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Celebran periodistas cubanos cumpleaños 90 de Fidel Castro

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Presentación del libro Fidel periodista, en la Casa de la prensa, el jueves 11 de agosto de 2016. (Foto: Yoandry Avila)

Un verdadero coloquio constituyó este jueves once de agosto la presentación de la segunda edición del libro Fidel periodista en la sede de la Unión de Periodistas de Cuba (Upec), como parte del homenaje de los profesionales de la prensa al líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, en su 90 cumpleaños.

El presidente de honor de la Upec y vicepresidente de la Federación Latinoamericana de Periodistas (Felap), Tubal Páez, resaltó que en esta nueva entrega de la Editorial Pablo de la Torriente, se añadieron dos textos: un fragmento de las palabras de Fidel “La historia real y el desafío de los periodistas cubanos” de 2008, y el artículo “Frente al terror y frente al crimen”, publicado en La Calle en junio de 1955.

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Asistentes a la presentación de la segunda edición del libro Fidel periodista. (Foto: Yoandry Avila)

Además intervinieron en la presentación, Ana Núñez Machín, autora de la investigación histórica que dio como resultado el volumen; Marta Rojas y Pepe Alejandro Rodríguez, Premios Nacionales de Periodismo, y el presidente de la Upec, Antonio Moltó, quien terminó sus emotivas palabras con un ¡”Salud, Fidel. Brindamos por tu 90 cumpleaños”!

También habló el compañero Juan Carlos Camaño, presidente de la Federación Latinoamericana de Periodistas (Felap), quien realiza una visita de trabajo a Cuba.

Palabras de Fidel Castro que aparecen en la 2da edición del libro Fidel periodista, de la Editorial Pablo de la Torriente.

[…] Dedico esta reflexión de matiz histórico a nuestros queridos periodistas, por coincidir con el VIII Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba. Con ellos me siento en familia. ¡Cómo me habría gustado estudiar las técnicas de su oficio!

La Upec ha tenido la generosidad de editar un libro que titularon Fidel periodista, que será lanzado mañana por la tarde. Me enviaron un ejemplar, que contiene varios artículos publicados en órganos clandestinos o legales hace más de 50 años, con prólogo de Guillermo Cabrera Álvarez y selección, introducción y notas de Ana Nuñez Machín.

A Guillermo Cabrera le puse el sobrenombre de El Genio desde mis primeros contactos con él […]

Releí algunos de los artículos divulgados en Alerta, Bohemia, La Calle, y volví a vivir aquellos años.

Ante la necesidad de transmitir ideas escribí esos artículos. Lo hice por puro instinto revolucionario. Un principio apliqué siempre: las palabras deben ser sencillas; los conceptos, inteligibles para las masas. Hoy tengo más experiencia, pero menos fuerza, me cuesta más trabajo hacerlo. El nivel de nuestro pueblo, con la Revolución, es mucho más alto; la tarea es más difícil.

Desde el punto de vista revolucionario, no importan las discrepancias; lo que importa es la honestidad con que se opine. De las contradicciones saldrá la verdad. Tal vez en otra ocasión valdría la pena hacer el esfuerzo para expresar algunas observaciones sobre el asunto […]

Fragmentos de las reflexiones de Fidel «La historia real y el desafío de los periodistas cubanos», referidos al libro Fidel periodista, publicados en el periódico Granma el 3 de julio de 2008.

Exposición fotográfica e historietas sobre Fidel

Exposición fotográfica Fidel Entre Nosotros (Foto: Tony Hernández Mena /ACN)
Exposición fotográfica Fidel Entre Nosotros (Foto: Tony Hernández Mena /ACN)

Un segundo momento en el homenaje a Fidel de los periodistas cubanos, en este caso de los fotógrafos, fue la apertura de la exposición colectiva de fotografía “Fidel entre nosotros”, emplazada en el vestíbulo de la Casa de la Prensa, donde habló Ramón Cabrales, presidente de la Cátedra de Fotografía del Instituto Internacional de Periodismo José Martí.

Completó el agasajo, la presentación de originales de las historietas Tiempo de cocuyos y Fidel, el rebelde, —que próximamente saldrán de la imprenta—, también de la Editorial Pablo de la Torriente, a cargo del escritor Omar Felipe Mauri, autor del guión de la primera.

Al homenaje también asistieron Enrique Villuendas, funcionario del Departamento Ideológico del Comité Central, Leandro Torres, secretario de organización de la Unión de Trabajadores de la Prensa de Buenos Aires, y varios premios nacionales de periodismo José Martí.

A continuación publicamos íntegramente las palabras de Tubal Páez, Ramón Cabrales y de Omar Felipe Mauri que pronunciaran durante el homenaje efectuado este jueves a Fidel, en la Casa de la prensa.

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Tubal Páez, en primer plano, durante la presentación del libro Fidel periodista, a continuación Ana Núñez Machín, autora de la compilación y Antonio Moltó, presidente de la Upec. (Foto: Yoandry Avila)

 

Palabras de Tubal Páez, presidente de honor de la Upec y vicepresidente de la Federación Latinoamericana de Periodistas (Felap), durante la presentación del libro Fidel periodista.

Es un privilegio para mí presentar hoy aquí el libro Fidel periodista en su segunda edición, enriquecida con dos nuevos textos escritos por él: el primero, de una de sus Reflexiones de 2008,  dedicada a “nuestros queridos periodistas”, con quienes confiesa sentirse en familia; el otro es una denuncia enviada al periódico La Calle, en 1955 donde el joven líder acusa al Gobierno de Batista de ser el autor del crimen de Jorge Agostini y de la campaña dirigida a manipular la opinión pública con la intención  justificar el asesinato de los principales dirigentes del 26 de Julio. Fidel exalta la valentía de su hermano Raúl y  desmiente la falsa versión de que este había sido el responsable de un acto terrorista en un cine de la capital.

El artículo provocó el cierre del diario, el 16 de junio de ese año, y la destrucción de la tirada. Tres semanas después Fidel partía hacia el exilio en México. Un ejemplar sacado clandestinamente del rotativo en La Habana sobrevivió y fue entregado por Ernesto Vera en años más recientes.

Como parte de la alegría compartida por los 90 años del compañero Fidel, en estos encuentros que tienen lugar a todo lo largo de nuestro país y en el exterior, se sigue la huella de su vida al frente de una Revolución profunda, que se enfrentó –y continúa enfrentando− a las fuerzas más antihumanas de la historia, Revolución que ajustó cuentas con la historia, hizo la maravilla colectiva de darnos la justicia reclamada por Martí, probó que un pueblo sufrido, heroico, batallador y siempre engañado, podía emanciparse por sí mismo y disfrutar de una dignidad merecida; de convertir a Cuba en potencia moral y de mostrar un horizonte distinto, un punto cardinal hacia el cual los desesperados podían enrumbar para encontrarse con la esperanza.

Fidel Castro ha sido el alma y la energía que despertó y dio aliento a las fuerzas latentes y latientes en el cuerpo de la nación y comprendió como nadie el insustituible papel de la prensa para multiplicar la verdad y convertir las ideas en acción encaminadas a derribar para siempre un mundo basado en la mentira, la injusticia y la explotación.

Este libro fue concebido hace diez años como un homenaje a Fidel, y hoy es justo hacerlo extensivo a Guillermo Cabrera, quien al frente del Instituto Internacional de Periodismo fue el organizador de un ciclo de conferencias en esa institución impartidas por periodistas que habían trabajado junto al Comandante en Jefe, las cuales se adicionaron la acuciosa investigación llevada a cabo por Ana Núñez Machín sobre el periodismo ejercido por Fidel Castro entre los años 1952 y 1958.

Al igual que en 1953, cuando un acercamiento nacional a la obra y la vida de José Martí estimuló el estallido glorioso de un grupo de jóvenes de la llamada Generación del Centenario, los testimonios, las reflexiones y estudios de las peculiaridades de la obra periodística de Fidel, así como los escenarios políticos en los que ha debido desenvolverse, beneficiarán sin duda la labor de políticos, investigadores y estudiantes, y ayudarán al debate y la superación, muy  necesarios para el ejercicio del periodismo en Cuba en las actuales circunstancias.

Al igual que otros grandes guías revolucionarios como Bolívar, Marx, Engels, Martí o Lenin, Fidel utilizó la prensa como un arma. Desde sus inicios en la actividad política vio en la comunicación un componente indispensable para poner también las ideas a combatir. Un pasaje en Guerrillero del Tiempo recogido por Katiuska Blanco describe un Fidel decidido a entregarse a la lucha por transformar el marco del sistema político de entonces. La utilización simultanea de radio-mítines y decenas de miles de cartas tocando la conciencia de los oyentes y de los miembros del Partido Ortodoxo en los años 1950 y 1951, caracterizaron el accionar de Fidel dirigido a lograr un escaño en la Cámara de Representantes del país. Los artículos y declaraciones, publicados en la prensa de la época, recopilados por Ana, constituyen testimonios de los desmanes de los gobiernos de turno y de una línea que se van definiendo en busca de una salida cívica que diera cause posterior a la conmoción nacional tras la muerte de Chibás.

En más de una ocasión conversó con los periodistas cubanos sus experiencias en el periodismo de investigación para probar graves hechos de corrupción de los políticos de entonces, en importantes medios de prensa que los publicaban como pan caliente. El Golpe de Estado de Fulgencio Batista en marzo de 1952, que abolió la Constitución e implantó la censura de prensa,  cerró ese camino, y el Moncada sería la respuesta ineludible de los jóvenes de la llamada Generación del Centenario encabezada por el propio Fidel.

Es un hombre que tiene una capacidad extraordinaria de describir y utilizar el poder de las palabras, de una manera clara, sin rebuscamientos, para hacerlas entendibles por las masas. “Ante la necesidad de trasmitir ideas escribí esos artículos. Lo hice por puro instinto revolucionario”,  como él mismo ha confesado “ante la necesidad de transmitir ideas”. Las características de su estilo, unidas a una lógica y una coherencia aplastantes, le dan un poder de comunicación tremendo, tanto cuando habla como cuando escribe. No pocas veces nos narró sus experiencias y meditaciones acerca de la diferencia y el estilo de una y otra forma de comunicar ideas.

En el diálogo que solía sostener cuando se dirigía a la gente, lo mismo en un teatro que en las plazas del país ante cientos de miles de personas, se retroalimentaba de las expresiones y la reacción de las masas, entonces insistía o reiteraba ideas, volvía a ellas, las puntualizaba y resumía; algo distinto debía ser el discurso escrito. En eso se detuvo más de una vez en sus conversaciones con nosotros.

De ello fui testigo, junto  a otros compañeros de Granma, en incontables madrugadas, de los serios y agotadores esfuerzos del Comandante en Jefe por trasladar los razonamientos propios del hablar, en el que se acude mucho a la reiteración,  a la síntesis del discurso escrito, conservando de manera invariable el sentido de las ideas trasmitidas. No exagero al afirmar que a veces dedicaba más tiempo en revisar las cuartillas con sus discursos transcritos que en haberlos pronunciado. Tal era su celo por que la versión final fuera lo más fluida y clara posible sin dejar de ser profundamente fiel a sí mismo, y responsable al asumir lo expresado públicamente.

En eso quiero detenerme para explicar su conocimiento, comprensión y  respeto sobre el trabajo en un periódico, siempre urgido por el cierre. Acostumbraba a enviar a la dirección de Granma las cuartillas en grupo a medida que revisaba la versión taquigráfica, y de su puño y letra en el sobre escribía, algo más o menos así: “Para que vayan adelantando”.  Era propio de una forma de ser que siempre ha observado como una ley inexorable aplicable en todo y muy en especial en la política: “siempre hay que ponerse en lugar del otro”.

Sobre la importancia de la Radio mencionada anteriormente, no podemos olvidar las relaciones de Fidel Castro con Guido García Inclán y la COCO, pero sobre todo el papel asignado a Radio Rebelde en la Sierra Maestra, principalmente como vínculo con el pueblo para mantenerlo informado y orientado sobre el desarrollo de la guerra en la Sierra Maestra, como vehículo para denunciar los crímenes de la tiranía e, incluso, en un momento para alertar sobre planes del Gobierno de Estados Unidos para intervenir militarmente en Cuba en la etapa final de la contienda.

Como faro de la verdad,  la emisora estuvo este las tres posiciones estratégicas del Ejército Rebelde que había que defender hasta la muerte durante la ofensiva militar batistiana en 1958,  junto al hospital y la Comandancia. La ética de su programación estaba basada en el apego irrestricto a la verdad, resumida por la expresión de Fidel, de “ni una bala de más”, refiriéndose a no exagerar en las noticias el armamento ocupado ni ocultar las bajas. Igual principio regía en el resto de las  emisoras rebeldes de los demás frentes guerrilleros.

Gustavo Robreño, que es un colega de la palabra escrita,  insistía recientemente, en recordar la importancia que Fidel dio a la televisión como un medio de difusión y que durante los primeros años tras del triunfo de la Revolución fue utilizado por él para llegar a millones de personas en sus propios hogares, consciente del papel que desempeñaba en la formación de la opinión pública y escenario por excelencia para exponer, con imagen en movimiento y sonido, directamente a las masas las ideas y programas de la Revolución, recordar la injusticia y crueldad del sistema capitalista, desnudar las campañas de mentiras y agresiones del imperialismo.

Aquí es bueno recordar que en los primeros años coincidieron la prensa comercial y la prensa revolucionaria. Como norma, la primera respondía a los intereses del sistema económico imperante, defendía los privilegios propios de la injusticia social y la dependencia externa y en la medida en que se promulgaba leyes que distribuían mejor la riqueza, fueron poniendo cada vez más resistencia, entregándose finalmente a la política de sus aliados ideológicos y económicos, enclavados en Estados Unidos.

Como negocios al fin, no podían cerrar sus espacios a la opinión del líder de la Revolución pues perdían audiencia. Fidel dio un uso histórico a estos espacios y prolongaba su presencia casi habitual hasta horas de la madrugada. Todos sabemos el desenlace: los amos de la prensa cubana no resistieron una libertad de prensa verdadera y se marcharon del país esperando un futuro mejor que solo podía venir con los marines yankis.

Siempre diferenció el periodismo revolucionario, apoyado en ideas nobles, para mejorar el mundo, para despojarlos de injusticias y preservar sus culturas y la naturaleza, de la prensa como negocio, defensora de intereses mezquinos. “No hay periodismo grande sin causa grande”, nos dijo una vez. Meses antes que definiera la política ante los intelectuales, dio su opinión de cómo debía ser la conducta de los periodistas en un proceso profundamente transformador como el iniciado en 1959: “Ante que los intereses del periódico, están los intereses de la Revolución”.  Es la causa mayor la que define su conducta.

Juan Marrero expone en este libro la costumbre del Comandante en Jefe de trasladar  la conducción del país a la redacción de Granma en ocasión de acontecimientos muy importantes, práctica con antecedentes, pues también lo hizo en el diario Revolución, como sucedió cuando la crisis de Octubre en 1962. Así sería también en Granma años después, cuando el pueblo fue exhortado por Fidel a que ayudar a las víctimas del terremoto de Perú en 1975, cuando en una semana se lograron más de cien mil donaciones de sangre; o durante las semanas que duraron los acontecimientos desencadenados por la provocación en la Embajada de Perú, en mayo de 1980, y las respuestas que se sucedieron como las marchas del pueblo combatiente y la salida de emigrados por la bahía de Mariel.

Después haría lo mismo en la Televisión Cubana en ocasión de las mesas redondas organizadas con motivo del secuestro del niño Elián González en Estados Unidos, primero, y cuando las que se dedicaban al caso de los Cinco Héroes prisioneros en ese país.

Similar identificación con el papel de la prensa mostró en los debates del VII Congreso de la UPEC en 1999 y en los plenos ampliados posteriores sobre las información y la comunicación en la era de Internet, aunque para él no eran un secreto ni mucho menos los avances en el campo de la computación. Sobre el papel de las nuevas tecnologías como herramientas para trasmitir ideas, lo llevó a concluir en una de las sesiones de trabajo: “Esto parece haber sido hecho para nosotros”.

Hay un lema de reciente difusión en la Federación Latinoamericana de Periodistas, muy similar al que abre este libro, que reza: “En la lucha de ideas, las ideas que no se conocen, no luchan”. Esa consigna expresa muy bien el desempeño periodístico del compañero Fidel, su claridad al poner sus ideas a combatir, a unir voluntades y a crear conciencia para que se conviertan en acción en un sentido transformador. ¿Pueden tener otro sentido los revolucionarios? Es por esa razón que siempre buscó en la prensa el arma para extender y multiplicar  las ideas, por arriesgado que pudiera resultar determinadas circunstancias.

De cientos de horas con nosotros, en casi todos los congresos de la UPEC y en los plenos de su Comité Nacional, hemos conocido facetas cautivantes de sus experiencias como periodista y del método que utiliza. A nuestras vivencias se suman los recuerdos de tipógrafos, impresores, taquígrafos, correctores, gramáticos, camarógrafos, fotógrafos, secretarias…

Con sus opiniones definen a Fidel, más que como un hombre, como un concepto moral y un referente histórico, como una forma humana de existir para los demás y de reproducirse en los demás. Puedo afirmar como millones que lo han seguido, que jamás ha hecho nada, absolutamente nada, en su vida política que no estuviera dirigido a beneficiar al pueblo cubano y a defender y extender la solidaridad a otros seres humanos. Si su lucha ha sido larga y tenaz al frente de la resistencia nacional, ella ha estado condicionada por las colosales fuerzas que se han opuesto y se oponen a que esos sentimientos reinen en todo el mundo.

Concluyo esta presentación al igual que mi modesto testimonio recogido en las páginas de este libro: “Es un orgullo enorme y un compromiso muy serio para todos nosotros que ese hombre sea, además, periodista”.

Esa es la esencia de esta obra.

Fidel entre nosotros

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Ramón Cabrales, presidente de la Cátedra de Fotografía del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, durante la apertura de la exposición, Fidel ente nosotros, en la Casa de la Prensa. (Foto: Yoandry Avila)

Palabras de Ramón Cabrales, presidente de la Cátedra de Fotografía del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, durante la inauguración de la exposición fotográfica Fidel entre nosotros.

Hace exactamente diez años tuve también el honor de escribir unas palabras, tal vez por vez primera sobre Fidel,  cuando a través de la cátedra de fotografía Osvaldo Salas del Instituto Internacional de Periodismo “José Martí” y con el apoyo de la Fototeca de Cuba se quiso rendir un merecido homenaje por sus 80 cumpleaños a través de la exposición fotográfica “Canto a la vida” inaugurada en el Centro de Prensa Internacional.

Confieso que al principio creí que yo no era el más indicado para escribir sobre Fidel pues en aquel entonces tenía el criterio que de un gran personaje debía escribir otro gran personaje. Era el inicio de su separación del poder y de su enfermedad, pero en un momento determinado me di cuenta que para hablar de Fidel no se requiere ser un gran intelectual, sino simplemente sentirse cubano y amar a este país. Fidel es un poco la Cuba que me tocó vivir, no ha habido un solo día de mi vida en el cual no haya estado su figura presente.

Hoy vuelvo a escribir otras palabras para esta exposición sobre el líder de la Revolución a la cual hemos llamado “Fidel entre nosotros” para enfatizar el papel que ha jugado Fidel Castro no solamente como mentor y promotor del periodismo en Cuba, sino también para trasmitirle que para el gremio de la prensa él ha sido ante todo otro periodista más. Y tal vez uno de los mejores. Él mismo lo aseguró en uno de los congresos de la Upec: «Me gusta mucho el oficio, de verdad, ténganme por uno de ustedes».

Antes de dar mi criterio sobre la importancia, de cómo el pensamiento de Fidel ha influido sobre la prensa, quiero hacer una breve anécdota de cómo Fidel entra en mi vida en una fecha tan temprana como 1958.  Yo tenía nueve años y vivía con mi familia en el Central América, propiedad entonces del senador de la República Federico Fernández Casas, donde mi padre era obrero. En ese diciembre a escasos metros se daba allí una de las últimas batallas de la guerra de liberación, la batalla de Maffo. Fidel instaló su campamento en el batey. Dentro de la propia fábrica estábamos concentrados los pobladores huyendo del bombardeo aéreo y hasta allí llegaron los barbudos que veíamos por primera vez.

La fábrica se llenó con los soldados, las Marianas que cantaban desde sus hamacas e incluso de curiosos como el periodista Pardo Llada o el actor estadounidense Errol Flyn. El estruendo de los cañones, el silbido de las bombas  al caer de los B-26 o el cielo nocturno cubierto de balas trazadoras era un espectáculo alucinante para un niño. Un día sacaron del lecho del rio Contramaestre una bomba de 500 libras que al caer no explotó. La llevaron hasta el ingenio en una carretilla. Y ahí apareció Fidel.  Ya Fidel era una leyenda  y para un niño era como la aparición de un Genio. Habló con los pobladores sobre la guerra.

Un vecino, Antonio “Ñe” Lastre, resumió un poco el sentir de los allí presentes al agradecer su empeño por liberar a Cuba de tantos males. Se tomaron muchas fotos, incluso en algunas los niños rodeábamos a Fidel. Recuerdo que me puso la mano en mi cabeza. Así desde mi niñez y hasta hoy no ha habido un solo día de mi vida, al igual que la vida de cualquier cubano que no haya estado indisolublemente ligada a la vida de Fidel y de la Revolución.

Fidel Castro ha estado sólidamente unido al periodismo y es quizás uno de los políticos que por su permanencia en el poder y por su personalidad que mas haya sido retratado mundialmente. Los fotógrafos saben que un buen retrato es aquel que saca a flote la personalidad del modelo, algo a veces difícil, lo contrario en Fidel ya que su expresividad es precisamente una de sus armas de combate.

Prestigiosos intelectuales lo han catalogado como un hombre astuto, curioso, inquisidor —pregunta sobre cosas que sabe para confirmar sus datos—, cuestionador hasta de la propia historia, hiperquinético, con una sed insaciable de conocimientos, antidogmático por antonomasia, con una increíble vehemencia para defender sus ideas, no por sentirse un dios, sino por razonamiento. Y a pesar de sus tantas facetas es un hombre fácil de retratar.

El Fidel interno está siempre  a flor de piel y eso ha sido captado por millares de importantes fotógrafos nacionales como Luis y Alberto Korda, Corrales, Constantino Arias, Osvaldo y Roberto Salas, Liborio, Ernesto Fernández, Humberto Mayol y Pablo Caballero, sólo por mencionar algunos, pero también ha sido captado por grandes del lente de otras latitudes como el armenio Yousuf Karsh, Elliot Erwitt o el padre del fotoperiodismo moderno Henri Cartier-Bresson.

La fotografía es parte constituyente de la prensa al igual que el texto. Por eso con esta exposición todos los fotorreporteros cubanos, los que están y los que ya no, quieren rendir un pequeño homenaje a un hombre que además de ser el líder más importante de nuestro país, en más de medio siglo, siempre tuvo y dedicó tiempo para sus colegas periodistas, y supo aquilatar el verdadero valor de la prensa cuando ésta responde a los intereses del pueblo. Y cito algunos de sus conceptos:

«Veo a la prensa jugando un papel importantísimo en la elevación de la moral y en la preservación de todos los valores sagrados de nuestro pueblo, en la denuncia, en el combate, en la lucha contra todas las cosas mal hechas […] Quién puede educar más que la prensa?. El socialismo debe basarse en el ejercicio de la crítica y en la apelación a la conciencia y los valores humanos […] Los periodistas deben investigar, saber qué anda mal, qué hechos lesionan a la economía del país, qué corrompe a la gente, y no solo exponer, sino combatirlos a través de ese poderoso instrumento que son los medios de difusión masiva. […] Cada periodista debe ser un gladiador contra las cosas que a su juicio marchan incorrectamente. Y es también un luchador por que las cosas marchen bien, un creador de la nueva sociedad».

«Estoy soñando con unos periodistas que tengan todos los elementos para hacer su trabajo, con unos periodistas óptimos. Es un sueño que podemos lograr».

 (V Congreso de la Upec/1986)

Como de la luz se trata…

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Omar Felipe Mauri, presentando los originales de las las historietas Tiempo de cocuyos y Fidel, el rebelde, en la Casa de la prensa. (Foto: Yoandry Avila)

Palabras de Omar Felipe Mauri, durante la presentación de los originales de las historietas Tiempo de cocuyos y Fidel, el rebelde, durante el homenaje efectuado a Fidel por su 90 cumpleaños en la Casa de la Prensa.

La Unión de Periodistas de Cuba se honra en celebrar el 90 cumpleaños del Comandante en Jefe, Fidel Castro, con una muestra, un anticipo en forma de exposición, de las páginas de dos libros de historieta Tiempo de cocuyos y Fidel, el rebelde, como regalo especial a la infancia y la juventud cubana.

Centrado en diez momentos cruciales de la vida del Comandante en Jefe, Fidel, el rebelde, es un volumen coordinado por el reconocido Ángel Velazco, quien además de escribir todos los guiones, ilustró tres de ellos.  Recorrer un abanico de acontecimientos que van desde la infancia en Birán, el colegio La Salle, la Universidad, el Moncada, la Sierra, Girón, hasta pasajes del internacionalismo y los más recientes instantes de su vida, plantea un reto a la síntesis y la dramaturgia de cada una de estas partes y al conjunto en total.

La eficacia expresiva descansa en el dibujo de autores como el propio Ángel Velasco, Francisco Blanco, Jesús Rodríguez, Sonmy Álvarez, Imastrilla, Yuri DC y Darnell –citados así por sus firmas.

Este recorrido gráfico lleno de evocaciones y detalles, debe verse como una incitación al conocimiento y el interés por indagar y profundizar en la vida y la obra del Comandante en Jefe, la historia de Cuba y nuestra proyección como país en Revolución hacia el mundo.

La segunda obra que recoge la exposición, Tiempo de cocuyos (con guión de Omar Felipe Mauri y dibujo a seis manos de Wimar Verdecia, María Ester Lemus e Iran Hernández) explora la  siempre apasionante aventura que es la vida de los niños y la formación de una personalidad, su anuncio de grandeza,  hondura humana e inteligencia que ilumina todo un siglo. Fidel es un iluminado, de ahí la metáfora del tiempo de cocuyos.

Anécdotas de una infancia que se movía entra la libertad del campo y los moldes opresivos de una educación colonial, la dicha de una familia amplia y unida frente a la soledad y la estrechez ajenas, así como la fascinación por el saber son evocados por Fidel en varias entrevistas (especialmente con Ignacio Ramonet y Katiuska Blanco). Desde la voz de un niño, esos testimonios, a la vez que sencillos e inocentes, son estremecedores.

Fidel, el rebelde es un libro de temple épico; Tiempo de cocuyos, de sentimientos y alma. Sin dudas, una feliz conjunción.

Si una imagen vale más que mil palabras; una anécdota cala más que mil imágenes. Con esta combinación de imagen y anécdota que nos ofrece la historieta, se crea un puente para que niños y adolescentes de hoy se trasladen a la infancia y la vida del Comandante en Jefe, el fundador de una nueva vida y conductor de pueblos, o simplemente Fidel como lo llama la gente.

La aventura de crear este libro –toda creación y más siendo para la infancia, constituye la más feliz de las aventuras-, fue más intensa por tratarse de Fidel, a quien varias generaciones de cubanos sentimos como un padre y a quien los más jóvenes perciben como brújula en la conciencia y el destino de la Nación.

Este aniversario demuestra que Fidel crece continuamente en el imaginario de este pueblo, crece a la par del tiempo. No es extraño entonces que lo hayamos visto en los lugares más insospechados, con la gente más llana y profunda que imaginarse pueda, interesado en temas que no podemos suponer y desatando fuerzas inconmensurables. Fidel, en el imaginario del pueblo, es energía y emoción. Por eso todos tienen algo que contar de él, todos lo han visto, incluso, al mismo tiempo en lugares distantes, acompañado de tamarindos y cocuyos como ocurre en estos libros.

También en la fantasía y la creación obra el amor. He aquí el de todos nosotros.

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Redacción Cubaperiodistas
Sitio de la Unión de Periodistas de Cuba

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