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El «secuestro» de niños ucranianos y otros crímenes mediáticos

Desde que comenzó la operación militar especial de Rusia en Ucrania, los medios occidentales se llenaron de historias falsas y francamente absurdas sobre los supuestos crímenes de las tropas rusas. Sputnik te resume las mayores fake news que llenaron los titulares de la prensa occidental en torno al conflicto.

Esta lista comenzará con el más reciente bulo del presunto «secuestro» de niños ucranianos por parte de Rusia, que sigue las pautas de todas las noticias anteriores: total ausencia de pruebas y una acusación basada en meras declaraciones arbitrarias y opiniones provenientes de Kiev y sus aliados.

«Reeducación forzosa» de niños ucranianos: una nueva y absurda acusación de Occidente

Las noticias que circulan ahora en los medios occidentales se basan en un reporte publicado por un equipo de la Universidad de Yale en el marco de un programa financiado por el Departamento de Estado de EE. UU. De hecho, el propio programa tiene un objetivo bien definido: «responsabilizar a Rusia» por los crímenes que se le atribuyan desde la Casa Blanca.

El informe habla sobre el presunto secuestro de los niños ucranianos bajo la premisa de que se les está evacuando y afirma que se les está reeducando «en campamentos». Con ello, se hace un especial énfasis en la palabra «campamento» para suscitar asociaciones con los campamentos de concentración nazis, pero apenas se hace mención de que se trata de campamentos de verano infantiles donde los niños pudieron ser alojados en buenas condiciones.

En el propio estudio se dice que sus acusaciones se basan en publicaciones en las redes sociales y las declaraciones de Kiev. Pero, de hecho, muchas de las publicaciones en las redes sociales ni siquiera acusaron a Rusia de estar secuestrando a menores de edad ucranianos, y simplemente fueron interpretaciones de los investigadores.

Así, por ejemplo, los videos en los que se les da la bienvenida a los niños y estos se encuentran en buen estado de ánimo también fueron tildados de pruebas de dichos secuestros, pues les pareció que se trata «de un espectáculo bien orquestado», según afirma Caitlin Howarth, la directora de Operaciones del Yale Lab.

Otra herramienta que emplearon los investigadores fueron las imágenes satelitales, que muestran los campamentos de verano y la presencia de gente allí. Pero sigue siendo un misterio cómo determinaron por estas imágenes que los niños son «reeducados» allí o adoptados de manera forzosa.

De tal modo, se tiene la clásica receta de una noticia falsa por parte de los medios occidentales: ausencia completa de pruebas, acusación basada en opiniones de personas interesadas y un fuerte énfasis en la parte emocional, uno de los elementos clave que apunta a un intento de manipulación.

La «matanza» de Bucha

Quizás, uno de los mayores fakes fabricados por Kiev ha sido el de la ciudad de Bucha (en la región de Kiev), que luego fue apodado como ‘la matanza de Bucha’. En aquel caso, Ucrania acusó a las tropas rusas de haber realizado ejecuciones y matanzas de civiles en esta ciudad, dejando presuntamente cadáveres en las calles tras su retirada.

Cabe destacar que en este montaje las acusaciones se basan en una sustancia mucho más sólida que en el caso del supuesto secuestro de niños ucranianos, pues por desgracia, aquí efectivamente hubo víctimas. De hecho, al decir que se trata de un montaje, no se pretende decir que los cadáveres que aparecen en las imágenes son falsos. Son reales. Pero lo que convierte a la «matanza de Bucha» en una farsa han sido los eventos que han precedido a su «revelación», y que fueron ignorados por los medios occidentales con algunas notables excepciones.

Después de que las tropas rusas se retiraran de la ciudad en el marco de un gesto de buena voluntad de Moscú para demostrar su disposición a llegar a un acuerdo de paz con Ucrania, el alcalde de la ciudad publicó un video desde la urbe. Hablaba en tono alegre celebrando la salida de las tropas, pero no hizo mención alguna de las supuestas «atrocidades». Tampoco hay cadáveres que aparezcan en sus imágenes.

De hecho, el alcalde de Bucha no fue el único en publicar videos en las redes sociales: también lo hizo una diputada local, y como era de esperar, en sus imágenes tampoco aparecen cadáveres.

Para contextualizar, cabe destacar que Bucha es más bien un poblado con unas pocas calles, y sería imposible que al inspeccionar la ciudad el alcalde no hubiera visto a ninguno de los cadáveres que luego aparecerían en las portadas por todo el mundo.

Acto seguido, la ciudad fue bombardeada intensamente por la artillería ucraniana durante unos dos o tres días. Según los corresponsales militares, lo que ocurrió es que los militares ucranianos ni se dieron cuenta de la retirada de las tropas rusas y seguían bombardeando la ciudad.

Luego, Bucha quedaría cerrada por las Fuerzas Especiales ucranianas con el objetivo declarado de «limpiar» la ciudad de los «colaboracionistas prorrusos», un hecho que ha sido ampliamente difundido por los propios medios ucranianos. Solo unos tres o cuatro días después de la retirada de las tropas rusas, reunieron a los periodistas internacionales a los que se les mostró el resultado final del montaje.

Sin embargo, múltiples hechos y evidencias apuntan a que fueron los propios militares ucranianos los que perpetraron los asesinatos de civiles, ya fuera de manera directa y deliberada (como «colaboracionistas prorrusos»), o de manera accidental.

Asimismo, han pasado meses desde la declarada «masacre de Bucha», pero las autoridades ucranianas no proporcionaron informes forenses detallados y verificados para demostrar las fechas y causas de las muertes de los civiles. Sin embargo, lo hizo el medio británico The Guardian. En una de sus publicaciones, se afirmó que decenas de civiles fallecieron en Bucha a causa de las llamadas «flechitas».

Se trata de unos pequeños dardos metálicos que vienen en grandes números dentro de proyectiles de artillería. Como era de esperar, el medio británico no tardó en responsabilizar a las tropas rusas por estos bombardeos. Sin embargo, una vez más la experiencia histórica viene de ayuda aquí.

Y es que las tropas ucranianas ya usaron este tipo de proyectiles durante varios años contra la población del Donbás, lo cual indica que el bombardeo de Bucha con este tipo de municiones no sería una primicia para ellos. Además, esto concuerda con los informes de los reporteros militares de que los ucranianos bombardearon intensamente la ciudad tras la retirada de las tropas rusas.

Como se puede apreciar, todas las premisas de Kiev con respecto a Bucha se desvanecen ante los hechos y evidencias (y el sentido común), y es quizás por ello que el tema de este crimen de guerra perpetrado por los militares ucranianos dejó de cubrirse paulatinamente por los medios occidentales.

El ataque con misil contra Kramatorsk

El 8 de abril de 2022 ocurrió otra tragedia. Un misil balístico táctico cayó sobre una estación de trenes en la ciudad de Kramatorsk (una ciudad de Donbás aún bajo control de Kiev), y mató a más de 50 personas e hirió a decenas más. Todas estas personas estaban en la estación esperando la llegada del tren para evacuarse.

Como cabría esperar, tanto el Gobierno ucraniano como los medios occidentales acusaron inmediatamente a Rusia de haber perpetrado este ataque. Sin embargo, las pruebas, algunas de las cuales fueron proporcionadas por los propios medios occidentales, demuestran que en realidad han sido los militares ucranianos los que lanzaron el misil.

En primer lugar, las imágenes que difundieron mostraron sin lugar a duda que se trataba de un Tochka-U: un misil balístico táctico ampliamente utilizado por el Ejército ucraniano en el conflicto, y que también se usó durante la llamada «operación antiterrorista» de Kiev en el este de Ucrania. Incluso se podía apreciar el número de serie del misil que apuntaba a su procedencia ucraniana.

Hubo un tiempo en el que Rusia también tenía estos misiles en su arsenal. Sin embargo, fueron retirados del servicio, razón por la cual las tropas rusas no los emplean al ser inferiores en sus características al Iskander-M. Además, los elementos restantes del misil mostraron desde qué dirección fue lanzado, y resultó que provenía de una zona bajo control de los militares ucranianos.

De hecho, incluso desestimando este dato, basta con ver los territorios que se encontraban bajo control de las tropas rusas para darse cuenta de que era imposible que lo lanzaran, pues el alcance del misil no lo permitiría.

Un argumento que intentan presentar como prueba del uso de los misiles Tochka-U por parte de Rusia en el conflicto fue el desplazamiento de los camiones BAZ-5921 del Ejército ruso en la zona de combate. Sin embargo, se trata de unos camiones universales que se emplean para múltiples objetivos y que no se usan exclusivamente como lanzadores de los misiles Tochka-U.

Por último, no se registró ni una sola vez, tanto antes como después de la tragedia de Kramatorsk, el uso de los misiles Tochka-U por los militares rusos, mientras que las tropas ucranianas bombardearon con regularidad las ciudades del Donbás con estas armas.

Ahora, si el misil fue lanzado de una manera predeterminada para montar un ataque de falsa bandera o se trató de un trágico accidente, no se puede saber, pero una cosa es cierta y definitiva: el misil fue lanzado por los militares de Ucrania.

Pero todas estas pruebas no fueron suficientes para los medios occidentales, que a día de hoy siguen inculpando a Rusia por esta tragedia.

Violaciones en masa por parte de los militares

Durante un largo período de tiempo, las autoridades ucranianas acusaron a los soldados rusos de violaciones en masa, muchas de las cuales destacaron por su perversión. La autora de estas acusaciones era la que fue la encargada de Derechos Humanos del Parlamento ucraniano, Liudmila Denísova.

Entre los casos que ella «presentaba» hubo una violación de un bebé de tan solo unos pocos meses, así como violaciones grupales contra ancianos de 80 años, tanto mujeres como hombres. Obviamente, todos los casos que Denísova presentó nunca fueron investigados por las autoridades ucranianas, no se presentó prueba alguna ni persona que hubiera declarado haber sido la víctima.

Más tarde, el Gobierno de Ucrania despidió a la funcionaria, pues resultó que eran acusaciones falsas basadas en llamadas telefónicas fantasma. Una investigación demostró que las llamadas telefónicas en las que se basaban las acusaciones de Denísova ni siquiera tuvieron lugar.

Después de ello, en una conversación telefónica con los prankers rusos Lexus y Vovan (que se hicieron pasar por un embajador estadounidense), la propia exfuncionaria admitió que todo esto eran bulos que difundía por orden del Gobierno de Zelenski.

Un bulo similar fue divulgado por la funcionaria de la ONU, Pramila Patten, quien declaró que la estrategia militar de Rusia consiste en violaciones en masa y que para tal fin a los soldados rusos incluso se les abastece de Viagra.

Al cabo de un tiempo, los mismos prankers (bromistas) Lexus y Vovan lograron contactar con Patten, quien les dijo que su trabajo no es investigar, sino estar en su oficina en Nueva York. Admitió que efectivamente no tiene ninguna prueba ni evidencia de sus acusaciones: simplemente fue lo que le dijeron los funcionarios ucranianos durante su visita a EEUU y ella lo retransmitió como si se tratara de hechos.

«Mi rol no es realizar investigaciones, no tengo el poder de hacerlo. Lo mío es estar en la oficina en Nueva York y tengo el poder de defender los intereses», dijo la funcionaria.

A su vez, la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, Maria Zajárova, dijo que es difícil comentar unas declaraciones que sobrepasan los límites de lo racional, y que encima están basadas en información anecdótica, como reconoció la propia Patten. Pero lo importante fue lanzar el mensaje, no confirmarlo, pues varios medios de comunicación occidentales no se preocuparon por la falta de fuentes de información.

Misiles ucranianos en Polonia

El 15 de noviembre de 2022, uno de los misiles de defensa antiaérea ucraniano acabó cayendo en Polonia, donde mató a dos granjeros.

Como ya es de tradición, a sabiendas de que el misil era efectivamente suyo, el Gobierno de Ucrania declaró que era uno ruso y que Rusia había atacado a Polonia. Obviamente, el objetivo era aprovecharse de su propio error para involucrar a Polonia y con un poco de suerte, incluso a la OTAN, en el conflicto.

Sin embargo, tanto Polonia como EEUU dejaron claro que sabían que se trataba de un misil del complejo S-300 ucraniano que se había desviado trágicamente. A pesar de ello, Volodímir Zelenski seguía insistiendo en que era un misil ruso y que había que responder de manera acorde.

Una vez más, los hechos hablan por sí mismos aquí: Rusia no emplea misiles antiaéreos para los ataques contra objetivos terrestres e incluso en el caso hipotético de que lo hiciera, sería físicamente imposible que uno de estos misiles llegara allí desde los territorios controlados por las tropas rusas.

Sorprendentemente, los medios no acusaron a Rusia a la gran escala de siempre, e incluso hubo medios europeos que calificaron a Zelenski de provocador de conflictos.

Pero las palabras del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, describen bien la postura de siempre: “esto no es culpa de Ucrania”, sino que “Rusia tiene la responsabilidad final”.

Bombardeos de la central nuclear de Zaporozhie

Desde que las tropas rusas tomaron el control de las instalaciones de la mayor central nuclear de Europa, los bulos sobre los supuestos bombardeos rusos contra la misma no dejaron de aparecer en los medios occidentales.

La verdad es que durante meses el Ejército de Ucrania estuvo bombardeando con artillería las instalaciones de la central, incluidos los depósitos con el combustible nuclear usado, y este hecho no se ha mencionado nunca por los medios. Al contrario, repetían la retórica absurda de Kiev: que los militares rusos se están bombardeando a sí mismos en una central nuclear que está bajo su control en un territorio que se encuentra bajo su control.

De hecho, ésta es la tergiversación del sentido común y la lógica que emplean los medios occidentales en todo lo relacionado con Rusia: según sus versiones absurdas, Moscú supuestamente habría explosionado sus propios gasoductos de Nord Stream, los habitantes del Donbás estarían bombardeándose a sí mismos durante años, y mucho más.

Por desgracia, ni la visita de una delegación de la OIEA, liderada por su director general, Rafael Grossi, pudo poner fin a estos bombardeos. La organización se limitó a confirmar el hecho de que la central nuclear se somete a ataques de artillería regulares, pero no quiso indicar desde qué dirección provienen los proyectiles: algo que es fácil de corroborar para así determinar al autor de estos ataques.

Incluso ante la amenaza de una de las mayores catástrofes tecnogénicas en la historia del continente, los medios de comunicación occidentales siguen retransmitiendo las acusaciones de Kiev, que en muchos casos no solo carecen de pruebas y fundamento, sino incluso del más básico sentido común. (Tomado de Sputnik).

(Imagen de portada: Escena captada en la localidad ucraniana de Volnovakha, el año pasado. Foto: Reuters).

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Redacción Cubaperiodistas
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