IDIOMA ESPAÑOL

De nuestros medios/ Un alerta ante la banalidad y la chabacanería

GroseriasNo descuidemos la cortesía, la armonía en el vestir, en los gestos, en el hablar, y en causar en los demás una favorable impresión para lograr una convivencia más diáfana, porque la imagen personal representa el primer mensaje comunicativo entre las personas.
Cuando un individuo se presenta ante otro, antes de mediar palabras, está trasmitiendo una serie de mensajes a través de su forma de vestir, sus gestos, su carácter, la forma de gesticular, de mirar.

Sucede que últimamente se ha propagado y va in crescendo el gusto por lo banal, por lo chabacano y no solo en la manera de vestir, sino también en la forma de hablar y de comportarse.

Existen algunos segmentos de la sociedad que consideran que están en el último grito de la moda cuando muestran una dentadura llena de enchapes de oro o de plata, o cuando hacen gala de su desfachatez al vestirse de forma escandalosa y manifestar su irrespeto por las normas de convivencia social.

Expresiones tales como: por favor, gracias , pase usted primero, buenos días , con su permiso, están ausentes del vocabulario de muchos, cual si fueran a caer en extinción.

Aquellos tiempos en que el cubano decía un piropo gentil con ese gracejo innato de los nacidos en esta Isla, han quedado atrás.
Desgraciadamente, hay valores perdurables que desdeñan las personas de escaso o ningún mérito.

Y en esta relación se inscriben desde la decencia en el vestir, en el decir y en el comportamiento, sin dejarnos atrapar por los
desenfrenos de la moda, de la vulgaridad y de la falta de decoro.

¿Será que la caballerosidad va quedando como una cualidad obsoleta? ¿La identificarán, tal vez, como algo de “gente vieja”?
Mucha publicidad televisiva y en medios de información llaman a la reflexión cuando muestran situaciones que ocurren a diario, como abrir la puerta de un auto para que sea la mujer quien se siente primero, o la impavidez de un conductor de ómnibus ante la protesta de pasajeros que viajan aturdidos por el alto volumen de la música, que por demás resulta poco edificante por su letra.

Y no quiero decir que la mayoría de los textos musicalizados sean tejidos a base de vulgaridad o chabacanería. Si bien hay algunos que responden a ese mundillo de marginalidad, existen otros hilvanados con las más hermosas metáforas, capaces de regalarnos un mensaje de paz y ternura.

Sin embargo, tanto en el ómnibus, en una fiesta organizada por un centro de trabajo o en una discoteca resuena aquello que hiere el oído, y esto se escucha también por radioemisoras en algunos espacios musicales. ¿A qué se debe? Pues queda al libre albedrío del musicalizador y de quien está al frente de la animación escoger los números que a ellos les gustan.

Representa un problema que debe llamar a la reflexión y no ser una preocupación de algunos que rechazan esas manifestaciones inadecuadas de convivencia social, sino un asunto que involucre a la comunidad para que, en conjunto, enfrente tales indisciplinas.

María Elena Balán Saínz/ Agencia Cubana de Noticias

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Redacción Cubaperiodistas
Sitio de la Unión de Periodistas de Cuba

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