HISTORIA DEL PERIODISMO EN CUBA

Antecedentes históricos de la UPEC

Durante todo el siglo XIX, con la excepción de la primera junta general de periodistas efectuada de modo clandestino en 1812, no hubo intento alguno de los trabajadores de la prensa en Cuba para organizarse y luchar por mejores condiciones de trabajo, profesionales o salariales.

Al calor de la instauración de la República, a principios de 1902, es que se dan los primeros pasos para la creación de una organización que agrupase a los periodistas. En tal sentido, la primera iniciativa fue constituir la Asociación de la Prensa de La Habana que prontamente se frustró cuando el director del reaccionario Diario de la Marina, el español don Nicolás Rivero, intentó también convertirse en dueño de la nueva organización y mediante una maniobra electoral, violatoria del reglamento establecido, resultó electo presidente por dos votos frente a Alfredo Martín Morales, en aquella época redactor del recién creado diario El Mundo.

Tal hecho provocó que un crecido número de los periodistas participantes en la iniciativa abandonasen la Asociación. Entre ellos estuvieron José M. Carbonell,  Víctor Muñoz, Néstor Carbonell, Alvaro de la Iglesia, Manuel Márquez Sterling, Jesús Castellanos y Diego Vicente Tejera, los tres últimos electos como vocales de la directiva. Los disidentes publicaron en el periódico El Mundo una declaración explicando que consideraban que la Asociación era una institución nacional y que en el resultado de las elecciones no era cubano ni nacionalizado el señor Nicolás Rivero, electo para Presidente por sólo dos votos de diferencia, obtenidos cuando impuso, en violación de lo establecido, que varios redactores de Diario de la Marina emitiesen sus votos fuera del término fijado para el cierre de la votación.

En pocos días, tras el alejamiento del grupo firmante de tal declaración, y el malestar de otros, la Asociación de la Prensa de Cuba murió en su cuna, aunque se reanimó dos años después bajo la presidencia de Alfredo Martín Morales y de una directiva integrada por un selecto grupo de periodistas y escritores de la época, entre ellos Rafael Conté, Manuel Márquez Sterling, Eduardo Varela Zequeira, Ramón A. Catalá, Jesús Castellanos, Víctor Muñoz, Mariano Pérez de Acevedo y José Manuel Fuentecilla.

La directiva de la Asociación logró sumar a sus esfuerzos a los directores de los principales medios dentro una sección que llamó Vocales Natos que integraron Nicolás Rivero, director de Diario de la Marina, Antonio San Miguel, de La Lucha, Manuel María Coronado, de La Discusión, Wilfredo Fernández, de El Comercio, Abelardo Novo, de la Unión Española y Manuel S. Pichardo, de El Fígaro. El único director que rehusó formar parte de esa sección fue José Manuel Govín, de El Mundo. Otros directores o ex directores de publicaciones como Juan Gualberto Gómez, Ricardo del Monte y Raimundo Cabrera también formaron parte de esa sección de la Asociación.

La Asociación de la Prensa de Cuba, en definitiva, cumplió importantes tareas en aquella etapa en beneficio del desarrollo del periodismo nacional, entre ellas la franquicia postal y la tasa telegráfica, el traslado de los restos del periodista Manuel de la Cruz, autor del Libro Episodios de la Revolución, desde Nueva York a La Habana, los primeros pasos para la creación del Retiro Periodístico y el Descanso Dominical y la solidaridad con periodistas encarcelados. En la Memoria de 1905 de la Asociación aparece registrada la gestión hecha ante el Consulado ruso en La Habana de solidaridad con el periodista y escritor Máximo Gorka, preso entonces en San Petersburgo por el régimen zarista. La Asociación también tuvo la idea de organizar un Congreso Nacional de Periodistas, pero ello quedó sólo en los deseos en aquellos años iniciales de la república neocolonial.

En el lapso entre la fundación y su reanimación, en medio del vacío que quedó, por iniciativa de José Camilo Pérez, entonces un reportero policiaco del diario La Discusión, se constituyó la Asociación de Reporters de La Habana, el 14 de abril de 1902, que se integró inicialmente “de reporters y tendrá por objeto fomentar la unión y concordia entre los mismos y prestarles toda clase de auxilios cuando se encuentren en desgracia, principalmente en casos de enfermedad”. Esta Asociación se convirtió, posteriormente, en Círculo Nacional de Periodistas, y ella encabezó los trabajos de organización del Primer Congreso Nacional de Periodistas, efectuado en La Habana los días 3, 4, 5 y 6 de diciembre de 1941, en una hora crucial para la humanidad, en medio de la guerra de agresión y ocupación de territorios por el nazi-fascismo

Los delegados al Congreso, designados por las Asociaciones de periodistas y las redacciones de las publicaciones,  se reunieron en el local de la Asociación de Repórters de La Habana, ubicado en la calle Zulueta, cerca de la calle Neptuno. Cuarenta asociaciones de periodistas, en su mayoría locales, participaron en el histórico Primer Congreso que se desarrolló exitosamente, según evaluación de un diario capitalino, e hizo pronunciamientos y adoptó acuerdos de alto sentido moral, de amplio contenido democrático, patriótico y de cooperación al desarrollo de la cultura nacional.

Correspondió al crítico literario y cinematográfico José Manuel Valdés Rodríguez, entonces redactor del periódico El Mundo, pronunciar las palabras de apertura del Congreso, en razón de su condición de presidente de la Comisión Organizadora. Significó, en sus palabras, que hasta ese momento los periodistas habían vivido “disgregados, ajenos a todo principio ordenador de nuestras relaciones mutuas y con la sociedad en la que nos desenvolvemos; negados a entender la conveniencia de apretarnos en un haz que dé fuerza capúltica a nuestros requerimientos justos y aisle como a metecos peligrosos a cuantos carezcan de la capacidad moral e intelectual para ejercer con dignidad nuestra función, y que al propio tiempo nos ponga al servicio de la sociedad como una unidad eficaz y armónica.

Más de 40 asociaciones de periodistas, en su mayoría locales, estuvieron representadas en este Primer Congreso, convocado por la Asociación de Reporters de La Habana, organización fundada en 1902. Dieron respaldo a este empeño, entre otras, la Asociación de la Prensa de Cuba, también nacida a principios del siglo XX, la Asociación de Repórters de Santiago de Cuba, la Agrupación de Redactores Teatrales y Cinematográficos, la Asociación de Periodistas y Escritores de Oriente, y distintas organizaciones creadas en la capital y poblaciones de las entonces seis provincias existentes en el país.

Periodistas con ya reconocido prestigio formaron parte del Comité Organizador, entre ellos Alfredo Núñez Pascual, quien actuó como secretario, Angel Gutiérrez Cordoví, Miguel A. Tamayo, Rafael Soto Paz, César Rodríguez Expósito, Sergio Carbó, Leandro García, Víctor Bilbao, Rafael Suárez Solís, Andrés Núñez Olano, Miguel Angel Quevedo, Luis Gómez Wangüermert, Eduardo Héctor Alonso, Lisandro Otero Masdeu, Mario Kuchilán, Ramón Vasconcelos, Arturo Alfonso Roselló, Juan David, Julio González Rebull, Francisco Ichaso, Carlos Lechuga Hevia, Miguel de Marcos y Jorge Mañach.

Tres temas centrales figuraron en la agenda de discusión:

  • Ética del Periodismo
    1. Función social del periodismo
    2. El periodismo en sus relaciones con el Estado
    3. Periodismo profesional e intrusismo
    4. El periodista como clase
    5. Relaciones entre periodistas: éticas, profesionales, nacionales e internacionales

 

  • Técnica del Periodismo
    1. Forma de expresión periodística en los aspectos literario, informativo y gráfico
    2. Índice de capacidad periodística
    3. Mínimo de comodidades para el trabajo periodístico
    4. Métodos técnicos en la organización del trabajo periodístico
    5. La mujer en el periodismo
    6. Publicidad y propaganda periodística
    7. Las nuevas expresiones periodísticas (Radial, Cinematográfica, etc)
    8. El periodismo en provincias

 

  • Legislación Periodística
  1. Libre emisión del pensamiento
  2. Responsabilidad penal del periodista
  3. Reforma del Retiro Periodístico
  4. Colegiación periodística
  5. Escuela de Periodismo
  6. Salario Mínimo
  7. Seguro social
  8. Descanso retribuido
  9. Descanso Dominical

Valdés Rodríguez, en sus palabras iniciales, dejó sentado que los delegados reunidos “somos jornaleros, asalariados o empleados, llamadlo como queráis, de las empresas periodísticas” e hizo una exhortación a la debida mesura y a que los problemas que se planteen no desborden tal realidad. Llamó, en consecuencia, a la interacción e interdependencia de los factores de la actividad periodística como parte de la realidad actual. Lo contrario, dijo, será perder el tiempo.

A la vez, el destacado cronista cinematográfico expresó que el Congreso aspiraba a resolver problemas de tres tipos: éticos, técnicos y materiales. Citó un escrito de José Zacarias Tallet en las páginas de El Mundo, en días previos al inicio del Congreso, como algo a tomar en cuenta por los participantes en la asamblea. Tallet, en definitiva, lo que hizo fue reproducir unos principios sobre el ejercicio del periodismo que tomó de la publicación “Le Journaliste”, órgano del Sindicato de Periodistas de Francia, y que consideró debían observarse en Cuba. Entre ellos, que “un periodista digno de este nombre toma la responsabilidad de todos sus escritos, incluso los anónimos”; que “la calumnia, la difamación y las acusaciones sin pruebas son faltas profesionales graves”; que un periodista digno “no recibe dinero de un servicio público o de una empresa privada por los cuales su condición de periodista, sus influencias, sus relaciones sean susceptibles de ser explotados”; que “no firma con su nombre artículos de simple reclamo o financiero”; que “no comete ningún plagio”; que “no solicita el puesto de ningún compañero ni provoca su despido ofreciendo trabajar en condiciones inferiores”; que “guarda el secreto profesional y no abusa jamás de la libertad de prensa con propósitos interesados”.

Valdés Rodríguez también expresó la importancia que revestía la presencia en el Congreso de la máquina impresora donde se editó el periódico mambí “El Cubano Libre”, fundado por Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo tras el alzamiento de La Demajagua y reanudada su publicación por Antonio Maceo en la revolución independentista de 1895. Los periodistas de Santiago de Cuba trasladaron la máquina impresora a La Habana, la cual se utilizó a partir del inicio de la Guerra Necesaria, tras las gestiones que hiciesen con las autoridades del Museo Bacardí, donde se encontraba desde el final de la guerra de independencia. También, como parte del Primer Congreso, se montó una exposición de periódicos, revistas, caricaturas y fotografías de siglo y medio de periodismo en Cuba.

Los acuerdos adoptados por el Primer Congreso Nacional de Periodistas fueron de gran significación:

  • Dirigirse a todos los periodistas de América pidiéndoles que cooperen a la abolición de los sistemas de tipo nazi-falangistas que impiden totalmente la libre función del periodista.
  • Pedir la libertad de los presos políticos puertorriqueños Pedro Albizu Campos y Juan Antonio Corretger, luchadores por la independencia de su país, así como los demás intelectuales presos por motivos políticos en América y el resto del mundo.
  • Dejar sentado que el periodismo cubano debe tener como cualidades fundamentales la presentación de la más estricta verdad, la más exquisita sencillez de expresión y el más completo respeto de los demás.
  • Declarar que tiene el carácter de atentados y violación constitucional cualquier ley, reglamento, disposición o medida gubernativa que coarte, restrinja, dificulte, obstaculice o impida el libérrimo ejercicio de la libertad de palabra y expresión del pensamiento por medio de la imprenta u otro procedimiento y sin que, constitucionalmente, pueda jamás establecerse la censura previa ni a posteriori ni clausurarse periódicos ni impedirse la salida de los mismos, pues son los Tribunales de Justicia los únicos capacitados para conocer y juzgar…y condenar públicamente la actuación de todo gobernante, funcionario o particular que en el ejercicio de sus funciones coarte la libre emisión de pensamiento. Reclamar la declaratoria de ilegalidad de cualquier organismo económico, social o político que limite la libre función de la prensa cubana.
  • El Estado está obligado a proporcionar una existencia digna a los periodistas profesionales mediante una legislación adecuada que les garantice salario o sueldo mínimo, el descanso retribuido y el dominical, la jornada máxima, el seguro contra la invalidez, los accidentes de trabajo, las enfermedades profesionales, la vejez, el desempleo y las demás contingencias del trabajo, así como la jubilación por antigüedad y la pensión por causa de muerte.
  • Pedir la reforma de la vigente legislación sobre Retiro de Periodistas que incluya los derechos de los periodistas profesionales de periódicos de localidades pequeñas.
  • Recabar del Poder Ejecutivo el establecimiento a la mayor brevedad posible de la colegiación obligatoria para los periodistas profesionales.
  • Rechazar para la prensa el título de Cuarto Poder del Estado, y demandar que tal expresión no figure jamás en las columnas de los periódicos.
  • Abogar decidida y fervorosamente por la creación de la Escuela de Periodismo como organismo autónomo e independiente, y designar una Comisión del seno del Congreso para que coordine todos los numerosos proyectos presentados.
  • Reconocer la labor altamente meritoria que en el orden técnico y cultural rinden en la prensa cubana el caricaturista, el dibujante y el reportero gráfico, y proclamar el derecho de éstos a ser comprendidos de manera expresa en cualquier legislación beneficiosa a los profesionales del periodismo.
  • Declarar que los correctores de pruebas forman parte integrante de las redacciones.
  • Acordar la redacción de un Código de Ética Profesional y establecer un Tribunal de Honor que dirima las cuestiones personales entre periodistas.
  • Respaldar a la mujer que demuestre condiciones para el periodismo activo, brindándole
  • facilidades para su perfeccionamiento profesional y recabar se retribuya su trabajo en igual forma que al hombre.
  • Demandar la reglamentación de la publicidad en general, tributos a los anuncios de diarios y revistas redactados en castellano y editados en países extranjeros y un impuesto sobre las vallas anunciadoras, carteles impresos o anuncios en matrices para periódicos de procedencia extranjera. Consignar que el funcionamiento de la “Asociación de Anunciantes de Cuba” es atentatorio a la libre emisión del pensamiento e interesar a los poderes nacionales se declare ilegal el funcionamiento de esa organización.
  • Reclamar la promulgación de una Ley que determine que los directores, jefes de redacción y de información y editorialistas de los periódicos tendrán que ser cubanos por nacimiento o cubanos por naturalización, siempre que estos últimos tengan, para el cargo de Director, no menos de veinte años de ejercicio del periodismo profesional en Cuba y para los demás cargos, no menos de diez años.
  • Gestionar la promulgación de una Ley que prohíba la organización y publicación de los periódicos de cualquier clase de rifas, planes de regalos, cooperativas benéficas u otras modalidades.

Las palabras de clausura del Primer Congreso estuvieron a cargo de Jorge Mañach, prestigioso periodista y entonces Senador de la República. Tras afirmar que el Congreso indicaba que “el periodismo cubano ha entrado definitivamente en su adultez, en su responsabilidad y en su estricta profesionalidad”, Mañach habló extensamente sobre la historia del periodismo cubano en la colonia que, en su opinión, se caracterizó por un individualismo carente por completo de la angustia del futuro, y que,  después, en las primeras décadas de la República primó la improvisación, la frivolidad y la dispersión.

Mañach, ya entonces una brillante pluma y figura destacada aunque muy controvertida desde los días de la lucha contra el dictador Gerardo Machado, sentenció que “la República, improvisada ella misma, improvisó su aparato político, constitucional, atendiendo más a los antecedentes y a los ejemplos venidos de afuera que a sus propias realidades entrañables, no obstante el consejo reiterado hasta la saciedad por nuestro Martí; improvisó su economía sobre una base no menos falsa, una economía desatendida de los arbitrios y recursos naturales de la nación, una economía de sustentación artificial, con sus resortes situados fuera de la voluntad cubana, sustanciada a través de empréstitos y trabas burocráticas, ajena por completo a los menesteres y a las posibilidades de la realidad cubana. Y así la cultura, una cultura basada en esquemas utilitaristas, desecada de todo sentido ideal profundamente humano; y la política, una política, no de abnegación, de servicio social, de sentido de la problemática de aquel país nuevo, sino política frívola, de júbilo prematuro y de cínico desenfado o de oblicua explotación…”

“Aquel individualismo inmediatista –agregó el pensador—no era ciertamente clima adecuado para que ninguna institución de carácter cultural, el periodismo entre ellas, se sintiera acunada, ambientada por un sentimiento de solidaridad, de responsabilidad o sentido real de los problemas cubanos… Convendrán conmigo en que el periodismo típico de la primera etapa constitucional cubana en gran medida compartió los excesos y los defectos de aquel vivir nacional. Fue un periodismo frívolo, improvisado y disperso”.

En sus palabras, por supuesto, Mañach señaló que hubo figuras de excepción, de periodistas que en las cuatro primeras décadas de la República tuvieron preocupaciones, visiones de futuro, angustiados con la suerte de la nación.

Significó, más adelante, que si de algo había padecido nuestra prensa no ha sido de la conducta de los periodistas mismos, sino más bien, permítaseme decirlo aquí con toda franqueza, de los pecados de las empresas a que los periodistas han pertenecido.

Otra idea expuesta por Mañach es que “así como tuvimos y tenemos aún una política demasiado costosa, ostentamos una prensa de lujo. Más periódicos y con más páginas de los que podemos sostener. Y como los periódicos quieren a todo trance vivir y el pueblo no puede sostener tales ni tantos periódicos, tienen que agenciarse modos ocultos de subvenir a sus necesidades, establecer conductos turbios entre sus arcas y las arcas del erario público. Así se ha producido en la prensa ese ambiente mercenario que muchas veces hemos tenido que censurar los propios periodistas cubanos…Es lo cierto que hemos tenido un periodismo de negociantes, con reporteros y redactores de ocho, diez y doce pesos a la semana. Tengo la esperanza, por mi confianza en la fuerza de la solidaridad, que esa situación deje de existir desde hoy en adelante”.

Al analizar los acuerdos alcanzados por el Primer Congreso, Mañach significó el enjuiciamiento crítico que se había hecho sobre las empresas y sobre la conducta de los propios periodistas. “Para que el periodista pueda vivir entregado plenamente al periodismo, para que el periodista no tenga necesidad de asistencias burocráticas ni marginales de ninguna clase, es necesario que se le ponga en condiciones de no tener que silenciar su conciencia y de refinar cada vez más su competencia resolviéndole previamente su problema de subsistencia.”

Y concluyó Mañach diciendo lo siguiente: “Se es profesional cuando, además de vivir del periodismo, se vive para el periodismo…Profesión es siempre confesión. Profesión es poner una fe por delante. No se puede tener una profesión si no se tiene también un espíritu confesional, es decir, una fe en común…Y esa fe es la que han adoptado en este Congreso los periodistas cubanos”.

Hubo otros dos congresos nacionales de periodistas: el segundo se efectuó en Santiago de Cuba (1943), aún en medio de la Segunda Guerra Mundial, y el tercero en Pinar del Río (1947). A partir de entonces, y según modificaciones hechas a los Estatutos del Colegio Nacional de Periodistas, lo que se convocaría sería a Asambleas Nacionales.

Aquel Primer Congreso, sin duda alguna, significó un gran avance. En los años venideros nacieron instituciones como el Colegio Nacional de Periodistas y los colegios provinciales que contribuyeron a sumar fuerzas y luchar cohesionadamente por determinados objetivos en beneficio de los periodistas y del periodismo. Se hizo realidad, igualmente, el reclamo de que se fundasen Escuelas de Periodismo para formar los futuros trabajadores de la prensa. Otro logro que se concretó fue la elaboración de un Código de Ética.

Por el decreto presidencial número 1442 de 21 de mayo de 1942 se crea el Colegio Nacional de Periodistas, tal como lo reclamó el Primer Congreso de Periodistas Cubanos. Ello provocó fuertes protestas de los dueños de algunas empresas periodísticas. Y, por eso,  tal organización no pudo comenzar a funcionar  hasta el 22 de noviembre de 1943, luego de intensas discusiones entre empresarios, el gobierno y los periodistas. La primera Junta de Gobierno del Colegio quedó integrada por Lisandro Otero Masdeu como Decano; Isidro A. Medero, Secretario; Angel Gutiérrez Cordoví, Tesorero; Benito Alonso, Presidente de la Comisión de Justicia; David Aizcorbe, Presidente de la Comisión de Cultura, y los diputados Guillermo Pérez Lavielle, César Rodríguez Expósito, Osvaldo Valdés de la Paz, Santiago Villazón y Joaquín de la Cruz.

Posteriormente, en 1944, se efectuaron las primeras elecciones del Colegio Nacional de Periodistas, donde fue ratificado Lisandro Otero Masdeu como Decano.

Los otros decanos del Colegio Nacional fueron los siguientes:

  • Guillermo Pérez Lavielle (1948-1950)
  • Miguel Angel Tamayo (1950-1952)
  • Armando Suárez Lomba (1953-1955)
  • Leandro Carvajal Rodríguez (1955-1957)
  • Eudaldo Gutiérrez Paula (1958-1959)
  • Baldomero Alvarez Ríos (Noviembre/1959-Enero/1960)
  • José Aníbal Maestri Tizón (Febrero/1960-Mayo/1960)
  • Baldomero Alvarez Ríos (Junio/1960-Mayo/1961)

Cuatro colegios provinciales se constituyeron en 1945. El primero de ellos fue el de Camagüey, el 21 de abril de 1945, a cuyo frente estuvo Alfredo Correoso Quesada, subdirector del periódico El Camagüeyano. El de Oriente el 5 de agosto, que eligió como Decano a Enrique Cazade Palacios. El  de Las Villas el 23 de septiembre, bajo la conducción de Armando A. Machado Pérez, viejo corresponsal y quien dirigió el diario El Villareño. Y el de Pinar del Río, el 11 de noviembre, que tuvo como primer decano a  Raúl Delgado Baguer.

Al año siguiente, el 20 de diciembre de 1946, entra en funciones el Colegio Provincial de Matanzas, cuyo  primer Decano fue Juan M. Rodríguez Cartaza, y en febrero de 1948, nace el Colegio Provincial de La Habana, que eligió como Decano a Guillermo Rubiera.

Otra organización periodística de importancia fue la Asociación de la Prensa Plana de Cuba, nacida en 1945, la cual agrupó a más de un centenar de pequeñas empresas de periódicos con representación en casi todos los municipios del país. Celebró su primer Congreso constitutivo el 22 de julio de 1945 en la ciudad de Santa Clara. Se le conoció como la organización de los periodistas de tierra adentro.

Por el Decreto Presidencial No. 1441 del 21 de abril de 1942 se creó la Escuela Profesional de Periodismo “Manuel Márquez Sterling”, gobernada y orientada por un claustro de profesores asesorado por un patronato constituido por delegados de distintos organismos periodísticos. Cuba se convierte así en el cuarto país de América Latina que comenzó a formar periodistas en una institución docente especializada.

A los profesionales de larga y reconocida ejecutoria profesional se les expidió el “Certificado de Aptitud Periodística Profesional”, tras un análisis hecho por una comisión del primer cuerpo de profesores de la Escuela. El 16 de Octubre de 1943 se entregaron los diez primeros certificados a Lisandro Otero Masdeu, Guillermo Pérez Lavielle, Angel Gutiérrez Cordoví, Benito Alonso Artigas, David Aizcorbe Borges, César Rodríguez Expósito, Osvaldo Valdés de la Paz, Joaquín de la Cruz Arocha, Santiago Villazón Deus e Isidro Medero Carbonell.

En esa práctica, sin embargo, hubo no pocas distorsiones. Se entregó el certificado de aptitud periodística a políticos que no habían jamás olido el olor a tinta o escrito una línea, y gracias a ello fueron admitidos como miembros del Colegio Nacional de Periodistas. Así ocurrió con Fulgencio Batista y Zaldívar y otros políticos de su gobierno. No pocos escándalos se produjeron por tal práctica como en 1949 cuando se quiso darle tal reconocimiento de periodista al presidente de la República Carlos Prío Socarrás. Dos conocidos periodistas Francisco Ichaso y Gastón Baquero, por cierto ambos directivos y columnistas de Diario de la Marina, tuvieron una polémica pública por tal pretensión.

Ichaso, quien era miembro del tribunal de admisión, defendió ardorosamente la condición de periodista de Carlos Prío.

“Censura usted –escribió Ichaso– que nuestra Escuela se disponga a extender el título de periodista profesional al Presidente de la República, doctor Carlos Prío Socarrás.  ¿Estima usted que se trata de un privilegio y afirma que “si se le da el certificado al doctor Carlos Prío, violentándose los preceptos, qué fuerza moral ni qué autoridad hay para negárselo a tantos que llevan años y años clamando por el certificado?

“Yo fui el ponente que examinó y emitió informe en el expediente por el doctor Prío.  Ese expediente está en la Escuela a disposición de usted y de todos los que quieran examinarlo, para que vean que se ha llenado de su tramitación y dictamen todos los preceptos legales y reglamentarios vigentes.  No lo informé favorablemente porque Prío sea un “cubano cordial” ni tampoco porque sea el “Honorable Presidente de la República”.  Propuse la expedición del título porque el ciudadano Prío, como cualquier otro ciudadano se acogió al nuevo decreto que abrió el plazo para la obtención de certificados, y lo hizo firmando de su puño y letra una solicitud (sin faltas de ortografía) y acompañando documentos acreditativos…”

Los primeros graduados de la Escuela Profesional de Periodismo “Manuel Márquez Sterling” fueron 19 en total y correspondíeron al curso efectuado desde 1943 a 1947. Entre esos graduados estuvieron Evelio Tellería Toca, quien tuvo una destacada vida  como reportero de la información obrera, Juan Emilio Friguls, sobresaliente pluma en Diario de la Marina, y Gerardo Rodríguez-Morejón, quien trabajó en El Mundo y Bohemia. Tras el triunfo de la Revolución Cubana, los tres pusieron sus talentos y conocimientos al servicio de la prensa revolucionaria.

Escuelas de periodismo se crearon posteriormente en Oriente, Las Villas, Matanzas  y Camagüey. En 1953, aunque sin estar oficializadas legalmente, comenzaron sus primeros cursos las escuelas profesionales de periodismo “Mariano Corona Ferrer”, en Santiago de Cuba, y “Severo García Pérez”, en Santa Clara. Ambas fueron institucionalizadas al año siguiente junto con la “Fernando Lles Berdayes”, de Matanzas. Después nació la “Wilfredo Rodríguez”, en Camagüey.

Las escuelas de periodismo tuvieron, en fin, todas las limitaciones propias de una institución creada dentro de la estructura burguesa y capitalista del país. Los vicios y corrupción en esa ciudad estuvieron también presentes en esos centros docentes. El ingreso a ellas fue, por lo general, determinado por recomendaciones, no por la vocación o expedientes de los aspirantes.

Teóricamente hablando los programas de estudio de las primeras escuelas de periodismo eran coherentes y, además, algunos de los más reconocidos profesionales formaron parte de los claustros de profesores. Por ejemplo, en el primer claustro de la Márquez Sterling estaban Sergio Carbó, Eduardo Héctor Alonso, Miguel Angel Tamayo, Octavio de la Soarée, José Zacarías Tallet, Ramón Vasconcelos, Guillermo Martínez Márquez, Juan David Posada, Andrés Núñez Olano, Rafael Soto Paz, Manuel Marsal, Julio Otazo, Rafael Pérez Lobo, José Manuel Valdés Rodríguez, Víctor Bilbao y Oscar F. Rego.

Lamentablemente, mucho de lo veraz, noble, hermoso y profundo que se dijo y se acordó en aquel Primer Congreso de los Periodistas cubanos, quedó sólo en las memorias de aquel encuentro, es decir en los papeles. En la vida sucedía otra cosa y a medida que transcurrió el tiempo la corrupción y la carencia de ética dentro del periodismo se acrecentaron. Eso se hizo más evidente durante la etapa de la dictadura de Fulgencio Batista y Zaldívar (1952-1959).

Acciones de corrupción y de servilismo a intereses ajenos a la patria, loas constantes a los personeros militares y civiles de la dictadura, justificaciones o silencios sobre sus políticas represivas estuvieron presentes de modo privilegiado en la prensa cubana hasta el Primero de Enero de 1959.

Súmese a ello la acción de los empresarios de hacer del periodismo un negocio mercantil más  para llenar sus bolsillos, donde la publicidad comercial, muchas veces engañosa, la crónica social para satisfacer las vanidades humanas de la oligarquía y la burguesía, que bien pagaba por ello, la crónica roja sensacionalista, es decir la venta de noticias de crímenes, sangre, suicidios y atracos, columnas y programas en los medios con un lenguaje burlón y de choteo, atentatorio muchas veces hacia la mujer o discriminador hacia los negros, e imágenes colmadas de frivolidades de todo tipo, en fin, engaños, nimiedades y superficialidades que, en el fondo, tenían el fin de mantener intoxicado al pueblo y alejarlo de los problemas del país y del mundo.

Con la llegada al poder de la Revolución, a todo eso le llegó su fin. No mediante un decreto, una ley o una resolución, sino a lo largo de un proceso de lucha de ideas, donde triunfaron las más justas y los intereses de la patria y de la nación cubana.

 

Fuentes consultadas:

 

Álbum del Centenario de la Asociación de Reporters de La Habana. Editorial Lex, La Habana, 1952.

Blanco Jiménez, Ramón.- Síntesis Histórica de la Asociación de la Prensa de Cuba. En Álbum  del Centenario de la Asociación de Reporters de La Habana. Pags 27-28.

Directorio Profesional de Periodistas de Cuba. Primera edición. La Habana, 1957.

Libros de Actas del Colegio Nacional de Periodistas. En Archivo de la UPEC.

Memoria del Primer Congreso Nacional de Periodistas. Diciembre de 1941. Impreso en la Editorial Luz, La Habana.

Moreno, Enrique H.- Síntesis Histórica de la Asociación de Reporters de La Habana.  En Album del Centenario de la Asociación de Reporters de La Habana, Pags 10-16

Sotolongo, Luis R.- Prensa Plana de Cuba. En Album del Centenario de la Asociación de Reporters de La Habana. Pag 57.

 

Foto de portada: Edificio de la Asociación de Reporteros de La Habana

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Juan Luis Marrero González
Fue un destacado periodista cubano. Premio Nacional de Periodismo José Martí, por la obra de la vida 2003. Desarrolló una larga trayectoria en Prensa Latina, periódico Granma y en la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC). La Habana, 1935-2016.

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