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Miguel Ángel Estrella: ejemplo latinoamericano de resiliencia comunitaria

“Atreverse a erigir en creencias los sentimientos arraigados en cada uno, por mucho que contraríen la rutina de creencias extintas, he allí todo el arte de la vida.”

Raúl Scalabrini Ortiz

Prisión, exilio, asesinatos, torturas, desapariciones, apropiación de bebés, y otras vejaciones sufrió una generación que aún está viva. Sin embargo se naturaliza.

Cuando comenzábamos a diseñar cómo sería la Universidad Nacional de Lanús al poco tiempo vino Néstor Suárez Ojeda y Mabel Munist, trayendo consigo el Centro Internacional de Resiliencia que se instalaría en la UNLA.

Una vez que conseguimos alquilar la quinta más antigua de Lanús, hicimos en ella, un asado con Néstor Suárez Ojeda y Mabel Munist y también con un amigo entrañable como Miguel Ángel Estrella que, como siempre, había tocado el piano para inaugurar la universidad.

Fue entonces que Suárez Ojeda sostuvo que el ejemplo de resiliencia internacional era Ana Frank, pero en América Latina, el ejemplo era Miguel Ángel Estrella. Fue entonces que Miguel Ángel me preguntó qué era eso, y yo para hacerla corta le dije “es como la resistencia pero analizada y estudiada por psiquiatras, te hace ser más fuerte”.

Porque mientras estaba preso en Uruguay se hacía un pianito de papel para poder digitar y practicar a pesar de que todos los días se lo rompían sus carceleros, diciéndole que era para que no tocara más, para qué, si “los negros de mierda no entendían su música”. Allí estuvo desde 1977 hasta 1980.

En Uruguay, durante la dictadura, quienes estaban presos debían pagar todos los días. Afortunadamente, un alumno francés de piano, que ya era un empresario, se dedicó a juntar plata para poder sacarlo de la prisión. También le sucedió lo mismo a Flavia Schilling, brasilera, para quien hicieron una colecta nacional con el fin de poder sacarla, ya que era la única presa política brasilera que quedaba.

Luego de su liberación, pude ir a París desde México y estar con Miguel junto a un matrimonio francés que lo estaba esperando con dos pianos de cola en su living.

La rectora de la Universidad Nacional de Lanús, Ana Jaramillo, entrega la distinción Doctor Honoris Causa al pianista, Miguel Ángel Estrella.

Como siempre, en nuestro país conocen más el diario y la historia de Ana Frank, que lo que les pasó a los desaparecidos o a quienes estuvieron presos injustamente, quienes fueran torturados, a quienes tuvieron que exiliarse o a los jóvenes apropiados cuya identidad les fuera arrebatada.

En proceso de recuperación de una dura pandemia, como estamos ahora en el mundo entero, es necesario tener resiliencia, y es por eso que en la UNLA estamos haciendo aulas al aire libre, con durmientes sobre bases de hormigón para aguantar, resistir y ser resilientes los docentes y los casi ocho mil que anhelan ingresar a la universidad además de los casi 30 000 estudiantes que ya están cursando.

En esas aulas al aire libre cursarán nuestro estudiantes, en nuestras plazas denominadas: Nuestra América, de la Democracia, de los Derechos Humanos, de la Dignidad, de la Justicia social, de la Igualdad de género, de la Soberanía y de todos los valores que compartimos en nuestra comunidad, que es una “democracia en miniatura”.

Para colaborar con la salida de la pandemia y con los problemas que afronta nuestra comunidad es que todos y todas van a distribuir comida, juguetes y ropa en los barrios y en los comedores así como trabajan en la realización de las nuevas aulas cooperativamente.

Es una forma de resiliencia comunitaria. Porque nosotros queremos hacer otro mañana y como decía del filósofo Simón Rodríguez, tutor de Simón Bolívar, el objeto de la educación moral es educar la voluntad. Pero también sabemos que la voluntad de poder no puede cambiar el pasado, pero si puede hacer lo que no se ha hecho todavía, aquello que algunos llaman utopía. Pero nosotros bien sabemos que muchas utopías de otros tiempos eran ucronías, es decir que tardan y cuestan mucho ás para hacerlas realidad.

¿Qué es la resiliencia comunitaria?

“La resiliencia no es ni una vacuna contra el sufrimiento, ni un estado adquirido e inmutable, sino un proceso, un camino que es preciso recorrer”
Paul Bouvier1

Si bien desde el CIER la universidad editó varios textos (2), aún no es conocido comunitariamente el concepto, salvo por la psiquiatría y el psicoanálisis. Reconstruí algunos de esos textos.

Según Cyrulnik (3), hablar de resiliencia en términos del individuo, es hoy día, un error fundamental. No se es más o menos resiliente, como si se tuviera un catálogo de cualidades permanentes.

Es un proceso, un devenir del ser humano, que inscribe su desarrollo en un medio y escribe su historia en una cultura. Si bien su entrada en las Ciencias Humanas se dio a partir de observaciones en individuos, su concepción como instrumento para reducir la inequidad y generar bienestar ha impulsado su visión colectiva. Se pasó así a hablar de resiliencia familiar, institucional y comunitaria.

Dentro de esta concepción, pasa a ser parte de la Epidemiología Social en la que se analizan situaciones colectivas y se busca causalidad en las características de la estructura de la sociedad y en los atributos del proceso social (4). A partir de este enfoque, la resiliencia social desplaza la base epistemológica de los estudios iniciales, modificando, no solo el objeto de estudio, sino también la postura del observador y los criterios de observación y validación del fenómeno. Es con esta concepción que efectuaremos algunas reflexiones vinculadas al sistema de educación superior de nuestro país y de la mayoría de los países de América Latina.

Otra idea surgida en torno a resiliencia, es la de “oxímoron” entendida como esa posibilidad de asociar antónimos en la misma expresión verbal. Es lo que se ha llamado “la maravilla del dolor” (5). Ese dolor o desastre que puede significar el desafío necesario para movilizar las capacidades creativas y solidarias de las comunidades para emprender los procesos de renovación que transformen la trama institucional. Es un cambiar la visión de la desgracia y, a pesar del sufrimiento, buscar lo maravilloso. Los malestares que nos aquejan pueden hacer que nosotros mismos seamos sujetos y actores de nuestra propia curación.

De allí que al pensar en el “malestar” que afecta a nuestras instituciones de educación en general y en particular a las universidades, nos parece muy pertinente el marco de la resiliencia social, por cuanto permite una mirada optimista de los problemas y una visión realista y esperanzadora de las críticas situaciones que afectan a nuestra comunidad universitaria.

Para Néstor Suárez Ojeda, algunos creen que el concepto es del hemisferio norte y es un instrumento más de dominación. Sin embargo, sostiene que un grupo de pensadores han elaborado una teoría latinoamericana de la resiliencia adecuada a la realidad social. Para él un enfoque colectivo y comunitario es un aporte latinoamericano (6).

Continúa diciendo que en la región de América Latina está caracterizada por la disparidad y la inequidad y en el plano socioeconómico “es considerado como el continente de la inequidad…somos parte de la periferia de un capitalismo salvaje, que concentra impúdicamente la riqueza en unos pocos y multiplica la extensión de la pobreza (7).

Así como la epidemiología social analiza el campo de la salud como situaciones colectivas y los desastres que afectan (como ahora la pandemia), sostiene que es la oportunidad de analizarlos de las condiciones colectivas de lograr enfrentar “las adversidades y buscar en conjunto el logro de su bienestar”.

Para el autor, las claves explicativas no están en las condiciones individuales sino en las condiciones sociales, en relaciones grupales y en aspectos culturales y “valóricos” (8).

Sostiene que las desgracias significan un desafío “para movilizar las capacidades solidarias de la población y emprender procesos de renovación, que modernicen no solo la estructura física sino toda la trama social en esa comunidad… Estas comunidades tienen una especie de escudo protector, surgido de sus propias condiciones y valores, “lo que les permitió “metabolizar el evento negativo y construir sobre él”(9).

Estas comunidades tienen pilares de la resiliencia comunitaria, cuentan con autoestima colectiva, identidad cultural, humor social y honestidad estatal. También describe los anti-pilares que son el Malinchismo, el fatalismo, el autoritarismo y la corrupción.

Concluye que las dictaduras han dejado profundos estigmas en la cotidianidad y que todavía “estamos lejos de ese ejercicio cotidiano de toma de decisiones con legítima participación social”

La Nordomanía hegemónica

El verdadero inventor de una idea con relación al mundo moral, es el que la transforma en sentimiento, la realiza en conducta y la propaga en ejemplo”.
José Enrique Rodó

Si bien la obra de Ariel fue y es la más leída y más famosa de Rodó, veremos lo que sostiene sobre la importancia de los reformadores morales y su perspectiva política sobre la Nordomanía que es cada día más hegemónica que nunca, ya que admiran cada vez más a Estados Unidos de América y a Europa. ¿Será por la comunicación hegemónica?, ¿o será por la geopolítica del poder? Mientras nosotros los universitarios que queremos hacer una relación más equitativa SUR-SUR.

El filósofo uruguayo, José Rodó, diferencia, entre formular ideas y propagar sentimientos, exponer una verdad y entrañarla en la conciencia de los hombres para que tome forma real y activa.

Rodó nos decía que las revoluciones morales (como la que pretendemos, si queremos modificar la plutocracia por la democracia), no se realizan sólo con revelar y propagar ideas, tienen como condición esencialísima “suscitar un entusiasmo, una fe, que cundiendo en el contagio psíquico de la simpatía y, manteniéndose triunfalmente en el tiempo, concluya con fijarse y consolidarse en hábitos y renueve así la fisonomía moral de las generaciones”(10).

La idea, para que se haga carne en la acción debe trascender al sentimiento que es el resorte de la voluntad. Sin el sentimiento, para Rodó, la idea quedará aislada e inactiva en la mente. Concluye que los grandes reformadores morales “son creadores de sentimientos y no divulgadores de ideas”(11).

Para ello, es necesario que el reformador transforme primero en sí mismo la idea en sentimiento, “que se apasione y exalte por su idea, con la pasión que arrostra las persecuciones y el martirio; y además que demuestre la constancia de ese amor por medio de sus actos, haciendo de su vida la imagen animada, el arquetipo viviente, de su palabra y su doctrina”… “El verdadero inventor de una idea con relación al mundo moral, es el que la transforma en sentimiento, la realiza en conducta y la propaga en ejemplo”(12).

Para quienes creen en la supremacía de la racionalidad y el cientificismo, los ideales de justicia parecerían irracionales o vinculados al irracionalismo, aunque sabemos que nuestros comportamientos históricos se producen más por los ideales, las creencias y pasiones, por intencionalidades y voluntades, que por las ideas abstractas calculables y descifrables que responden a la causalidad.

Una generación no fue nordomaníaca y estamos vivos algunos que podemos decir que Miguel Ángel siempre tenía sentimientos, cuando enseñaba a los que no conocían a Chopin, a Beethoven, o a cualquier música clásica, porque tenía una moral y creía en la justicia social y como decía Evita a quien adoraba, “no habrá paz sin justicia social”.

1 Bouvier Paul: Abus sexual et rèsilience, Eres, 1999

2 Melillo A. y Suárez Ojeda, E.N: Resiliencia. Descubriendo las propias fortalezas, Paidós, Lanús,
Argentina, 2001; Melillo Suárez Ojeda, Rodrigo (comp).

Resiliencia y subjetividad; Paidós, Lanús, Argentina, 2004.

3 Cyrulnik, Boris: Los Patitos Feos, Gedisa, 2002

4 Melillo A. y Suárez Ojeda, E. N: Resiliencia, Descubriendo las propias fortalezas, Paidós, Bs. As. 2001

5 Cyrulnik, Boris: La maravilla del Dolor, Gedisa. Barcelona, 2002.

6 Melillo A. y Suárez Ojeda, E.N: Resiliencia, Descubriendo las propias fortalezas, Paidños, Bs. As.. 2001

7 Ibídem

8 ibídem

9 Melillo A. y Suárez Ojeda, E. N: Resiliencia, Descubriendo las propias fortalezas, Paidós, Bs. As. 2001

10 Rodó, José E: Liberalismo y jacobinismo, Biblioteca Artigas, Montevideo, 1964.

11 ibidem

12 ibidem

 

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