Resuelta como una caverna imaginaria con pinturas rupestres en tercera dimensión, este martes 12 de agosto quedó inaugurada la exposición “Guara: 50 años de exploraciones arqueológicas” en la Sala Guayza del Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (OHCH).
Como “ejemplo de metamuseología a un alto nivel conceptual”, catalogó la muestra el Dr. C. Argel Calcines, director de la revista Opus Habana, en referencia a la labor creativa de su artífice: el documentalista audiovisual y artista plástico Carlos Andrés García Rodríguez.
Esta nueva exposición suya se inscribe dentro del proyecto científico cultural “Arcano Aborigen” que, iniciado por Carlos Andrés en 1995, se abre a la polémica sobre la búsqueda arqueológica de una Habana desconocida con múltiples asentamientos poblacionales.
Redescubrimiento
El acto inaugural comenzó en los bajos de la Sala Guayza con una actuación del trío “Los mambises” de música campesina. Ellos dedicaron una simpática guaracha de su propia autoría a los descubridores de esas cuevas pictográficas en 1974. Conocidas originalmente como Las Charcas, se encuentran ubicadas al norte de Melena del Sur, en el municipio San José de Las Lajas, perteneciente a la actual provincia de Mayabeque.
Ese hallazgo trascendió cuando el joven campesino Juan Carlos Mesa se lo comentó a su coetáneo Roger Arrazcaeta Delgado, cuya temprana vocación arqueológica era conocida por sus compañeros de estudios. Esta pasión lo llevaría a ser director del Gabinete de Arqueología de la OHCH desde 1993 hasta 2021.
Contando apenas con 12 años de edad, Roger formaba parte del Grupo “Batabanó” de aficionados a la Ciencia que dirigía su primo hermano Efraín Arrazcaeta. Ellos informaron sobre el descubrimiento al gran geógrafo Antonio Núñez Jiménez y al doctor José Manuel Guarch. Su visita a las cuevas en 1975 se toma como referencia para la conmemoración de cincuenta años de exploraciones arqueológicas.
En realidad se trataba de un redescubrimiento, ya que esas cuevas habían sido identificadas por el paleontólogo Oscar Arredondo en 1947. Un informe suyo —cuyo original se muestra al público como parte de la exposición— refiere que allí solían pernoctar las tropas mambisas cubanas, además de usarla como cementerio, durante la última etapa de la guerra de independencia contra el colonialismo español (1895-1898).
Exploraciones arqueológicas
El propio Calcines leyó unas palabras escritas especialmente para la inauguración por el MsC. Jorge F. Garcell Domínguez, especialista del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural. Este “texto medular” —al decir del orador— resume los resultados de las siete campañas arqueológicas que, encabezadas por Roger Arrazcaeta y el propio Garcell, fueron realizadas desde 2012 para investigar a fondo ese emplazamiento aborigen precolombino.
Consta de cuatro espeluncas: Cueva de La Charca, Cueva del Muerto, Cueva de los Plátanos y Cueva del Aguacate. En las tres últimas se encontraron residuarios de los arcaicos y un tipo de pictografías que hasta ahora no tiene semejanza alguna con otros sitios de arte rupestre antillano. A partir de esas evidencias arqueológicas, ese enclave comenzó a reconocerse en la literatura especializada como la Región Pictográfica Guara.
La exposición muestra testimonios documentales de las distintas campañas arqueológicas: mapas, calcografías, informes y fotografías individuales y colectivas de los participantes. De esta manera se logra una síntesis de las prospecciones arqueológicas para aclarar el significado histórico, antropológico y étnico de ese importante yacimiento rupestre.
Junto a restos óseos humanos dispersos, pertenecientes probablemente a entierros aborígenes alterados por actividades antrópicas, se localizaron objetos como puntas de flecha de sílex destinadas a la caza de animales pequeños, y piezas con bordes filosos presumiblemente utilizadas para cortar carnes y pieles. Todos estos objetos fueron elaborados en caliza de origen local y algunos en sílex de procedencia distante.
Entre los hallazgos sobresale un petroglifo encontrado en uno de los salones de la Cueva de los Muertos. La forma natural de ese pedruco fue aprovechada por el “artista aborigen” para representar un rostro humano. Todo hace indicar que se trata de un cemí: la figura sagrada de la cultura taína que media entre los seres humanos y el mundo espiritual. Esta valiosísima pieza se expone ahora mismo en la Sala Guayza gracias a un préstamo temporal del Museo Municipal de Batabanó.
Según afirma Garcell en su citado texto, esa sumatoria de evidencias arqueológicas apunta a que el lugar pudo estar ocupado por el hombre desde hace unos 3000 años. A la presencia aborigen siguió su uso como palenque de cimarrones, además de servir de refugio y cementerio a los mambises, como ya fue apuntado anteriormente.
Pinturas raras
Pero son —sin dudas— las manifestaciones de arte rupestre el elemento arqueológico más significativo de Guara. Calificadas desde un inicio como “pinturas raras” por el empleo de bitumen negro y el trazo de sus líneas, a describirlas dedicó Núñez Jiménez unos párrafos en su libro ya clásico “Cuba: dibujos rupestres”. Su primera edición data de 1975; o sea, este vio la luz a pocos meses de haberse producido el redescubrimiento de Las Charcas.
Al análisis más detenido de esas pictografías se dedican Arrazcaeta y Garcell en su libro a cuatro manos “Las cuevas de Las Charcas. Arte rupestre en Mayabeque” (2016). Ellos no descartan una posible factura poscolombina de esos dibujos, atendiendo a sus temas y morfología. Aparecen elementos figurativos (antropomorfos y zoomorfos), a la par de otros con círculos y otros motivos geométricos.
A partir de las propias evidencias arqueológicas y, sobre todo, de la información consultada en fuentes documentales primarias, Arrazcaeta y Garcell sugieren una posible asociación de esas pinturas con los grupos indígenas que sobrevivieron a la primera etapa de la colonización.
A mediados del siglo XVI, luego de la abolición de las encomiendas, grupos de esos aborígenes fueron concentrados en el poblado de Guanabacoa y en las tierras del hato Río Bayamo, ubicado precisamente sobre gran parte del actual territorio de Mayabeque.
Metamuseología artística
Con el texto de Garcell y las palabras de Calcines como preámbulo, los participantes ascendieron a la Sala Guayza por la única escalera de acceso, que ya desde sus primeros peldaños ofrecía una visión inmediata de las piezas escultóricas de Carlos Andrés García inspiradas en las pictografías de Guara.
Fueron realizadas en alambre sobre soporte de piedra natural a partir de los calcos arqueológicos, respetando las proporciones reales de las pictografías originales. Esta apropiación artística de Carlos Andrés se basa en su convicción de que la ilusión de profundidad y tridimensionalidad resulta indispensable para intentar el desciframiento de ese legado sígnico.
Estas apropiaciones artísticas acompañan a las piezas arqueológicas expuestas, manteniéndose relacionadas conceptualmente, pero separadas desde el punto de vista museográfico. “Hombres de Guara” se titula una de las series, incitando al debate: ¿Quiénes eran esos aborígenes y de dónde provinieron?
Pequeñas puntas de flechas y otras evidencias líticas son repartidas como pequeños detalles que refuerzan ese propósito indagador. Una de esas saetas aparece clavada en el panel expositivo con la calcografía del dibujo rupestre que representa a un arquero. La idea es que fue disparada por el propio dibujo o su réplica escultórica, mientras una animación audiovisual 3D muestra esa acción en una pantalla suspendida.
En opinión del editor general fundador y actual director de Opus Habana, las apropiaciones artísticas de Carlos Andrés aportan un valor estético y hasta simbólico al encuadre gnoseológico de la experticia. Así, una parte importante del proceso curatorial consistió en exhumar las evidencias líticas de Guara que se conservaban almacenadas y volverlas a analizar.
A la originalidad de esas soluciones tridimensionales aplica el Dr. Calcines el concepto de “metamuseología artística”, parafraseando al pensador checo Zbyněk Stránsky, considerado el padre de la museología científica.
“Al ser expuestas creativamente por Carlos Andrés, esas piezas arqueológicas adquieren una nueva musealidad, como si acabaran de ser descubiertas ahora mismo”, explicó Calcines, quien es profesor de Interpretación del Patrimonio en el Colegio Universitario de San Gerónimo.
Como colofón se realizó la premier de “Nuevos hallazgos de arte rupestre en Guara”, el más reciente documental de Carlos Andrés García Rodríguez. Este fue presentado por la Dra. Lisette Roura, directora del Gabinete de Arqueología y también profesora de esa facultad de la Universidad de La Habana, adscrita a la OHCH, donde se estudia la Licenciatura en Preservación y Gestión del Patrimonio Cultural.
Otro momento artístico de la exposición estuvo a cargo de la chelista Gabriela Pérez Díaz, quien interpretó arreglos de música popular para ese instrumento. Fue el toque de “belleza neoclásica” a la conmemoración y sirvió para dedicarle la muestra a Eusebio Leal Spengler, Eterno Historiador de La Habana. También antes se había recordado que era la víspera del 99 natalicio del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, quien apoyó decisivamente la gesta restauradora del Centro Histórico de La Habana (Tomado del perfil en Facebook de Opus Habana).
Imagen de portada: Losama.