LA CRONICA

Surtidor

La tapa del libro es negra, y uno imagina la extensión del espacio cósmico al mirarla, ¿será porque es preludio de infinitudes íntimas, reflexivas, líricas? En la foto, sentado en una butaca plegable de tela beige, que es seguramente por su textura una loneta resistente,  de espaldas al rostro del libro, y mirando a los ventanales que dan a la luz, junto a los armarios abarrotados de libros, está Volodia Teitelboim, el chileno entrañable que se encuentra en Cuba, invitado al Premio Casa de las Américas y que hace unos pocos días, en la presentación del jurado de ese encuentro literario continental, evocó los 400 años de El Quijote, y el perfil solidario que puede reconocerse en el personaje de la novela de Cervantes y de la Revolución cubana.

Viéndolo así, con su imperturbable gorra bolchevique de siempre, mirando al día, recuerdo versos de Rafael Alberti que lo definen de cuerpo y alma enteros: “No quisiera vivir en escapada,/ no me fuera posible aunque quisiera,/ Yo soy un hombre de la madrugada,/ comprometido con la luz primera/”.

Como Premio Nacional de Literatura 2002, y destacado memorialista, lo presentan las Ediciones Lom, de Santiago de Chile. “Lom -aclara la página de créditos- es palabra de la lengua yamana que significa Sol”, y uno vislumbra feliz la coincidencia entre ese título y las páginas que siguen como iluminaciones a una vida intensa, maravilla que discurre en nuestro tiempo.

Fragmentos del eslabón perdido, historia de una apostasía (poemas encontrados), se titula el libro que ha puesto en mis manos anoche, con una advertencia de relámpago. “La apostasía no es política” —me dice en tono convincente, para aclarar después que se refiere a un momento de su juventud en que pensó que no debía escribir más poesía—. Volodia dice que este volumen se refiere a la poesía escrita en la lejana adolescencia y en su primera juventud. Naín Nómez que escribe en la contracubierta apunta que por las páginas de “esta breve pero intensa biografía de sus años juveniles que acompaña a sus poemas encontrados, desfilan personajes históricos y literarios que el poeta y ensayista conoció en vida como Huidobro, Neruda, Pablo de Rokha, Anguita o Gonzalo Rojas y otros, cuya obra y ejemplo alimentaron sus utopías como Rubén Darío, André Bretón, Paul Eluard, Guillaume Apollinaire, César Vallejo, Louis Aragón o Marcel Proust… Su testimonio en vivo de una época crucial en la historia del país, del continente y del mundo (la de la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Civil Española, la República Socialista en Chile, los Frentes Populares, etc.) se integra con el rescate de un puñado de poemas publicados por el autor en diferentes revistas, en los cuales se aprecia su vena lírica, siempre ligada a temas cruciales como el amor por la vida, la presencia de la muerte y la solidaridad del precoz revolucionario”.

Después de leer esas palabras, ya tiene uno la idea exacta de esas páginas como pozo profundo y surtidor de ideas. (Originalmente publicado en Juventud Rebelde, 2002).

Imagen de portada: Ilustración de Isis de Lázaro.

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Katiuska Blanco Castiñeira
Katiuska Blanco Castiñeira (La Habana, 1964). Periodista y ensayista. Fue corresponsal de guerra en Angola y redactora del diario Granma durante más de diez años. Es autora de libros como Ángel, la raíz gallega de Fidel, Fidel Castro Ruz, guerrillero del tiempo. Conversaciones con el líder histórico de la Revolución Cubana, y Todo el tiempo de los cedros. Paisaje familiar de Fidel Castro Ruz.

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