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Palante en el humor gráfico nacional

Publicar en Palante era el anhelo de muchos de los jóvenes que por los 80 encontramos en el humor gráfico una manera de manifestar nuestras ideas.

El concurso Chispa Joven, donde en coordinación con la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), se estimulaba el talento juvenil, dio sus frutos y muchos de los que hoy firmamos dibujos en la prensa cubana, le debemos a esa oportunidad. Gerardo Hernández Nordelo, Héroe de la República de Cuba y Coordinador nacional de los Comités de Defensa de la Revolución, puede dar fe de esta afirmación.

Su salida semanal y su cantidad de páginas eran muy atractivas. En aquel tiempo jugaban mucho con el color y ningún número se parecía a otro a pesar de tener secciones que lo identificaban. Era un periodismo bastante avanzado. Recuerdo por ejemplo, “Listo para sentencia”, donde alguna ilegalidad era cronicada con la decisión judicial correspondiente. “La esquina del dolor”, un fotorreportaje donde la desidia urbana, el abandono o el atentado al ornato eran denunciados con nombres y apellidos, más la ubicación del lugar consumado.

A Valdés Díaz (Val) le agradezco eternamente sus consejos, pues con mucha paciencia y amabilidad siempre fue atento a revisar mis dibujos. El tema de la conquista de América él lo trataba de una manera muy original, casi siempre en historieta. Eran lecciones de historia aquellos dibujos.
Las secciones de esta revista o periódico hicieron historia. Del colega Francisco Blanco, debo destacar, de entre su vasta producción, “El Ladrón de azúcar”. Disfrutaba de niño con aquellas historias donde de manera didáctica se alertaba de las ineficiencias en el proceso productivo cañero. Para el imaginario popular, Wilson dejó a sus Criollitas como referente de mujeres bellas e inteligentes. Haber compartido con ellos es una experiencia que agradezco.

Asimismo, haber compartido con Alben, quien junto al productivo Alba, realizaban la historieta de Sherlock Holmes, fue otro tremendo agrado de esta profesión. Su carácter jovial le permitía reunir a un gran grupo de colegas alrededor de su mesa de dibujo, donde el chiste tenía presencia fundamental. Esto que podría sonar a indisciplina en horario de trabajo, para un colectivo creativo es necesario, pues aparte de pasarla bien, era aquello un taller donde se intercambiaban muchas ideas. Imposible imaginar en aquellos tiempos vivir en aislamiento social.

Llegaron a tener un programa de televisión, “Palante en TV”, que posibilitó extender a más público la obra de estos creadores y el humorismo de manera general. Junto al Ministerio de Turismo, también tuvieron sus números a color representando una fuente importante de recaudación de divisas.

Muchos de los retos actuales de la prensa, excluyendo lo digital, ya Palante lo había experimentado. Hoy que se le dedica esfuerzo y tiempo al rescate de la memoria histórica de la nación, queda la deuda de la digitalización y conservación de la gran obra publicada por este colectivo. Sirvan estos 60 años para reconocer al humor gráfico y literario como un elemento esencial del periodismo y las artes cubanas.

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