Sancho Panza escultura Habana Vieja
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Quijote y Sancho en La Habana

Yaquelín y María Ester decidieron echar una caminadita aquella tarde por La Habana Vieja para ver “lo nuevo”. Iban por el camino casi obligado, la calle del Obispo. Al llegar a la del Aguacate, un grupo musical interpretaba melodías típicas cubanas para deleitar a turistas sentados en una especie de bar-restaurant al aire libre. El trombonista hacia magias con sus sonidos y hasta los transeúntes detenían el paso. De pronto, una de ellas llama la atención y dice:

-Pero mira esto, primi, todavía Sancho está ahí metido. Pasa el tiempo y no hay quien le ayude a indicarle el camino adonde le espera el Ingenioso Hidalgo desde hace mucho.

-Siempre me ha parecido tan original este gordito, está bello; aunque su lugar idóneo es en 23 y J, no imagino a quién se le habrá ocurrido dejarlo aquí- sostuvo la otra.

Efectivamente, comparto el criterio de las dos jóvenes, pues otro tanto me ocurre cuando camino  esa calle. Siento pena hallar a Sancho Panza (obra del escultor Leo de Lázaro)  en este lugar como escudero solitario y abandonado a su suerte durante un montón de años. Sin embargo, lanza bajo el brazo, en arremetida triunfal contra los molinos de viento va el caballero de la triste figura en su Rocinante sin par, dueño del parque de J y 23 en el Vedado. Y, aunque en momentos desiguales hayan llegado a sus sedes de hoy día me cuestiono: ¿qué razón habrá existido para que se decidiera y aceptase tanta distancia entre ellos?

No creo se trate de diseño urbanístico alguno porque cualquier cubano sobradamente sabe que don Miguel de Cervantes les hizo surgir y los uniría para siempre desde inicios del siglo XVII en su maravillosa obra “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”. Supongo que ningún habanero pueda imaginar al Quijote separado de su ayudante Sancho, tampoco le agrada a nadie tener un distante escudero escondido bajo las sombras de los árboles mientras en otro lado de la ciudad bajo un tremendo sol tropical siga esperándole el eterno soñador. Quizás sea un desajuste transitorio aunque extendido lo de mantener al uno sin el otro.

Varias veces he detallado las espaciosas áreas del Parque de 23 y J. Cierro mis ojos y veo resuelta la separación que ha existido en La Habana entre el Quijote y Sancho. Concluyo que Sancho bien pudiera venir en justo desfile cultural sobre su conocido borriquillo a detenerse en las proximidades de su señor Don Quijote, así el dúo quedaría fijado para la inmortalidad completa en nuestra capital.

Por otra parte, hay noticias de cómo avanza ya la construcción de un nuevo hotel a escasa distancia del parque en honor al Ingenioso Hidalgo y su escudero, el posible reajuste aumentaría el realce de esta céntrica esquina; dado que ofrecería además un simbólico lugar para el reconocimiento y deleite de la literatura universal, un espacio distinguido para visitantes y transeúntes.

Con seguridad también habrán quedado satisfechas las atractivas primas aquella tarde en su paseo por la calle del Obispo, sin imaginar siquiera que dieran pie a esta sugerencia.

(Foto de portada tomada de tripadvisor.es)

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Alberto E. Pérez de la Rosa
Alberto E. Pérez de la Rosa. Es parte del Grupo Asesor de la UPEC. Hoy en día escribe anécdotas y estampas, sobre hechos y situaciones con un estilo narrativo que juega con la realidad y la fantasía, entre el universo creativo de las verdades y los mitos, lo histórico y lo cultural. También se dedica a contar secretos propios a través de relatos y vivencias, fabulaciones y experiencias.

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