Fidel Castro
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Elvin Fontaine y una tarde sobre Fidel

A continuación podrán consultar la transcripción íntegra del conversatorio con el cual, la Unión de Periodistas de Cuba recordó al Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz. El diálogo tuvo como protagonista al teniente coronel Elvin Fontaine quien fuera miembro de su equipo de escoltas durante 50 años.

Ricardo Ronquillo Bello (presidente de la Unión de Periodistas de Cuba): Buenas tardes, agradecemos a todos los colegas que han llegado hasta la sede de la Unión de Periodistas de Cuba para celebrar, como siempre dice Graciela Ramírez, jefa de la corresponsalía de Resumen Latinoamericano en Cuba,  la vida de Fidel, una vida que todos los cubanos admiramos y honramos extraordinariamente.

Por estos días uno de nuestros colegas, muy joven, director del periódico Juventud Rebelde, escribió en redes, a propósito de la situación en Matanzas, un poema con el que me gustaría empezar este homenaje  porque habla de la vigencia de Fidel, de la presencia de Fidel entre nosotros siempre. Decía Yoerki Sánchez Cuéllar:

 

Yo vi a Fidel en Matanzas,

lo vi en un supertanquero,

yo lo vi junto al bombero

desafiar las acechanzas.

Lo vi coordinando alianzas,

lo vi revisando planos.

Yo vi a Fidel. Vi sus manos,

junto al ángel que lo escuda;

lo vi agradecer la ayuda

de verdaderos hermanos.

 

Yo vi a Fidel en vigilia,

sereno, resuelto, erguido…

Yo vi a Fidel conmovido

abrazar a una familia.

Lo vi al lado del que auxilia.

No lo duden… ¡Era él!

Lo vi junto a Díaz-Canel

multiplicando esperanzas.

Yo vi a Fidel en Matanzas.

¡Yo sigo viendo a Fidel!

 

Precioso homenaje de Yoerki a Fidel. Y en estos días en un conversatorio en que estábamos con estudiantes universitarios estaba hablándose mucho de las amenazas de las redes, los peligros de las redes, de la situación que está viviendo el país y una de las cosas que se recordaba allí era aquello que dijo Fidel en el VII Congreso de la UPEC, porque casi siempre cuando hablamos de internet y las redes sociales hablamos de las amenazas, pero no hablamos de las oportunidades que nos ofrecen estas nuevas tecnologías, en ese encuentro se recordaba que Fidel había dicho en aquel Congreso que era como si internet hubiera sido creado especialmente para nosotros, o sea, Fidel estaba apreciando en internet, en aquel momento todavía no se hablaba de las redes sociales, las enormes posibilidades que se le abrían a los periodistas cubanos y a los revolucionarios cubanos en un entorno de mayores posibilidades de difundir la verdad de Cuba.

Entonces en un momento en que, en estos días, por ejemplo, hemos vivido jornadas muy tensas con este incendio que ocurrió en Matanzas y el intento de los enemigos de la Revolución de convertir esto en otra forma de alentar un levantamiento social en Cuba, y de manipular todo lo que estaba ocurriendo allí para intentar dar un golpe contrarrevolucionario, y hay que decir que; estaba recordando a Fidel en estos días y pensando en esa idea de Fidel de VII Congreso, la forma en que ha actuado nuestra prensa en estos días tanto en las plataformas tradicionales como en las plataformas virtuales es una prueba, una demostración de que los revolucionarios cubanos y los periodistas cubanos podemos utilizar las redes para hacer prevalecer la narrativa de la Revolución, el mensaje de la Revolución, yo creo que merecen un reconocimiento en esta tarde, yo creo que lo que han hecho los periodistas cubanos en estos días allí en Matanzas honra a Fidel, o sea, la actitud, algunos de ellos incluso recibieron quemaduras en los primeros momentos del desastre.

Me pasé varios días en Matanzas. El domingo fui al hospital al que había ido  el camarógrafo de la televisión de Matanzas que sufrió quemaduras en el primer momento, y admiré extraordinariamente la forma en la que ese hombre sobre la cama, con el azúcar, es diabético, insulino-dependiente, tirado sobre una cama allí en el hospital lo que me decía era: “Yo no soporto estar aquí sobre esta cama, yo necesito levantarme de aquí para ir a cumplir con mi trabajo, para ir a cumplir con mi deber”.

También visitamos a las periodistas muy jóvenes de los medios matanceros que sufrieron quemaduras allí en los primeros momentos, y era la misma actitud, era el mismo compromiso, era la misma, el mismo sentido de la responsabilidad social, la misma consciencia, vamos a decir, sobre el papel social de la profesión, y eso de verdad que a uno le da un aliento, le da un orgullo tremendo. Entonces creo que vale la pena decir que eso que pasó en Matanzas lo podemos considerar como un homenaje de los periodistas cubanos, de los trabajadores de nuestros medios, a Fidel en su cumpleaños.

Esta tarde tenemos con nosotros aquí a Premios Nacionales de Periodismo José Martí  y vamos a tener una oportunidad, vamos a decir especial, de dialogar con alguien que es nuestro colega, yo no sabía que, él me ha contado que también es periodista, se graduó de periodismo, ha escrito alrededor de cien crónicas para un nuevo libro,  varios libros sobre Fidel aquí tiene algunos de ellos.

El teniente coronel Elvis Fontaine Ortiz, quien pasó más de cincuenta años de su existencia protegiendo a Fidel, y aquí nos contaba que la primera vez que vio a Fidel en la Sierra Maestra tenía trece años y dice que no se le ha olvidado, lo tiene como una fotografía en su mente ese momento en que vio por primera vez a Fidel. Ahora le doy la palabra al colega Elvis.

Elvis Fontaine Ortiz: Muchas gracias. Le decía a Ronquillo que en el deporte hay glorias deportivas, y creo que deben existir las glorias periodísticas, como todos estos compañeros que son Premios Nacionales, pero son glorias de la prensa, y el papel que ha jugado la prensa en toda la Revolución ha sido un papel fundamental porque ustedes son los soldados de la pluma y de la palabra para defender la Revolución, esa es la imagen que yo tengo de ustedes.

Los compañeros de la Seguridad del MININT son los ojos y los oídos de la dirección del país y de la Revolución, pueden alertar de cualquier conspiración, de cualquier cosa que se esté preparando contra la dirección de país; y ustedes son parte de este ejército, del ejército de la pluma y la palabra, periodistas cubanos.

Y quería comenzar con unas palabras de Carlos Rafael Rodríguez, que en una ocasión, Chile fue el que firmó eso, ahí está Chile, nuestro colega y amigo, las palabras de Carlos Rafael Rodríguez, y perdonen, que las voy a leer, decía, para parafrasear lo que dijo Carlos Rafael Rodríguez: “Cuidar a Fidel, qué tarea más hermosa, más noble, más extraordinaria, misión extraordinaria y silenciosa, noches de desvelo porque Fidel no ha dormido, noches de duermevela porque no se puede estar al lado del jefe sin estar vigilante, porque el enemigo, como se ha demostrado, trata, trató, trata y tratará, de privar a Cuba y al mundo de esa figura de la vida contemporánea que es el compañero Fidel. Cuidar a Fidel es cuidar a la Revolución en su conjunto, Fidel es el tesoro de nuestra patria”, estas palabras fueron en el año ‘88.

Ahora, para parafrasear estas palabras, se me ocurrió, hablar de Fidel es una tarea honrosa, difícil, de una gran responsabilidad histórica, porque debo ajustarme a la más estricta verdad sobre un hombre tan extraordinario de todos los tiempos, que su vida y su obra no se puede resumir en pocas horas, ni en días, ni en meses, ¿por qué digo esto?, porque hay veces que la gente pide hablar, que les hablen sobre Fidel, pero es que del Comandante se puede hablar sobre muchos aspectos de su vida, como estratega militar, como político, como estadista, como orador, como historiador, como deportista, como ecologista, internacionalista, aquí habría que estar hablando, para cada tema coger un espacio y hablar sobre el Comandante.

Ahora están transmitiendo ahí las fotos desde cuando yo empecé a escribir como, en el año ‘68. Yo me gradué de periodismo, como él dijo, en el año ‘82, pero había estudiado desde antes eso, y entonces empecé a trabajar y a estudiar y a tomar taquigrafía y grabar, por ahí aparezco con una grabadora de aquellas de casetes y con la libreta de taquigrafía en la mano, por eso yo le explicaba a Ronquillo que tengo en preparación un libro que se titula Cien crónicas sobre Fidel o Junto a Fidel, ¿por qué?, porque yo conocí a Fidel en la Sierra Maestra cuando yo tenía trece años, y yo tengo  memoria fotográfica, y me parece que estoy viendo una película de dónde estaba sentado Fidel, lo que estaba comiendo, lo que estaba hablando, todo lo que dijo en aquel momento, se me quedó grabado, y años después, cuando ya me hice periodista, la escribí.

Fidel en 1974.

La segunda crónica fue también en el año, el 17 de noviembre del ‘58, cuando Fidel iba hacia, al combate de Guisa, porque yo había puesto en la crónica, “La segunda vez”, me sugirieron, “No, vamos a cambiarlo y poner «Fidel hacia el combate de Guisa»”, y así esa es la segunda crónica, y de ahí fui escogiendo las mejores crónicas para ver si este año el Centro Fidel Castro o en otro lugar puedo publicar esas crónicas.

Porque yo, a mí me preocupa una cosa, y no es que yo sea pesimista ni nada, hay un dicho muy cubano que dice: “Hay más tiempo que vida”, y yo tengo más proyectos que lo que voy a vivir, y no proyectos en la mente, sino proyectos en textos, en los textos en la computadora, borradores para libros, que lo que hace falta es darles forma, y por eso me apresuro tanto, porque la vida te da sorpresas y uno puede ser sorprendido, como dijo Carlos Rafael, esas palabras de él, puedo ser sorprendido, y que se me queden todos esos proyectos en la computadora.

Desgraciadamente los hijos, los nietos de uno, no tienen esa preocupación, yo he visto cosas hasta dolorosas, de las cosas que ha dejado el viejo o el abuelo, las han botado, las han quemado, y no les han dado importancia, y yo, uno de mi testamento es que todo lo que yo tengo en la computadora, todo lo que tengo en papeles, fotografías, que son de este tipo de fotografías, ahí aparezco, ¿no ven?, tomando notas en un recorrido, ahí, miren, esa foto es “Historia de una yerba”, la Bermuda Cross, que entró aquí y el Comandante, la sembramos allá en Portugalete, y yo cogí y estoy agachado sembrando y el Comandante dándome semillitas de esas, digo, maticas de esas para sembrar, y así hay muchas crónicas, esa crónica se llama, se titula “Historia de una yerba”, ¿cómo fue que?, es una historia bonita, como hay miles de historias que se pueden escribir sobre el Comandante, y no es pesimismo ni nada de eso, pero yo no quiero, yo quiero que eso se publique, verlo en un libro así, así es lo que quiero, los libros, verlos y mostrarlos, este fue el esfuerzo de más de cuarenta años escribiendo, desde el ‘68, desde el año 1968 que yo empecé a escribir mis primeras crónicas.

Esa crónica, la primera del ‘68, se titula “El niño de la escopetica”, y es una anécdota que es hasta bonita, y periodísticamente no creo que sea noticia ni eso. Íbamos, salimos, por la tarde salimos de aquí de la ciudad, íbamos saliendo ahí por Santa Fe y a la derecha había una casa, todavía está ahí, una casa vieja de madera que estaba llena de bejucos y de cosas, y en la esquina había, afuera había un muchacho como de unos diez años, ¿qué hizo aquel muchacho increíblemente?, por eso yo la titulé “El niño de la escopetica”, él tenía una escopetica de esas de ventosas y la tenía abajo, y de buenas a primera cuando vio el jeep ni sabía quién era, hizo así, levantó y le apuntó a Fidel; nosotros, lógicamente, especialistas en lo que estábamos haciendo, a nadie iba a ocurrírsele ni montarle el fusil ni dispararle porque vimos que era una cosa de un niño, pero el chofer hizo así y tiró un corte, ¿por qué?, porque a esa velocidad una ventosa de esas le da en el ojo y le saca el ojo, dio un corte, el Comandante caminó como unos cien metros y le dice al chofer, que era Jesús Castellanos: “Vira”, viramos, y yo iba ya tomando notas, me bajo y voy allí, y cuando, el Comandante, cuando dio la vuelta todavía el chiquito estaba parado allí y sale corriendo a avisarle a los padres: “Mami, ahí está Fidel, Fidel, Fidel”, entonces salieron los padres, gente revolucionaria, trabajaban con Yabur, Alfredo Yabur, que era el ministro, y entonces dice, el Comandante le dice al chiquito, “¿Para qué tú quieres esa escopeta, para cazar leones, pero tú sabes que le puedes sacar un ojo a una persona?”, entonces ahí es la primera crónica después que ya estoy como taquígrafo trabajando al lado de Fidel, es la primera crónica que yo hago, y le puse “El niño de la escopetica”; al cabo del tiempo entrevisté al muchacho, yo tenía las notas en taquigrafía y fui allá a entrevistar al muchacho, y me dijo: “Eso fue el 20 de febrero del ‘68, porque yo cumplía años”, no sé, y me dio esa nota; y así les decía yo que hay múltiples anécdotas que hacer sobre Fidel.

Sobre crónicas deportivas, a los interesados en el deporte, se puede escribir en todos los deportes que practicó Fidel. Nosotros salíamos, en aquella época el Comandante, había que llevar, en el maletero del carro de escolta se llevaban guantes, pelotas, caretas, y se llevaba un equipo, para el equipo, porque además la mayoría, la mayoría no, unos cuantos eran cátchers, jugaban base, sabían jugar, era gente que sabía jugar pelota, y llegaban a cualquier lugar y el Comandante montaba, “Vamos a echar un juego de pelota con la gente de la escolta”, y había, y hay cosas muy simpáticas, en algunas ocasiones el árbitro era Pepín, aquello era a reírse, morirse, porque Pepín le cantaba, y la gente, Milián allá en Las Villas, allá en la granjita se echaban un juego de pelota entre la gente de Milián y la gente de la escolta, y aquello era morirse, a Milián le cantaban bola cuando no era, bueno, aquello era un desastre, pero le servía para descansar, para estar, sentirse no agobiado con todo el trabajo burocrático y el trabajo de, y él utilizaba eso como ratos de descanso y de hacer ejercicios.

Recuerdo una vez que fuimos, cuando los Panamericanos el comandante Pedro Miret invitó al Comandante a, invitó al Comandante a un campo de tiro, campo de tiro de este, el skeet, tiro del platillo ese, el skeet, se llama skeet, y el Comandante cogió la escopeta aquella y los platillos salían de aquí, y el Comandante tirando y tirando, y sorprendentemente al Comandante nada más se le fue uno o dos platos, ¿qué quiere decir?, que si fuera en una competencia hubiera quedado en medalla, hubiera quedado, ¿por qué?, porque después averigüé con la gente, dicen que la mayoría de los campeones en skeet son tiradores d1e, son cazadores, cazadores de patos, y que tienen mucha práctica porque saben el vuelo, le tiran a no sé qué cantidad grande y siempre rompen el plato; y anécdotas de pesquería, de pesca submarina, de combates allá abajo, tres y cuatro gente fajados con una guasa de trescientas libras, y subir arriba a coger aire y volver a bajar, son muchas anécdotas.

Yo tengo una foto que no la quise incluir aquí porque es una foto muy, no quiero, esa foto la tengo que guardar porque ya hubo un mercachifle de fotografías que me dijo: “Vamos a reproducirla y vender a cien dólares cada fotografía”, “¿Tú estás loco, tú crees que yo soy un mercenario?”, entonces es una foto que es, puede ser una foto de premio, sale el Comandante del agua con su, con la careta, la careta, el traje completo, la careta puesta, no, la careta puesta, el snorkel colgado aquí, cuchillo, la plomada y todo, todo, y las patas de rana puestas, y en ese caso como yo era el que estaba arriba él, nosotros teníamos una tabaquera de las chiquitas, de los tabacos chiquitos, y yo me acuerdo que yo le di, cuando él salió del agua dice: “Dame un tabaquito”, y le di el tabaquito, que nosotros teníamos la costumbre para, ya, estábamos pensando ya, nos estábamos adelantando a la higiene, de que la parte que él se iba a llevar a la boca nosotros no la tocábamos, ¿entonces qué hacíamos?, poníamos el tabaquito aquí y que él sea el que sacara el tabaco, sacaba, por un problema de higiene, y él se pone el tabaquito, y la foto está así, Fidel con un tabaquito, entonces yo estoy, está Vargas, uno que fue jefe de la escolta, al lado, y está señalando hacia un punto que ahora honestamente, eso fue como en el año ‘72, ‘73, si me dicen dónde estábamos, sé que era en la popa de una lancha saliendo del agua, detrás está Selman, el médico, García, el enfermero, y yo quedo un poquito atrás así, que también está, estamos así mirando, ahora no sé ni qué mirábamos, pero lo curioso es de la foto, que es una foto única, es una foto para exponerla, esa foto era, es de Estudios Revolución, no sé quién sería el fotógrafo ese día, pero esa foto está en Estudios Revolución.

Y entre las cosas que yo estaba mencionando decía que yo dediqué mucho tiempo a la protección personal del Comandante como escolta, después me dediqué a tomar notas, y ya en la última etapa de, en la última etapa escribí el primer libro, que es este, Fidel y la guerra desconocida, él lo leyó ya en su etapa de rehabilitación después de las operaciones en el 2008; en el 2008 yo estaba de guardia donde él estaba ingresado, y me dio tanta emoción, hacía como dos años que yo no lo veía, desde el accidente yo no lo veía, yo estaba de guardia en el piso y cuando marqué el ascensor ya él iba a empezar a hacer los ejercicios, caminar y eso, no es secreto lo que estoy hablando, porque eso es lo que a mí me preocupaba, ¿qué decía?, pero eso es absolutamente publicable y eso, me emocionó tanto que yo dije, digo: “Comandante, me da mucha alegría verlo”, me dice: “Gracias, mi hijo”, dice, ahí se acordó, dice: “¿Todavía sigues escribiendo?”, digo yo: “Sí”, y dice: “¿Qué tienes?, que estoy haciendo unas reflexiones sobre McCaine”, sobre las elecciones aquella, eso fue, dice: “Mándame lo que tú tienes por allá”, y yo le dije: “Mire, Comandante, tengo sobre lucha contra bandidos, Girón, el Flora, las memorias”, yo en aquel momento les decía memorias de ayudante porque casi todo había sido, memorias de ayudante, de crónicas, y lo que a él más le interesaba, si yo tenía algo sobre la Crisis de Octubre, y yo sobre la Crisis de Octubre no había escrito, tenía anécdotas de los escoltas, pero saben que la Crisis de Octubre, lo fundamental de la Crisis de Octubre no lo sabían los escoltas ni nada, eso lo sabían los dirigentes y los, se discutió en un marco muy estrecho que yo no podía, la gente me decía: “Cuando la Crisis de Octubre estuvimos en tal lugar, en tal lugar, y pasó esto y esto”, pero anécdotas, eso no es, eso no es, perdón, y subió, bajó, hizo los ejercicios y subió, y me dice. “¿Cuándo me vas a traer lo que me prometiste?”, todavía yo no había salido de guardia, entonces ahí al jefe de la escolta le dije, “Oye, tienes que relevarme”, me mandé a correr y le mandé el primer borrador de este; y dicho sea, para que ustedes conozcan cómo era Fidel, este borrador él lo leyó, y había un error, ese libro lo leyó Eduardo Heras, el Chino Heras, que fue, me ayudó mucho en la cosa, otros periodistas, Caridad Laffita lo leyó, lo leyeron dos editores, ninguno se percató de una cosa que se percata Fidel, fíjense lo que es, yo lo había revisado de arriba abajo; el problema es que en el año, a ver, en el año ‘63 hubo dos operaciones, una en el ‘62 y una en el ‘63, la primera vez fue la operación en Cayo Anguila, que Cayo Anguila se había utilizado como una base de mercenarios que venían, que pretendían hacer una invasión a Cuba, y entonces en agosto del ‘62 el Comandante manda una nota, entonces está ahí 1la nota, a Aníbal Velás, que esperara con el activo, el agente nuestro que estaba, que iba allá a Cayo Anguila, informaba volvía, y tenía, y él es el que informa que en esos días iban a venir dos lanchones, como sesenta hombres que iban a desembarcar por Sagua la Chica, y bueno, el problema es que esa operación, y la otra operación que fue en abril, no, en febrero del ‘63, y yo había puesto primero esta del ‘63, y el Comandante  hizo así unas fecha, está ahí en los borradores, y dijo, dice: “Este debe ser el capítulo anterior”, nadie se había percatado de eso, fíjense, ni periodistas ni gente que lo había leído, y los editores, y todo el mundo había leído eso y nadie se percató, y es Fidel, porque todo venía en un orden cronológico, por fechas, todos los capítulos del libro.

Fontaine como parte de la escolta de Fidel
Fidel en 1971

Y entonces me dediqué, a los pocos días me dijo de que leyó ese libro, y hay una, la pueden buscar, hay una Reflexión del 14 de julio, creo, del 2008, que habla sobre McCaine, y dice: “Hay un libro en preparación de un joven que por su mente ágil”, yo me acuerdo de eso, “lo enviaron, estudió periodismo, estudió taquigrafía, tomó notas, y tiene un libro en preparación”, que es este al que él se refiere, entonces después el hijo mío me escribió muy emocionado, porque él leyó y se dio cuenta, “que estudió taquigrafía y lo mandaron para la escolta del Primer Ministro”, él no dice, en la Reflexión dice: “para la escolta del Primer Ministro, donde escribió notas, y tiene varios textos que publicar”, es más o menos lo que él habló sobre esa Reflexión.

Bueno, para ir más rápido en el tiempo que tenemos, ¿no?, me mandó a poner una oficina con todo y dos operadoras de máquina, en ese tiempo yo terminé este libro, o sea, terminé estos tres y trabajé en el otro de las crónicas, y trabajé en otro titulado Los pilotos de Fidel Castro, y Junto a Fidel, este de Junto a Fidel yo lo terminé ahí en la oficina, y así fue como yo me fui dedicando  ya, porque cuando él me dice, se reúne, yo me voy a reunir con él allá donde él estaba, dice: “¿En qué tiempo tú escribes?”, digo: “Comandante, yo escribo en el tiempo libre, en los días francos, en las vacaciones, hago entrevistas, las paso en el día franco”, yo tenía una máquina de escribir, una máquina de esas, de las Olympia aquellas muy buenas, y la tenía una en la unidad y la otra en Palacio, yo hacía mi hora de guardia y de ahí venía y en esas cuatro horas yo me ponía a transcribir con una grabadora de casetes de esas, transcribía las entrevistas, tenía una mujer que le pagaba, una compañera que le pagaba porque me trabajara de ocho a doce del día, yo le pagaba trescientos pesos en aquella época, y cuando yo le dije al Comandante que yo le pagaba a una mujer para que me transcribiera me dice así: “¿Cómo que tú tienes que pagar para que?, no, no, eso no puede ser, yo me voy a encargar de resolver eso”, entonces me dice: “¿Cuántas operadoras, cuántas operadoras tú necesitas?”, digo: “No, yo con una”, “No, es poco, tienes que tener dos operadoras, dos operadoras de máquina”, me pusieron todas las condiciones, y así fue como yo empecé y adelanté muchos de estos libros, que es lo que me ha permitido, ¿cómo es que yo digo?, que tengo más proyectos que vida, y por eso lo digo, porque casi todos esos libros están en proyecto, están en la computadora, no en proyecto, unos que están casi terminados y otros que están por revisar. Me hablaba Ronquillo que me va a facilitar, me va a ayudar a que un cronista aquí que me va a revisar lo que ya está escrito, no es que lo vaya a hacer, sino revisarlo.

Fontaine como parte de la escolta de Fidel Castro en 1972
Fidel en 1972.

En la práctica aprendí un poco de las técnicas de escribir crónicas, porque la crónica es un género que tiene sus características, no es como una nota informativa o un reportaje, una entrevista, tiene su especialidad, y yo he aprendido un poco machacando y corrigiéndome otra gente, pero ya las últimas me han salido bastante bien porque la revisora me dice: “Has aprendido, porque nada más te he cogido dos o tres errores”, porque he ido machacándome y aprendiendo la técnica.

Yo quería señalar una cosa, que ya yo terminé mi etapa como escritor, pero a ustedes, los periodistas jóvenes y viejos, nos toca una batalla que tenemos librar, que es la falsificación de la historia, los gazapos de la historia que se han publicado y que se siguen publicando, y se siguen hablando mentiras o cosas inexactas, no vamos a decir mentiras.

Hoy estuve yo en un conversatorio en un lugar equis, no lo voy a mencionar, y hay un compañero que está hablando, y en este libro aparece que en abril de 1970 fuimos, hubo un desembarco de trece mercenarios por allá por el río Yumurí en Baracoa, y arrancamos para allá en avión, después cogimos Alfas, después cogimos jeeps, y me tocó el honor de ir a esa operación del Comandante. Yo decía que no es hacer la apología del héroe sino contar lo que hizo el Comandante; cuando cogimos los jeeps cogimos por el borde de las lomas esas, que queda Playitas, los farallones hacia la izquierda, cogimos por un terraplén por allá, y en una parte del camino cuando entramos al cerco el Comandante paró, ¿y qué ustedes creen que hicieron?, descapotó el jeep, aparecemos ahí en la foto, descapotó el jeep y se sentó, iba manejando Guillermo García, detrás iba Leiva, el ayudante, Diocles Torralba y Tomassevich, iban atrás, todo el mundo iba con su AKA, y nosotros montados, los que íbamos, los dos artilleros, decimos artilleros al hombre que va con un fusil, una pistola, defendiendo, uno parado aquí en la tapa del jeep y el otro aquí, iba Roberto de Varona en un lado y yo en el otro lado, con las instrucciones, el fusil con culatín plegable y en ráfaga, porque en cualquier parte del cerco aquel, y nosotros íbamos, no íbamos con miedo pero íbamos con una, con una preocupación, porque de cualquier lugar de aquellos nos podían salir los tipos porque no se sabía dónde estaban, había, habían capturado a uno, y el otro, y había tres muertos, pero quedaban como nueve dispersos en todas aquellas maniguas, y hoy hablando sobre eso hay un compañero que dice que Fulano le contó que el Comandante, que el Comandante le dijo a Tomassevich, “Tomassevich, yo quiero hablar con el prisionero, pero déjame solo”, eso es mentira, el prisionero era un mulatico, porque nosotros estábamos ahí alrededor, y no era casa, era una casa de campaña que la convirtieron en puesto de mando en un lugar que se llama Sabana Arriba, y el prisionero era un mulatico que había sido de los Jóvenes Rebeldes, y el Comandante lo interrogó allí, estaban Ramiro, Guillermo, todos estaban ahí, no que lo llamó, ya empieza la mentira, que estaban en una casa y que les dijo: “Salgan, que yo quiero hablar con él a solas”, hasta incluso dicen el diálogo, “¿Por qué tú viniste aquí en esta invasión?”, todo eso es ficción, cosa que no existió, una historia, yo, me dio pena desmentirlo porque él lo dice porque lo oyó decir a otro, y yo después le dije: “Mira, léete «Los infiltrados por Baracoa», que eso no sucedió”, y así está sucediendo.

No voy a mencionar el nombre, aquí hubo un libro que se publicó hace muchos años atrás, respetando la memoria de quien lo escribió, que ahí hay cosas que no existieron, que nosotros las comprobamos, porque no existieron, son mentiras, porque los periodistas, el periodista debe tener un poco de intuición y de inteligencia, de saber cuando un individuo está mintiendo o cuando es una cosa que es fabulosa.

Por ejemplo, yo estuve, tuve también la suerte o la ocasión de ser escolta del Che desde el ‘64 al ‘65, y yo oigo gente por ahí que se ponen a hacer historias del Che y dicen, el Che no hablaba como un porteño, el Che hablaba como nosotros, el Che decía malas palabras y decía las cosas como las decimos los cubanos, era un cubano hablando, entonces cuando un periodista empieza: “El Che me dijo, me echó el brazo por arriba y me dijo, «¿Y vos qué hacés por aquí?», mentira, el Che no decía ni vos, ni tenía, ni vos sos un boludo, nada de eso, el Che hablaba como nosotros, cuando ustedes oigan un relato de un cubano que diga que el Che le dijo eso dígale que eso es mentira, y yo como sabía eso tuve que decirle: “No, pero el Che no”, ni el Che le echaba el brazo a nadie por arriba, el Che era muy estricto y muy, el Che no era, la gente lo respetaba.

El Che, déjenme decirles una cosa que lo comprobé en varias ocasiones, al Che el único que le hacía jaranas era Camilo, el trato de Fidel y el Che era un trato de respeto, amistoso, risueño, pero era trato no de bromas, el que le hacía bromas al Che era Camilo y el guajiro Crespo, porque el guajiro Crespo, uno que fue comandante, ustedes los más viejos lo conocieron, fue el que se quedó cuando el Che tuvo un ataque de asma muy fuerte, y dejaron al guajiro Crespo, que era un hombre muy fuerte, para que ayudara al Che, y cuando el Che no podía subir una cosa el guajiro le decía: “Dale, camina, argentino de mierda, camina”, y entonces cogieron esa afinidad entre ellos, amistad, y era el que más confianza tenía porque pasaron todos aquellos momentos difíciles, pero todos los demás comandantes y todos los demás dirigentes trataban al Che  con respeto, con respeto, porque el Che no era de hacer, el Che tenía características de que le gustaba hacer bromas y chistes a otra gente, pero chistes de, eran, y después se reía cuando le hacía bromas a la gente. Tuve la ocasión de montar dos veces en su coche, como él decía, e ir del Ministerio de Industrias a Palacio, allá, al antiguo Palacio Presidencial.

Pero volviendo a lo del Comandante, de que se han escrito cosas que son inciertas. Por ejemplo, se publicó una vez que cuando Fidel llegó a Girón la noche del 19, que llegó a Girón, el Comandante cogió una linterna, oigan esta fabulación, cogió una linterna y empezó a hacer señas a los barcos, y dicen, si un día él oye o dice eso le voy a decir: “Eso fue lo que usted dijo ante la televisión, o lo escribió”, dice: “Comandante, ¿pero cómo usted hace eso?”, dice: “A ver si se equivocan y viran para acá para caerles a cañonazos”, una cosa que es infantil.

Y entonces yo había entrevistado a Chicho, a José y a tres de los escoltas que estaban al lado de Fidel, que está narrado aquí en el libro, cuando llegaron allí ya era oscuro, ya Girón lo habían tomado las fuerzas de Rodiles, que entraron a las cinco y media, y ya cuando llegó Fidel allí a Girón estaba oscuro, y el Comandante cogió una libretica y empezó a escribir el comunicado de la victoria, le escribía a Dorticós que los mercenarios habían abandonado, todo eso lo empieza a escribir, y dice Chicho y los que estaban allí al lado que lo estaban alumbrando con fósforos, y que apareció una linterna de goma de esas, que habían dejado los hombres rana, y dice que, dice: “Alumbraba poco, y el interruptor estaba muy duro”, y ese interruptor dice que se le soltaba, ahí es donde está la imaginación del otro que estaba allá, que parece que se soltaba y él veía que se apagaba y se, y se le ocurrió pensar de que era que estaban haciendo señas para el mar, no, no estaban haciendo señas, y ahí fue donde cayó un bombazo de nuestra artillería cerquita y le cayó arena y agua arriba a Fidel, y de ahí se corrieron para otro lado, ahí es donde el Comandante manda a un carro de la escolta, porque otra cosa les voy a decir también, yo sé que en esa época en los carros de escolta no había linternas, había una sola linterna en el carro de Fidel, después por iniciativa de otra gente se pusieron linternas con señales de esas para parar los carros, y linternas grandes que se alumbraba cuando íbamos por ahí de noche y alumbraban con focos, una linterna así de baterías grande, fue mucho tiempo después, en esa época no existían linternas, ¿entonces de dónde salió decir esa cosa y que se publique?

Otro que dijo que cuando el Che llegó a Cuba él fue, él y Piñeiro fueron a recibirlo al aeropuerto, ¿ustedes saben dónde está el desmentido de esa cosa que se publicó?, que cuando el Che llegó a Cuba, en una entrevista que yo le hice a Chicho, en Once, ahí en la calle Once el Comandante mandó a buscar a Chicho: “Chicho, mira, mañana”, le dio instrucciones, “Mañana a las nueve de la mañana llega el Che en un vuelo de Europa, coge un carro de civil, vístete de civil y ve a esperarlo al aeropuerto”, acuérdense que era la terminal uno, que no había, en el ‘65, eso fue en el ‘65, no, en el ‘66, el Che venía en un vuelo el 21 de julio, un vuelo en el que venían delegaciones para el 26 de Julio, el Che bajó con su sombrero, con su disfraz, con todas las delegaciones que venían ahí, ¿quiénes fueron a recibirlo?, dice Chicho que él se parquea ahí en el hangar que estaba a la izquierda, entonces los que fueron a recibirlo al aeropuerto fueron Armando Campos Jinestá, que era el segundo, el segundo del Departamento América, y Ariel y Juan Carretero Ibáñez, que era el que atendía América Latina para la cuestión esta de los movimientos de liberación, y Ariel cogió la escalerilla, le coge el pasaporte al Che y sigue hacia emigración, Armando Campos lo guía hacia donde estaba el carro, era un Chevrolet 55, que me acuerdo como ahora, ese era un carro que teníamos para cuestiones especiales que tenía un motor de esos de carro de carrera, y ese es un carro que es como dice la gente, era un león tusao, que salía y dejaba botado a todo el mundo, y entonces de ahí salieron; cuando el Che viene y abre la puerta Chicho lo mira y le dice: “¿Qué, no vino el hombre?”, dice el Che: “Espérate, déjame quitarme esto, que me molesta”, Dice: “Espérate, déjame quitarme esto, que me molesta”, dice: “Ahí fue donde yo conocí que era el Che”, de ahí fueron para la finca de El Americano, que está allá por San Andrés de Caiguanabo.

Entonces yo, como ustedes saben que si yo le digo al que estaba allá que el Che quién lo llevó, fui y entrevisté al responsable de allí de la finca, digo yo, le pregunté sin mencionarle lo que yo conocía, digo: “¿Quién trajo al Che para aquí para?”, dice: “Aquí vino Chicho manejando y venía Fulano aquí, llegó como a las once y pico de la mañana”, y entonces me hace otra anécdota, esa misma anécdota, pero ya yo comprobé que todo lo que me decía este era cierto, porque si tú le induces a una persona algo ya no se acuerda y repite lo que tú le dijiste.

Bueno, esa es otra de las cosas, que un día venía, cuando se publicó el libro venían bajando por allí por el Cohiba Luis Báez y Piñeiro, y entonces le digo yo a Luis: “Luis, hay una cosa ahí de que cuando el Che llegó, que hay un compañero que dijo que él lo había recibido”, dice Piñeiro, Piñeiro era, tenía, no era gago sino tenía un deje así, que él hablaba sí, decía: “Oye, parece que Fulano se fue con la de trapo, porque yo mandé a Ariel y Armando, que lo fueron a recibir, ¿cómo voy a ir yo vestido de militar a recibir al Che, si el Che llegó clandestino, disfrazado?”

Bueno, para terminar esta anécdota, Ariel fue al ICAIC, e intervinieron el video que estaba, Santiago Álvarez había tomado, y ese video estuvo guardado hasta montones de años, después se lo entregaron al Centro Che Guevara, y ahí efectivamente aparece el Che bajando, el Che bajando solo, y cuando hace así se separa, o sea, que hay, yo le decía a una gente que hay un proverbio chino que dice que es mejor la más leve tinta que la más brillante memoria, y efectivamente, las notas que yo tomé hace, desde el año ‘68, y las grabaciones que hicimos nosotros en el ’68, valen más que la más brillante memoria, porque yo de aquellas notas y aquello ahora me preguntan y yo ni me acuerdo, pero la grabación sí está ahí.

Hay otras falsedades que se han publicado, por ejemplo, hay una reciente de que una vez estábamos, fuimos a la inauguración del museo de 5ta y 14 en el año ‘69, el 26 de marzo del ‘69 fuimos a la inauguración, yo iba trabajando de civil y llevaba mi grabadorita de casetes en el bolsillo de la guayabera, entonces el que le estaba explicando era el general Fabián Escalante, y entonces dice Fabián: “La foto de los bandidos”, y dice el Comandante, “Los tres primeros bandidos”, así, casi se los estoy diciendo textual: “Los tres primeros bandidos que capturamos en el Escambray los capturé yo con la escolta que estaba conmigo, hicimos una caminata por la noche y fuimos adonde ellos estaban”, bueno, pues después hay gente que ha dicho que nosotros cercamos un campamento contrarrevolucionario de bandidos, y con los altavoces, ¿altavoces en el miedo de la sierra?, los conminamos a rendirse, a ese que lo entrevisté le digo yo: “Oye, eso nunca existió, ¿de dónde sacaron los altavoces?”, y le dije yo: “Mira, eran tres bandidos, no eran”; y otro que dijeron, otro texto que apareció por ahí que dice así, casi textualmente: “En un recorrido por el Escambray Fidel capturó con la milicia a una banda, que casi todos eran ex militares de la tiranía”, falso, eran dos casquitos y un hermano de Sinesio Walsh Ríos, que Sinesio Walsh Ríos era un jefe de banda que había sido capitán del Ejército Rebelde y se alzó en armas, y este hermano de Sinesio era enfermero y fue a incorporarse a la guerrilla, ni era campamento ni era banda, eran tres hombres que estaban en un bohío esperando que los vinieran a buscar para incorporarse a la banda, eso es falsear la historia; y una de las cosas que hoy por hoy yo estoy luchando es por lo menos que alguien diga, y si tienen dudas que busquen en el Consejo de Estado la grabación en un casete donde Fidel dice esto que yo estoy diciendo textualmente, que él capturó con la escolta a los tres primeros mercenarios que se capturaron en el Escambray, lo que son las casualidades históricas, porque en esa época, fue el 8 de septiembre del ‘60, o sea, que todo eso, y de ahí vino la gran campaña, que capturaron después, pero esos tres, las casualidades son así, los tres primeros, los tres primeros bandidos los captura Fidel con su escolta.

Y después, es que yo no sé cómo decir, la historia, decía yo en una ocasión que, como decía el Che, los que escriben sobre historia tienen que ajustarse como la mano a un guante, pero uno que escribió y que dice: “Pero parece que el guante tuyo era de pelotero”, para escribir de la historia tú tienes que escribir textualmente lo que pasó, si lo viviste o lo escribiste tú no puedes fabular y hacer una versión de lo que te dijo una tercera persona, y por eso es la preocupación mía, de que los periodistas no son investigadores, el investigador histórico no se confía en lo que dijo el entrevistado, tiene que ir a comprobarlo.

Hay otro hecho que se ha publicado de historiadores entre comillas, que han cogido los textos de los periódicos o de las revistas y han hecho un refrito de lo que ya se ha publicado, y ese, hay uno que dijo que Fidel se montó en un tercer tanque, no, hay una grabación donde, que yo hice en el año ‘76 por ahí, sí, donde cuando empecé a escribir ese libro me volvía loco, de dónde fue que yo tomé, y no aparecía en los periódicos, en las revistas, y yo decía: “¿Dónde estará esto?”, y en uno de los casetes aparece, Fidel habla de Girón, y ahí me salvó la vida, y entonces pongo grabación, y entonces dice Fidel: “Yo entré a Girón en un tanque”, en un tanque no, “En un SAU-100 que le quedaban cinco balas”, que por cierto, hay una anécdota de uno que estaba, cuando el Comandante se montó en un tanque, uno de los conductores, o de la tripulación, que le dice: “Comandante, usted no puede, si no tenemos, nada más que tenemos cinco balas, cinco balas”, y el Comandante dice, “No tenemos balas para el cañón”, y dice el Comandante: “Bueno, vamos para allá a… con esas cinco balas, vamos a entrar a Girón”, pero con los testículos, y hay miles de anécdotas que se pueden hablar, de cosas jocosas, cosas de, que hay gente que falsea, ese que yo te digo que falsea escribió que el Comandante se montó en un tercer tanque y que hizo eso, no, el Comandante cuando se subió con los tanquistas montó al capitán Joel Pardo Guerra en el primer tanque, en el segundo tanque iba el comandante Saborit, Evelio Saborit, en el otro, en el tercero montó a Faustino Pérez, y Aragonés en el otro, y él fue en el quinto, y eso lo dice Fidel en la grabación: “Monté a un comandante en cada tanque y dice: «Hay que avanzar»”, o sea, que yo he dicho, y parece que es más fácil, es más difícil para alguna gente que escribe, volvemos a lo que decía anteriormente, las historias, miren, del Moncada, de México, el Granma, la Sierra, lucha contra bandidos, Girón, todo, el Flora, están grabadas en el Palacio de la Revolución, porque las grabamos nosotros primero con unas grabadoras UBER, ¿se acuerdan de la grabadora UBER de una cinta, de una cinta así que tú la ponías en cuatro y te metías cuatro horas grabando?, nosotros las grabábamos.

Y el Comandante tenía como costumbre cuando íbamos a los recorridos a las provincias, sobre todo en Villa Clara, en la granjita donde estaba Milián, en Cayabito, en Camagüey, cuando terminaba después del recorrido todo el día por ahí, en la sobremesa el Comandante empezaba a hablar de un tema de esos, y entonces decía. “Yo recuerdo que cuando cogimos el Granma”, que empezaba a hablar, y hacía la historia completica, cómo desembarcaron, todo, todo, todo eso se fue.

Recuerdo, me vino a la mente Celia, una vez estábamos en la casa de visita en Santiago de Cuba, y Celia viene corriendo al carro, cuando eso teníamos Oldsmobile 60 creo que era, viene Celia al carro y dice, yo tenía el pelo rojo, como han visto por ahí, rojo, rojo, y Celia me decía Rubio, y dice: “Rubio, coge la grabadora y entra para allá que Fidel está hablando sobre el Moncada”, y entré yo a la casa, me quedé impresionado, el Buró Político, Dorticós, Raúl, todo el Buró Político sentado así en la sala, y saquí hay como un barcito así, me dice: “Ponte aquí”, puse la grabadora ahí cerquita de donde estaba el Comandante, y se grabó todo, como él dice lo que dijo a la gente en la Granjita, todo eso se grabó; cuando terminé dije: “Celia, ¿qué hacemos con esos casetes?”, dice: “Mándalos para Palacio”, cuando aquello era Orlando Tamargo el jefe de versiones taquigráficas, o sea, lo que quiero reiterar es que para hacer la historia se puede escribir, se puede decir la autobiografía de Fidel, o sea, lo que él ha narrado se puede contar textualmente por lo que él dijo, no en la versión que de otra gente.

Por ejemplo, yo recuerdo que en múltiples ocasiones, y eso sí yo lo tomaba aparte, esas notas, que el Comandante se ponía a hablar de su niñez, dice: “Yo hacía los tirapiedras, cogía con azuelas”, decía cómo él hacía los tirapiedras, que iba a cazar, se iba a cazar a los pinares de Mayarí, decía: “A mí me gustaba ir a los pinares de Mayarí porque había muchas piedrecitas chiquitas que eran muy acordes para los tirapiedras”.

Y hay una anécdota muy, contaba que en su casa se alumbraban con velas hasta que el viejo compró una planta, una planta eléctrica, que se ponía a determinadas horas, y así él contaba cómo emborrachaban a los patos, cómo, todas las anécdotas de su niñez, dice que una vez en la casa había un hombre, ¿por qué digo esto?, porque de lo que contaba Fidel se puede poner como su autobiografía, dice que en su casa había un español que era republicano, era el cocinero de la casa, y entonces siempre tenía disputas con otro, porque uno era republicano y el viejo no compartía, había sus cosas de esas, y dice que un día él, Fidel andaba, que aparece por ahí en una foto, con un Winchester, dice que un día él andaba a caballo recorriendo la finca con el Winchester y vio un hombre que venía a caballo, que venía a caballo, y dice que él no sé por qué se mostró sospechoso de que ese hombre viniera por aquí, y le dice, le dice, él chiquito, tendría, no sé qué edad tendría, le dice: “Alto, ¿quién va?”, y el hombre dice: “Alto qué carajo”, y dice: “Era un mambí de la guerra de independencia”, qué iba a pensar que el vejigo ese me va, no se paró, y se reía, todas esas cosas son anécdotas de su infancia, de cómo él iba a los barracones de haitianos, él iba a los barracones de haitianos y la madre no quería porque, a comer boniato asado y maíz asado, todas esas son cosas que dice cuando él estaba chiquito, chiquito, chiquito, e iba a los barracones.

Y hay una cosa que esa sí la viví yo, al cabo del año, de los años, el 17, el 16, 15, 16 o 17 de noviembre, cuando Fidel venía del punto, de allá de La Plata hacia Guisa acampó en un lugar que se llama La Estrella, muy cerca de donde vivíamos nosotros, y Fidel se reunió con los campesinos, y allí había un haitiano flaco que se llamaba Augusto Pol, Auguste Pal, en francés no sé, pero nosotros le decíamos Augusto Pol, y en el grupo aquello hace así Fidel y dice: “Augusto, ¿y qué tú haces aquí?”, dice: “Fidel, yo tengo un colonita aquí, cerquita de aquí”, era que Augusto Pol era, había trabajado en Birán y conocía a Fidel de los barracones, cosas, cómo se van entrelazando unas historias con otras.

Y por eso yo quería hacer algunas anécdotas sobre la historia de Fidel, su extraordinaria inteligencia, su extraordinario, ¿cómo se llama?, sentido de la intuición, si el Comandante libró a los cientos de atentados de atentados que le hicieron, no fueron cientos, que también se falsea ese dato, fueron seiscientas treinta y ocho conspiraciones y acciones del enemigo contra Cuba, de esas seiscientas y pico hay clasificadas como atentados ciento setenta, dicho no por mí, por el general Fong, Escalante Fong, o sea, que tampoco fueron planes homicidas, sino de esos seiscientos treinta y ocho son ciento setenta.

Pero quiero hacerles una anécdota porque ustedes seguro que no la conocen. Al triunfo de la Revolución había una tradición en los ejércitos de América Latina, que el avión presidencial o el avión ejecutivo, como se llamara, de la primera figura, fuera escoltado por dos aviones de combate para dondequiera que fuera, y eso era igual que los edecanes, ahí se paraban atrás, eso era, establecía la Constitución que el presidente o el primer ministro tenía que llevar, entonces un día sale de La Habana y van a Varadero, y el Comandante ve los dos aviones aquellos, le dice a Moriña, Claudio Rey Moriña, un récord Guinness de años piloteándole a Fidel, que de eso no se ha hablado aquí, de récord Guinness, se puede hablar de dos récords Guinness, que es Claudio Rey Moriña, coronel fallecido, que estuvo más de veintiocho años piloteándole a Fidel Castro; y hay otro piloto, Aníbal Carrión Ramírez, piloto de helicóptero que estuvo piloteándole a Fidel desde el Flora hasta el 2003, cuarenta y tres años, hasta que Fidel no cogió más helicóptero, o sea, eso, ¿en el mundo conocen ustedes alguien que haya?, en primer lugar, los años de un presidente, y un piloto, porque los pilotos tienen un tiempo limitado, el piloto llega a tal edad, tantas horas de vuelo y ya tiene que, pero el Comandante no quería que le quitaran sus pilotos, Aníbal y Carrión, porque ya no era el piloto, sino era el amigo, el que él invitaba cuando andábamos de pesquería por ahí, que comían en el mismo, en el mismo camarote donde el Comandante comía, y conversaban con él de distintas cosas, era el amigo, yo le decía hoy a los pilotos que la gente que, Moriña cuando íbamos por ahí en delegaciones se sentaba a la mesa, no era el piloto, era uno más de la delegación, y el Comandante dijo en una ocasión a alguien, dice: “Mis amigos son los compañeros que trabajan conmigo”, y es verdad, porque él no, otra característica de Fidel es que Fidel no decía mi escolta, mi chofer, mi piloto, no, el Comandante decía: “Los compañeros que trabajan conmigo”, ese era, qué modestia.

Yo tuve la oportunidad y el privilegio de estar trabajando como taquígrafo en Palacio, y al lado, él se asomaba, abría la puerta del despacio y me decía casi en secreto: “¿Tú crees que me puedes traer un tecito?”, o si no decía: “¿Tú crees que me pueden traer un café?”, no decir: “Tráiganme un café”, o decir: “Dile al gastronómico que me traiga un café”, no, él casi lo rogaba, con qué, o sea, eso es, como decía, no es hacer la apología de Fidel, cómo él era en su trato con los escoltas.

El Comandante, hay un video que Chile grabó que se llama El escolta de siempre, que dice: “¿Qué es la escolta?, la escolta es la familia, es el hijo, es el hermano, es el tío, el padre, todo”, y entonces casi lo estoy diciendo textualmente, que está en el video, quizás ustedes, yo les pueda dar el video aquí para la UPEC, y hay uno que se llama El escolta de siempre, y otro que es Valerosos y leales, que también, que Chile está presente, que se grabó, esos son, qué concepto tenía el Comandante sobre la escolta.

Nosotros trabajábamos desahogados, nosotros no teníamos temor a pegarnos al Comandante porque sabíamos ya, porque él, nosotros, él, nosotros lo queríamos como un padre, y era así, y no quiero hablar de esto porque se me van a salir las lágrimas.

Fidel fue para nosotros más que un jefe, el padre, discúlpenme, voy a continuar, no me voy a, voy a continuar, no importa.

Hablaba de las cualidades de Fidel. Hay un libro, hay unos libros en las bitácoras de los barcos, y en los libros de supervivencia que se han escrito sobre la supervivencia de las tropas norteamericanas, y explican cómo sobrevivir en la selva tropical, en el agua, en el desierto, en la nieve, y hay un principio de la supervivencia que dice textualmente, el lema dice textualmente: “Jamás te rindas”, y yo ese principio ante todas las dificultades que he tenido en la vida lo he llevado, jamás me rindo, y si he hecho todos estos libros ha sido luchando, y jamás me he rendido ante las dificultades que se me han presentado, jamás me he rendido, y Fidel lo demostró cuando se quedó en Alegría de Pío solo con Universo Sánchez y Faustino Pérez en las pajas de caña, y Faustino Pérez le decía a Fidel: “Fidel, tenemos que”, ya se les estaban poniendo los labios morados, dice: “Fidel, tenemos que salir de aquí porque nos va a dar un infarto, nos vamos a morir”, y el Comandante aguantó dos días, porque él sabía, por su sentido lógico y de intuición él sabía que los guardias no podían mantener un cerco durante tantos días, porque a los dos días ellos saben, no hay nadie, nadie sale, y entonces él esperó que levantaran el cerco y de ahí salieron caminando, y salieron, y poco a poco llegaron hasta Cinco Palmas, que esa es la historia que todo el mundo conoce, de los siete fusiles y de los hombres que quedaron, que está contada y más que contada, ahí es adonde a ustedes se les demuestra que esa voluntad de jamás rendirse de Fidel fue lo que llevó a hacer como estratega militar a organizar un ejército, de siete hombres organizó un ejército guerrillero, enfrentó la ofensiva del ejército enemigo contra armas superiores y todo, y distribuyó como un gran estratega todas las posiciones por donde podían subir, y contuvo la ofensiva enemiga; pero es más, después extendió, extendió la guerra a otros frentes, hasta Las Villas, Camagüey, Las Villas, y triunfó la Revolución; después Fidel demostró su capacidad como estratega en el Escambray.

Una vez en esa historia de que en el hotel Jagua estaban los jefes que estaban enfrentando a las primeras bandas, estaban buscando la forma tradicional de caerle atrás a una guerrilla, y dice el Comandante: “No, no”, cogió un mapa y en ese mapa trazó, dividió el Escambray en cuatro sectores, tres o cuatro sectores, y puso un jefe de sector en cada, después pusieron escuadras en las casas de los campesinos, o sea, cercó el Escambray, ahí fue donde le dio el tiro de gracia a las bandas contrarrevolucionarias.

Fidel iba, participó en diecisiete, en este libro está contado, participó en diecisiete operaciones de lucha contra bandidos, contra piratas, conspiraciones aquí en la ciudad, y muchas, muchas, ahí demostró su capacidad de cómo destruir al bandidismo, porque ellos, él sabía perfectamente que la, se llamaba la Operación Silencio, que era ir mandando alzados, hombres para la sierra, para el Escambray, para la futura invasión.

¿Cuando viene Girón qué pasó?, y es una anécdota hasta emocionante. La noticia de la invasión por Playa Girón llegó ahí a la calle Once el día 17, 17 de abril en horas de la mañana, él lo dice en la comparecencia de prensa, que se había acostado y lo despiertan, a las tres y cuarto de la mañana despiertan a Fidel; entonces desde la Ciénaga de Zapata, desde Australia, en central Australia, llamó Roxana Rodríguez, que era la esposa de Abraham Maciques, y se comunica con Celia, entonces existía la duda allí de que, había informaciones de que se había producido un desembarco, pero no había una confirmación, entonces cuando Roxana le dice a Celia, le da el teléfono a Fidel, y entonces empiezan a interrogarla, todo está narrado en este libro; porque además debo mencionar una cosa, yo tuve la oportunidad de entrevistar a dos personas que estaban en el mismo piso, Chicho, que estaba de guardia en la escalera a la hora dice, que en eso no tuvo suerte ningún periodista ni ningún historiador, porque yo por iniciativa mía veía que había mucha gente que tenía información privilegiada, como le llaman la inteligencia, información privilegiada, y yo quería rescatar todo eso, bueno, eso es lo que es la historia.

Entonces el Comandante, esto es emocionante de verdad, cuando le dan la noticia de que estaban desembarcando Fidel se para en el pasillo, que es un pasillo como de ocho o diez metros, tiene, es estrecho así, y le dice: “Celia, una vez más he tenido suerte en la historia porque han desembarcado por el lugar que me toca dirigir a mí”, él dirigía Habana, Matanzas, el centro, Almeida, Pinar del Rio el Che, y Raúl en la parte oriental, dice: “Una vez más he tenido suerte en la historia”, y dice: “Pero no importa, los vamos a desbaratar”, pero con una palabra de mayor varonibilidad, y de ahí le decía a Celia: “Llámame a La Cabaña, llámame”, y al primero que él llama es a Fernández, al Gallego Fernández, para que avanzara para allá, levantar la escuela de milicias y convertirla en unidad de combate, un batallón de combate, y así mientras que Celia comunicaba, en el pasillo, eso lo vi yo, en el pasillo ese de Once había, al final así cuando uno entra a la izquierda había una mesa con un teléfono de magneto que me acuerdo que era de marca Federal, no me acuerdo si era blanco o negro, y eso era con manigueta, para el Estado Mayor, y mientras que Celia se comunicaba Fidel caminaba del pasillo y al otro, y hacía así, ponía las manos aquí y allá y decía: “Al combate corred, bayameses, que la patria”, bajito, “Que la patria os contempla orgullosa”, entonces Chicho, que está allá, y Acacia, dice Chicho, dice, dice, Chicho era el jefe de la escolta, un hombre bajito, muy inteligente, muy valiente, muy capaz, dice Chicho: “Ahora sí se jodío esto”, porque decían que eran los americanos los que estaban desembarcando, que eran como diez mil, todo eso eran noticias que todavía no se habían confirmado, y dice Chicho: “Ahora sí se jodío esto, los americanos desembarcando y este hombre se ha vuelto loco”, pero dice Acacia, que dice: “Yo nunca había visto a Fidel tan emocionado, como si fuera”, dice: “Abstraído totalmente del mundo”, y él elaborando de cómo, desde allí cómo iba a cercar a los mercenarios”, mandó batallones por aquí, mandó que avanzaran por allá, y los dejó cercados, ya él sabía que los iba a derrotar porque él se conocía la Ciénaga de Zapata como sus manos, ¿por qué?, porque desde el ‘59 Fidel conocía todos los caminos, todos los terraplenes, todo, todo, todo él se lo conocía.

Y cuando van para el Punto Uno, y oigan esto de lo que yo digo, Fidel como estratega militar, cuando llegan al Punto Uno la primera llamada, y voy a hacer una aclaración, cuando llegan al Punto Uno había un taquígrafo, Rigoberto López era el taquígrafo parlamentario de Carlos Rafael Rodríguez, yo no sé si Celia lo mandó o Carlos lo llevó, el problema es que ese taquígrafo, esa, que yo decía del proverbio de China, la más leve tinta, va a desmentir a mucha gente que después han escrito: “Fidel me llamó, yo llamé a Fidel”, y el diálogo ese, y ese taquígrafo iba tomando, desde las cinco de la mañana iba tomando, que ahí está, hora por hora, minuto a minuto, día por día, iba tomando las órdenes que daba Fidel y las llamadas telefónicas, por supuesto, la llamada telefónica nada más de lo que oía el taquígrafo porque cuando aquello no había que pudieran oír, poner un diálogo, pero lo que es curioso es que el taquígrafo, con todos los signos de interrogación cuando preguntaban, admiración, puntos suspensivos, todo, todo, una relación perfecta de todo eso; esa versión taquigráfica se guardó en secreto durante muchos años, y cuando yo empecé a escribir este libro sobre Girón el Instituto de Historia o las FAR, yo no me acuerdo, me dieron la transcripción pero sin las, ¿cómo se llama?, las tachaduras esas que le hacen, de borrar eso, y cuando yo vi las que estaban tachadas eran malas palabras, “Dile a Fulano que avance, que no sea esto, que esto, y que vamos”, bueno, cosas de esas, y otras propias más que eran propias de un jefe militar, que en una guerra no va a estar con palabras finas, no, esto es así, y es así, y ahí está la historia; entonces, de lo que yo hablaba de la falsificación de la historia.

Ustedes, ¿cómo se llama?, periodistas experimentados, cuando ustedes quieran oír a un individuo hablando sobre Girón, diciendo mentiras, cojan y busquen la versión taquigráfica de todo eso minuto a minuto, horas, o sea, ahí no falta, y hay gente que ha escrito; y el Comandante cuando leyó este libro en 2011, yo le mandé el borrador, tengo por allá, ¿cómo se llaman?, los bloques eso y los arreglos que él hizo, y todo eso, y donde él dice, dice: “Esto no aparece en las notas del Punto Uno”, y yo, fiel a la realidad, hay cosas que dice gente, que dicen compañeros, no vamos a decir gente, compañeros que dicen: “Fidel me llamó a tal hora y me dijo tal cosa”, digo entre corchetes: “No aparece en las notas del Punto Uno”, y que cada cual saque conclusiones de que eso no existió, ¿porque el taquígrafo tomó todo lo demás y lo que tú dices no?, incluso hay una cosa que es hasta infantil de una persona preparada, una persona historiadora y eso, diga que leyó un libro de un pizarrista o un, uno que estaba en Covadonga, en el central Covadonga, donde había un teléfono de esos de manigueta, que yo fui allí, que era de cinco troncos, para, de líneas directas, ese hombre dice, ese hombre escribió un libro, y ese hombre decía: “Yo llamé a Fidel, y Fidel me dijo”, es, prácticamente él y Fidel se comunicaban de tú como con los celulares, “Oye, Fidel, has esto y lo otro”, cosas que son mentiras, y hay cosas, millones de cosas que están diciendo por ahí que son mentiras, esto que yo narraba sobre esto de Baracoa, mentira.

Angelito el chofer, el chofer, que fue el chofer del Comandante durante, estuvo en los sucesos del Malecón el 5 de agosto, por cierto, que nosotros, nosotros mismos somos culpables de darles el nombre del “Maleconazo”, eso lo oí yo al otro día de un elemento que no es revolucionario, decir: “¿Viste lo que pasó?, el Maleconazo”, eso del Maleconazo fue, lo empezaron a decir los gusanos allá de Miami, porque es como decir el Bogotazo, el no sé qué, una sublevación, entonces desgraciadamente nosotros utilizamos eso, hay una crónica de Bohemia que publicó, la crónica, que yo estaba en esa andanza del Malecón, que se titula “Fidel en primera fila”, y hay que decir, los sucesos del Malecón; Eusebio Leal, cuando llegamos a Prado.

En esa ocasión cuando llegamos a Prado, salimos de Palacio, el Comandante, para narrar este hecho, el Comandante bajó en el sótano de Palacio y estaban los choferes de los jeeps, choferes de escolta, éramos en total como dieciocho, y el Comandante se reunió con nosotros y dijo así: “¿Cuántos somos?”, silencio total, porque en este momento yo le digo ahora a Ronquillo: “¿Cuántos somos aquí?”, nadie sabe, bueno, dice Fidel: “¿Cuántos somos?”, José miró, nadie podía responder, porque estaba ahí el fotógrafo, estaba el médico, los jeeps, éramos como dieciséis o dieciocho hombres, dice Fidel: “Que nadie dispare un tiro si yo no doy una orden, y esa orden yo no la voy a dar”, ¿por qué?, porque el Comandante sabía que si se producía un disparo, hombres con AKA de esos en ráfaga, se iba a hacer una matazón, una balacera, y nosotros íbamos con esa idea, con esa orden de que no se podía disparar un tiro, y quién dice que cuando vamos pasando por Marina y Malecón, por Marina y San Lázaro, ahí enfrente hay una gasolinera y había un tipo, un tipo no, un ciudadano, echándole aire a una goma de bicicleta, y yo, que voy aquí en el jeep en la parte de atrás así, de frente para allá, tres artilleros que van aquí del lado de allá, y nosotros que vamos del lado de acá, del lado izquierdo, pero a mí me toca esta posición de ir mirando este ángulo y este, y yo veo que el tipo se queda mirando para Fidel echándole aire a la goma, y ahí hace “bam”, el primer disparo, y digo yo, y los otros artilleros moviéndose, y digo yo, digo: “Tranquilos, es una goma de bicicleta”, entonces es que miran, pero fíjate cómo iba la tensión de nosotros en una situación tensa.

Después llegamos a Prado, y en Prado hay una historia de Eusebio Leal, ahí primero nos encontramos con Luisito Báez, el hijo de Luis, que iba como desaforado con la camisa abierta alante, “Viva la Revolución, viva Fidel”, y alentando a la gente, cuando llegamos allí, cosa que muy poca gente sabe, cuando llegó Fidel la gente que estaban tirando piedras y los que estaban gritando empezaron: “Ahí vino el jefe, Fidel, el Fifo”, y no sé qué, y se viró la tortilla totalmente, ya, cesó los tiros, cesaron, digo, las piedras, todo, todo cesó allí, y esa gente se, la presencia de Fidel allí en Malecón neutralizó aquella revuelta, aquel suceso de vandalismo que había.

De ahí cuando llegamos a, me acuerdo de eso porque Eusebio, saben cómo era Eusebio, cuando vio a Fidel dice: “Ahí está Maceo, Maceo vuelve a la carga en esta jornada gloriosa de agosto”, eso fue, lo dijo Eusebio Leal, lo que pasa es que esa frase a mí se me queda grabada porque yo sé bien que son frases que pegan para escribir y eso, entonces la escribí en ese momento, al terminar ese recorrido yo escribí todo lo que pasó; después se publicó erróneamente, que dijeron que Fidel salió a caminar, no, el Comandante no caminó, de ahí caminamos de, en Prado y Colón habló con los periodistas, con un periodista de la televisión, hizo declaraciones, caminamos un poquito, y allí en el Castillo de la Punta, por ahí están las fotos, que aparece, en el Castillo de la Punta el Comandante le dice al jefe de la escolta: “Luisito y Eusebio que monten en el jeep de escolta”, se montaron en el jeep de escolta, nosotros seguimos, porque esa multitud que nos acompañaba no cesó en toda la ruta, y Fidel va montado en el jeep, que nosotros no sabíamos por ambos lados quién era quién, porque ahí podían estar mezclados los mismos tipos que tiraron piedras, con palos, y la gente andaba, aquello era un, aquello era una cosa que nosotros no podíamos saber quién era amigo y quién era enemigo, ¿entonces qué hicimos?, cuatro hombres de la escolta por aquí por el jeep y cuatro por aquí por el lado derecho, dos enfrente, de los grupos operativos, que esos sí hubieran, como el cuento del león sordo, saben el cuento ese del león sordo, ¿no?, bueno, esos dos iban con AKA, dos guardias de los grupos operativos con AKA terciados aquí corriendo, y Ambrosio, un mulato grande, fuerte, iba delante, y todo ese recorrido nosotros lo hicimos corriendo al lado de los jeeps, pero la primera parada la hicimos en el hotel Deauville, que ahí se bajó, habló con Lezcano, con otra gente; seguimos, paró, ahí cogimos aire a los pulmones, seguimos y paró después en el hospital Hermanos Ameijeiras, que ahí estaba uno de los, ¿cómo se llamaban los médicos del Comandante?, Candevá, que era médico del equipo del Comandante, ortopédico, le habían dado una pedrada y todo eso, entonces conversó con esta gente allí, seguimos corriendo; y la tercera parada la hizo en 25 y Malecón donde estaba la gente, Cabrisas y la gente de Comercio Exterior, o sea, y otro Contingente Blas Roca y todo eso, y ese es.

Y yo leí, desgraciadamente yo leí, no voy a mencionar nombres ni mucho menos, pero eso es falsear la historia, que Fidel caminó por Malecón y después regresó por la misma ruta, ¿qué versión esa?, eso es falsear la historia, y los historiadores y los periodistas tienen que ser, además que periodistas tienen que ser investigadores históricos y tener intuición, y tener psicología para cuando un tipo dice mentira, porque hay cosas que, hasta incluso las palabras que utilizan, que ellos utilizan las personas para referirse, yo sé cuándo son palabras de Fidel y cuándo no, “Fidel me dijo tal cosa y tal cosa”, yo digo: “No, eso no”, Fidel no se expresaba así, el Che no se expresaba así, o sea, tiene que, por el lenguaje de lo que te dice el entrevistado tú sabes si te está diciendo verdad o mentira, después tú lo puedes comprobar con otra gente.

Para hacer estos libros yo tenía que entrevistar a dos, tres y cuatro personas que estaban alrededor del hecho y comparar, todos coincidían en que fue así, y así, incluso crónicas que yo escribí, las escribía y después se las daba a todos los que venían en el avión.

Por ejemplo, una vez nosotros hicimos un recorrido con el Comandante por Ciego de Ávila, Camagüey y todo eso, y cuando regresamos para acá, y ya esto se sabe allá en Miami, lo que voy a decir, cuando veníamos por ahí por la Ciénaga de Zapata se recibe un mensaje por el radio, por la radio del avión, y dice que aterricen en Varadero, ¿aterricen en Varadero?, nosotros pensamos, nosotros estábamos ajenos a lo que estaba pasando, pensamos: “Bueno, a lo mejor el Comandante va a hacer un recorrido por la zona de los hoteles, decidió aterrizar aquí”, no, llegamos al aeropuerto de Varadero y había una guagua Coaster que había llevado a los pilotos, que iba a recoger a los pilotos de Gaviota allí, y uno de nosotros, de los escoltas, va y le dice, “Ven para acá”, nos tiramos allí y no había vehículo para salir con Fidel, y nos montamos en la guagua Coaster, que eso casi nadie lo sabe, tenía cortinas azules, nos montamos allí, y el Comandante se montó y le preguntó al jefe de grupo de la escolta: “¿Dónde me siento?”, le dijo: “Siéntese aquí”, y dice: “Ponme el fusil aquí, ponme el fusil”, le pusieron los papeles y el fusil ahí, porque no sabíamos qué había pasado aquí en La Habana, y fue una orden que dieron que el avión aterrizara allá en Varadero, bueno, nosotros vinimos en silencio total, como a las cuatro yo iba viendo todo, el Comandante, al poco rato que salimos dice el Comandante: “¿Esto no tiene radio?”, y el chofer era un hombre que había sido de la contrainteligencia, dice: “Pon Radio Reloj”, ¿por qué el Comandante dice Radio Reloj?, porque él sabe que si hay una situación aquí Radio Reloj puede estarlo dando, dice, dice, me acuerdo que dicen: “Cuatro cuarenta minutos”, no sé qué, dice: “Recorrió Fidel las instalaciones turísticas de Ciego de Ávila”, y no sé qué otra noticia, seguimos en silencio, pasamos todo Matanzas, todo, nadie vio que iba Fidel ni que iba nadie allí, y en el kilómetro 61 exactamente, las casualidades históricas son así, en el kilómetro 61 de la Vía Blanca fue donde le hicieron el atentado a Carlos Rafael Rodríguez el 13 de septiembre del ‘61, que es otra historia que está contada en ese libro, ahí fue cuando, porque a todas estas no se podían comunicar con los carros que estaban esperándonos allá en Baracoa, en el aeropuerto de playa Baracoa, y esos carros llegaron allí a mil, y ahí fue donde nos alcanzaron. Cuando llegó a Palacio fue que le informaron por qué fue, y sin llegar a ninguna indiscreción, el problema es que en la zona de Baracoa, allá en el aeropuerto de Baracoa, en la zona de San Antonio estaban volando unos drones bajito, y existía el peligro de que cuando el avión hiciera el giro para aterrizar le metieran un dron de esos y tumbara el avión, y entonces fue cuando nosotros nos enteramos después por qué fue que mandaron aterrizar a ese avión allí, y así son miles de historias que están por contar, y están en crónicas, están.

Una vez, que cuando se desclasifiquen los documentos del Pentágono, de la CIA, de lo que sea, por allá por el sur de, el Comandante en el yate, en el yate Marta ese, que era de la mujer de Batista, estaba por allá, el Comandante empezó un bojeo por aquí por Varadero, y quería hacer un bojeo hasta Oriente, o sea, hacer un bojeo, era una idea que él tenía, y quién te dice que cuando estábamos por ahí por un lugar entre Isla de Pinos un avión norteamericano V-2 de exploración y caza submarinos, ahí está en las fotos, ahí arriba del yate de Fidel; un tipo en el, un camarógrafo filmando para allá, el Comandante salió con un mono azul de esos de dormir, con su FAL al hombro, y dio instrucciones que no le fueran a tirar, que no, porque iban, habían unas lanchas torpederas que iban que tenían ametralladoras, las cuatro bocas, y un caza submarinos, y dio instrucciones de que nadie, que no tiraran, porque si el tipo como represalia mete para allá es, entonces se llamó, y antes que llegaran los aviones MIG ahí a la zona el avión hizo así y se fue, pero yo tengo la foto del avión, el avión así, porque esos aviones tienen una característica, y ustedes que no son militares saben que, ese es un tipo de avión que tienen un, son de exploración submarina y tienen armas, tienen cañones y ametralladoras, tienen como sustentación que se ponen como un helicóptero ahí, ahí, que se ponen ahí, ahí, para filmar y para explorar, y ese avión se paró así, fíjate, que el fotógrafo de nosotros en aquella época era, no me acuerdo quién era, Santana, uno que no era fotógrafo profesional pero que andaba con cámaras con nosotros, tomó fotos del avión y todo, son los que apoyan esta crónica, por eso yo decía que hay mil cosas de crónicas que han pasado que hay que rescatarlas.

Y yo veo que son casi las cuatro y creo que he hablado demasiado; y le decía a Ronquillo que para hablar del Comandante se necesitan horas, días, meses, porque es una vida tan llena de anécdotas, de hazañas, de cosas desde que era pequeño hasta los últimos días de su vida, que los dedicó a la investigación de esto, de la moringa, y el producto, o sea, que Fidel tuvo la suerte, que no tuvo Martí y otra gente, que vio todo su esfuerzo, toda su lucha, su lucha la vio con el triunfo de la Revolución, con el desarrollo de la Revolución y todo, todos los planes de este país, todo, la computación en este país, el que dijo que había que hacer una computadora fue el Comandante, y se hizo la primera computadora, todos los planes de carreteras, toda obra social, toda obra que ha existido en este país tiene como promotor al Comandante en Jefe, y no es porque sea Fidel, porque él fue el que impulsó todo, yo digo, Fidel es el impulsor casi de todo, del desarrollo de este país.

Y debemos recordar a Fidel en este momento tan, su cumpleaños, y recordarlo vivo, como era, hay que recordar a Fidel, ahora veía yo el incendio allá en Matanzas y me acordaba cuando estuvimos en el ‘95 en un incendio en los tanques de, un tanque del ICP, nosotros fuimos para allí, y estaban explotando unos tanques de grasa, que por negligencia, falta de previsión de quien dirigía allí el ICP en aquella, había unos tanques de grasa, que es un nombre, tetraetilo de no sé qué, de metilo, una sustancia, era una grasa que cogió, estaba entre unas yerbas y todo, cogió fuego aquello, y ustedes, ustedes han visto una explosión nuclear, que hace como un hongo, cuando aquellos tanques explotaban hacían así, miren, una onda de humo así que subía, y nosotros estábamos tan próximos que teníamos que echar para atrás porque el calor de, el calor de, yo me imaginé a Díaz-Canel y toda la gente ahí, muchos de esos bomberos y compañeros que fueron quemados producto de una explosión de esas, eso lo que mete es una llama de candela que te achicharra la cara, nos tratamos de poner alante para que no le diera, pero qué va, era el más alto, hasta que salió, salimos de allí y cuando llegamos a Palacio inmediatamente el médico dijo, el médico dijo: “Todos los compañeros que pidan ropa a su casa, tienen que quitarse toda esa ropa y bañarse porque pueden haber estado contaminados”, tuvimos que pedir ropa rápido y el Comandante se bañó, todos, ¿por qué?, porque la emanación de esos gases pueden tener sustancias nocivas a la salud, bueno, eso lo vivimos nosotros en el ‘95 en el incendio de los tanques esos allá en.

Y me acordaba de, yo les decía a los compañeros que el Comandante iba hacia, cada vez que sucedía una cosa se lo decían y el Comandante, para el incendio del Le Van Tan allá se apareció Fidel, el avión que se cayó en Boyeros, allí estaba Fidel.

Con relación a Fidel y los periodistas. El Comandante siempre mantuvo una vinculación muy estrecha, y él lo sabe, Elson lo sabe, con los periodistas. El Comandante desde el ‘59, la Operación Verdad aquella, mandó a buscar a los periodistas para hacer una campaña de desmentir la campaña enemiga, y cuando íbamos a los lugares, “¿Dónde están los periodistas?”, y él no era, los periodistas, él iba hacia donde estaban los periodistas, “¿Qué les pareció esto?”, intercambiaba con los periodistas, nunca él se escondió de los periodistas, el Comandante iba hacia los periodistas, y ustedes lo saben, aquí están los periodistas viejos que vivieron esa experiencia, y compartía y les preguntaba, “¿Qué ustedes creen?”, pedía opiniones, y son miles de anécdotas las que se pueden hablar del Comandante.

Ya son las cuatro, y yo creo que con esto he concluido, si alguna pregunta, porque siempre hay alguna pregunta de algún compañero, como me hicieron ayer una sobre Almeida, y si quieren hacer una pregunta, si no, damos por terminada.

Pedro Martínez Pírez: Bueno, me da mucho gusto haberte oído aferrado a la verdad histórica, y yo te pregunto, ¿tú crees posible que Fidel el 8 de enero de 1959 le dijera a Camilo: “¿Voy bien, Camilo?”, porque a mí me dijo una persona que estuvo ahí que Fidel lo que había dicho es: “Camilo, ¿se oye bien?”

Elvis Fontaine Ortiz: Le voy a responder, le voy a responder por lo que yo conocí, y sé que es así. Camilo era un gran orador, usted ve los discursos de Camilo, “Si deshecha en menudos pedazos”, Camilo era un orador nato, y entonces Fidel lo que quiso es compartir aquello, “Camilo, ¿voy bien en lo que estoy diciendo?”, no es que dijo, “Camilo”, como que diciéndole: “Tú que sabes hacer discursos, ¿está bien lo que estoy diciendo?”, y entonces Camilo le dijo: “Vas bien, Fidel”, y eso, mira, eso lo, yo entrevisté a Leoncito y a otros compañeros que vinieron con Fidel en la caravana y estaban allí cerquita, y eso fue lo que Fidel le preguntó, pero no que si, él lo que le preguntó eso como ratificando: “¿Estoy hablando bien?”, y Camilo le dijo: “Vas bien, Fidel”, pero vas bien en el sentido de la oratoria, de lo que él iba expresando, y la forma en que lo iba diciendo, es mi criterio y es el criterio de los que estaban allí en ese momento al lado de Fidel. Otra pregunta, ¿alguien?

Ricardo Ronquillo Bello: No sé si algún otro compañero quiere contar algo sobre Fidel, sobre su relación con Fidel, ¿algún otro compañero quiere? Si nadie más quiere contar nada, entonces le tenemos un obsequio a nuestro invitado para que le quede como recuerdo de este diálogo aquí en la UPEC, es una foto tomado por Perfecto Romero, uno de los grandes fotógrafos de la Revolución y firmada por él, es un regalo de la UPEC que Perfecto le hace llegar a través de nosotros, así que.

Elvis Fontaine Ortiz: Muchas gracias. Le da las gracias a Perfecto de parte mía, esto lo guardaré yo para mi egoteca, yo tengo egoteca, yo tengo decenas de fotos, y un día le digo yo a, ¿cómo se llama?, el uruguayo, el escritor.

Ricardo Ronquillo Bello: Galeano.

Elvis Fontaine Ortiz: Galeano, yo le pedí una foto allí en la UNEAC a Galeano y me dice, me miró así y me dice: “¿Para qué la quieres, para tu egoteca?”, y yo me quedé así, dije “¿Egoteca?”, como decir, y es verdad, porque el que atesora fotos suyas es su egoteca, como decir biblioteca, pinacoteca, y a mí se me ha quedado eso de decir que: “La egoteca”.

Entonces muchas gracias, y espero verlos de nuevo, en otra ocasión que ustedes quieran yo puedo hablar de otros temas, porque como decía, la leve tinta esa que yo escribí, las grabaciones y la memoria, que todavía la tengo bien, me sirven mucho para desmentir cosas inexactas y para aclarar, que creo que es el papel mío ahora este, que no se falsee la verdadera historia de Fidel, tan rica en todos los aspectos.

Una personalidad extraordinaria como Fidel no se da en siglos, y yo decía, quizás algún día digan que, alguien que haga una encuesta y diga cuáles son, cuáles han sido en la historia de la humanidad desde los primeros emperadores, emperadores, jefes de estado, quién ha hecho las cosas que hizo Fidel Castro en su vida, montarse en un tanque y avanzar hacia las posiciones del enemigo, nadie, subirse a un anfibio e ir a llevarle alimento a las personas que estaban arriba de los árboles, rescatar familias, arriesgar su vida, eso yo se lo pregunté a Torres-Cuevas en una presentación del libro, dice Torres: “No, eso no lo ha hecho ningún jefe de estado del mundo”, ¿y ustedes han visto un jefe de estado que vaya a hacer las cosas que hizo Fidel?, arriesgar su vida, dirigir; por ejemplo, Fidel dirigió, para que lo sepan, la guerra en Angola y Etiopía la dirigió Fidel desde el Estado Mayor, el cuarto piso del Estado Mayor, y llegó el caso de, no voy a mencionar el nombre, de que un generalito por allá dijo: “¿Cómo Fidel va a saber más que nosotros, que estamos aquí en Etiopía?”, y otro general dice: “Pues mira, sabe más que nosotros porque se conoce el mapa, que nosotros aquí, él nos dice cosas desde allá que nosotros no las conocemos aquí”, y Fidel les decía: “Pongan una emboscada de tanques aquí, destruyan tal cosa, minen tal punto, que por ahí pueden avanzar”, y así fue como Fidel ganó la guerra en Etiopía y la ganó en Angola.

Yo tuve la ocasión, ese es el segundo tomo, de una entrevista al general Leopoldo Cintras Frías, que no le dio entrevista a ningún periodista ni a ningún historiador, y me dice: “Voy a hacer una excepción contigo porque yo sé quién tú eres, porque yo no le doy entrevistas a nadie”, nadie le ha hecho entrevistas salvo Luis Báez, que se la dio cuando Secretos de generales, pero después él dijo que no daba entrevistas, me dijo: “Pero tienes que darme el borrador de lo que tú escribiste y yo lo reviso”, efectivamente, lo transcribimos y se lo llevé, hizo todos los arreglos, le quitó lo que él consideró, y ahí está una entrevista; y a otro que entrevisté fue al general Chui, al que le falta una pierna, el chino, que era el hombre que cuando Fidel llegaba al Estado Mayor por la tarde era el que le explicaba en el mapa todo lo que había pasado desde el día anterior al otro día: “Se movió, las tropas que estaban aquí se movieron para allá, los avanzaron por aquí”, y entonces dice Chui que un día llegaron y estaba buscando en el mapa un río que ellos no lo encontraron, “Comandante, esto, en ese mapa que usted dice no aparece”, dice: “Míralo aquí”, estaba abajo en la esquinita, dice: “Ese es el río que yo decía”, ni los especialistas en topografía sabían de las cosas que estaban, y el Comandante lo conocía, como se conocía la Ciénaga cuando la invasión de Playa Girón, el Comandante se conocía al dedillo, y por eso los mercenarios cometieron errores, porque se tuvieron que enfrentar al jefe militar que más conocía el teatro de operaciones, y por eso los derrotó, los cercó y los derrotó, y hay, sobre Girón hay mucho más que contar, que ya no hay tiempo para eso.

Foto de portada: Roberto Chile

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Redacción Cubaperiodistas
Sitio de la Unión de Periodistas de Cuba

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