COLUMNISTAS

¿Qué otra cosa hacer?

No hay peor ni más criminal política que privar a una o a muchas personas de aquello a que aspiran, necesitan y desean, porque significa despojarlas de sus esperanzas, para sumirlas en una frustración paralizante, presa de cualquier depredador.

En una nación que había fraguado su independencia con ríos de sangre, sacrificios y heroísmo sin par, era contra natura la imposición de una república burguesa dependiente, la erosión de la identidad nacional y la inducción de la idea de la incapacidad de los cubanos para gobernarse por sí mismos.

Fidel Castro llegó al escenario político nacional convencido y convenciendo de que no había otra cosa decente que obrar, con el ejemplo personal, en el terreno de la dignidad de las personas. Denunció la desvergüenza de la politiquería y la represión de la dictadura y se lanzó con un grupo de jóvenes, en 1953, a limpiar la imagen del Apóstol, y en aquellas circunstancias el pensamiento de Martí para Cuba y América era altamente subversivo.

Ya en la Sierra Maestra, consciente de a qué parte de los contendientes apoyaba Estados Unidos, dejó constancia en la conocida nota a Celia Sánchez de cuál iba a ser su destino verdadero, pues no había otra cosa más decente que hacer. Como durante 64 años. Como ahora.

Foto del avatar
Tubal Páez Hernández
Periodista cubano. Presidente de Honor de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC).

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *