FIEL DEL LENGUAJE

Fiel del Lenguaje 2: Lo, la, les

Para esta columna lo difícil no será hallar temas, sino seleccionarlos. En ella cabe atender todo cuanto empañe la comunicación, aunque, por sonados o frecuentes, algunos errores se hagan sentir más que otros. La nota de hoy se dedica a dos de las faltas de concordancia gramatical que abundan: una, en el empleo de lo, no el artículo neutro, que no diferencia número ni género —“lo sabio que es”, “lo sabios que son”, “lo sabia que es”, “lo sabias que son”—, sino el pronombre personal; otra, en el uso de le, también pronombre.

Mientras que le exige marcas de número (le y les) —no se aborda aquí el pulseo entre leísmo y laísmo—, en lo funcionan número (los y las) y género (lo y la), según el nombre que sea sustituido. Pero muchas veces nombres en singular se representan indebidamente con los plurales los o las, desconociendo que, si se habla, por ejemplo, de un solo texto o de una sola noticia, lo correcto es escribir: “Se lo dejo a ustedes para su análisis”, o “Se la dejo a ustedes para su valoración”. Y tal pifia suele acompañar al mal empleo de le, en singular, cuando lo correcto es el plural les: “Les dejo a ustedes”, no “Le dejo a ustedes…”. Sería pertinente le si el enunciado fuese “Le dejo a usted”.

Pero en lo tocante a lo, reiteremos que, aunque la lectura o el examen se encarguen a varias personas, no a una sola, si lo indicado para la tarea es singular debe sustituirse por lo, singular, como en los ejemplos antes vistos. Acaso se comprenda más fácilmente expresado con otro giro: “Les dejo el texto para que lo analicen”, o “Les dejo la noticia para que la lean”.

En cambio, si se hablara de textos o noticias, en plural, sí procedería usar los plurales los o las, bien se encomiende la tarea a una sola persona o a varias: “Se los dejo a usted para que los analice” o “Se las dejo a ustedes para que las valoren”. Lo que vale decir sobre lo y la vale también para los y las, pero por sentido práctico y afán de agilidad los ejemplos con que a continuación se intenta explicar el origen del uso, erróneo, de los plurales los y las al sustituir nombres en singular, solamente apuntan a eso, al número, pues en el género no suele darse una confusión similar.

La incorrección de los en lugar de lo ocurre particularmente en enunciados donde el complemento indirecto es plural —“a ustedes”, digamos—, y se aplica igual número al directo, aunque sea singular, cuando es el plural del indirecto el que reclama ser marcado, y esto se hace con les, como ya se apuntó: “Les dejo a ustedes los textos para que los analicen” o “Les dejo el texto para que lo analicen”. Si textos y texto se remplazan por el pronombre correspondiente, el primero debe dar paso a los: “Se los dejo a ustedes” o “Se los dejo a usted”; el segundo, a lo: “Se lo dejo a ustedes” o “Se lo dejo a usted”, con independencia, en ambos, del número del complemento indirecto.

En todos esos ejemplos le y les se convierten en se, y ello evita sufrir impertinencias como estas: “Le lo dejo a usted”, “Les lo dejo a ustedes”, “Le los dejo a usted” y “Les los dejo a ustedes”. El lenguaje —en cuyo desarrollo influye la ley del menor esfuerzo, no la del mayor descuido— rechaza la cacofonía, y el aparato articulatorio agradece el alivio. El mejor modo de corresponder a tal generosidad del idioma será, pues, cuidarlo, y en ese deber se inscribe respetar las normas gramaticales para que lo dicho o escrito funcione eficazmente.

Al menos otra falta de concordancia que inunda la escritura y el habla, hasta en personas de reconocida preparación, requiere ser tratada en texto aparte, y lo será. Por ahora, lectoras y lectores tendrán la bondad de perdonar al columnista, que también se cansa, y habría disfrutado ahorrarse tantos detalles y reiteraciones machaconas, solo que no halla cómo hacerlo, y la realidad no se lo aconseja. Son demasiadas las veces que en el decir cotidiano y en la prensa, y hasta en libros de preparación y edición reposadas, irrumpen las pifias que hoy ha procurado poner sobre el tapete, para que no se repitan.

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Luis Toledo Sande
Escritor, investigador y periodista cubano. Doctor en Ciencias Filológicas por la Universidad de La Habana. Autor de varios libros de distintos géneros. Ha ejercido la docencia universitaria y ha sido director del Centro de Estudios Martianos y subdirector de la revista Casa de las Américas. En la diplomacia se ha desempeñado como consejero cultural de la Embajada de Cuba en España. Entre otros reconocimientos ha recibido la Distinción Por la Cultura Nacional y el Premio de la Crítica de Ciencias Sociales, este último por su libro Cesto de llamas. Biografía de José Martí. (Velasco, Holguín, 1950).

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