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Es la tele, estúpida

En la última legislatura, el Gobierno ha subido el salario mínimo en un cincuenta por ciento, ha renovado el sistema de pensiones, ha hecho una reforma laboral con un incremento de más de dos millones de contratos indefinidos y ha impulsado un cambio en la legislación sobre el consentimiento sexual pionera en Europa. Sin embargo, en el autobús, en los bares y en la calle se habla de «miles» de violadores excarcelados y de ETA.

En el último mes, un partido de extrema derecha que fomenta el racismo, el negacionismo de la violencia machista, la desigualdad de género y que rompe el consenso sobre derechos humanos y libertades fundamentales en el que se asienta nuestra Estado de Derecho puede llegar a gobernar en seis comunidades autónomas y en centenares de ciudades y pueblos a lo largo del territorio español. Pero en las casas, a la hora de comer, se habla de etarras que se presentan a las elecciones, del autoritarismo de Pedro Sánchez y de las broncas en Sumar.

Esta desvinculación de la opinión pública de sus problemas reales se debe seguramente a un amplio conjunto de factores sociales y culturales, pero no debemos olvidar el papel que cumplen los medios tradicionales de comunicación de masas, en particular la televisión. En la era de las redes sociales, de los videojuegos y las plataformas, podemos comprobar que los discursos dominantes en Twitter y el relato que se cuela por las rendijas de Tiktok es prácticamente calcado del que se escucha en las tertulias mañaneras de Telecinco o en los programas de entretenimiento de Antena 3. Y, por supuesto, en los informativos de todas las radios y televisiones. La «agenda setting» sigue funcionando y además se viraliza a través de otras redes, para llegar a públicos que ya no acceden directamente a los contenidos de los medios tradicionales.

La manera en la que se establece esta agenda puede observarse en las grandes cadenas nacionales de televisión y también en las más pequeñas. En este artículo nos detenemos en un ejemplo quizás modesto, pero creo que muy ilustrativo de lo que está pasando en el panorama mediático de nuestro país. Canal Sur Televisión, la televisión pública andaluza, lleva unos cuatro años funcionando como un laboratorio donde se ensayan técnicas informativas que pueden resultar bastante burdas pero que, objetivamente y vistos los resultados electorales y el estado de opinión de muchas ciudadanas y ciudadanos andaluces, parecen dar buen resultado. No es que en períodos anteriores no se haya manipulado la información y a las espectadoras y espectadores, pero lo cierto es que el grado o intensidad actual no parecen comparables.

Las técnicas que se utilizan tienen como objetivo favorecer la imagen del partido que sustenta el gobierno andaluz, de su presidente en particular, minimizar las críticas y propagar y reforzar los discursos políticos, sociales y económicos que diseñan sus responsables de comunicación.

Lo primero que observamos, más agudizado en los últimos años, es una ausencia prácticamente absoluta de la sociedad civil en el panorama informativo de la cadena. No hay apenas presencia de asociaciones de vecinos, sociales, culturales, ongs o sindicatos, con la obvia excepción de las cofradías de Semana Santa. No aparecen por tanto reivindicaciones ni críticas a la administración en los informativos. Las convocatorias de las mareas blancas por la sanidad andaluza, las protestas por el deterioro de la atención primaria o las huelgas anunciadas por los sanitarios se han obviado o reducido su presencia a pocas imágenes en algún lugar poco destacado de los informativos. Siempre en formato «colas» de 20 o 30 segundos (imágenes con texto que lee directamente la presentadora o presentador); si aparecen declaraciones son generalmente de políticos, no de profesionales sanitarios; y siempre con amplias explicaciones de representantes del Gobierno andaluz para cerrar el bloque. Se ha seguido un procedimiento similar con las reivindicaciones sobre la educación pública, las universidades o la situación laboral de los agentes forestales.

Como reverso de la moneda, hay un sobredimensionamiento de la información institucional, en particular de todo lo que el gobierno andaluz considera logros y buena gestión. Así sucedió con la vacunación durante la pandemia o con el «Pacto por el impulso de Andalucía». Sin embargo, se evitan los temas polémicos o que implican críticas o fallos de esta gestión. Aquí observamos que, por sistema, las noticias negativas simplemente no se emiten o se emiten con retraso de varios días. Si se emiten no se explican ni se contextualizan y a menudo se emite directamente la respuesta del gobierno a esa noticia sin que esta se haya explicado, con lo cual simplemente el espectador no entiende lo que está pasando. Esto se observa con el tratamiento de la Proposición de Ley para legalizar regadíos en la corona norte del Parque Nacional de Doñana, uno de los grandes errores del Gobierno andaluz en los últimos años.

El tratamiento del tema Doñana ha sido un ejemplo digno de estudiar en las facultades de Comunicación. La polémica siempre se trata de forma superficial, sin explicar lo que significa realmente la ley que proponen PP y Vox y, por supuesto, lo que dicen los científicos y los ecologistas. Durante los días en los que se habló del asunto, abundaron las manifestaciones de políticos y cargos del gobierno, sin apenas presencia de los otros. El 10 de abril, cuando se reúne el Consejo de Participación de Doñana para debatir la ley y finalmente pronunciarse en contra de ella, el informativo de mediodía emite solo unas «colas» a mediados del programa, a pesar de que era portada en todos los medios andaluces e incluso en los nacionales. Es curioso también que en ningún momento se explica el rechazo, simplemente se dice textualmente «aborda esta mañana la ley» y es rematado por declaraciones del consejero de Medio Ambiente de la Junta, asegurando que el proyecto no perjudica al parque nacional. Ese día, sin embargo, se da en portada la noticia de un recurso de la Junta contra la limitación del trasvase Tajo Segura del Gobierno central. Al día siguiente no se emite nada sobre el tema, aunque sí se dan noticias como la indignación por la parodia de TV3 sobre la Virgen del Rocío. Al siguiente, se vuelve con una concentración de agricultores a favor del proyecto de la Junta; los siguientes días solo declaraciones de los políticos en el Parlamento. El 14 se emiten unas declaraciones del mismo consejero contestando a algo que dice el presidente Sánchez, que por supuesto no se emite, con lo que la polémica no se acaba de entender. Y finalmente después se decide por fin emitir un panel comentado por una presentadora para supuestamente explicar la proposición de ley y sus efectos en el parque en unos pocos segundos. Cosa que por supuesto tampoco se consigue, porque lo que hace es volver a explicar los argumentos del Gobierno andaluz. Y las y los andaluces siguen sin entender qué pasa.

Pero la guinda del asunto fue un panel emitido el día 20 en el que supuestamente se desmontaban «bulos» sobre el proyecto de ley. Claro que estos «bulos» eran simplemente las afirmaciones de ecologistas, científicos y oposición. La Junta Electoral Central incluso apercibió días después a Canal Sur por mantener una «posición partidista» respecto a Doñana. Estábamos en precampaña de las elecciones municipales.

Otra de las tendencias que podemos observar es el tratamiento de determinados temas de actualidad con un sesgo ideológico que claramente coincide con los programas y argumentos del Partido Popular. Por ejemplo, la reciente polémica sobre los vientres de alquiler surgida a raíz de las noticias sobre una habitual de la prensa del corazón. El 30 de marzo se emite una noticia donde se explica con pelos y señales cómo se puede contratar un vientre de alquiler e incluso se le da voz a una empresa que hace negocio con esta práctica, que está prohibida en nuestro país. Ninguna opinión en contra ni nada que sugiera violencia contra la mujer. A la misma vez, el presidente andaluz pide «un debate sereno» sobre la gestación subrogada. Este tratamiento provocó también quejas al defensor de la audiencia.

Incluso el negacionismo de la violencia machista comienza a hacerse un hueco en Canal Sur. Ya hace un tiempo, un tertuliano de la radio aseguró que había más asesinatos de hombres que de mujeres sin que el presentador le replicara nada. Y más recientemente, una tertuliana del debate de la mañana en televisión aseguró que ella no creía que hubiera violencia machista. Tampoco el presentador respondió nada. Curiosamente, los dos hechos tuvieron lugar en momentos en los que el Partido Popular necesitaba a Vox a nivel autonómico o nacional.

La apabullante presencia del presidente de la Junta en los informativos es también digna de estudio. El tiempo total que le dedican multiplica por varias cifras el dedicado a otros políticos o cargos públicos, ya sea visitando empresas, inaugurando obras y, por supuesto, hablando sobre todo tipo de temas andaluces o nacionales. Siempre en contextos positivos y en tono calmado y amable. Siempre aparece con su nombre en diminutivo, «Juanma» y solo su primer apellido, «Moreno», que parece querer aportar cercanía y moderación. A su mujer se la trata casi como primera dama, incluso se llegó a dar una noticia exclusivamente sobre el vestido que lucía en un acto público del Día de Andalucía.

Y, como la otra cara de la moneda, el presidente del Gobierno central apenas aparece en los informativos, ni tampoco sus socios. A no ser que se hable de desacuerdos, claro está. Como en la ley del Solo sí es sí, en la de Vivienda o en pactos con Bildu. Y por supuesto, no hay un violador excarcelado que no tenga su noticia en Canal Sur TV, siempre con alusiones al Gobierno. También a los precios de la energía y a la inflación se le han dedicado portadas y minutos y minutos en los informativos. Pero nada de las grandes leyes que han marcado la legislatura. La ley de Memoria Democrática simplemente se obvió en el informativo de mediodía de Canal Sur TV. La excepción ibérica, la bajada del IVA, la gratuidad del transporte público, el cheque de 200 euros o la subida de pensiones se despachan en colas. Y pocos segundos para la última subida del salario mínimo.

El tratamiento de los datos de desempleo es igualmente ilustrativo. Cada mes, cuando el Gobierno publica los datos del paro, y cada tres meses, cuando se dan a conocer los de la Encuesta de Población Activa, se sigue el mismo procedimiento. Si el paro baja en Andalucía, se emite una noticia completa y declaraciones de consejeros o del mismo presidente. Sin embargo, si sube, se emiten colas o un panel y se obvian las declaraciones. Si en España los datos son buenos, se pasa de puntillas; si son malos, se resaltan.

En definitiva, estos son solo algunos ejemplos de lo que podríamos considerar técnicas de manipulación de la información en Canal Sur. Pero a diario podemos observar muchos más. Pueden resultar simples y es difícil saber hasta qué punto son un conjunto de estrategias bien definidas o el resultado de prácticas caóticas seguidistas del partido en el gobierno. Han sido denunciadas reiteradamente por sindicatos, por el Consejo Profesional del ente público y por diferentes organismos. Y son compartidas hasta cierto punto por otros medios autonómicos, como denuncian cada viernes las trabajadoras y trabajadores de la televisión gallega o en otros tiempos los de Telemadrid. Es difícil comprobar hasta qué punto son capaces de dirigir o conformar adecuadamente la opinión de ciudadanas y ciudadanos, pero lo cierto es que la repetición suele calar y que sus mensajes coinciden al fin y al cabo con los de otras televisiones y radios. Y también es cierto que el gobierno del Partido Popular en Andalucía ha pasado de una minoría que les permitió gobernar en 2018 a una mayoría absoluta en 2022 y que la imagen del presidente andaluz, de ser prácticamente un desconocido, ha salido muy centrada y reforzada en los últimos años. Sin duda, algo habrá tenido que ver la televisión.

Tomado de Mundo Obrero

Foto de portada: Tomada de La Vanguardia

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Eva Rodríguez Godino
Periodista de Canal Sur TV y de Periodistas de CCOO en Andalucía

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