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Aquel 26, entre la censura y la intrepidez del periodismo

De no haber ocurrido el ataque al cuartel Moncada, aquella mañana del 26 de julio de 1953, la labor reporteril de Martha Rojas habría quedado solo para la cobertura de las fiestas carnavalescas de Santiago de Cuba, que era la tarea que le había sido encomendada; pero la vida quiso que en lugar de fuegos artificiales se escucharan disparos y en un acto de perspicacia periodística singular, ella y el fotógrafo de Bohemia Francisco (Panchito) Cano, tomaran las instantáneas que conocemos del suceso y se contaran con toda claridad los hechos allí acontecidos.

Francisco (Panchito) Cano.

Juntos habían logrado esconder los rollos fotográficos del recorrido por el “teatro de los hechos” que prepararon los militares de la fortaleza para mostrarle a la prensa, uno que la reportera recuerda como plagado de “cadáveres de los revolucionarios macerados por las torturas y heridos con armas de fuego, pero a simple vista se comprendía que los habían vestido con uniformes nuevos, después de haberles dado muerte; ningún uniforme tenía huellas de bala”.

¿Qué supo la opinión pública de los sucesos del 26 de julio?

La censura y la campaña de descrédito en contra del movimiento de jóvenes asaltantes no se hicieron esperar, en el intento por desinformar sobre la verdad de los hechos.

El periódico Prensa Universal, en un cuadro destacado, decía en su primera edición después de los sucesos del Moncada: “A nuestros lectores: Con motivo de una disposición superior nos vemos imposibilitados de ofrecer a nuestros lectores la amplia información gráfica que obra en nuestro poder, donde recogemos interesantes aspectos de los trágicos sucesos registrados en el día de ayer en el frustrado asalto al cuartel Moncada”.

El 28 de julio, esta misma publicación desplegó el siguiente titular: “Ocupan material de guerra en un barco que llegó de Canadá”. Al detallar la supuesta carga incautada precisó el hallazgo de: “Miles de guantes usados para ocultar huellas digitales y deflagración de pólvora”; así como de “bursato de cobalto, un material radioactivo de índole atómico”.

El diario Noticias de Hoy, del Partido Socialista Popular, fue clausurado el lunes 27 de julio. Diario de Cuba, otro de los periódicos santiagueros, no pudo publicar información gráfica; la cámara de su fotorreportero Ocaña fue destrozada por un casquito en el “Moncada”. En La Habana la censura se extendió a los diarios El Mundo, Prensa Libre y Pueblo.

Otros diarios replicaron las declaraciones del jefe del regimiento oriental, coronel Alberto del Río Chaviano, en las que afirmó que el mandatario depuesto por Batista, Carlos Prío Socarrás, había financiado con un millón de pesos a los revolucionarios.

En lo sucesivo aparecieron titulares que anunciaban la muerte de Fidel y diversas informaciones sobre la situación en los distintos municipios el 26 de Julio. Un corresponsal de prensa de Jiguaní informó que desde que se conoció el hecho del asalto en horas de la mañana fueron tomadas militarmente las calles del poblado y comenzó el registro a todos los vehículos y transeúntes por parte de la policía.

Por su parte, otro corresponsal en Manzanillo decía que esa ciudad también era recorrida por patrullas desde horas de la tarde del 26, y se había desalojado al público de todos los establecimientos comerciales y otros centros de reunión. Pudo saberse que unas 20 personas estaban detenidas en el cuartel de la Guardia Rural, sin que se hubieran dado a conocer sus nombres.

También llegaban referencias de un “complot” revolucionario en Guantánamo en apoyo a los asaltantes. Sin más detalles, entonces.

De Holguín se reportó la orden de acuartelamiento de las fuerzas del ejército y la policía, el registro de los vehículos que transitaran por las calles o carreteras y el arresto de las personas señaladas como oposicionistas o activistas revolucionarios. Esta orden se hizo extensiva a toda la provincia de Oriente y, en general, a la Isla.

Las estaciones de radio y las centrales de servicio telefónico de larga distancia también fueron tomadas militarmente. Se advertía un movimiento extraordinario de la fuerza pública.

Esa vez que una foto salvó dos vidas

Aquel 26, mientras Chaviano preparaba el informe, Panchito había pedido ir al sanitario y de camino hacia allá vio a dos jóvenes -Haydeé Santamaría y Melba Hernández- bajo la custodia de los guardias. Cuenta Martha Rojas en entrevista a Cubadebate que cuando él llegó a la sala de la conferencia le comunicó lo que había visto y ella realizó el mismo recorrido para constatar que las dos muchachas existían.

Durante la conferencia, la joven preguntó a Chaviano por las mujeres y él contestó que no había nadie vivo, lo que rectificó un momento después al decir que tal vez habían sido capturadas después del asalto.

Marta Rojas mientras preguntaba al coronel Chaviano sobre las muchachas presas.

Rojas evoca un recuerdo grato sobre esta anécdota, al comentar que años después se reencontró con Haydeé y Melba y le preguntaron por la foto, a lo que ella contestó que no había ninguna foto de ellas y las jóvenes le confesaron que aquel mismo 26 un guardia les había dicho que seguían vivas porque el fotógrafo las había retratado.

La revista Bohemia publicó un fotorreportaje el dos de agosto de 1953, ninguna de Melba y Haydeé, a partir de imágenes tomadas por Panchito Cano en el “Moncada”, que mostraban la verdadera esencia de la masacre desatada contra los jóvenes asaltantes.

Rojas rememora un encuentro con Río Chaviano quien nunca olvidó el engaño al preguntarle: “¿Tú no eres la muchachita que estaba en el ‘Moncada’? Te recomiendo que no andes con malas compañías”.

El nueve de agosto Bohemia publicó otro material, muy editado y ambiguo y guardó los originales de Martha y las fotos no divulgadas de Panchito. Aunque el primero de noviembre, en la reaparecida sección En Cuba, redactada por la joven reportera, se incluyó una versión de los sucesos, sobre la base de la cobertura de la Causa 37 contra los asaltantes, estos reportajes solo pudieron ver la luz íntegramente en enero de 1959, en las llamadas Ediciones de la Libertad.

Por Vania López Díaz (periódico Guerrillero).

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