PERIODISMO PATRIMONIAL E HISTÓRICO

Carlos Manuel de Céspedes y las plazas de Bayamo

Estatua a Céspedes en la Plaza de la Revolución de Bayamo, en la actual provincia de Granma

El 27 de febrero los cubanos conmemoramos la caída en combate del padre fundador de la nación y resulta apropiado recordar que en Bayamo, su patria chica, tres importantes plazas recuerdan su legado.

Tras el alzamiento del 10 de Octubre y el fracaso de Yara, el mando de la insurrección decidió dar a conocer al mundo que Cuba había iniciado su guerra de emancipación; para ello se propuso tomar Bayamo, importante ciudad con alrededor de diez mil habitantes, defendida por unos cuatrocientos soldados regulares y voluntarios.

Carlos Manuel de Céspedes, con más de un millar de hombres, se presentó frente a la ciudad y a las nueve de la mañana del 18 de octubre se inició el ataque. La historia es conocida, pese a la tenaz resistencia española, el día 20, el teniente coronel Julián Udaeta, jefe de la plaza, capituló y mientras lo hacía, escuchaba tararear aquella marcha guerrera —“La Bayamesa”—, que ya oyera en el Te Deum, que puso fin a las festividades del Corpus Christie.

Ese día, la Plaza de Armas de Bayamo cambió su denominación: en medio del júbilo popular, Céspedes la bautizó Plaza de la Revolución. Cuando mucho, mucho después, el 2 de enero de 1959, Fidel habló a los jubilosos bayameses, tomó la idea, que trasladó a la Plaza de la Revolución José Martí, en La Habana. Con el tiempo, el nombre se extendería y otras plazas florecerían en nuestro país.

La Plaza de la Revolución de Bayamo fue construida por los españoles sobre el espacio que antes ocu­paba un antiguo poblado aborigen, ha sufrido modificaciones y cambios de nombre a lo largo de su historia. Surgió como Plaza Real, de Armas o de Martes (donde se realizaban ejercicios militares y reu­niones del cabildo). Cambió su denominación por Plaza de la Constitución en 1837; pero recuperó la original dos o tres meses después. Cuando subió al trono español Isabel II, adoptó el nombre de esta reina.

Como ya se ha dicho, Céspedes la bautizó Plaza de la Revolución. Al caer Bayamo en manos españolas, luego del incendio, Valmaseda le dio el suyo propio. En abril de 1898, Calixto García la re­bautizó Plaza de la Revolución. Terminada la guerra, el 1.o de noviembre de 1899, el Ayuntamiento de Bayamo acordó oficialmente retomar el nombre de Plaza de la Revolución; pero esta decisión no se hizo realidad hasta 1905 y quedó ratificada por la histo­ria el 2 de enero de 1959, cuando Fidel, desde uno de los balcones del Ayuntamiento, les habló a los más de quince mil bayameses congregados en la zona.

Se halla ubicada en el centro urbano de Bayamo, en la calle General Calixto García entre Canducha Figueredo, Libertad y Maceo. Cuenta con una extensión de 50 por 120 m² y posee forma rectangular; su piso es de granito pulido con largos bancos de mármol con espaldares y brazos de hierro. En su centro están ubicados los monumentos a Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo, el Padre de la Patria, y a Pedro Figueredo Cisneros, Perucho, autor del himno nacional de Cuba.

El monumento al fundador de la nación cubana fue inaugurado el 10 de octubre de 1955. La escultura de Céspedes está colocada sobre una base que dice: “Bayamo al Pa­dre de la Patria”, y esta sobre un bloque mayor, que exhibe cuatro relieves. El primero, es una representación de lo ocurrido el 10 de Octubre de 1868 en el ingenio La Demajagua, cuando Céspedes les concedió la libertad a sus esclavos y los exhor­tó a sumarse a la insurrección; el segundo, repre­senta el fusilamiento de su hijo Oscar, tras su digna respuesta al capitán general, en la que se negaba a capitular en la lucha; la quema de Bayamo, cuando los habi­tantes de la heroica ciudad prendieron fuego a sus casas y se lanzaron a la manigua in­surrecta, aparece en el tercer relieve y el cuarto muestra a Candelaria Figueredo Vázquez, la jovencita abanderada de Baya­mo, símbolo de la participación y sacrificio de la mujer cubana en nuestras guerras por la independencia.

El monumento dedicado a Pedro Figueredo Cisneros, fue inaugurado el 12 de enero de 1956, en el mismo lugar, donde este pronunció un discurso el 12 de enero de 1869, exhortando a los bayameses a prender fuego a la ciudad. A cada lado del pedestal que sostiene el busto de Perucho se halla un relieve: el de la izquierda muestra la partitura y el de la derecha la letra del himno original con sus tres octavas.1

 Plaza del Himno Nacional, en Bayamo.

La Plaza del Himno Nacional está muy cerca de allí, junto a la Parro­quial Mayor, en la cual, con arreglos de Muñoz Cedeño, el 11 de junio de 1868, se tocó la marcha patriótica frente a las autoridades coloniales de Bayamo. En 1915, cuando falleció el mayor ge­neral Jesús Rabí, adoptó su nombre; pero tras el triunfo de la Revolución, la gente comenzó a llamarla Plaza del Himno y así se le conoce hoy.

La memoria histórica ha preservado tanto el nombre de los músicos que interpretaron la pieza durante el Te Deum, aún bajo la dominación española, como el de las patriotas, que lo cantaron en acto público, cuando Bayamo era ya la capital de la Revolución, tras la toma de la ciudad.

En ella se encuentra la Casa de la Nacionalidad, fundada el 19 de octubre de 1991; en ella se realizan diferentes actividades relacionadas con la historia local y eventos tales, como el llamado Crisol de la Nacionalidad y la Fiesta de la Cubanía.

José Ramón de Lázaro Bencomo, Delarra, fue el artista creador y di­rector de la construcción del conjunto monumentario Plaza de la Patria, inaugurado por el Comandante en Jefe Fidel Castro el 26 de julio de 1982.

La Plaza de la Patria fue inaugurada el 26 de julio del 1982 por el Comandante en Jefe Fidel Castro, quien teniendo en cuenta que ya en Bayamo existía la Plaza de la Revolución, propuso denominarla Plaza de la Patria, lo que el pueblo allí congregado aprobó con una ovación.

José Ramón de Lázaro Bencomo, Delarra, fue el artista creador y di­rector de la construcción de este conjunto monumentario, el cual cuenta con un túnel ovoidal —simulación de un vientre materno—, donde se aprecian cuatro aborígenes, símbolo del nativo inmolado, de cuya rebeldía también nació la cubanidad. La llama, en el centro, es el punto más alto del monu­mento y alude al momento en que los bayameses, el 12 de enero de 1869, prefirieron prender fuego a la ciudad an­tes de que cayera en mano de los españoles. Bajo la llama, aparece tallada la silueta del Granma.

La parte superior derecha del friso representa las montañas de la Sie­rra Maestra, donde se desarrollaron los principales combates para al­canzar la soberanía del país.

En alusión al momento fundacional de la nación puede verse la cam­pana del ingenio Demajagua y, a su lado, el rostro de Perucho Figueredo, patriota insigne de la ciudad y compositor del “Himno de Bayamo”. Tam­bién una mujer, en representación de las tantas bayamesas que de una y mil formas pelearon por la libertad. A caballo, aparecen los próceres de nuestra gesta libertaria: Carlos M. de Céspedes, Antonio Ma­ceo y Máximo Gómez y, en el extremo derecho, el rostro de Francisco Vi­cente Aguilera, otro de los fundadores de la nación.

En el extremo derecho, junto a los rostros de Camilo y Che, aparecen a cuerpo completo, las efigies de Fi­del Castro y José Martí.

El friso de la izquierda muestra la nueva etapa de lucha: arriba apa­recen los rostros de Carlos Marx y Vladimir I. Lenin, representantes del proletariado mundial; el líder azucarero Jesús Menéndez Larrondo y Francisco González Cueto, el pionero mártir; en la parte inferior un obrero y un campesino, evidencian la unidad de la que se nutrió el Ejér­cito Rebelde para lograr el triunfo definitivo, la unidad indispensable para preservarlo. También pueden verse los rostros del moncadista asesinado José Luis Tasende; los expedicionarios del Granma Antonio Ñico López (ase­sinado), Ernesto Che Guevara y Camilo Cienfuegos, luego fundadores del Ejército Rebelde; el jefe de Acción del MR-26-7 y combatiente clan­destino Frank País (asesinado); la combatiente de la Sierra y el llano Celia Sánchez

En el lienzo de mármol que sirve de base al friso, a uno y otro lado de la cavidad oval puede leerse, a la izquierda, una frase de Fidel, pronunciada en el dis­curso inaugural de la plaza: “Nos encontramos en una tierra llena de historia. ¿Cómo podría escribirse la his­toria de Cuba sin la historia de Granma?” y, al otro lado, la primera estrofa del “Himno de Ba­yamo”.

La plaza tuvo un segundo momento constructivo en el 2004, en el cual entre otros objetos de obra, se edificó el escenario, que se utilizaría en actos políticos y galas conmemorativas. Se hizo también un trabajo de ambientación y se agre­garon las torres de iluminación que, en su base, cuentan con jardineras que simulan los pétalos de una flor. Esta etapa estuvo a cargo del arquitecto bayamés Pedro Pablo Ramírez Trujillo, quien se propuso respetar la idea inicial de Delarra para mantener la uniformidad del con­junto.

Estas tres plazas integran el patrimonio artístico e histórico de la nación cubana.

 

Nota

1 Inspirada en “La Marsellesa”, la versión original del nuestro himno nacional está escrita de acuerdo con la estructura de la octava italiana o aguda o la copla de arte mayor, que se componen de ocho versos; aunque en el caso del nuestro, su rima es imperfecta. La mayoría de los himnos latinoamericanos también utilizan esta estrofa. “Sin embargo, excepto el autógrafo [versión de Perucho] y las circulares emitidas por el Gobierno Provisional de Bayamo tras la toma de esa ciu­dad el 20 de octubre de 1868, la mayoría de los documentos decimonóni­cos conocidos que reproducen la letra del himno asientan los versos en cuartetos”. Pedro de Jesús: “Usos gráficos en la representación verbal del himno nacional cubano”.

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María Luisa García Moreno
Profesora de Español e Historia, Licenciada en Lengua y Literatura hispánicas. Periodista, editora y escritora.

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