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Fidel a los 96: No hay variante Delta de la “solución biológica”

Fidel no tiene el reposo merecido del guerrero en el humilde monolito del camposanto de Santiago a sus 96 años. Invicto en vida, los poderosos enemigos de su pueblo pretenden humillarlo en la muerte, incluso profanarle. La Cuba idolatrada enfrenta lo que los estrategas yanquis llamaron, con calculador cinismo, la «solución biológica».

Es extraño que nadie lo mencione en medio de las contorsiones de estos tiempos, pero la maquinaria erosiva del imperialismo sigue con meticulosidad, tan pasmosa como perversa, ese designio estratégico.

Se equivocan los que creyeron que al poner entre las fichas esa «solución» para Cuba los tanques pensantes y políticos reaccionarios norteamericanos se referían a una caída espontánea, por su propio peso, de la Revolución, una vez que muriera Fidel o ya no estuvieran en el liderazgo los hacedores de la Revolución.

Los diseñadores de esta variante están muy bien entrenados en ponerle compulsión ideológica a la solución biológica, darle un empujoncito —o un empujonzote—, como nos revela la derrotada operación político-comunicacional que terminó por provocar los fuertes incidentes del 11 de julio y otros sucesos recientes.

Acaso no resulta vergonzoso que Joseph Biden no pase de ser una especie de trolesillo de Trump con relación a Cuba, traicionando sus discursos y promesas de campaña, por lo que lo someten a burla las huestes del fascismo con chusmería —así los catalogó magistralmente Abel Prieto— con las que el trumpismo intoxica a Miami y otras zonas de la migración.

La confabulación entre demócratas y republicanos para provocar la implosión del proyecto político de la Revolución en Cuba —de la que forma parte mantener las más de 240 medidas de la Administración anterior— no es una simple casualidad estimulada por recientes hechos.

Se trata de todo lo contrario: una muy bien cocinada confabulación de los estrategas y laboratorios de manipulación del imperio, puestos de acuerdo en ponerle toda la presión a la «olla» interna en el archipiélago hasta hacerla explotar; volarle la tapa de la resistencia por los aires.

Estamos ante un plan, evidentemente común, de las élites republicanas y demócratas —algo sobre lo que llaman la atención algunos medios—, nacido del más perverso oportunismo.

No hay que ser un Newton de la astucia política para desarmar la madeja de farsas que horadaron el terreno hasta las bombardeadas protestas en Cuba. Estas tuvieron como combustible especial el campaneo, tan incesante como insidioso, sobre la figura de Miguel Díaz-Canel Bermúdez y el sistema institucional de la Revolución.

En ese propósito no se detuvieron ante remilgos de ninguna naturaleza, hasta acudir a obscenidades y descalificaciones innombrables. La apuesta es trastocar la imagen del dirigente más bien recogido y hasta tímido, precisado a saltar a la palestra del liderazgo tras la descollante personalidad de Fidel y la autoridad histórica de Raúl, en un monstruo despreciable, una especie de Satanás rencarnado, un alien repulsivo culpable de todas las desdichas y miserias del pueblo cubano.

Faltaría precisar el momento exacto en que comenzó la fabricación de este espectro comunicacional —con incidencia marcada en las redes sociales—, aunque puede asociarse con la ascendencia que comenzó a cultivar Díaz-Canel gracias a un ejercicio de dirección política que recordaba el estilo de Fidel, sobre todo por su persistencia en acercarse a la base de la sociedad con recorridos del equipo de Gobierno por diversos territorios.

Se trata de denigrar, hasta demoler, la autoridad del dirigente empeñado en dar aliento a la reforma del modelo socialista así como al sistema institucional revolucionario.

Todo lo anterior alerta que la Revolución vive uno de sus momentos más complejos, desafiada a demostrar que alcanzó madurez suficiente para sobrevivir a su liderazgo histórico y que el orden constitucional en rectificación garantiza la irreversibilidad del socialismo.

A tan pocos años de la partida física de Fidel a una nueva dimensión de lucha, esa es de las lecciones que nunca podríamos olvidar.

Aprender a vencer en semejante escenario fue lo que convirtió a Fidel en un gladiador imbatible en el nuevo circo imperial de este mundo. En ese que solo dejó a sus contrarios la dudosa apuesta a una «solución biológica».

(Actualizado del que se publicó el 13 de agosto de 2021 en el diario Juventud Rebelde)

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Ricardo Ronquillo
Periodista cubano. Presidente de la Unión de Periodistas de Cuba.

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