COLUMNISTAS

Guerras

Se va un año y entra otro, pero las guerras continúan, crecen y siguen haciendo valer su condición de herramienta geopolítica y macabra maquinaria de construcción de poder y hegemonía.

La última del 2023 arrancó el siete de octubre pasado. Fue un sorpresivo ataque de la organización política y militar palestina Hamás, mientras los israelíes festejaban la fiesta de Sucot. La acción dejó más 1.200 muertos (de ellos unos 350 militares) y más de 240 secuestrados, informaron entonces agencias de noticias.

A ello le siguió la respuesta sionista de tierra arrasada que viene realizando desde entonces con los bombardeos más intensos sobre el territorio palestino de la franja de Gaza en 75 años de conflicto. La acción genocida ha dejado hasta los primeros días de enero más de 15 mil muertos y unos dos millones de desplazados de guerra.

En Europa continúa la aventura bélica más grave de lo que va de siglo en el mundo: la muy mediática “operación militar especial” que lleva Rusia contra Ucrania, en la cual asisten como “acompañantes de Kiev” Estados Unidos y la OTAN, hasta ahora también sin fecha de caducidad en su etiqueta.

El 2023 deja también en su agenda bélica sin resolver las conflagraciones que se libran en Burkina Faso, Somalia, Sudán, Yemen, Myanmar, Nigeria y Siria; pero están en incubadora muchos otros, tal vez el más peligroso es el de Irán que de explotar, la onda expansiva pudiera  conmocionar el Medio Oriente y más allá.

Vale llamar la atención sobre la situación explosiva en el Mar Rojo (que se ha ido extendiendo al Mar Arábigo, el Golfo de Adén y el Océano Índico), por donde transita el doce del comercio mundial hacia el obligado cruce del Canal de Suez.

Allí la guerrilla acuática de los huties, organización armada con base en Yemen, no solo dirige sus acciones de piratería sobre los buques mercantes, sino también desafía con sus ataques relámpagos a una armada conformada por diez países (con portaviones y todo) la mayoría de ellas potencias navales de la OTAN, que patrulla esas aguas. Fuentes de los rebeldes yemeníes señalaron que la intensificación de sus ataques contra barcos en el Mar Rojo es en venganza contra Israel por su campaña militar en Gaza, dijo la CNN.

¡Ojo con el Esequibo!, la reverdecida disputa territorial entre Caracas y Georgetown (petróleo y política mediante) puede saltar de la mesa de negociaciones al cruce de espadas; basta copiar la señal dada por Londres al mandar un barco de guerra a Guyana, bravuconada que trasluce un trasnochado delirio imperial.

Asia al vapor

El mapamundi de este 2024 muestra otras zonas con olor a pólvora. En la región Asia-Pacífico sigue sonando el viejo conflicto coreano; mientras, la reivindicación china sobre Taiwán mantiene vivo el muy peligroso estira y encoge entre Beijing y Washington, pues donde hay armas nucleares por medio, el cantar podría ser otro. (Un dato de interés: se estima que las potencias nucleares poseen 19 mil ojivas, de ellas más de cuatro mil están operativas).

En la zona del Pacífico-Índico surgió en 2021 la AUKUS (en inglés: Australia-United Kingdom-United States), alianza estratégica militar (digamos, hasta familiar), que se dice aspirar a detener el creciente poderío militar del gigante asiático y su influencia en el área de referencia.

En ese grupo no se descarta como invitado Japón, país donde el presupuesto de Defensa para este año marca un gasto récord de 7,7 billones de yenes (49.190 millones de euros), como sustento de la estrategia nipona de rearme en el contexto de la escalada armamentística regional, señaló la agencia EFE.

Y, atención, AUKUS podría darle la misma condición nipona a su carnal OTAN, si el zapato apretara.

Si donde hubo candela cenizas quedan, en Asia Central no pueden descartarse la reaparición de viejos conflictos fronterizos, étnicos y/o religiosos. Un ejemplo es el de Cachemira referido a la disputa territorial entre India y Pakistán sobre la región de referencia.

Igualmente, entre India y la República Popular China sobre la región de Ladakh del mismo estado indio. Súmese los contenciosos sobre las Islas Spratly, que tiene en disputa a China, Filipina, Vietnam, Taiwán y Malasia.

No es descartable la reanimación de estallidos bélicos en la geopolíticamente estratégica zona del Cáucaso donde conviven Armenia, Azerbaiyán, Chechenia, Georgia y Rusia. Los enemigos de siempre del gigante euroasiático atizan periódicamente la confrontación militar allí, que ahora vendrían como anillo al dedo en la retaguardia rusa para restarle fuerzas en el frente ucraniano.

Para ello se valen de viejas disputas territoriales, étnicas, culturales, religiosas, sociales, económicas asociadas también a problemas dejados por medidas erróneas aplicadas por la ex URSS en esas repúblicas cuando integraban la Unión Soviética.

África bélica

Entre las guerras que continúan en el recién estrenado dos mil veinticuatro están las que discurren en el rico continente africano. Entre las más significativas están la que se libran en la región del Sahel del norte africano, donde están involucrados diez países: Burkina Faso, Mauritania, Senegal, Mali, Níger, Nigeria, Chad, Sudán, Eritrea y Etiopía.

En los enfrentamientos participan grupos vinculados a Al Qaeda y el Estado Islámico, entre otras fuerzas extremistas; desde luego, allí están detrás del telón o no, las antiguas metrópolis coloniales, las trasnacionales, entre otros poderes fácticos emergentes.

Como resume el analista de temas internacionales, el colega Jorge Gómez Barata, todas las tragedias que afectan a la humanidad: pobreza, hambre, analfabetismo, guerras, militarismo, cambio climático, conflictos internos, caudillismo, inestabilidad política, separatismo, estancamiento económico, racismo, violencia de género, terrorismo e intromisión extranjera, están presentes en África. Y una que es exclusiva de ella es la vigencia de la herencia colonial.

Las muertes hablan

El genocidio en Ruanda contra la población tutsis, calculado en más de medio millón asesinatos entre el siete de abril y el quince julio de mil novecientos noventa y cuatro, sigue siendo un macabro precedente bélico.

Pero las guerras ruso-ucraniana y la de Etiopía contra el Frente de Liberación del Pueblo Tigray, con más de ochenta mil y cien mil muertos, respectivamente, cerraron el dos mil veintidós como el más letal en lo que va de siglo, señaló el Journal of Peace Research, publicado en Oslo, Noruega, citado por la BBC Noticias.

Ese record quedará atrás al cotejar las cifras del año recién concluido, a juzgar por las noticias sobre la continuada barbarie sionistas sobre la población palestina en la franja de Gaza.

Este trabajo es apenas un breve recuento de lo que nos llevamos como carga pesada para este año.  Pero en perspectiva resulta revelador saber lo que nos espera:

El gasto militar mundial creció por octavo año consecutivo en 2022 a un máximo histórico de 2,24 billones de dólares, con un marcado aumento en Europa, informó el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo. Por países Estados Unidos, China y Rusia, en ese orden, subieron al podio del medallero. Pronto veremos los datos finales del 2023 y con ellos tendremos el horizonte del 2024.

Solo existe una alternativa para acabar con las guerras en el planeta. La dio el líder histórico de la Revolución Fidel Castro ante la Asamblea General de la ONU, el 26 de septiembre de 1960: ¡Desaparezca la filosofía del despojo, y habrá desaparecido la filosofía de la guerra!

Foto de portada: Mahmud Hams/AFP

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Roger Ricardo Luis
DrC. Roger Ricardo Luis. Profesor Titular de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. Jefe de la Disciplina de Periodismo Impreso y Agencias. Dos veces Premio Latinoamericano de Periodismo José Martí.

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