JOSÉ MARTÍ PERIODISTA

Molde visible del alma de un pueblo: el Partido

Si usted abre al azar cualquiera de las cientos de páginas que el periodista José Martí escribió acerca de Cuba y su revolución, siempre descubrirá asombrado —porque a Martí se le descubre— que sus lecciones, escritas para su tiempo y para sus contemporáneos, traspasan las barreras epocales y nos ofrecen luces sobre nuestro presente y nuestro futuro.

Así ocurre también con este artículo, titulado “El Partido” y publicado en Patria, el 25 de junio de 1892, en el cual nuestro Héroe Nacional ofrece sus consideraciones acerca de lo que debe ser un partido político, los procedimientos para su formación y la calidad humana de sus integrantes.

“Los partidos políticos que han de durar —afirma el Maestro—; los partidos que arrancan de la conciencia pública; los partidos que vienen a ser el molde visible del alma de un pueblo, y su brazo y su voz; los partidos que no tienen por objeto el beneficio de un hombre interesado, o de un grupo de hombres,—no se han de organizar con la prisa indigna y artificiosa del interés personal, sino, como se organiza el Partido Revolucionario Cubano, con el desahogo y espontaneidad de la opinión libre”.* Por eso, ninguno de los muchos partidos que proliferaron durante nuestra república neocolonial lograron perdurar, porque nunca consiguieron convertirse en el “molde visible del alma de un pueblo”.* Quizás, el que más se acercó fue el Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo); pero la muerte de su líder Eduardo Chibás, frustró lo que pudo haber sido.

Esa definición martiana pone altas metas a cualquier organización política: para convertirse en alma, voz y brazo de su pueblo ha de desprenderse de los mezquinos intereses personales. Y eso fue, al menos mientras vivió Martí, el Partido Revolucionario Cubano.

Y continúa diciendo el Apóstol: “Allí donde hubiera—que no ha habido—una duda que aclarar, no debió apremiarse la adhesión, sino dar tiempo al esclarecimiento pleno de la duda”.* Y mucho recuerdan esas palabras la política de nuestro Partido Comunista (PCC) de discutir todo con el pueblo, de recoger todas las opiniones.

Es en este trabajo donde Martí define que el PRC “[…] se funda para preparar una guerra inminente, para evitar el desorden inminente de una república que está al nacer”,* es decir, el partido como guía, como alma, voz y brazo. Luego, expresa una idea medular: “A veces, esperar es morir. A veces, esperar es vencer”,* para a continuación explicar que eso sucedía con el PRC: “Se esperó, donde la espera parecía conveniente a la dignidad y firmeza de la organización, a la opinión de desinterés absoluto y naturaleza popular que merece por sus métodos y fines el Partido: y la espera ha sido la victoria”,* porque es necesario tener paciencia y esperar a que estén creadas las condiciones objetivas.

Por eso, Martí criticaba los alzamientos precipitados y a destiempo; por, eso, fracasó la revolución del 33; por eso, Fidel afirmó que en el 56 seríamos libres o mártires, aunque muchos le instaron a esperar; por eso, hoy Raúl nos convoca a avanzar sin prisa, pero sin pausa. El quehacer revolucionario no puede desprenderse de la maduración política del entorno: “El bullicio no es la organización. El aparato no satisface a los hombres reales […] Los árboles crecen, y no se les ve. La mar se hincha, y no se nota hasta que la pleamar se lanza sobre la playa. Ni un momento perdido, ni un momento apresurado. Apresurar es perder”.*

Después el Maestro afirma: “Del éxito de esta organización espontánea, de la solidez y entusiasmo de esta obra de que no se ha de ver sino lo que la fortalezca y enseñe, para ejemplo y estímulo, en su vigor real, son muestra generosa en estos instantes mismos, el calor con que los emigrados de Nueva Orleans, responden al convite para el trabajo común, el cariño que las ideas y métodos del Partido despiertan en Boston, el entusiasmo con que la emigración de Filadelfia se prepara a declarar su fe en el Partido con ocasión de la visita del Delegado, y la ejemplar cordialidad de los cubanos de Ocala”.* Y —vale la pena preguntar— ¿cuánta gente linda y honrada, trabajadora y patriota, revolucionaria de verdad, no construye callada, esforzada y denodadamente nuestro futuro? Las condiciones no pueden ser más adversas; pero cuántos cubanos dignos no continúan hoy como ayer la gran obra de Martí y de Fidel.

Para referirse a la emigración de Nueva Orleans, Martí afirma que “Allí las almas no son de humo y de espuma […] Allí se entra de lleno en la labor ardua y constante a que el Partido los convida”. Para aludir a la de Filadelfia expresa: “No es un hombre el que va, sino la unión de los cubanos”.* Trabajo y unidad: dos palabras claves para todos los tiempos.

También se refiere el Apóstol a los hombres y, en particular, a los que no están, a lo que no se han sumado aún a la causa o —como diríamos hoy— a los decepcionados, a los que se bajan del carro de la Revolución. Al respecto, dice Martí: “¡Que no se ve aún esta o aquella cabeza! En la noche en que andamos, no se pueden ver todas las cabezas […] Páez, que ganó en Carabobo la batalla de América, estaba, al principio de la guerra, sirviendo a los españoles. ¡Sale el sol, e inflama!”* Siempre hay espíritus más débiles o más lentos o errados…; pero la grandeza de la obra, que es en definitiva el sol, inflama todos los pechos dignos con el amor poderoso a Cuba.

De los hombres en particular también habló Martí. De Pedro Someillán, “el desinteresado organizador” del club de Ocala dice “que no apetece fama para sí sino el premio de ver juntos, en espíritu puro y marcial, a los cubanos generosos”; de Ceferino Cañizares, el secretario, expresa “que no ha querido mujer que no le alabe y acompañe el patriotismo”, porque, en definitiva, la mujer también es protagonista de la revolución; de José Camino, el tesorero, afirma que es “un hombre que no sabe de desmayos”; y de Ramón Cabrera, el presidente, refiere “que es ejemplo y tipo de aquellos caracteres desnudos y reales en que se cuajó, en la hora grande, el alma de nuestro país, invictos en la pelea, francos en el abrazo, tercos en la honradez y la fatiga”.* Someillán, Cañizares, Camino, Cabrera y tantos, tantos otros… No importan los nombres, cada uno de esos hombres y mujeres se funde en la masa, en el heroico pueblo cubano que continúa tenaz la lucha por su independencia y su dignidad, enarbolando la bandera de la Patria y guiado por el Partido, su alma visible.

 

Notas

* Todas las citas han sido tomadas de José Martí: “El Partido”, publicado en Patria, el 25 de junio de 1892, en Obras completas, t. 2, Centro de Estudios Martianos, Colección digital, La Habana, 2007, pp.  34-38

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Redacción Cubaperiodistas
Sitio de la Unión de Periodistas de Cuba

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