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El Ecuador de mi memoria

Si lo comparo con décadas pasadas —a partir de 1980—, cuando por razones de trabajo en la Unión de Periodistas de Cuba o en la Organización Internacional de Periodistas y la propia Federación Latinoamericana de Periodistas, acudí varias veces a la nación andina, me resulta incomprensible lo que sucede hoy en Ecuador, ahora que la violencia y el narcotráfico se quieren apoderar del país,

Conocí y aún conozco a decenas de colegas de ese país. Compartí con indígenas de la Amazonía y hasta conversé con uno de los presidentes ecuatorianos, León Febres Cordero.

Por cierto, aunque se trataba de un hombre identificado con la derecha de su nación, recuerdo sus preguntas sobre Fidel, propias de quien sentía por el líder cubano una gran admiración y simpatía.

En todas aquellas oportunidades, me resultó un país tranquilo, bello, con una capital —Quito— observada siempre por el volcán Pichincha, y muy cerca de ella “el centro del mundo”, lugar mágico que te permite poner un pie en el hemisferio norte y el otro en el hemisferio sur, en una especie de línea imaginaria.

De día y de noche caminé por las calles adoquinadas en Quito, esa ciudad que desde 1978 la UNESCO declaró Patrimonio de la Humanidad.

En una oportunidad estuve en la bella Cuenca, con sus parques rodeados por comercios y artesanos que hacen de la transformación de la plata, un oficio que caracteriza a los que allí viven.

También compartí con compañeros de profesión un inolvidable viaje en “piragua” por las aguas del Río Napo, hasta la inimaginable Amazonía ecuatoriana, conocí sus habitantes indígenas y sus impresionantes viviendas rústicas, y, por supuesto no me perdí aquello de que un mono, entre los muchos que allí existen, fuera colocado en mi cuello y se me permitiera acariciarlo.

En Quito, cuando participábamos en un Comité Ejecutivo de la Organización Internacional de Periodistas (OIP), visitamos la casa-taller de trabajo de Oswaldo Guayasamín, con quien compartimos vivencias y observamos sus pinturas, hoy imperecederas obras de las artes plásticas a nivel mundial.

Luego estuve en la inauguración de la Capilla del Hombre, aquel 29 de noviembre de 2002, ya cuando el artista no estaba, pues había fallecido el 10 de marzo de 1999, pero se cumplía su gran sueño con una obra en la que él había puesto su primera piedra el 3 de agosto de 1995.

En la inauguración de la Capilla, estaban presentes Fidel y Chávez, dos líderes latinoamericanos, entre los más admiradores de Guayasamín y su obra.

Fidel, en su discurso de aquel 29 de noviembre, recordó “aquella vez muy al principio de la Revolución cubana, cuando, en medio de agitados días, un hombre de rostro indígena, tenaz e inquieto, ya conocido y admirado por muchos de nuestros intelectuales, quiso hacerme un retrato.

“Por primera vez me vi sometido a la torturante tarea.  Tenía que estar de pie y quieto, tal como me indicaban.  No sabía si duraría una hora o un siglo.  Nunca vi a alguien moverse a tal velocidad, mezclar pinturas que venían en tubos de aluminio como pasta de dientes, revolver, añadir líquidos, mirar persistente con ojos de águila, dar brochazos a diestra y siniestra sobre un lienzo en lo que dura un relámpago, y volver sus ojos sobre el asombrado objeto viviente de su febril actividad, respirando fuerte como un atleta sobre la pista en una carrera de velocidad”.

Y advertía jocosamente: “Al final, observaba lo que salía de todo aquello.  No era yo.  Era lo que él deseaba que fuera, tal como quería verme:  una mezcla de Quijote con rasgos de personajes famosos de las guerras independentistas de Bolívar.  Con el precedente de la fama que ya entonces gozaba el pintor, no me atrevía a pronunciar una palabra.  “Quizás le dije finalmente que el cuadro ‘era excelente’”.  “Sentí vergüenza de mi ignorancia sobre las artes plásticas.  Estaba nada menos que en presencia de un gran maestro y una persona excepcional, que después conocería con creciente admiración y profundo afecto: Oswaldo Guayasamín. Tendría él entonces alrededor de 42 años”.

Luego Fidel se refirió a que “tres veces pasó por la misma inolvidable experiencia a lo largo de más de 35 años, y la última vez, varias veces.  Seguía pintando de la misma forma, aun cuando ya su vista sufría serias y crueles limitaciones para un pintor como él, incansable e indetenible.  El último fue un retrato con rostro más o menos similar a los anteriores y unas manos largas y huesudas que resaltaban la imagen del caballero de la triste figura que él, casi al final de su vida, veía todavía en mí”.

Para aquel acto, Fidel, había llegado a Quito con una valiosa “carga” de la cultura cubana y universal: más de una treintena de los mejores artistas de la plástica cubanos, que elaboraron un inmenso e impresionante mural, que quedó incluido como una expresión de cultura y solidaridad en aquella majestuosa obra que es la Capilla del Hombre.

Hoy, en medio de las adversas circunstancias que vive el pueblo ecuatoriano, las ideas descritas y muchas otras, parecen más presentes que nunca en mi memoria.

Y me gustaría saber del destino de tantos periodistas de aquellas décadas y de aquellos anhelos integracionistas; de aquellos con los que compartí jornadas hermosas desde la creación, en México, de la FELAP. En congresos y seminarios internacionales, o caminando por la bella Quito —muy tranquila entonces— y convulsionada ahora.

No obstante, espero que tales tempestades no terminen en augurios peores, y que el volcán Pichincha siga cuidando a Quito y a su gente, y la magia del Centro del Mundo, no pierda su línea imaginaria que nunca nos abandona.

Foto de portada: Contingente policial del presidente Daniel Noboa. Imagen tomada de Metro Ecuador

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Elson Concepción Pérez
Periodista cubano y analista de temas internacionales. Forma parte de la redacción del diario Granma.

One thought on “El Ecuador de mi memoria

  1. Saludos desde México. Interesante crónica sobre Ecuador, donde nacieron muchos personajes, hombres y mujeres de valía en Nuestra América: Manuelita Sáenz, la Libertadora del Libertador; Oswaldo Guayasamín y varios presidentes y líderes de corte progresista y revolucionario como Eloy Alfaro, años después Rafael Correa Delgado, sin olvidar ese gran intelectual cercano a México: Rodrigo Borja Ceballos, gran conversador a quien tuve el gusto de entrevistar en Jalisco, para el diario Siglo 21, luego de que recibió un homenaje del sello editorial Fondo de Cultura Económica. Ecuador, como Cuba y Colombia, están en mi corazón. Hoy también, por supuesto, mi Querida Palestina. ¡Que cese el genocidio del Estado Sionista Israelí!, ¡Qué se construya la Paz con Justicia Social en toda la Tierra!, Recordemos a José Martí quien nos enseñó sabiamente: “Patria es Humanidad”. Atentamente, Fernando Acosta Riveros, Colombiano-Mexicano, Amigo de la Revolución Cubana.

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