, entre ellos manteles y sobrecamas bordadas y tejidas, así como variadas manualidades, sin faltar las indispensables para una canastilla. Luego de tomar algunas muestras prometió a las jóvenes que las presentaría en el Consejo de Ministros como evidencia de la utilidad de crear artículos necesarios para el hogar con pocos recursos.

El Plan de capacitación de las campesinas que recibió el nombre de la luchadora por los derechos de la mujer e insigne patriota camagüeyana Ana Betancourt se desarrolló en dos etapas. El primer grupo tuvo una matrícula de 3 mil jóvenes de entre 14 y 17 años, las que recibieron clases y alojamiento en el Hotel Nacional y el segundo, a partir de 1962, 10 mil estudiantes. Estas últimas fueron alojadas en las residencias ubicadas en el emblemático reparto Miramar, abandonadas por sus dueños que emigraron definitivamente luego de la victoria de la Revolución.

Las anécdotas y testimonios recogidos en libros y publicaciones sobre la gesta emprendida bajo el título de Plan de Superación de las Campesinas Ana Betancourt queda en las páginas  memorables de un transformador proceso que fue posible gracias a  la  voluntad y grandeza de Fidel Castro y de mujeres como Vilma Espín y Celia  Sánchez  Manduley.

(Foto de portada: inédita, de la autora).

5 thoughts on “Celia Sánchez: madre multiplicada

  1. Considero muy atinado y hermoso el artículo
    escrito sobre Celia, es un pasaje interesante y de esos que muchas
    personas no conocen. Su humanismo y sensibilidad está presente en cada
    uno de sus actos. En nuestro caso, somos de la segunda o casi tercera
    generación de muchachas que fuimos privilegiadas con ese Plan. Tuvimos
    la suerte, además, de que Celia con su visión de futuro y cuidando
    siempre al Comandante y a la Revolución, orientara escoger a un grupo
    para formarlo especialmente para este servicio que hemos prestado
    durante ya casi 50 años con tanto orgullo y entrega. Casi todas somos de
    los años entre 1964 y 1966. Ya para entonces había otras miradas hacia
    las integrantes de esos grupos y se fueron abriendo otras perspectivas
    de formación integral. Celia estaba siempre en el centro de todos los
    detalles. En el caso de nuestro grupo fue la Madre dedicada y atenta,
    pendiente siempre de la ropa, de los cumpleaños, de las bodas, repito,
    del más pequeño detalle. Ella ayudó a formarnos y le hemos sido fiel.
    Ingegrrante equipo Versiones Taquigraficas Consejo de Estado.

  2. Las anécdotas, como las narradas por la colega Nancy Núñez permiten conocer por sus acciones a las personas que las animan. Celia Sánchez, a quien tuve el honor de conocer, era, como se dice en esta nota, fue un ser extraordinario, inteligente y dedicada, que se preocupaba por todas las personas que iba conociendo en distintos lugares. Humilde y sencilla, casi siempre iba vestida con su pantalón y chamarreta verde olivo y unas sencillas alpargatas. Era capaz de resolver problemas de inmediato. Conversaba con las personas como si las conociera de siempre. Gracias a Nancy Núñez por acercarnos una vez mas a Celia desde el sentimiento. Un rico material que desde ahora formará parte de la historia de esa querida madre de todos los cubanos.

  3. Estos bosquejos históricos son muy necesarios. Resulta saludable recordar etapas y personajes de nuesra historia reciente, porque muchos creen que todo estuvo tal como lo recibieron y pasan por alto a obra de mujers y hombres del proceo revolucionario transformador que permitió avnces a todos los sectores sociales, particularmente a los antes desposeídos y olvidados. La figura de Celia, como la de Vilma, son de permante y agradecido recuerdo.

  4. Felicidades a todas esas madres cubanas y tan lindo proyecto a los inicios de la revolución. Celia fue y será una de las grandes mujeres que recordaremos por su sencillez y valor humano. Lindo articulo!!

  5. Lindo testimonio acerca de una mujer extraordinario nos trajó la colega Nancy Núñez, fui testigo de la labor de capacitación y el trabajo que desarrollaron estas muchachas campesinas llegadas a La Habana con el afán de aprender y ser más útiles a la sociedad. Ellas, así como los miles de niños que fueron a escuelas en Cojimar y en los más reconditos lugares del país, llevaron la enseñanza, la cultura y el saber a nuestros campos y también a las ciudades. Esto también fue un logro de Celia junto a Fidel. Gracias Nancy por recordarnoslo.

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