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Debemos ser consecuentes con lo que el país requiere de este ejército de la verdad

Cuando han pasado más de siete meses de batalla contra  la pandemia de la COVID-19 en Cuba,  desde marzo último,  se cuentan por cientos de miles los trabajos periodísticos realizados en todos los medios de prensa del país, y en todas las plataformas.

Y no se trata de cifras ni de competencias,  ha sido el deber. ¿Cuántos de nosotros en medio de la zona roja, aún con todas las medidas de seguridad,  sintió que arriesgaba mucho, incluso,  la posibilidad de llevar a casa o a las redacciones la enfermedad?

¿Cuántos pensamos tener todos los síntomas hasta el día en que el PCR dio negativo,  y respiramos, y saltamos de alegría por no haber enfermado, claro está,  y por la satisfacción de hacer lo que nos corresponde.

Cuando la COVID tocó a la puerta, y algunos de los colegas enfermaron, se vivieron días de tensión, de mayor incertidumbre, pero de mucha más exigencia, tanto en las medidas de sanidad como en la búsqueda de alternativas para que se cumpliera nuestra misión, la de informar.

Se adaptaron nuevos espacios para transmitir,  las maneras de hacer periodismo fueron más diversas con el uso de las tecnologías de las cuales hoy disponemos,  pero sobre todo, con la necesidad de no quedarnos de brazos cruzados.

Nuestros compañeros han estado en cada municipio y provincia, donde ha sido necesario llevar los mensajes de prevención, la labor del personal de la salud, dentro y fuera de Cuba, las historias de vida y de lucha de trabajadores de diferentes sectores estratégicos, para que el país siguiera con la vitalidad que exigen estos complejos tiempos.

Al hablar de los profesionales de la prensa, el compromiso va más allá del periodista. Es un trabajo de equipo sin el cual no habría posibilidad de hacer visible cada imagen, cada historia. Y dentro de ellos, el personal de servicio y de otros organismos que fueron decisivos como los pertenecientes a la salud pública, el transporte y las comunicaciones.

No todo ha sido perfecto, de estos meses también aprendimos que podemos y tenemos  que hacer un periodismo superior a tono con los nuevos escenarios y las reiteradas campañas de descrédito.  Poner en práctica el legado de Fidel, cuando nos convocaba a que: cada periodista fuera un gladiador contra las cosas que a su juicio marchan incorrectamente, y también un luchador porque las cosas marchen bien, un creador de la nueva sociedad.

Recibimos esta bandera de Hazaña Laboral de la Central de Trabajadores se Cuba  cuando todavía no se ha ganado del todo la batalla contra la COVID-19, y mucho nos queda por hacer, pero sin dudas, es un estímulo que nos convoca a seguir. Lo más importante es ser consecuentes con lo que el país y la Revolución requieren de este gran ejército de la verdad.

En el día de la cultura cubana, los trabajadores de la prensa televisiva, radial, escrita y las páginas digitales de cada medio reafirmamos el compromiso con la nación, con sus principios de soberanía e independencia, y con los valores de humanismo y dignidad.

José Martí, su pensamiento,  tiene necesariamente que estar en este día especial. En sus innumerables reflexiones sobre el papel de la prensa afirmó el apóstol: “Sólo quién sabe de periodismo, y de lo costoso del desinterés, puede estimar de veras la energía, la tenacidad, los sacrificios, la prudencia, la fuerza de carácter que revela la aparición de un diario honrado y libre”.

Gracias por el reconocimiento en nombre de todos mis compañeros de la prensa cubana.

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