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Las afiladas espinas del emperador

No se le pude decir locos a los sinvergüenzas, digo, a menos que se trate de alguien con un poco o un mucho de ambas cosas. Pero aun así habría que sopesarlo. Hecho el enunciado, en seguida uno piensa en Donald Trump, su irresponsabilidad y cinismo, suficiente para otra docena de dementes o malandrines. Todo empeora cuando hay cómplices y el presidente los tiene. Sus sombras o ecos no menos descocados, son los dos Mike: Pence y Pompeo.

Por fortuna no todos los republicanos se sienten cómodos con las barrabasadas y temeridades del presidente y pusieron a circular un video donde critican de forma ácida el modo en que el presidente ha manejado la calamidad provocada por el Covid-19, “Más de 60,000 estadounidenses murieron de un virus mortal que Donald Trump ignoró”, se afirma en la narración bajo el título “Luto en Estados Unidos”.

La afirmación tiene que ver con lo descrito por el doctor Rick Bright, uno entre los primeros en advertir sobre el virus y quien fuera cesado en sus funciones al insistir en la urgencia de frenar la expansión de la enfermedad y al poner en tela de juicio la receta defendida por Trump.

“Bajo la dirección de Donald Trump, el país es más débil, más enfermo y más pobre“, afirman esos críticos del mandatario, un hecho notable por cuanto hace muy poco, el senado, con mayoría republicana, salvó a Trump de un juicio político, su posible destitución, debido a incurrir en abuso de poder y obstrucción a los investigadores del Congreso, al negarles documentos y testimonios al expediente abierto por los demócratas.

La crítica, con menos de dos minutos de duración, fue visitada por unas cinco millones de personas en las primeras horas de ser difundida y, por igual, la reenvió similar cantidad de ciudadanos que premiaron con los correspondientes me gusta la denuncia sobre la crisis sanitaria y, en general, el antes-ahora económico encabezado por Trump.

Como era de esperar, Donald replicó airado contra el cuestionamiento del que fue objeto en las redes sociales. Irritadísimo dijo a la prensa: “Cambiaría el nombre del grupo responsable del vídeo para llamarlos ‘Proyecto perdedores’. “Son perdedores republicanos”.

Debe mortificarle bastante que si antes lo defendieron ante el impeachment, le cuestionen cuando batalla por irrumpir triunfador en las presidenciales de noviembre. En los hechos, Trump es el único candidato de los conservadores. Eso convierte en muy significativa la imputación e induce a imaginar que el repudio al status prevaleciente, supera al deseo de mantener el poder en manos de ese partido.

Hubiera sido mejor mantenerse callado sobre el tema, pero para un narcisista habituado a funcionar fuera de todo protocolo, le es imposible hacer gala de un talante decoroso.

Este suceso coincide con su determinación de desarticular el equipo de científicos que viene orientando el modo de encarar la epidemia. Una task force, creada un poco tarde, sí, pero con peso en las determinaciones apriorísticas asumidas posteriormente.

En Arizona, donde el presidente estaba de visita, dijo ante la prensa que sopesaba sustituir a ese grupo (donde solo hay dos expertos, los demás son funcionarios capitaneados por Pence) y crear otro equipo, encaminado solo a lo económico. Dejó en el aire si aceptará sugerencias de los expertos médicos en lo adelante, habida cuenta de que el pico de la pandemia se resiste a ceder.

Sumamente expuesto que desmantele esa asesoría cuando el destacado epidemiólogo Anthony Fauci, alerta sobre otra oleada del coronavirus, momento solo manejable si ahora se toman las debidas precauciones sanitarias.

Mike Pence, por su parte, alegó que ya la administración había tenido muchísimo éxito en la materia, magnificando el trabajo gubernamental, en la praxis tardío y flojo, y dejando a un lado las recientes advertencias de los conocedores.

Se refiere a un triunfo falso, el mismo día en que murieron más de dos mil norteamericanos por esta enfermedad, cifra superior a la de días y semanas anteriores, elevando los fallecimientos por encima de los 72 000 mientras los contagiados se reportan en el orden de los 2 millones y medio.

Fauci se atrevió a discrepar de los devaneos de Trump y ello pesa en la determinación de impedirle que testimonie ante investigadores de una comisión del Congreso sobre el manejo de este asunto y se supone, también sea parte de los motivos para apartarle del entorno ejecutivo. El destacado científico está usando guardaespaldas tras recibir amenazas de muerte por atreverse a desdecir a Trump.

Está probado. El presidente genera ese tipo de reacciones desproporcionadas y de torcida moralidad.

Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Contagiosas, dejó expuesto: “Es inevitable que el coronavirus regrese la próxima temporada. Y cuando lo haga, el cómo lo manejemos determinará nuestro destino”.

Si para entonces hemos puesto en pie todas las medidas correctivas que se necesitan para abordar esto, entonces nos debería ir razonablemente bien”. Pero “Si no hacemos eso con éxito, podríamos enfrentarnos a un mal otoño y un mal invierno”, advirtió.

Su criterio está en línea con la de varios especialistas, entre ellos Lothar Wieiler, presidente del Instituto Robert Kock, en Alemania, a cargo de supervisar los trabajos de su país en el enfrentamiento a la pandemia y quien destacó hasta una eventual tercera oleada. Ello obliga a mantener las precauciones en activo.

Mientras estos razonamientos y temores ocurrían, surge otra expresión de decencia y sentido de responsabilidad entre los legisladores estadounidenses. Un grupo de demócratas suscribió una carta a los secretarios de Estado, Mike Pompeo, y del Tesoro, Steven Mnuchin, convocándoles a no impedir el suministro o compra de recursos médicos a países sancionados por EE.UU.

“Escribimos para instarlos a que confirmen de inmediato que las compañías y los trabajadores humanitarios de todo el mundo no están impedidos por la ley, regulación o la política de Estados Unidos, de proporcionar equipos médicos, alimentos, otros artículos humanitarios e información de salud pública a Cuba”, dice el llamado, particularizando a la Mayor de las Antillas por los crueles impedimentos ordenados por la Casa Blanca.

Se basan en informes conocidos, y reportes de empresas de varios países, amenazadas por dictámenes extraterritoriales para impedir el suministro de bienes a Cuba en su combate contra el Sars-Cov-2.

No es la única demanda demócrata ante el accionar de Trump. La anormal y compleja situación, lleva a distintos legisladores y colectividades diversas en el mundo, a pedir el cese del sexagenario bloqueo contra la Isla, o de las sanciones que pesan sobre otros países. Organismos internacionales se suman y piden, además, alivio para la deuda externa tercermundista y una mayor colaboración en la etapa venidera para recuperar la normalidad.

El pesimismo impera en una gran cantidad de analistas, y académicos. Si Donald Trump, con sus guerras comerciales, exigencias desmesuradas en materia militar, o sus muchas insensateces y codicia, apuñalaron el multilateralismo, el fenómeno sanitario por concluir, remata esperanzas civilizadas y civilizatorias. Esto es, según la academia de la lengua: Mejorar la formación y comportamiento de personas o grupos sociales.

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