Evento sobre la Crisis de Octubre
NOTAS DESTACADAS

Panel La Crisis de Octubre a los 60 (versión íntegra)

Este panel se va a concentrar durante una hora en presentar distintas perspectivas acerca de la problemática de la Crisis, y luego les daremos la palabra a ustedes, a todos los que están aquí sentados y a los que están escuchándonos en otras partes.

Cuando yo era estudiante de la Escuela de Letras, en el siglo pasado, se contaba una anécdota de un tribunal que entrevistaba a los estudiantes para dejarlos ingresar o no a la Escuela. La anécdota era de la profesora Mirta Aguirre, que le preguntaba a un estudiante: “¿Usted se ha leído El Quijote?”, y el estudiante había respondió: “No me leí el libro, pero vi la película”.

Me pregunto cuántos de nosotros hemos leído libros, investigaciones, sobre la Crisis de Octubre, tema del que hay bibliotecas escritas. Y cuántos responderian si les pidiera ahora: “Levanten la mano.” Y luego, les pediría que levanten la mano los que vieron 13 días, la película de [Roger] Donaldson, u otra de las películas que se han hecho sobre la Crisis, probablemente resultaría que muchos habrán visto las películas y pocos habrán leído los libros.

Aunque la mayoría de los asistentes no sean millennials, nos llega la información a través de medios audiovisuales, que no necesariamente representan la complejidad de un fenómeno como la Crisis de Octubre. Una buena película, por cierto, 13 días.

Aunque no sea verdad que la Crisis duró trece días; y aunque, a pesar de revelar muchas cosas de la Crisis, sigue teniendo un vacío sobre la parte cubana de la Crisis, mientras que la parte norteamericana se lo lleva casi todo, y un poco la soviética.

A pesar de que aquí se celebró un gran evento en el año ‘92, con la presencia de Fidel y de los protagonistas vivos de la Crisis, del lado soviético y del lado norteamericano, ahí están los videos de ese encuentro. ¿Cuántos los hemos visto? ¿Cómo podemos recordar los matices, los detalles de ese encuentro? Podríamos, sin embargo, haber visto cualquier serial de siete temporadas, más fácilmente que volver a esos dos o tres días de sesiones de aquel evento. Y esto quizás parezca inevitable.

Me acompañan personas que han escrito y publicado sobre el tema.

Fabián Escalante, general retirado, historiador, autor de varios libros, incluido uno sobre la Crisis, la problemática y la visión cubanas.

Juan J. Sánchez, profesor del Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI), que también ha publicado sobre las relaciones entre Cuba y la Unión Soviética en los años 60. Él es un profundo conocedor de la política soviética.  Le agradecemos mucho que nos pueda explicar la perspectiva soviética de la Crisis, así como la visión cubana de esa perspectiva soviética.

Tomás Diez Acosta, investigador del Instituto de Historia, autor de varios libros, entre ellos este, Peligros y principios, que es un documentado y pormenorizado análisis de todo lo que ocurrió en el terreno militar y en las relaciones entre Cuba y la URSS; entre la URSS y los Estados Unidos; entre Estados Unidos y Cuba, resultado de años y años de investigación.

Panelistas invitados. Foto: Revista Temas.

Sin embargo, no hemos publicado mucho, en comparación con otros. Aquí tengo este titulado La bola de cristal fracturada, de dos investigadores norteamericanos, James Blight y Janet Lang, que incorporan aspecto de los enfoques, de las visiones predominantes en los tres lados acerca de la Crisis.

No obstante, la mayor parte de lo que se ha publicado y de lo que se sigue publicando sobre la Crisis por investigadores en todas partes del mundo  enfatiza lo que se ha ido revelando del lado norteamericano. Mientras que una serie de preguntas siguen ahí, relacionadas con las causas, los factores, las motivaciones cubanas; con lo que pasó antes, durante, y después de la Crisis, así como sus lecciones, que continúan siendo una materia relativamente inexplorada.

Les voy a dar la palabra a nuestros panelistas para que expongan. Les he pedido que lo hagan en doce minutos, aunque no van a poder decir todo lo que ellos saben en ese tiempo. Pero necesitamos disponer de tiempo para las preguntas y los comentarios.

Fabián Escalante: Gracias, Rafael.

Compañeros, panelistas e invitados:

Para analizar objetivamente los hechos históricos, y conocer su trascendencia y en consecuencia extraer lecciones, es imprescindible situar el escenario en el cual se desarrollaron, sus antecedentes, causas y consecuencias.

La Crisis de octubre fue el resultado de un conflicto existente entre Estados Unidos y Cuba, al cual se va a sumar la URSS, eventualmente por intereses solidarios y propios, en un Mundo polarizado y en el cenit de la denominada “guerra fría”.

Por tales razones mi intervención estará dirigida a analizar estos vitales aspectos y profundizar en ellos, en la medida de lo posible y en el tiempo concedido,

La Crisis de los misiles en octubre de 1962 fue el resultado directo de las agresiones continuadas de Estados Unidos a Cuba, iniciadas inmediatamente después del triunfo de su Revolución, el 1ero de enero de 1959.

En la medida que la Revolución comenzó a profundizar sus acciones en beneficio popular, la burguesía nativa y el Imperio, se enfrentaron a ellas. Pronto la agresión se materializaría en importantes medidas económicas, subversivas y políticas destinadas a asfixiar la economía y aislar al país del continente:

La suspensión de la cuota azucarera en el mercado norteamericano, la negativa de sus grandes empresas a incrementar sus producciones, a refinar combustibles, a aceptar las rebajas de precios a los medicamentos,  a las nuevas tarifas telefónicas y eléctricas,  la ruptura progresiva de relaciones diplomáticas por parte de varios países del Continente,  unido a los ataques aéreos y marítimos con fines terroristas fueron escalando aquel escenario acompañado de  una feroz campaña mediática -tanto de los medios nacionales, como internacionales-, utilizando el pretexto del fantasma del comunismo.

La visita de Fidel en abril del 1959 a Estados Unidos, destinada a explicar los objetivos de la revolución y buscar comprensión ante la dramática situación por la que atravesaba el pueblo cubano, fue saboteada por las autoridades norteamericanas, negándose a recibirlo el presidente Eisenhower, delegando la reunión en su vice, Richard Nixon, quien una vez concluido el encuentro con el líder cubano, lo calificó de peligroso comunista, en un memorándum al Presidente y secretarios de estados.

La embajada norteamericana y su estación CIA en La Habana, utilizando un programa civil denominado punto IV, realizó desde los primeros meses de 1959, una labor subversiva en el terreno, reuniéndose con empresarios, formadores de opinión, líderes políticos, religiosos, estudiantiles, sociales etc., con el fin de sabotear la unidad del pueblo con su Revolución.

Un grupo de trabajo de guerra sicológica, bajo el manto de una empresa publicitaria, fue creado en la Habana, para suministrar a los medios locales materiales políticos contrarrevolucionarios.

La ley de Reforma Agraria dictada en mayo de 1959, que entregaría 100,000 títulos de propiedad a campesinos pobres, constituyó de hecho, un momento de ruptura y definiciones.

La conspiración Trujillista, dirigida desde Santo Domingo, para lanzar una invasión de mercenarios a Cuba y otros dos complots internos para derrocar la Revolución, fracasarían aquel primer año:  Uno, estimulado por la renuncia del Presidente designado y varios de sus Ministros y el otro como resultado de una intentona golpista propiciada por el jefe militar de Camagüey.

Los tres eventos fueron estimulados y monitoreados por la CIA.

Apoyados en las organizaciones laicas de la Iglesia Católica, la CIA organizó las primeras agrupaciones CR clandestinas, así como también el bandidismo en varias regiones montañosas del país. Ellos se encargaron de armarlas y entrenarlas, con el objetivo de provocar una sublevación popular. Me atrevería a afirmar que, desde entonces, este era, ha sido y será el objetivo central de todas sus agresiones, sanciones y bloqueos. Pretender mediante la asfixia económica y la guerra sicológica que el pueblo cubano, desesperado, derroque su gobierno.

A estas intensas campañas agresivas se le sumará, la creación de Radio Swan, radicada en un islote del caribe hondureño que transmitía contra Cuba día y noche, una intensiva y abarcadora guerra de mentiras y falsedades, matizadas por amenazas de invasión militar por parte de Estados Unidos, con el fin de aterrorizar al pueblo cubano. Una de sus campañas insignes, intrigante y malévola fue la difusión de una falsa ley sobre la Patria Potestad, que proclamaba que el gobierno cubano despojaría a los padres de la autoridad sobre sus hijos, ello en estrecha coordinación con la Iglesia Católica cubana y que finalmente provocaría el éxodo de más de 15,000 niños.

Miles de sabotajes, actos de terrorismo y crímenes de todo tipo se cometieron en aquel periodo, incluidos los brutales asesinatos contra jóvenes alfabetizadores, solo con la finalidad de sembrar el miedo insuperable.

La eliminación de los dirigentes fue una prioridad en aquella estrategia.  De conjunto con sus aliados naturales, la Mafia o el Crimen organizado, la CIA conformó una unidad especial, denominada ZR/Rifle, para “eliminar líderes políticos extranjeros hostiles a sus políticas” y por supuesto, Fidel Castro era la prioridad central.

Finalmente, cuando Estados Unidos comprobó que la “sublevación del pueblo cubano” era imposible, por la unidad de éste con su revolución, organizó en Centroamérica una brigada militar compuesta por mercenarios de origen cubano, armada hasta “los dientes” que debía establecer una «cabeza de playa», en la región de bahía de cochinos, provincia de Las Villas, que fuera aniquilada por el ejército rebelde y las milicia populares, en las arenas de playa Girón.

El año 1962 se inició con dos hechos trascendentes que marcarían la historia contemporánea de Cuba y del Mundo: la formalización del bloqueo criminal y multilateral impuesto, que dura hasta nuestros días, y el desarrollo de la operación subversiva más grande y abarcadora emprendida hasta ese momento por Estados Unidos, para derrocar a un gobierno extranjero con el cual no estaba en guerra, denominada Mangosta.

Con un calendario de acciones y un programa de 33 tareas -guerra biológica incluida- a desarrollar entre marzo y octubre, pretendía estimular la “sublevación del pueblo cubano”, y que, cuando según sus estrategas las “condiciones estuvieran maduras” concluiría con una invasión militar de sus fuerzas elites, justamente en el mes de octubre

Para tales fines se fortalecieron más de 300 organizaciones contrarrevolucionarias y decenas de bandas armadas que operaban en los tres macizos montañosos del país, y constituían la quinta columna enemiga.

Tres complots de sublevación armada, de las fuerzas CR, fueron emprendidos y desarticulados en aquel año, para los cuales la CIA infiltró cientos de armas y explosivos, así como elementos entrenados para asesorar y dirigir las acciones. También en ese periodo, fueron neutralizados 18 complots para asesinar a Fidel.

La ferocidad de la campaña terrorista emprendida fue tal que, de enero a agosto de 1962, se registraron en el país 5,870 actos de sabotaje, terror y asesinatos. Una idea de los combates sostenidos contra estas fuerzas pudiera aportarlo el siguiente dato, que estimaba que durante aquellos años, se capturaron por las FAR y las fuerzas de seguridad entre 15 y 20,000 contrarrevolucionarios y colaboradores.

En medio de esta violenta escalada, el 29 de mayo arribó a Cuba una delegación soviética, enviada por Jruschov y encabezada por el miembro del Buró del PCUS Rashidov, y otros jefes militares que, alertados por su servicio de Inteligencia, informaron a la dirección política cubana los planes subversivos norteamericanos y sus objetivos de agredir militarmente a Cuba en octubre de aquel año,  proponiendo la instalación en la Isla de misiles nucleares como elementos disuasivos a los planes agresivos norteamericanos.

Missile installations at Guanajay, Cuba. This was the first image of an Intermediate Range Ballistic Missile (IRBM) site under construction in Cuba. Guanajay, in western Cuba near Havana, is about 270 miles from Miami, Fl, and only 130 miles from Key West, Fl. (U.S. Air Force photo)

Fidel ya estaba al tanto de los planes en marcha y su respuesta es conocida y me exime referirme a ella.

La historia oficial indica que no fue hasta el 14 de octubre, que los emplazamientos de misiles de San Cristóbal fueron descubiertos por los sobrevuelos norteamericanos, precipitándose los acontecimientos que condujeron al Mundo al borde de una guerra nuclear.

Sin embargo, para analizar aquel suceso y extraer lecciones, es necesario conocer informaciones e interrogantes adicionales que en su momento pasaron inadvertidas.

El 1 de marzo de 1962, el presidente Kennedy firmó el Memorándum de Acción Ejecutiva que desencadenaba la operación Mangosta, que proyectaba, en el mes de octubre, ejecutar una invasión militar a Cuba

La CIA contaba con agentes e informantes dentro de Cuba, que alertaron de la dislocación de armamento e inusual presencia de personal militar soviético en el occidente de la Isla, pero no se conocieron reacciones públicas o secretas al respecto.

En los días más aciagos de la Crisis, la CIA planificó y ejecutó la operación Cupido, que pretendía dinamitar las Minas de Matahambre en Pinar del Rio, provocar allí un levantamiento armado, al tiempo que desembarcaba en Cayo Coco, al Norte de Camagüey un gobierno provisional cubano, ¿Por qué y para qué?

Escapa a cualquier razonamiento, desde el ángulo del trabajo de inteligencia, el hecho de que el traslado de aquel voluminoso arsenal desde el Mar Negro, el Mediterráneo y el Atlántico, en 185 viajes de barcos, en solo 76 días, no fuera descubierto, o al menos levantado suspicacias por parte de los servicios de Inteligencia norteamericanos, así como tampoco, que el mando soviético no tuviera elaboradas alternativas militares o políticas para el caso de que ello sucediera.

Existen numerosos testimonios de personal militar soviético que viajaba en esos barcos y relataron los intensos reconocimientos a que fueron sometidos por la aviación naval norteamericana. Sin embargo, ninguna denuncia o protesta diplomática se realizó por parte de Estados Unidos.

Además, al menos dos agentes CIA detenidos posteriormente, dieron cuenta que informaron sobre los inusuales desplazamientos de armas y personal militar extranjero. Y como si no fuera suficiente, cientos de cubanos que llegaban a Florida, reportaban hechos similares.

¿Será cierto que el traslado de los misiles no fue descubierto por los norteamericanos, que dejaron a propósito desarrollar los acontecimientos? ¿Los soviéticos realmente pensaron que aquella enorme operación militar podía pasar inadvertida? ¿Por qué la URSS obstaculizó la firma de un pacto militar con Cuba que legalizaría la presencia de cualquier armamento en el país para su defensa? ¿Por qué Cuba fue excluida de las conversaciones entre la URSS y Estados Unidos, para la solución de la Crisis? ¿Que pretendía la CIA con la operación Cupido?

Cuántos secretos de aquella Crisis aún permanecen en la penumbra.

Lo cierto, lo real y dramáticamente objetivo es que Cuba fue el escenario escogido para el eventual conflicto nuclear y que ambas potencias sabían lo que se estaban jugando, ignorando durante las negociaciones, los reclamos cubanos, causas del origen del conflicto.

Por estas razones, en reuniones, entrevistas y conferencias sobre el tema, he afirmado que, con misiles o sin ellos, en octubre de 1962 se iba a producir una crisis en el Caribe de impredecibles consecuencias, porque Cuba, como antes lo había hecho, iba a defender su soberanía, independencia y dignidad nacional.

Rafael Hernández: Gracias, Fabián, y también por ajustarte al tiempo, que es lo más difícil aquí.

Yo le he pedido a Juan Sánchez que nos hable de las relaciones con la URSS, y él me ha dicho que en lo que más énfasis quisiera hacer no es en todos los factores que tomaron parte en la decisión y en las cuestiones que estaba planteando ahora Fabián acerca de las motivaciones de la URSS de carácter externo, sino de carácter interno. ¿Qué factores internos influyeron en la decisión soviética de ofrecerle a Cuba la instalación de los misiles? Juan, adelante.

Juan Sánchez. Foto: Revista Temas
Juan Sánchez. Muchas gracias, Rafael, compañeros panelistas, compañeros asistentes a la sala.

Yo quisiera en primer lugar dedicar mis modestas palabras a alguien que jugó un papel muy destacado, aunque poco conocido, durante los días de la Crisis de Octubre de 1962. Me estoy refiriendo al doctor Carlos Olivares Sánchez, entonces embajador de Cuba en la Unión Soviética, quien hace apenas unos días ha fallecido. Olivares fue en realidad una persona a quien yo respeté y admiré mucho, más allá de que no hay sol sin manchas, y por eso quiero dedicarle estas modestas palabras.

Como efectivamente decía Rafael, yo quiero referirme básicamente a un aspecto que casi nunca se toca. Se habla mucho de los aspectos internacionales, de la política soviética hacia Estados Unidos, de la actitud de Cuba hacia la Unión Soviética, etcétera. Pero no conocemos mucho de las motivaciones internas que llevaron a Jruschov a hacer la propuesta de instalar estos cohetes en Cuba.

En primer lugar, diría que el momento en que se produjo la Revolución cubana fue muy difícil para la URSS desde varios puntos de vista. Su primer conocimiento lo obtiene la dirección del PCUS a finales del año 1959,  provocado por una gestión que hacen las fuerzas revolucionarias cubanas para la adquisición de armamento en Checoslovaquia. En aquella época, los países del campo socialista no podían exportar por sí mismos armamentos, aunque lo produjeran. Debían solicitar permiso de Moscú. Por tanto, los checos lo pidieron y Moscú lo autorizó con una condición: que fueran trofeos de guerra conquistados a los nazis y no armas de producción checoslovaca o propiamente soviética.

¿A qué se debió esta actitud? Al hecho de que, en aquellos momentos, en la dirección del Partido Comunista de la Unión Soviética todavía primaba el criterio de que América Latina era territorio de Estados Unidos. Es decir, la Unión Soviética no debía interferir con sus acciones en América Latina, ni mucho menos provocar una revolución en este continente. Se esperaba que, a cambio, lógicamente, Estados Unidos hiciera lo mismo con Europa Oriental. Algo parecido al acuerdo que tuvo Stalin con Churchill, es decir, el respeto de la zona geopolítica soviética a cambio del respeto de la zona geopolítica de interés inglés. Se pensó hacer con Estados Unidos, pero Stalin no lo llegó a hacer, no le dio tiempo, por la muerte de Roosevelt, que lo imposibilitó, aunque como línea política y como concepción se mantuvo.

Aparte de esa falta, digamos, de disposición o de preparación para una reacción rápida ante las necesidades nuestras, había además otros elementos que complicaban el momento histórico en la Unión Soviética. Las reformas que Jruschov había emprendido en el año 1957 no habían dado resultado; hubo huelgas y manifestaciones: en algunos lugares, había conatos de levantamientos.

Desde el punto de vista internacional, se estaba bajo un choque, por la acción en Hungría; y muchas interrogantes en la población por el incremento de las discrepancias con China, la no solución del diferendo con Yugoslavia.

En fin, que había una situación en general muy inestable dentro de la Unión Soviética, y dentro de esa situación estaba la lucha entre los conceptos y las posiciones de Nikita Serguéyevich Jruschov y los que se le oponían, por mantener los lineamientos que históricamente había tenido la Unión Soviética tanto interna como externamente.

Yo diría que, en aquellos momentos, la URSS tampoco estaba ni teórica ni prácticamente preparada para enfrentar un fenómeno como la Revolución cubana. En las concepciones teóricas soviéticas, el concepto de movimiento de liberación nacional, de revolución de liberación nacional, no existía; sino el de revolución o de movimiento anticolonialista. Significativamente, quienes tenían e impulsaban esos conceptos en el movimiento comunista internacional fueŕon los chinos y los yugoslavos. Y los debates en vísperas de la Conferencia Internacional de los Partidos del año 1960 fueron muy intensos entre chinos y soviéticos, por este problema del reconocimiento del movimiento de liberación nacional. Porque un movimiento anticolonialista no puede tener como resultado una revolución socialista. Repito: la dirección soviética no estaba teóricamente preparada para asumir la realidad de la Revolución cubana.

Si en la geopolítica soviética de Stalin prevalecía el criterio de que América Latina era territorio norteamericano, la mayoría en la dirección del PCUS estaba por mantener esa línea, a los efectos de no complicar los pasos que se habían empezado en Camp David, hacia la promoción de la coexistencia pacífica con los Estados Unidos.

Sin embargo, Jruschov ve en la Revolución cubana una oportunidad con muchas aristas, y se movió rápidamente para utilizarlas. La primera, para demostrar que él era capaz de hacer lo que Stalin no había sido capaz. La segunda, para mejorar su imagen ante el pueblo, que lo había criticado por la acción en Hungría. En el caso de Cuba, él iba a defender a un país pequeño y pobre, contra el abuso de los Estados Unidos. Y la tercera era buscando un punto de apoyo geográfico que le permitiera reducir las diferencias y los desbalances desde el punto de vista estratégico-militar con Estados Unidos, de cuya realidad acabó de convencerse durante su visita a ese país en 1959.

La oportunidad se la da Cuba a Jruschov en septiembre de 1959, cuando trató de comprar armamento a Polonia. Lógicamente, los polacos tuvieron que pedir permiso, y los miembros del Buró Político soviético le denegaron la posibilidad de venderle armamentos a Cuba. Jruschov estaba en esos momentos en Estados Unidos, y a su regreso a Moscú plantó frente al Buró Político, y decidió que los polacos le vendieran armamentos a Cuba. Es ahí donde comienza en realidad la política soviética de suministro de armamento a nuestro país.

Este gesto, en discrepancia con las decisiones que había tomado el Buró Político, fue uno de los que le costó más tarde a Jruschov su puesto en octubre de 1964, cuando fue destituido. En el informe que hace Dimitri Poliansky, miembro del Buró Político, como uno de los errores que le achaca a la dirección de Jrushchov fue haber emprendido el suministro de armamento soviético a Cuba.

De manera que lo que decía el General Escalante, en cuanto a la indisposición de Jrushchov para dar a conocer el acuerdo con Cuba para la instalación de los cohetes, no respondía ni mucho menos a la reacción de los Estados Unidos. De haberlo informado internamente, las fuerzas que se oponían a la relación con Cuba se lo hubieran impedido. La instalación de los cohetes, si le salía bien, iba a ser por tanto un triunfo rotundo no sólo sobre Estados Unidos sino sobre todos los que se le estaban oponiendo dentro de la dirección soviética.

Estas fuerzas opuestas a la relación de Jruschov con Cuba eran muy poderosas. Estuvieron impidiendo, en los primeros momentos, el desarrollo de las relaciones económicas y comerciales entre la Unión Soviética y Cuba. Aun más, Cuba estaba interesada en que en la prensa soviética se informara sobre la realidad nuestra, sobre nuestra lucha y los objetivos de la Revolución cubana, y los medios masivos soviéticos le dijeron que no. El Redactor jefe del periódico Pravda le comunicó a una delegación del Partido Socialista Popular de entonces que Cuba eso no lo necesitaba.

Es decir, que en ese momento estas fuerzas estaban dispuestas a no aceptarlo. Pero una vez ya enfrentado Jrushchov con ellas, e iniciado el suministro de armamentos a Cuba, se crean las condiciones para que el pueblo soviético comience a tener información de primera mano, en sus propios medios de información, sobre el proceso revolucionario cubano. El entusiasmo con que la población soviética recibió esas informaciones y conoció el proceso revolucionario cubano es verdaderamente impactante. El resultado más elocuente pienso que fueron las extensas colas de voluntarios que se crearon en el Callejón de Pomerantsev, en la embajada de Cuba en Moscú, para venir a pelear a Cuba durante la Crisis de Octubre.

En aquellos momentos, había en Cuba cuarenta mil jóvenes soviéticos. Hasta hoy, esos jóvenes se llaman cubanos. Es decir, que sembró una amistad de una profundidad considerable en la relación entre Cuba y la Unión Soviética.

Rafael Hernández: Muchas gracias, Juan. Bueno, como vemos hay más de un costado en donde seguir explorando, investigando y conociendo. No recuerdo que en los debates que hemos tenido hasta ahora a lo largo de más de veinticinco años en torno a la Crisis hayan aparecido algunos de estos elementos de juicio que mencionaba ahora Juan Sánchez, muchas gracias

Tiene la palabra Tomás Diez, que es probablemente la persona que más ha investigado y estudiado los detalles históricos de la Crisis de Octubre. Y seguramente podría hablar durante días acerca del tema. Yo le he pedido que lo haga en doce minutos, y para eso se va a concentrar en describir la significación y el contenido de lo que los rusos llamaron Operación Anadyr. Adelante, Tomás.

Foto: Cubadebate
Tomás Diez: Bien, muchas gracias. Las intervenciones tanto de Fabián como de Juan, han sido muy interesantes. En especial la de Juan, pues expuso muchos aspectos, como dice Rafael, que prácticamente no se habían tratado en las conferencias tripartita realizadas, los cuales resultan muy interesantes para comprender la postura del máximo dirigente de la Unión Soviética en aquel momento, Nikita S. Jrushchov.

¿Cuál es el contexto en que se propone y se despliega en Cuba una agrupación de tropas soviéticas? Esta agrupación en un inicio se calculó que tendría 51 000 efectivos, pero cuando estalla la Crisis ya había 41 900 combatientes en el país con sus armas. Hay aquí un esquema con la estructura de la Agrupación de tropas soviéticas, si es posible colocarlo en la pantalla.

Foto: Revista Temas
Ahora bien, sobre las intenciones de Jrushchov al desplegarlas, se ha escrito mucho. Por ejemplo, en la literatura de los Estados Unidos se plantea que el líder soviético perseguía alcanzar un mejor balance estratégico-militar de forma rápida con su principal adversario, y en correspondencia veía a Cuba como un simple satélite de la política soviética, donde sencillamente fueron emplazados los misiles, nada más.

Mientras, entre especialistas rusos, la tesis de mayor consenso es que esa operación consistió en una jugada de Jruschov para detener la agresión directa a Cuba y hacer sentir a su adversario qué era vivir en constante amenaza, en respuesta a la puesta en disposición combativa de los cohetes estadounidenses Júpiter en Turquía. Señalan además que Jruschov tomó esa decisión solidaria, cuyo objetivo era disuasivo y no agresivo.

Se ha llegado a plantear que, debido a la separación de altos cargos de dirección partidista cubana de algunos viejos militantes comunistas prosoviéticos, debido a los errores de sectarismo, en aquellos instantes existía el criterio de que la dirigencia de la Revolución se estaba inclinando hacia una línea política favorable y de simpatía con las posiciones de la República Popular China, por lo cual Jruschov trató de fortalecer la influencia soviética en Cuba.

En todas esas tesis no se tuvo en cuenta el papel de Cuba, sus puntos de vista en cuanto al despliegue de esos armamentos, sus posiciones de principios en defensa de la soberanía nacional y las alertas que le hizo a la URSS por el rumbo que iban tomando los acontecimientos. Se desconoce o minimiza la agresión al país por parte de los Estados Unidos, como una de las causas principales de la Crisis.

Fragmento de la intervención de Tomás Diez Acosta.

Ahora bien, esta decisión de Jrushchov estuvo íntimamente relacionada también con la amenaza que significaba para la seguridad de la URSS y del campo socialista la disparidad estratégica existente en ojivas nucleares y sus medios portadores con su principal adversario, con la instalación de bases militares estadounidenses a su alrededor, en especial la de los cohetes Júpiter en Turquía e Italia.

Hay varias versiones del momento y el lugar en que por primera vez Jruschov se refirió a la idea de instalar cohetes en Cuba. Según una narración, en mayo, Jrushchov, junto al ministro de Defensa, Rodión Y. Malinovsky, visitaron la península de Crimea. Allí Malinovsky señaló hacia el sur, hacia Anatolia, en Turquía, y comentó la presencia de los cohetes Júpiter allí, y le dijo que podían impactar en Moscú en 10 minutos, mientras que los proyectiles intercontinentales soviéticos necesitaban 25 minutos para alcanzar sus blancos en Estados Unidos. Jruschov respondió: “[…] también les podemos crear a los norteamericanos una situación similar cerca de su frontera, si ubicamos cohetes en Cuba. Después de todo, ellos no nos pidieron permiso para situar misiles cerca de la nuestra”.

Jruschov expuso y debatió sus ideas en los máximos órganos de dirección política y militar de la URSS. Luego de varias reuniones, se llegó a la decisión de hacerle la proposición a Cuba. Como explicó ya Fabián, el 29 de mayo llegó una delegación a Cuba presidida por Rashidov, donde venía el mariscal Biriuzov, que era el jefe de las tropas coheteriles estratégicas de la Unión Soviética, y dos generales más, que tenían la encomienda de plantearle a la dirección cubana el despliegue de los cohetes en Cuba. En horas de la noche se efectuó la reunión con Fidel. Alexander Alexeev, quien sería posteriormente embajador en Cuba, sería el traductor en esa reunión.

Al respecto, Fidel relató:

“Al comienzo de la entrevista el mariscal Biriuzov empezó hablar de la situación internacional, de Cuba y en un momento dado me preguntó:

  • ¿Qué sería necesario hacer para evitar una invasión de Estados Unidos?

De inmediato, le contesté:

  • Adoptando medidas que, de manera inconfundible le expresara al imperialismo que cualquier agresión a Cuba significaría una guerra no sólo con Cuba.

La respuesta de Fidel era consecuente con el planteamiento que venía haciendo Cuba acerca de la necesidad de que el campo socialista debía estar dispuesto a ir a una guerra por cualquier país socialista.

  • Pero en concreto, ¿cómo? — preguntó Biriuzov—. Y acto seguido afirmó:

Hay que hacer actos que indiquen eso.

El mariscal quería garantizar el éxito de su misión y en ese momento, quizás, temió que los cubanos no fueran a aceptar la propuesta. Meditó sus palabras y pasó directamente a explicar la idea de Jruschov de instalar cohetes nucleares.

Según Fidel, percibió de inmediato en esa propuesta algo que podría consolidar el poder defensivo de todo el campo socialista o que contribuiría a ello. Desde ese punto de vista se inclinaba a aceptarla, pues él estaba convencido que para defender a Cuba no eran imprescindibles los cohetes, porque con un pacto militar que dijera claramente que una agresión armada al país equivalía a un ataque a la URSS, se hubiera podido obtener los mismos fines, sin la presencia de esos medios. Estados Unidos tiene muchos de esos pactos en el mundo y los demás países los respetan.

A continuación, Fidel preguntó qué tipo de cohetes eran y cómo pensaban llevar a cabo la operación. Biriuzov se refirió a las características principales de los proyectiles, su alcance y el potencial de sus ojivas; asimismo le explicó que el despliegue sería de manera rápida, secreta y oculta. Lo que no era posible.

Fidel pidió un tiempo para discutir esto en el secretariado de las ORI, que en aquel momento era una especie de Buró Político,  y darle una respuesta definitiva.

Por aquel entonces, la dirección cubana tenía un alto grado de confianza en la Unión Soviética, en su experiencia en cuestiones internacionales y militares; tal vez, “más de la cuenta”, como el propio Fidel reconoció posteriormente.

Un día después, se efectuó la reunión del Secretariado. Al formularse el problema, Fidel argumentó que a su juicio la instalación de los proyectiles fortalecía al campo socialista, y si el partido era del criterio que el campo socialista debía de estar dispuesto a ir a la guerra por cualquier país socialista, no se debía hacer ningún tipo de consideraciones acerca de los peligros que tal decisión pudiera entrañar. Hay que tener en cuenta también el apoyo solidario que hasta ese momento la Unión Soviética había tenido, las armas que pelearon en Girón eran soviéticas.

Los presentes no dejaron pasar por alto que la medida contribuiría también a la defensa, al ser un fuerte disuasivo que influiría en los gobernantes estadounidenses antes de emprender cualquier acción militar. Tampoco escapó al Secretariado el aspecto político negativo que para la Revolución podría tener en América Latina.

“A nosotros no nos gustaban los cohetes —Fidel expresó— Si de nuestra defensa exclusiva se hubiese tratado, nosotros no hubiésemos aceptado los proyectiles. Pero no vayan a pensar que era por el temor a los peligros que pudieran sobrevenir de los proyectiles aquí, sino por la forma en que eso dañaría la imagen de la Revolución y nosotros éramos muy celosos con la imagen de la Revolución en el resto de América Latina; y que la presencia de los proyectiles, de hecho, nos convertía en una base militar soviética y eso tenía un costo político alto, para la imagen de nuestro país que tanto apreciamos nosotros”.

Sin vacilación de ninguna índole, todos los miembros del Secretariado, y honestamente pensando, con un verdadero sentimiento internacionalista, convinieron en responder afirmativamente a la proposición soviética. Ese mismo día se le comunicó la decisión a Biriuzov. En la entrevista Fidel le dijo: “Mire, si esto conviene a los intereses del campo socialista, aquí nosotros estamos dispuestos a que se instalen mil cohetes”. La dirección cubana, también planteó la necesidad de elaborar un acuerdo militar y hacerlo público, en el momento más conveniente.

Y a partir de ahí, comenzó todo este proceso, como se ha explicado, durante setenta y seis días. A finales del mes de julio, se va a desplegar esa gran agrupación de tropas soviéticas en Cuba con 41 900 efectivos. Entre esas fuerzas, una división de cohetes de alcance medio e intermedio, es decir, cohetes R-12 y R-14. A la hora de estallar la crisis, el 22 de octubre todos los R-12 estaban en el país y con un alto nivel de disposición combativa.  Mientras que los cohetes R-14, que estaban navegando hacia la isla de Cuba en el momento en que se inicia la cuarentena, se ordena a los capitanes de los buques regresar a sus puertos de origen. Hasta aquí brevemente mi intervención.

Rafael Hernández: Muy bien, muchas gracias Tomás. Le doy la palabra ahora a un panelista que no está en la sala. Se trata del coronel de la reserva Oscar Larralde, historiador, que ha escrito sobre el tema, y que en el año 62 estaba movilizado en la zona de Holguín, en el lugar donde se produjo el derribo del U-2. Le hemos pedido que, para este panel,  nos hable de este acontecimiento y de su significado en particular, porque fue el momento que se describe clásicamente como el clímax de la Crisis, cuando estuvo a punto de tomarse la decisión de lanzar un ataque, una invasión masiva contra Cuba, incluyendo armamento nuclear. Lo que él vivió cuando era muy joven y que ha reconstruido en el tiempo es lo que queremos que comparta con nosotros en la mañana de hoy. Adelante, Oscar.

Oscar Larralde. Foto: Revista Temas.
Oscar Larralde Otero: Bueno, muchas gracias a usted y al panel por la información que ha brindado. Voy a hablar de algunas cosas testimoniales. Cuando se inicia la Crisis, yo tengo dieciséis años, pertenezco a un batallón de combate en el municipio de Antilla, Holguín, integrado por obreros, campesinos, intelectuales, y ese día 22, igual que todo el pueblo de Cuba, nos pusimos en alerta primero y en alarma de combate, como se hizo en toda Cuba. El 23 de octubre amanecimos frente al Atlántico, en la península del Ramón, en la entrada de la bahía de Nipe, Antilla. Y desde el 23 al 27 fue de mucha agua, muchos temporales, mucha lluvia intensa.

El día 26, yo fui designado a hacer una guagua debajo de unos cañones de 57 milímetros que cuidaban la entrada de la bahía, ahí pasé la noche.

Después me enteré que ese día 26 el Comandante en Jefe se había reunido con el alto mando soviético, el general Pliev y los jefes principales de la agrupación de tropas soviéticas, y había recibido la información del estado de la disposición combativa de las tropas, y también había alertado del peligro de los vuelos rasantes y del vuelo del U-2.

Esa noche yo no conocía eso, sino estaba haciendo mi guardia, y en horas de la mañana, después que le informé a mi jefe de compañía, salí a caminar por las arenas de la playa, lo que son las playas hoy de Baracutey, La Caimana, donde están los hoteles principales. Estando ahí, a las 10 y 17 minutos de la mañana, sentí arriba de mi cabeza dos explosiones muy cerca, fuertes y desconocidas. Entonces todos pensamos que eran los aviones yanquis rompiendo la barrera del sonido. Fue muy cerca y muy fuerte.

Al otro día, conocimos, por el comentario de un Político, que un grupo de combate soviético radicado en Banes había derribado el U-2 y que el cuerpo del piloto estadounidense se encontraba en el hospital de Antilla, mi pueblo natal. Esa es la información que yo conozco como un testimonio.

Mapa que refleja el recorrido del U2 desde que se detecta hasta su derribo. Tomado del periódico Granma

Al pasar un año o dos, fui designado para cumplir las funciones de trabajo de la contrainteligencia militar, precisamente en el grupo de combate que derribó el U-2 en Banes. Ahí me pasé tres años. Desde que llegué a ese lugar pude apreciar el lugar exacto, y las líneas que facilitaron la llegada de esa técnica a La Anita, lugar donde estaba emplazada.Pude apreciar las doce, trece o catorce casas, viviendas de campesinos muy humildes, que fueron muy solidarios con los militares soviéticos. Estos no cometieron ningún acto de indisciplina ni de delito con esa población, así que hubo una relación fraternal. Eso lo conocí producto de mi trabajo posterior. Era un lugar donde también existían organizaciones contrarrevolucionarias, y muchos intereses informativos de los yanquis, lógicamente.

Cuando llegué, pude apreciar las instalaciones administrativas que habían dejado los soviéticos, sus casas típicas, que habían traído  prefabricadas, de techo de zinc, y de cemento. Me explicaron en detalle cuál era la oficina del mayor Iván, jefe del grupo; las instalaciones de los comedores, la casa de la cultura que tenían, que ellos llamaban Lenin-Martí. Pude observar pedazos pequeños del U-2 y del cohete que lo derribó.

Siempre he dicho jocosamente que todo olía a soviético ahí. El comedor era clásico, no tenía casi paredes, podía ser bien ventilado. Ahí está el árbol  donde actualmente se encuentra el monumento que rememora esta historia, una mata de mango que ya es centenaria, en esa época tenía cuarenta años, y allí ellos instalaron su lugar donde fumar, el fumadero antes de entrar a la técnica.

Ahí conocí los ritos de todo el trabajo reglamentario, cómo lo hacían los soviéticos, de las guardias combativas, cómo los cubanos aprendieron a entrar en plantillas de medias a esa técnica para cuidarla porque era muy sensible. Entrábamos en el puesto de mando, la Cabina U, donde Iván Guerchenov había derribado el U-2. Era toda una historia cada vez que entrábamos ahí en la Cabina U, donde estaba el puesto de mando. También la cabina A, la cabina P, el grupo energético, todo eso se tornó muy solemne por parte de los jóvenes cubanos que aprendieron esa técnica teóricamente y después prácticamente, y con los soviéticos que habían realizado el derribo.

El mismo soviético, el jefe de grupo, después del derribo, los pasearon por otros grupos de combate soviéticos, para que diera la experiencia de aquel día 27.

Esa mañana del 27 de octubre, el avión U-2 entró por Ciego de Ávila, Cayo Coco-Ciego de Ávila, en una ruta del norte al este, muy tradicional en los meses de agosto y septiembre. Fueron infinidad de vuelos, era rutinario.

Fue un acuerdo del día 26, en la reunión del Comandante en Jefe con Pliev, que él ordenó tirarle con la artillería nuestra a los vuelos de baja altura, y los soviéticos también decidieron que los radares P-12, que eran orgánicos, de los veinticuatro grupos de combate existentes en ese momento, salieran al éter. No habían salido antes para no delatar la situación existente. Y también mandan a fortalecer los puestos de mando, es decir, que los soviéticos también indicaron cuestiones muy interesantes.

Cuando el avión estuvo a la altura de Camagüey, empieza a coger rumbo norte, y llegando a Santiago, a ciento ochenta kilómetros del grupo de combate de La Anita, el radar P-12 lo capta y comienza a monitorearlo; a comparar los datos con los que le habían pasado las tropas radiotécnicas soviéticas que radicaban en Camagüey. Y que eran los que hasta ese día daban esa información, es decir, que comprueban eso. Coge rumbo norte sobre Santiago, Guantánamo. El piloto Anderson ya tenía experiencia de otros vuelos que había hecho sobre Cuba, y sencillamente ya iba en retirada.

Ya a los ciento veinte kilómetros de distancia, Iván, jefe de grupo, ordena alistar las rampas 1, la 3 y la 6, entre seis rampas de lanzamiento, y el planchetista de fuego también ya empieza a coordinar todas las acciones. Estando a noventa kilómetros del grupo de combate, Guerchenov pide autorización al puesto de mando, radicado en Las Tunas, en Potosí, donde estaba escalonado el mando, y le dicen del regimiento que se está tramitando la información.

El tiempo sigue caminando. El U-2 está a veintiún mil, veintidós mil metros de altura, a una velocidad de setecientos kilómetros, se acerca peligrosamente, y el jefe de grupo reitera la orden: “Pido autorización para derribarlo.” Le contestan que se está tramitando la información. Y es así que, cuando está a los treinta y siete kilómetros de distancia del grupo (que puede tirar como máximo a los treinta y cuatro kilómetros), en este momento, el jefe de grupo ordena derribar el objetivo por el método de semi-predicción. Y se hacen dos disparos en ráfaga, con cinco o seis segundos de diferencia.

Los cohetes impactan al U-2, y se dice que los restos más pequeños, que más flotaron, se esparcieron por el municipio de Mayarí, Banes y Antilla; los más grandes cayeron en Veguitas 3, que está situado a unos seis o siete kilómetros de Banes; una parte de la cabina, con los restos del piloto; a doscientos o trescientos metros, otra parte grande del avión; y una tercera parte del fuselaje, en este caso la cola, cayó en los manglares de Macabí.

Hay muchos mitos, muchas leyendas que escuché, de los que las habían transmitido. Se dice que Guerchenov, cuando estaba en esa situación y no le daban la autorización, mandó a desconectar el equipo de comunicaciones R-401. Hay otras versiones, que cuando el mando superior, la división que radicaba en Camagüey, dio la orden de derribarlo, Iván sencillamente contestó que ya estaba derribado.

Ese jefe de grupo, esa plana mayor del grupo, esos especialistas y técnicos, actuaron solidariamente con Cuba,  con Fidel, sin temor a la repercusión que aquello pudo haber traído.

Sobre ese tema yo escribí este librito, titulado Crisis de Octubre. Península del Ramón, donde narro toda mi experiencia de aquel atrincheramiento, como le decíamos. Narro en específico todos los elementos, yo he dado algunos aquí, de cómo se derribó el avión, y lo que significó para mí haber estado en ese grupo.

Siempre me ha gustado ese tipo de técnica. Después transité por otros lugares, pero me quedé impactado de haber vivido esos tres años allí y haber conocido incluso a personas humildes de los alrededores que trataron a los soviéticos, muy solidariamente; que escucharon esas dos explosiones secas y fuertes que yo escuché allá en la península del Ramón, pero que no cogieron miedo, no se aterrorizaron, fueron siempre solidarios con los soviéticos, y en el tiempo que este grupo de combate, que estuvo hasta 1967, fueron muy solidarios con los jefes y oficiales de ese grupo. Ese es mi comentario.

Restos del U2 derribado. Tomado del periódico Granma.

Rafael Hernández: Muchas gracias, Larralde.

Antes de darle la palabra primero a una lista de asistentes conectados fuera de aquí, mediante una conexión digital, me voy a dar la palabra, como comentarista de este panel.

¿Por qué se llama Crisis del Caribe en la Unión Soviética? Porque se percibe como un conflicto regional limitado, que no va a tener un impacto global. Cuando estuvimos en Moscú, en la primera conferencia trilateral, en enero de 1989,  Andréi Gromiko, que había sido ministro de Relaciones Exteriores, dijo: “Nunca estuvimos al borde de la guerra nuclear.” Es decir, lo más importante para entender el clima político: el pueblo soviético no sabía el grado de peligro en que se estaba, pues no se reflejaba en los medios. El factor predominante en la URSS fue la ignorancia. Todavía se le sigue llamando Crisis del Caribe.

¿Por qué Crisis de los Misiles? Porque para EEUU es la crisis absoluta de la Guerra Fría, que no tiene lugar en Berlín, donde están enfrentadas las fuerzas del Pacto de Varsovia y las fuerzas de la OTAN, sino aquí. Y el significado de Crisis de los Misiles, momento climático de la Guerra Fría, tiene que ver con el sentimiento y con la cultura predominante en los Estados Unidos en relación con el enfrentamiento con la Unión Soviética. Lo predominante de esa cultura, y bien lo saben los que lo vivieron en Estados Unidos, es el miedo. Los niños hacían ejercicios en las escuelas para prever lo que iban a hacer bajo un ataque nuclear, y se metían debajo del pupitre. Niños de seis, siete, ocho años, por supuesto, aterrorizados, porque estaban metiéndose debajo del pupitre a escaparse de un golpe nuclear de los rusos.

En Cuba se le llamó Crisis de Octubre porque no fue el único momento que se vivió como una gran amenaza. Se puso en el límite máximo de peligro la situación en que se vivía, que era a la que los cubanos nos habíamos acostumbrado, en medio de una cultura del peligro extremo, y en la expectativa de que una vez u otra vez, una vez anterior y una vez posterior a la Crisis de octubre de 1962, estábamos esperando el ataque masivo y la invasión de los Estados Unidos.

¿Cuál era el sentimiento popular en relación con lo que estaba pasando? Yo quisiera que el panel se refiriera al sentimiento de la gente en la calle ante lo que estaba pasando, entre la Unión Soviética, el pueblo norteamericano y el cubano. Alguien podría decir: “Los cubanos estábamos locamente suicidas, porque esperábamos la muerte mirándole a los ojos.”

Mis preguntas, como comentarista, al panel. ¿Qué otras alternativas tenía Cuba cuando le pidió armas no convencionales a la URSS y esta le ofreció misiles nucleares? ¿Le propuso Fidel Castro a Nikita Jrushchov que lanzara un primer golpe nuclear contra Estados Unidos? ¿Marginar a Cuba de la negociación Estados Unidos-URSS para facilitar el logro de un acuerdo estable fue una decisión correcta? ¿Qué consecuencias tuvo esta marginación en términos de seguridad? Puesto que se trata de un problema de seguridad y de defensa, ¿el acuerdo hizo que se retiraran de Cuba sólo las armas nucleares? ¿Qué acción puso fin al peligro de confrontación, no trece días, sino treinta días después, el 14 de noviembre de 1962? ¿Qué fue lo que terminó la Crisis treinta días después de iniciada, el 14 de octubre? ¿Veinte años después del retiro de los cohetes de Cuba, Estados Unidos estaba menos expuesto a un ataque nuclear de la URSS, era más fuerte de lo que era en 1962 respecto al poderío nuclear? ¿El mundo y Cuba estuvieron más seguros después de 1962? ¿Qué lecciones tuvo la Crisis en aquel momento, y qué lecciones tiene la Crisis ahora? Porque todavía estamos en esa historia. Esas son mis preguntas al panel.

Le voy a dar la palabra a todos los que levanten la mano. Pero primero a los que están conectados, luego a los que están aquí, y luego a los que están conectados en otras partes del territorio nacional.

Los que están participando desde afuera son estudiosos de la Crisis. Les voy a dar a cada uno tres minutos para que intervengan en este panel. Primero a Philip Brenner, profesor de American University. Luego a Peter Kornbluh, del National Security Archive, la institución que ha conseguido desclasificar más documentos sobre la Crisis de los Misiles. Y luego a Jorge Domínguez. Adelante, Phil, te estamos escuchando.

Philip Brenner: Gracias por la oportunidad para participar en esta conferencia. Tengo dos preguntas, por favor. Primero: ¿Por qué se dice Crisis de Octubre? Cuando Rafael dice que en los Estados Unidos se llama Cuban Missile Crisis, en la Unión Soviética se llama Caribbean Crisis, ¿por qué la Crisis de Octubre, si en realidad la Crisis continuó hasta noviembre?

Mi pregunta segunda. Fidel dijo en 1992: “La Crisis terminó, pero el conflicto continuó.” ¿Cuál es su opinión sobre esta frase. Gracias.

Rafael Hernández: Gracias, Phil. Menos de tres minutos. Peter Kornbluh.

Peter Kornbluh: Quiero agradecer la invitación a participar en este evento tan importante porque es bueno ver a algunos amigos, como Fabián Escalante, Tomás Diez, Rafael mismo; y conocer a Juan Sánchez y a Oscar Larralde también.

Yo quiero destacar dos o tres puntos. Primero quiero destacar la relevancia de un panel como este y todos los eventos que vamos a ver sobre este aniversario sesenta de la Crisis de Octubre.

La relevancia es obviamente lo que está pasando ahora en el mundo, y quiero compartir con todos ustedes ahí las palabras del presidente de los Estados Unidos Joe Biden aun esta semana, quien habló de la Crisis de Octubre. Esto es lo que dijo Biden en las últimas cuarenta y ocho horas: “Por primera vez, desde la Crisis de Octubre o Crisis de los Cohetes cubanos, tenemos una amenaza directa sobre el uso de armas nucleares si seguimos en esta ruta. ”

Se refiere a lo que está pasando en Ucrania con las fuerzas armadas rusas, hay una amenaza, una sombra encima del mundo ahora, con la posibilidad de que Vladimir Putin vaya a usar armas nucleares tácticas en el conflicto con Ucrania.

En esta relevancia inmediata, obviamente, tenemos que comprender y discutir las acciones de este episodio histórico, de la Crisis de Octubre, y para esto, y para conocer y comprender estas acciones realmente tenemos que seguir nuestras investigaciones.

En mi organización, el Archivo de Seguridad Nacional, hemos tratado, por casi treinta años ahora, de conseguir todos los documentos en el mundo que tratan de este conflicto, para conocer cómo llegamos a tenerlo, cómo resolvemos al fin este conflicto sin usar estas armas, sin un armagedón atomico. Tengo mucha simpatía con lo que dijo Rafael para empezar, que el lado cubano, la historia cubana no es bien representada en este trabajo académico y público sobre esta historia, y para esto realmente necesitamos seguir trabajando.

Puedo hacer mi petición oral otra vez, para que el gobierno cubano haga un programa de desclasificar sus propios documentos sobre estos días peligrosos en el mundo, tanto para Cuba, como Estados Unidos, como Rusia o la Unión Soviética.

Es obvio que hay muchos documentos, los cables del embajador cubano en Moscú; los del embajador cubano en Nueva York, Carlos Lechuga. Muchos documentos que faltan para decir: “Ya sabemos, ya tenemos el récord histórico de lo que pasó”, y esto es importante y es nuestra tarea en los años que llegan.

Rafael Hernández: Jorge Domínguez, adelante.

Jorge Domínguez: Antes que nada, agradezco por supuesto la invitación de Rafael, de la Unión de Periodistas, por este sistema que funciona tan bien, y la grata oportunidad de ver a colegas y amigos de las reuniones anteriores sobre esta Crisis, y conocer a otros por primera vez y escuchar sus muy sensatas ideas.

Mi comentario se refiere a un solo tema: al pensamiento de Fidel Castro sobre el uso de las armas nucleares y su evolución en el tiempo, ya que no se mantuvo pensando sobre el tema de la misma manera.

Comienzo con los documentos que el gobierno de Cuba publicó en 1992, cuando se celebró la primera Conferencia en La Habana sobre la Crisis de Octubre.

La traducción al español cubana de la carta de Jrushchov del 30 de octubre de 1962, cito: “En su cable —se refiere a Fidel Castro—, usted propuso que deberíamos ser los primeros en llevar a cabo un ataque nuclear contra el territorio enemigo, no hubiera sido un simple golpe, sino el comienzo de una guerra mundial termonuclear”. La carta a la que Jrushchov se refiere Fidel la escribe el 25 de octubre, Jrushchov la recibe el día 27. Es un argumento más complejo, pero el extracto fundamental es el siguiente, cito la carta de Fidel.

Él plantea dos escenarios, el segundo menos probable, aunque posible, es el de una invasión, se refiere a armas convencionales, cito a Fidel: “La Unión Soviética no debe nunca permitir circunstancia alguna en que los imperialistas puedan ser los primeros en lanzar un ataque nuclear contra ella, ese sería el momento para eliminar tal peligro de una vez y para siempre a través de una solución dura y terrible, pero no hay otra.”

Esa no es una invitación a la guerra nuclear en cualquier circunstancia. Es una invitación, sin embargo, al uso de las armas nucleares en un escenario contingente: si hay una invasión convencional, entonces hay una represalia nuclear.

Es posible que Fidel no haya comprendido plenamente el terrible impacto de la utilización de las armas nucleares en ese momento. En la realización del Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba en 1975 Fidel indica de cierta manera que él no había comprendido de todas manera eso, que eso era parte de la razón de no comprender la decisión soviética, y que sin embargo consideraba, ya trece años después, que había sido una decisión correcta de concluir la posibilidad de una guerra nuclear.

Sin embargo, otra posibilidad, pensando sobre el pensamiento de Fidel en 1962, es que él, bien informado sobre las circunstancias de escenarios de armas nucleares en el mundo, conocía lo que era la doctrina militar de la Organización del Tratado del Atlántico del Norte y de Estados Unidos en aquel momento, que indicaba, si existiera una invasión soviética a Europa Occidental, Estados Unidos respondería con una represalia nuclear masiva, lo que en inglés se conoce como mutual assured destruction. Igualmente contingente, una invasión convencional que no se podía contestar simplemente con armas convencionales, y que en esta manera de pensar tanto en Estados Unidos y la OTAN, como quizás en la cabeza de Fidel, indicaba la utilización de armas nucleares.

El pensamiento de Fidel sobre armas nucleares siguió siendo muy duro durante la década de los 60. Como señalaba Tomás Diez muy bien, uno de los riesgos para Cuba en la decisión de aceptar este armamento era su relación con países latinoamericanos. En 1967, Cuba tuvo la opción de dar un paso al frente en esto, firmando el Tratado de Tlatelolco, iniciativa mexicana, el país latinoamericano con que Cuba tenía mejores relaciones, y decidió no firmarlo ese año. Cuba tampoco firma en el año 1968 el Tratado de No Proliferación Nuclear, auspiciado no solamente por Estados Unidos sino también por la Unión Soviética.

Sin embargo, el pensamiento nuclear de Fidel no se queda congelado en la década de los sesenta. En el año 1975, como ya señalé, en el Congreso del Partido, Fidel indica que su manera de pensar había cambiado, y que consideraba que la decisión final, no la falta de consulta, que siempre se quejó, pero que la decisión final había sido correcta, lo que implicaba que su idea sobre el uso permisible de las armas nucleares había cambiado.

Y después, ya al fin de su vida, en 2002, coincidiendo en el año de la última de las Conferencias sobre la Crisis de Octubre, que celebramos algunos de nosotros, Cuba firma el Tratado de Tlatelolco, la prohibición de armas nucleares en América Latina, y Cuba firma el Tratado de No Proliferación Nuclear. Es decir, el pensamiento de Fidel evolucionó a través de todas esas décadas, y para mí seguiría siendo muy interesante, y aquí comentario solidario con Peter Kornbluh, si el gobierno de Cuba desclasifica más de esos documentos para poder comprender tanto las ideas de Fidel sobre el uso de las armas nucleares en 1962, como su cambio a través de los años, que lo lleva a firmar en el 2002 lo que no quiso firmar ni en Tlatelolco en el‘67, ni la No Proliferación en el 68. Es un gran tema pertinente para nuestros días, cuando el presidente ruso Vladimir Putin está considerando el mismo escenario que se planteaba Fidel y que se planteaban la OTAN y Estados Unidos en los años cincuenta y sesenta. Si sigue fracasando la invasión rusa de Ucrania, porque el ejército ruso sigue retirándose, existe la posibilidad de utilizar armas nucleares en Ucrania, una decisión contingente ahora al igual que hace sesenta años. Ese es mi comentario.

Foto: Cubadebate.
Rafael Hernández: Gracias, Jorge.

Yo, que tengo un estilo más bien autoritario como moderador, como se han dado cuenta cuando no dejé hablar a los panelistas más tiempo, voy a hacer lo siguiente.

En primer lugar, quiero saludar a todos los que están escuchando este panel a través de Facebook, YouTube, Telegram, y que están escuchando lo que se está diciendo en esta sala. Muchas gracias por estar atentos.

Y entonces ahora voy a empezar a darle la palabra al público. Les pido que las intervenciones no se extiendan más allá de tres minutos, no se pongan a contar anécdotas, porque estamos tratando de despejar problemas, este es un ejercicio para despejar problemas, dudas, cuestiones.

Jorge introduce aquí un punto que tiene que ver con una pregunta que yo le hacía al panel, ¿Fidel Castro le propuso a la Unión Soviética el uso de armas nucleares, que lanzara un primer golpe contra la URSS?, ¿qué dice la carta que Fidel Castro le dicta a Alexander Alexeev, y que Alexander Alexeev traduce al ruso, y que llega a Moscú codificada, y que pasa al Buró Político, que pasa a Jrushchov y que Jrushchov lee, qué dice esa carta?

Le voy a pedir a un filólogo ruso, que ha escrito sobre el tema de lo que dicen las cartas, Antolín Bárcenas, profesor, sentado aquí delante de mí, que me ha pedido la palabra, que aclare el contenido y los términos, y qué pasó con la traducción.

Antolín Bárcenas: Mi aproximación a la Crisis de Octubre es totalmente filológica. A diferencia de las polémicas aproximaciones que pueda haber sobre el tema, específicamente me dediqué a estudiar todo lo relativo a la comunicación interlingüística antes, durante, y después de la Crisis.

Específicamente esa carta, primer mensaje que dicta Fidel, y que Alexeev copia. Después Alexeev asegurará por escrito que no fue él el traductor, que lo tradujeron otras personas de la embajada que eran traductores profesionales.

Mi análisis de esa carta de Fidel y de la traducción al ruso, análisis léxico-morfo-sintáctico-estilístico, oración por oración. La adecuidad de una traducción se mide por el grado de equilibrio que alcanza en lo que quiere decir el autor y lo que llega al destinatario. Tristemente en esa traducción se dicen cosas que no dice el original, o no dice lo que dice exactamente el original, y específicamente sobre si lanza o no lanza un ataque nuclear.

Fidel habló de dos escenarios: el de un ataque a Cuba o el de una invasión. Con la palabra invasión es que se forma la pérdida de sentido en la traducción de muchas cosas que decía Fidel.

Él dice: “La Unión Soviética no se puede permitir la circunstancia de que sean los Estados Unidos… si ocurre una invasión directa al territorio cubano.” Lamentablemente, eso se tradujo al ruso de diferentes maneras: se dijo ataque, se dijo ataque aéreo, se dijo agresión. Pero Fidel sí es consistente en los tres lugares que lo menciona, cuando dice invasión.

El análisis demuestra que no es sólo eso. En la traducción también se dan problemas, como que Fidel le dice a Nikita: “Usted puede estar seguro que el pueblo cubano va a defenderse y va a repeler la agresión.” Y con tremenda laxitud, incomprensiblemente, lo que se traduce es: “Es posible que usted sepa que los cubanos vamos a batirnos”.

Rafael Hernández: Gracias, Antolín.

Pedro Pérez: Yo soy traductor, compañero y discípulo eterno de Antolín. Hay en el campo de la interpretación y la traducción, sobre todo en lo primero, la interpretación, el factor humano.

Desde la Biblia vienen todo esos dichos, desde san Gerónimo. Pero es que cuando se toma nota de lo que Jrushchovito, es decir, Jrushchov Jr. titula como Cintas de glasnot, yo siempre pregunto qué intérprete del lado nuestro había para decir si eso era cierto o no. Son muchas las razones por las que me atendría al criterio lógico de que se tomara nota, de que alguna vez se consulte a algún intérprete, a algún traductor para ciertas cosas de estas en que estuvimos, y meternos, como dice el guajiro, desde la mismísima Crisis.

Y por último, también en materia de traducción, si usted apela a la llamada traducción asistida de Google, Google le va a decir los misiles cubanos, y ahora Domínguez acaba de hacer referencia al discurso de Biden, en el que Biden dice: “Cuban Missile Crisis.”

Víctor Joaquín Ortega: Lo primero, que es muy importante esto que se está haciendo, ojalá vengan más jóvenes para que lo vivan de esta manera y nosotros lo recordemos.

Lo segundo tiene que ver con lo que tú dijiste: ¿cómo enfrentaba la situación el pueblo de Cuba? No había terror. Escribí un libro sobre eso, Crónica para una crisis. Yo fui jefe de los zapadores en varios lugares, enviado por la Unión de Jóvenes Comunistas, que se había convertido de AJR en UJC, a las unidades militares de reciente creación. Me hice más cubano allí y menos sectario con los comunistas, porque comprendí muchas cosas. Eran los batallones de reciente creación, miles de hombres que estaban indecisos al saber que la patria podía ser agredida de esa manera, e invadida. No tuvieron miedo, o lo mordieron, uno puede sentir miedo, pero lo mordía y hacia adelante, y se apuntaron. Yo fui instructor político en esa etapa, y escribí esta crónica. Gracias a eso soy periodista, porque me llamaron para la revista Mella.

Yo pesaba ciento ochenta libras, era judoka y pesista, y me hicieron jefe de la página de deportes, sin haber escrito nada, pero tenía el espíritu del pueblo de la Crisis de Octubre.

Rafael Hernández: Gracias, Víctor. Compañera, por favor.

Nancy Núñez: Tengo preguntas nada más.

La primera, el presidente Biden expresó ayer el temor del riesgo de un armagedón nuclear ante la posible decisión de Rusia de emplear armas nucleares tácticas en Ucrania, cuyo último antecedente, refirió, está en la Crisis de los Misiles en Cuba; por su parte, el asesor de Seguridad Nacional, Jack Sullivan, dijo una semana antes que Estados Unidos ha sido claro con Rusia en cuanto a las consecuencias del uso de armas nucleares en Ucrania. ¿Opinan que estamos en el preludio de una crisis nuclear mundial?

La segunda: ¿Cuál fue el motivo y por qué Nikita Jrushchov mantuvo a Fidel Castro al margen de las negociaciones con Estados Unidos?

Tercera: ¿Por qué el líder de la Revolución cubana se concentró en la batalla político-diplomática como arma de defensa?

Otra pregunta: ¿cuál es el análisis de la afirmación del Che en relación a Fidel al decir: “En los días luminosos y tristes de la Crisis del Caribe pocas veces brilló más alto un estadista que en esos días”?

Otra: ¿Tras la Crisis de Octubre, por qué Fidel retomó la idea de desarrollar la Guerra de Todo el Pueblo? ¿Cuál fue su valoración?

Otra: ¿Cómo se analiza la decisión de Fidel de abrir fuego contra los vuelos rasantes en la mañana del 22 de octubre?

Otra: ¿Creen ustedes que el jefe ruso de una batería de cohetes soviética que derribó el U-2 actuó en solitario, y qué lo motivó a hacerlo?

Rafael Hernández: Perdón, Nancy, algunas de estas preguntas las aclaró el panel. Me preocupa que la lista de preguntas sea indefinida.

Nancy Núñez: Sí, ya esa él aclaró, ahí está.

¿Por qué Fidel consideró inaceptable cambiar los cohetes de Cuba por los de Turquía, y calificó de incorrecta la decisión soviética de retirar los cohetes sin discutir con la parte cubana, no obstante existir acuerdos políticos legales?

Por último: Cuba no aceptó la inspección de las bases de cohetes en territorio nacional como cuestión de principios, a pesar de que los soviéticos aceptaran la inspección estadounidense de sus barcos. ¿Cuál es el análisis del panel?

Foto: Cubaperiodistas
Rafael Hernández: Gracias. Yo les quisiera pedir que concentraran las preguntas en aquellas cosas que el panel no ha aclarado, para ahorrar tiempo.

Daisy Gómez: Me van a sobrar tres minutos. Buenos días. Yo entrevisté durante ocho horas al general Leonov, que fue traductor de la primera visita de Mikoyan aquí y de la primera visita de Fidel a la URSS, del Che y de Raúl. Eso me llevó a escribir un libro sobre este testimonio. En una de las partes de sus declaraciones él dice que cuando esa visita se desarrollaba, empieza una discusión entre Jrushchov y Fidel en la cual Fidel le dice a Jrushchov: “No, pero nosotros no les pedimos a ustedes que pusieran los cohetes”, y Jrushchov le dice: “Sí, ustedes lo pidieron”, y ahí empiezan a discutir, y él, Leonov, sin querer, porque para un traductor es muy difícil traducir esa discusión, golpea una botella y se caen las copas y se cae lo que había arriba de la mesa, y él pensó que aquello era el gran desastre para él, pero fue al revés, ellos parece que reflexionaron, sobre todo Jrushchov, que le dice a Fidel: “Bueno, aquí es tradición que cuando se rompen las copas es un buen augurio, vamos a tratar otro tema”.

Rafael Hernández: Gracias. Tiempos difíciles, Nikolai Leonov, Ediciones Temas. Está disponible, como libro electrónico. Ahí aparecen todos los detalles de esta anécdota.

Elier Ramírez: El tema de la carta de Fidel es uno de los que se ha manipulado, se ha tergiversado, la famosa carta del 26 de octubre, que ya el compañero [Antolín] lo decía, y de alguna manera se explicaba.

Fidel daba dos variantes, una primera variante, el golpe aéreo, y la segunda, que él dice, “La menos probable que ocurra es esta, pero si ocurre esta,” y entonces es donde él dice cuál era la respuesta que se debía dar.

Nikita Jrushchov de alguna manera tergiversa la carta.

Uno de los motivos que se usan para explicar la decisión soviética de retirar los cohetes sin haber consultado a la dirección cubana era que Fidel había enviado esta carta. Pero resulta que la carta realmente llegó a manos soviéticas cuando ya ellos habían negociado con los estadounidenses a espaldas de la dirección cubana.

Yo creo que es importante porque es uno de los temas que constantemente vemos que se tergiversa, se manipula, sobre el papel de Fidel en este caso. Yo creo que hubo una honestidad y una transparencia gigantescas cuando se desclasificaron todas esas cartas. Él mismo orientó que se publicaran en la prensa cubana cuando aquella Conferencia, y están públicas para que todos puedan leerlas.

Lo otro que quiero decir es saludar este panel con tantas intervenciones brillantes, tanto en Cuba como en Estados Unidos, creo que el 60 aniversario no podía pasar por alto; y decir que efectivamente, como ha hecho Rafael, que hay muchas aristas de este tema todavía ignoradas. Algunos consideran que de la Crisis de Octubre está todo planteado, y efectivamente quedan muchas aristas todavía que investigar. De hecho, hay documentos por desclasificar, e ncluso documentos que ya están desclasificados, y que lamentablemente muchos consideran que son secretos porque no han tenido difusión.

Hemos hablado con Tomás muchas veces de la intervención de Fidel en el Comité Central en el año 1968, que son varias sesiones, y está desclasificada. Se desclasificó y se usó en los eventos que se hicieron por el 30 y el 40 aniversarios de la Crisis de Octubre. Sin embargo, muchos consideran que es un documento secreto, aunque se le dio a la delegación norteamericana y a la soviética. Y lamentablemente, no ha tenido la difusión.

Lo digo también porque aquí estamos en la UPEC, donde están los periodistas, y son documentos que ya tenemos a la mano, que haría falta que se conocieran, se divulgaran más. La propia reunión de Carlos Rafael con Nikita Jrushchov, que también uno la lee y es algo extraordinario, impactante; y muchos otros documentos que ya fueron desclasificados con anterioridad, que merecería la pena que se divulgaran, se difundieran más, independientemente de que quedan muchísimas cosas todavía, y aristas por abordar.

Peter Korbluh ha trabajado, por ejemplo, en una arista muy interesante, que también ha tenido muy poca difusión: un mensaje que Kennedy trató de hacerle llegar a Fidel en esos días de gran complejidad a través de los brasileños. No fue un mensaje presentado como si fuera escrito por Kennedy, sino como si fuera de los brasileños, pero realmente lo había elaborado el propio Kennedy. Son documentos, y muchísimos otros, que se pudieran divulgar y abordar.

Rafael Hernández: Gracias, Elier. Se nos está acabando el tiempo. Así que después del siguiente compañero, le voy a dar la palabra al panel.

Tony López: Yo pienso que la Crisis de Octubre nos dio la posibilidad de que nuestro Comandante en Jefe pusiera muy clara la posición de soberanía e independencia de Cuba frente a la posición soviética, que obvió enviar o llamar a Cuba para que estuviera presente en las conversaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética, creo que esa es una enseñanza muy importante y que tenemos que mantener.

El otro tema que quería plantear es que hoy, porque todos los que estamos aquí, o la gran mayoría, son comunicadores, y hoy aun lo que Fabián Escalante y otros compañeros han venido diciendo, estamos asistiendo en estos momentos a un plan de la CIA contra Cuba. Todo esto que ha estado pasando en los últimos días en este país no es más que algo orientado, aunque no se quiera creer, y fue desde hace mucho tiempo. Porque la CIA contra Cuba comenzó el 3 de noviembre de 1958, cuando se convocó a las elecciones por la dictadura de Batista, y Tony de Varona, el primer ministro de Carlos Prío, vino a Cuba y vino a Camagüey, porque es camagüeyano igual que yo, el muy sinvergüenza, vino a organizar, para evitar que las columnas rebeldes y que Fidel Castro vinieran hacia La Habana. Eso era un plan desde esa época, y Fabián seguramente lo sabe.

Rafael Hernández: Tony, la historia de Cuba dura siglos, si nos detenemos en todos los eventos de la historia de Cuba nunca terminamos con la Crisis. Por favor.

Tony López: Hay que rendir un homenaje a cubanos y rusos que cayeron y fueron asesinados. Yo lo conozco muy bien, porque en esa época, de 1963 a 1965 fui jefe del buró de la contrainteligencia en el Ejército Central. Y a mí ahí me mataron a tres soviéticos y a dos cubanos, en Las Palmas de Campito, y eso hay que decirlo, porque eso muchas personas no lo conocen. Muchas gracias.

Rafael Hernández: Gracias, Tony. Ahora yo le devuelvo la palabra al panel, porque aunque ustedes no lo crean, esto tiene una hora en que se acaba, y la hora en que se acaba son las 12:00pm, según se puso en el anuncio. Así que buscándome el odio de todos los que quieren hablar y contar anécdotas personales superinteresantes y fascinantes, yo le voy a dar la palabra al panel para que responda el millón de preguntas que le hemos puesto delante. Adelante, Fabián.

Panelista Fabián Escalante. Foto: Cubadebate.
Fabián Escalante: Bueno, es imposible responder las preguntas que se han realizado. ¿Qué queda para mí claro de todas estas, que tienen una importancia vital?

Primero, que Cuba no fue quien propuso traer los cohetes aquí. A nosotros nos vinieron a proponer los misiles, y nos los vinieron a proponer, como yo explico, en dos alternativas, una solidaria y otra por interés.

Como explicaba Tomás, en ese momento Estados Unidos triplicaba el potencial nuclear de la Unión Soviética en todos los órdenes. La Unión Soviética de alguna manera quiso utilizarnos, esa es la primera conclusión que yo he sacado, por distintas razones. Ya el compañero [Juan] explicó la situación que había en la URSS, la situación de Nikita Jrushchov, las contradicciones con los elementos más conservadores del PCUS, que fueron los que acabaron finalmente con la Unión Soviética. El trasiego de los misiles fue a propuesta de ellos, y aceptado por Cuba a partir de lo que Fidel dijo, no para defendernos, sino en solidaridad para estabilizar el poderío entre el campo socialista y el campo capitalista, esa es una cosa que me queda clara.

La segunda es todo lo que explicó el camarada sobre la situación en la Unión Soviética en ese momento, es decir, las contradicciones en el Buró. Ahora me explico por qué Jrushchov se asusta con la carta que le llega de Fidel. Un Jrushchov que está en minoría en el Buró Político, que ha tomado decisiones inconsultas con el Buró Político, y el Buró Político va a terminar por destituirlo, como él explicó. Y una de las causas fue por esta precisamente. O sea, que Jrushchov se atemoriza ante la situación creada, ante la carta traducida que le mandan de Fidel Castro, y a partir de eso se inician las negociaciones en Nueva York con la ausencia de Cuba.

Cuba, por supuesto, reacciona: “Bueno, ustedes podrán llegar a los acuerdos que quieran, pero aquí no pueden inspeccionar nada, tú sacas tus cohetes y yo me quedo con los míos, y yo voy a seguir con mis posiciones de defensa de la soberanía nacional”, que fue la posición de Fidel Castro y de Cuba.

Hay algo muy importante que el compañero destacó: lo que sentía el pueblo cubano en ese momento, los jóvenes cubanos. Yo tenía veintiún años. Estábamos dispuestos a cualquier cosa, no por una convicción ideológica, en lo absoluto, no la teníamos, sino por una convicción patriótica, creada por los mambises cubanos, heredada de nuestros ancestros. Nosotros nos íbamos a defender de cualquier manera, con el arma nuclear y sin el arma nuclear. Son las tres cositas que quería responder.

Rafael Hernández: Muchas gracias, Fabián. Adelante, Juan.

Juan Sánchez: Las preguntas son tantas que ni diciendo una palabra por pregunta se pueden responder todas. Ahora, yo quiero centrar la atención en dos o tres elementos.

Primero, yo pienso que Cuba no tenía otra alternativa que aceptar la propuesta que nos estaban haciendo nuestros aliados, por varias razones. La primera de ellas era que teníamos que defendernos de un enemigo que nos iba a atacar. El peligro era inminente, y no teníamos con qué defendernos, y no le podíamos exigir a los aliados que nos dieran lo que nosotros quisiéramos. Les pedimos armas para defendernos y ellos nos ofrecieron esas. No teníamos alternativa.

Es importante, porque a mí en el aula como profesor se me han presentado alumnos que me han dicho que aquello fue una irresponsabilidad de Cuba, que había sido una inmadurez. Éramos bien jóvenes, puede que haya algo de inmadurez, pero lo que sí es objetivo es que no teníamos alternativa: o nos comía el león o aceptábamos las armas.

Ya se aclaró que Fidel no propuso en ningún momento que diéramos el primer golpe.

Las consecuencias de eliminar a Cuba son palpables. Ahí seguimos teniendo [la base naval de] Guantánamo, el bloqueo, todo lo que nos afectaba de manera más directa se ha mantenido a lo largo de estos 60 años. Si hubiéramos formado parte de las negociaciones hubiesen tenido que considerarse.

¿Qué terminó la Crisis? He oído algunas fechas por ahí, pero en realidad la Crisis se termina el 7 de enero de 1963. Ese día se desmantelaron los cohetes en Turquía. Mientras eso no se logró la Crisis no había cerrado.

Quiero referirme, ya para concluir, porque los minutos son bien corticos, a las consecuencias. Voy a contar una anécdota que creo que no la he dicho en público nunca.

A mí me tocó el honor de ser uno de los traductores que tuvo Ernesto Che Guevara en el año 1965 en su última visita a Moscú. Recuerdo siempre una conversación con el representante de Corea, el segundo de Kim Il-sung. En aquella conversación, el coreano le dijo al Che: “La Crisis de los Cohetes en Cuba nos enseña que la única forma que tenemos países como los nuestros de ser verdaderamente independientes y soberanos es teniendo nuestra propia arma nuclear.” Ahí la tienen. Desde entonces están los coreanos trabajando su arsenal nuclear. Esa es una consecuencia directa de la Crisis de Octubre de 1962. Muchos otros países se han decidido a tener sus propias armas nucleares partiendo de la experiencia que tuvo Cuba en el año 1962 como país desnuclearizado.

Por último, estamos viviendo yo diría que un momento peor que en octubre de 1962. No sé por qué la humanidad vive tan tranquila y por qué en aquel entonces estábamos todos tan nerviosos. En octubre de 1962 estábamos al borde de una hecatombe nuclear, pero todo era de palabras. Entonces se negociaba, a varios niveles; hoy, no se negocia. La cuestión no es de palabras. Y cada día la tendencia a que haya un desenlace nuclear aumenta. He terminado.

Rafael Hernández: Muchas gracias, Juan. Adelante, Tomás.

Foto: Cubadebate
Tomás Diez: Como han dicho los demás compañeros, es imposible responder a todas las preguntas. La relación de preguntas que hizo Rafael, necesitáramos por lo menos tres o cuatro paneles más como este para responderla. Pero me voy a referir a algunas que se han mencionado.

¿Por qué nos oponemos al nombre “la Crisis Cubana de los Misiles? Compañeros, en Cuba no hubo una crisis por los misiles, en Cuba no había una crisis ni política, ni de nada. Nosotros apoyábamos la llegada de esas armas al país. A los cubanos, tener esas armas para defendernos, nos daba seguridad. Yo tenía dieciséis años y estaba movilizado en las fuerzas armadas, y ver a los soviéticos aquí me daba fortaleza, había una simpatía. Por lo tanto, para nosotros ese término no existe, pues en Cuba no hubo una crisis por esas armas. En mi libro, pongo “Crisis” de los Misiles entre comillas. Los misiles no provocaron la Crisis, lo que estaba provocando la Crisis era la política agresiva de Estados Unidos contra nuestro país.

Oí mencionar a Rafael el 15 de noviembre como fin de la Crisis. Ni siquiera la movilización general duró hasta el 14 de noviembre. Las fuerzas de Estados Unidos que bloqueaban a Cuba estuvieron ahí en completa disposición combativa hasta el 20 de noviembre. Después de los acuerdos del 28 entre Jrushchov y Kennedy, la gente en el mundo respitó tranquila. Pero para Cuba fue el momento de más peligro. Los vuelos rasantes aumentaron extraordinariamente, estos se habían detenido por la visita de U-Thant a Cuba el 30-31 de octubre. Pero después aumentaron. Hay una carta del 15 de noviembre de Fidel a las Naciones Unidas, diciendo que se va a disparar por todos los medios a nuestro alcance. Y él se traslada para la base aérea de San Antonio de los Baños, para esperar el vuelo rasante al lado de una batería antiaérea. Se le iba a disparar. Es la foto en que sale Fidel en San Antonio de los Baños.

Los norteamericanos aumentaron las exigencias a los soviéticos, ahora con los IL-28, que eran unos bombarderos de alcance medio, de propiedad soviética. No se termina el bloque aéreo-naval hasta que Fidel el 19 de noviembre redacta una carta al Secretario General de Naciones Unidas donde dice: “Estos medios son soviéticos, si ellos los quieren retirar, que los retiren.” Y ahí los soviéticos los retiraron, y al otro día se decretó la desmovilización del bloqueo. Cuba desmovilizó las tropas el 22 de noviembre, es decir, exactamente a un mes de haberse dado la alarma de combate.

La movilización más grande en la historia militar cubana fue la de la Crisis de Octubre. Inicialmente, movilizamos 269 mil combatientes de las fuerzas armadas, desde el día 23, listos para combatir. Días después se armaron cientos de batallones de la Defensa Popular, con un total de alrededor de ciento cincuenta mil milicianos. Además, se crearon las brigadas especiales contra incendios, sanitarias, etcétera. Es decir, que llegamos a tener más o menos movilizados medio millón de combatientes, en una población que no rebasaba 7 u 8 millones de habitantes. Esa es una cuestión que quería destacar.

Se comenzó a disparar a los aviones que volaban a baja altura el 27 de octubre, no el 22. Fidel lo había anunciado en una carta a U-Thant.

En una entrevista dije: “El 4 de octubre de 1964 a Jrushchov el Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética le da un golpe de estado.” Porque lo destituye. Y una de las causas principales que se utilizan fue la jugada que hizo Jruschov con el despliegue de armamento nuclear en Cuba, que provocó a la Crisis de Octubre.

El 7 de noviembre es importante, porque se da por concluida el proceso negociador de la crisis en el seno de Naciones Unidas, mediante dos misivas una, conjunta soviética-estadounidense, y otra de Cuba. En la carta cubana se expresa y denuncia que los elementos que llevaron a la Crisis de Octubre no se habían resuelto.

Las experiencias de la Crisis de Octubre están presentes en la doctrina militar de “la Guerra de Todo el Pueblo”. Fidel planteó en un discurso en el acto de ascenso masivo de oficiales en La Cabaña, en diciembre de 1962, documento que aun esta secreto, que lo que nos demostró la Crisis de Octubrefue que lo primero que se tiene que hacer para defender la Revolución es estar dispuestos los cubanos a defenderla, y después pedimos la ayuda solidaria. Los cohetes llevaron a algunos compañeros a pensar: “Bueno, si nos invaden tenemos a los soviéticos.” No. Los primeros que tienen que estar dispuestos a defenderse son los cubanos. Eso formó parte de la doctrina militar cubana hasta hoy, y es parte de la Guerra de Todo el Pueblo.

Rafael Hernández: Le pregunto a Larralde si tiene algún comentario que hacer antes de que demos por concluido el panel.

Oscar Larralde: Significar lo relacionado con los Cinco Puntos. Fueron los Cinco Puntos de la Dignidad: cese del bloqueo económico, cese de la actividad subversiva, cese de ataques piratas, cese de las violaciones aéreas y navales, y la retirada de la base naval de Guantánamo. Esos Cinco Puntos de la Dignidadhay que darles más divulgación. Los tengo en mis manos en una revista Verde Olivo, donde establece cómo debe ser la preparación de los jefes y oficiales, y donde hay un artículo del compañero Tomás, que concluye diciendo: “La lección principal es la concepción de Fidel de que la seguridad del país depende en primera instancia del valor, la decisión y la voluntad del pueblo cubano unido para su defensa, y que la solidaridad mundial puede desempeñar también un significativo papel en la medida en que la nación sea capaz de resistir la agresión imperialista.” Todo eso tiene vigencia actual, es mi consideración. Muchas gracias.

Rafael Hernández: Antes de concluir quisiera solamente mencionar un par de puntos que han surgido en el debate, y entre las preguntas.

Lo primero es el de lo documentos desclasificados. Sigue habiendo documentos, no testimonios recogidos 40 o 30 años después, entrevistas años después, sino documentos del momento, que formaron parte del contexto de la Crisis, que no han podido identificarse, o que no se han revelado.

¿Alguien puede pensar que el Che Guevara, que en medio de las montañas de Bolivia llevaba un diario y escribía todos los días reflexiones sobre lo que estaba pasando, no hizo reflexiones sobre la Crisis de Octubre no publicadas?, Se acaba de publicar hace muy poco tiempo una larguísima carta del Che a Fidel sobre la cuestión de la dirección de la economía y del gobierno que no conocíamos, y que cambia completamente la visión que todos podemos tener acerca del año 1964 y 1965, de lo que estaba pasando y de la conciencia dentro del gobierno al respecto.

¿No existen reflexiones del Che que no conozcamos, y de otros miembros del gobierno de aquel momento, sobre lo que pasó, reflexiones políticas, no solo  militares, sino políticas que no conozcamos, que están en alguna parte? La historia no se puede escribir con testimonios ni con la memoria de nadie, porque la memoria nos traiciona, la memoria distorsiona las cosas; no es que digamos mentiras, no es que queramos ocultar cosas, es que la memoria es la memoria, y se pierde. Sin documentos, contando sólo con los testimonios, las referencias y los discursos públicos, no se puede escribir la historia.

Efectivamente, la Unión Soviética le viró la espalda a Cuba en el momento de la negociación con Estados Unidos. Ahora bien, ¿se interrumpió el abastecimiento militar de la Unión Soviética a Cuba en los años 60? ¿Hubiéramos podido sobrevivir sin la continuación del abastecimiento militar de la Unión Soviética a Cuba en los años 60?

Por otra parte, ¿contaba Cuba con el apoyo de la URSS, si Estados Unidos lanzaba un ataque contra Cuba después de 1962? ¿Sabía el liderazgo cubano que podía contar con la URSS si se producía un ataque, ataque de verdad, de los Estados Unidos contra Cuba? Raúl Castro lo ha dicho públicamente en entrevistas.

Desde entonces, estábamos con los americanos enfrente y con las armas soviéticas, pero no con la sombrilla de que podían intervenir, ni de que iban a volver a enfrentarse a los Estados Unidos, hasta ahí sabemos.

¿Qué más no sabemos de las relaciones entre Cuba y la Unión Soviética en materia de seguridad? ¿En materia de política? ¿Cuántos archivos soviéticos de la época, de entonces, no han sido estudiados y analizados? Algunos se abrieron y se volvieron a cerrar. Sin archivos, sin acceso a los archivos, ni a los archivos soviéticos, ni a los archivos nuestros, tampoco se puede escribir esa historia. La intervención de Juan en este panel revela la punta del iceberg de esa historia.

¿Veinte años después de aquellos cohetes, Estados Unidos, que estaba absolutamente traumatizado por los cohetes en Cuba, veinte años después de 1962 estaba menos expuesto a un ataque nuclear directo de la Unión Soviética?, Veinte años después, la Unión Soviética tenía la marina más grande del mundo, con portadores nucleares, y con submarinos en aguas internacionales, en el Pacífico y el Atlántico, apuntando a los Estados Unidos. Ellos podían destruir a los Estados Unidos más de una sola vez de lo que pudieron nunca hacerlo potencialmente los cohetes en Cuba.

El fin de la Crisis no convirtió al mundo en un lugar más seguro, no solamente para nosotros, tampoco para ellos.

Por último, me hubiera gustado leer unas lecciones de la Crisis de Octubre que escribí en el año 1992 después de saber algo de esta historia. Hasta entonces, todo lo que escribí eran boberías, porque se basaban en lo que se decía públicamente sobre la Crisis. Gracias a esas boberías me invitaron a la Conferencia de Moscú, y ahí empecé a descubrir la verdad de muchas de las cosas que aceptábamos como correctas, porque se estaban diciendo públicamente, y que no eran exactamente así.

Entre esas lecciones está una: no hay que confiar en las grandes potencias, en ninguna gran potencia. Nunca, nunca, nunca. Esa también fue parte de las lecciones de Fidel Castro.

Muchas gracias a todos.

(Tomado de la revista Temas)

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Redacción Cubaperiodistas
Sitio de la Unión de Periodistas de Cuba

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