PERIODISMO PATRIMONIAL E HISTÓRICO

Los caminos errados de la prensa anexionista

Periódico The Sun

Por Marta Denis Valle*

Los contactos de hacendados esclavistas criollos con la prensa anexionista estadounidense, influyeron en el progreso de esa tendencia anticubana, a mediados del siglo XIX.

A raíz de la usurpación de extensos territorios mexicanos, cierta prensa estadounidense esparció cantos de sirena en el entorno de Cuba, agradables a potentados esclavistas que se sumaron al coro de propaganda anexionista y anticubana.

                  Moses Yale Beach

Moses Yale Beach, director del periódico neoyorkino The Sun, clamó el 23 de julio de 1847, en su editorial “Cuba bajo la bandera de los Estados Unidos”: “Cuba tiene que ser nuestra…Dadnos a Cuba, y nuestras posesiones estarán completas”.

A principios de ese año, Beach había visitado La Habana, en unión del director de Democratic Review, John Louis O’Sullivan (15 noviembre 1813 – 24 marzo 1895), y estableció contacto con un grupo de hacendados esclavistas.

En el sospechoso encuentro participaron José Luis Alfonso García (1810-1881), su primo y cuñado Miguel Aldama Alfonso (1821-1888), y Cristóbal Madan y Madan (1807-1889), todos ricos esclavistas, hacendados y negociantes, e integrantes del poderoso clan Aldama-Alfonso-Madan.

Su importancia radica en que estos propietarios de numerosos esclavos, habían fundado el denominado Club de La Habana (1847) y se inclinaban al anexionismo, tendencia que proliferó en esa época con el objetivo de incorporar Cuba a Estados Unidos.

Aspiraban a mantener la esclavitud, mayores libertades comerciales, rebajas arancelarias y otras ventajas económicas.

Las reuniones del Club tenían lugar en el Palacio de Aldama, donde hasta su salida del país Domingo del Monte (1803-1853), celebraba sus famosas tertulias literarias.

Estos personajes camaleónicos –como mostraron en lo sucesivo- pidieron a sus visitantes que el presidente estadounidense comprara Cuba a España y aseguraron un fondo para ello.

El secretario norteamericano de Estado, James Buchanan,  supo de la oferta por un memorándum de O’Sullivan, el 6 de julio del propio 1847. (1)

John O Sullivan

O’Sullivan, quien tendrá amplio protagonismo en esta historia, era hermano de María O’Sullivan Roseleiz, natural de Nueva York, la segunda esposa de Madan, y según consta en su biografía, pasó la luna de miel en La Habana, en octubre de 1846.

John Louis O’Sullivan se hizo célebre por una frase – el destino manifiesto- que escribió dos veces en 1845, respeto a la anexión de Texas (Democratic Review número julio-agosto) y la disputa a España de Obregón (New York Morning News, el 27 de diciembre). (2)

El anexionismo tuvo varias ramificaciones desde 1845 a 1855, todas reprimidas por las autoridades coloniales españolas.

Narciso López huyó hacia Estados Unidos en 1848 al ser descubierta la llamada Conspiración de Manicaragua o Mina de la Rosa Cubana, que había encabezado en Las Villas.  Ya en Norteamérica reanudó sus planes con el apoyo de los estados esclavistas del sur y anexionistas cubanos.

La etapa cerró con la ejecución de Ramón Pintó (1805-1855), jefe de una conspiración que debía estallar a la llegada de una expedición de soldados mercenarios, gestionada por emigrados cubanos en Estados Unidos.

A algunos de sus partidarios les atraía particularmente el progreso económico alcanzado por el país vecino luego de su independencia; deseosos de liberarse de España no tenían confianza en las fuerzas propias para hacerlo.

EL CORO ANEXIONISTA

El Club de la Habana, encabezado por el millonario Jose Luis Alfonso, influyó en varios intelectuales, asiduos antes a las famosas tertulias delmontinas (1834-1843).

Del Monte constituyó el principal animador literario y cultural de la primera mitad del siglo XIX cubano y su prolongada ausencia del país dejó desorientados a sus jóvenes amigos.

Cirilo Villaverde (1812-1894), Ramón de Palma (1812-1860) y José Antonio Echeverría (1815-1885), entre otros, fueron algunos de los atrapados por la corriente anexionista tras el autoexilio de su mentor, a raíz de la violenta represión durante la llamada Conspiración de la Escalera (1844).

Villaverde, independentista en sus últimos años, en 1848 guardó prisión por conspirador y logró escapar el 4 de abril de 1849 a Nueva York donde fue colaborador de Narciso López (1797-1851), hasta su última expedición fracasada a Cuba.

El escritor camagüeyano Gaspar Betancourt Cisneros (1803-1866), hombre de fortuna, fue preso y obligado a salir de Cuba en 1846 por el capitán general Leopoldo O’Donnell.

En Nueva York creó la Junta Cubana Anexionista y fue el principal animador de su vocero el periódico La Verdad, impreso sin costo alguno por Beach, director del neoyorkino The Sun.

A los anteriores se sumó el poeta matancero Miguel Teurbe Tolón (1820-1857), emigrado a Estados Unidos, en igual fecha, perseguido por las autoridades españolas; fue secretario de la Junta Cubana Anexionista y se vinculó a las conspiraciones de Narciso López.

Frente a sus antiguos amigos el famoso intelectual reformista Domingo del Monte, se enfrentó a los anexionistas al lado del historiador y ensayista José Antonio Saco (1797-1879) (3), quien rechazó toda posibilidad de unir los destinos de Cuba al coloso del norte.

Saco consideró esto un mal irreparable para el futuro de Cuba; escribió extensamente sobre el tema y polemizó con amigos que habían asumido el anexionismo con la idea de librarse de España, como Villaverde y El Lugareño.

 

Notas:

 

  • El 9 de junio de 1848 Estados Unidos aprobó un proyecto de compra de Cuba, presentado por el presidente James K. Polk, cuya oferta podría llegar a 100 millones de dólares.
  • El cumplimiento de nuestro destino manifiesto es extendernos por todo el continente que nos ha sido asignado por la Providencia. Es un derecho como el que tiene un árbol de obtener el aire y la tierra necesarios para el desarrollo pleno de sus capacidades y el crecimiento que tiene como destino.
  • “Nunca olvidemos –dijo Saco– que si en ella se empeñasen los Estados Unidos, sería por su engrandecimiento territorial y político, más no por la felicidad de los actuales habitantes de Cuba.  Que estos perecieran, con tal que ellos lograsen sus fines: nada, nada importaría, pues Cuba sería repoblada por sus nuevos poseedores”. “…yo desearía que Cuba no sólo fuese rica, ilustrada, moral y poderosa, sino que fuese Cuba cubana y no anglo-americana”.

*La autora es historiadora y periodista cubana

 

 

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Sitio de la Unión de Periodistas de Cuba

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