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Géneros periodísticos: entre el tango y la milonga

Como toda acción normativa, los géneros periodísticos devinieron controversiales desde el momento en punto que surgieron. A partir de ese momento, hace más de un siglo, ceñirse a la idea de ponerse un “corsé cerebral” a la hora de redactar el mensaje informativo soltó los demonios. Son diferentes los enfoques que sustentan el debate: desde quienes decretan su muerte por obsoletos y otros los siguen considerando pertinentes.

Los géneros periodísticos son hijos del desarrollo experimentado por la prensa impresa desde finales del siglo XIX en Estados Unidos. Desde entonces, vender noticias como fuente de riqueza, con todas las implicaciones ideopolíticas que ello entraña, pautaron el advenimiento de esas formas narrativas que llegan hasta nuestros días.

La doctrina liberal del periodismo estadounidense de que los hechos son sagrados y la opinión es libre, sirvió de base, de manera muy general, a la primera clasificación de los géneros  periodísticos: los acontecimientos, agrupados como story, y los comments, nicho dedicado a la opinión. En la década del 20 del pasado siglo se sumaría, la interpretación ante la demanda de los lectores que exigían a la prensa brindar explicación sobre la complejidad de la realidad de entonces.

Desde diferentes perspectivas y miradas aparecieron progresivamente (más allá de la clasificación anglosajona antes expuesta), las formas narrativas principales que han definido la arquitectura del discurso periodístico hasta el sol de hoy: nota informativa o noticia, entrevista, reportaje, crónica, comentario, artículo y editorial como los principales, cobijados bajo los estilos informativo, interpretativo y opinático.

Desde su advenimiento como empresa influenciada obviamente por el interés mercantil, el periodismo requería de un riguroso ordenamiento en sus rutinas productivas y de la formación de las ideologías profesionales.

De ahí la utilidad de los géneros como clasificadores de los contenidos informativos mediante mensajes diferenciados que, bajo pautas como los valores noticias y criterios de noticiabilidad, entre otras, facilitaran  el flujo del trabajo periodístico sin demoras bajo el imperativo de cumplir con el cierre de cada edición. Por demás, esas formas de relatar el acontecer eran convenientes en tanto también deslizaban sutilmente la intencionalidad proveniente de la línea editorial de la publicación.

La práctica se encargó de consolidar como “ciencia constituida” el criterio de que las delimitaciones, funciones y estilos de cada género son la base estructurante sobre la que descansa ejercicio profesional.

Desde hace mucho tiempo la conveniencia de esas maneras de construir el mensaje periodístico trasvasó el papel periódico para convertirse, mediante las adecuaciones correspondientes de forma y contenido, en referentes ineludibles para contar el mundo noticioso  desde las múltiples alternativas que componen el globalizado ecosistema mediático.

El hecho de que dichas narrativas hayan llegado hasta aquí también se debe a la capacidad de resilencia mostrada, algunos de los cuales nos acompañan desde el siglo XIX. La adaptación a la actualidad se expresa mediante nuevas discursividades  cuyas matrices las encontramos en los llamados géneros periodísticos clásicos o géneros madre, desde una perspectiva de complementación y fortalecimiento en virtud de una convergencia dialéctica.

Esa posibilidad mutante de los géneros se debe, en primer lugar, a una necesidad objetiva del periodismo: el cumplimiento de su encargo social como constructor de la realidad socialmente relevante a partir de un contexto político, económico y social global y local cada vez más complejo y cambiante.

Se debe, asimismo, a los extraordinarios avances de la humanidad en el campo científico-técnico. Tal es el caso, por ejemplo, de las ciencias sociales cuya producción científica y herramental investigativo han permitido al periodismo poder  ir  a la profundidad de la realidad que indaga e informa.

El advenimiento de la era digital también ha propiciado la eclosión de nuevas formas del relato informativo con las cuales redescubrir el mundo, interpretarlo, representarlo y brindar a los públicos insospechados horizontes para disponer de una postura proactiva en la construcción del mensaje. Esta situación no niega la existencia de los géneros tradicionales, sino contribuye a oxigenarlos.

Merece atención especial el tema de la hibridez de los géneros periodísticos  interpretado como la búsqueda de un discurso periodístico atractivo y funcional para representarnos el mundo en que vivimos.

Hijo de la innovación, ese mestizaje lo apreciamos no solo en el periodismo, sino también, por ejemplo, en la literatura, el cine, que cumplen la máxima de que donde hay vida, hay cambio. Es decir,  en ese tipo de relato informativo se pueden combinar elementos de varios géneros, pero el acierto en lograrlo viene de la mano del talento, la profesionalidad  de quien lo escribe.

Dicho esto último, es importante subrayar que la hibridez  tiende a caminar por una suerte de “campo minado” consecuencia nacida por la sombra de subvaloración que se cierne sobre ejercicio periodístico.

Esa situación viene dada, entre otros motivos y circunstancias, por manifestaciones de ignorancia y falta de profesionalidad de los actores intervinientes a lo largo del proceso informativo. Estamos  ante un fenómeno multicausal: la deficiente calidad de los productos comunicativos, la influencia de las malas prácticas (incluso éticas) provenientes del llamado “tiempo real” y el “corte y pega” entronizado por la era digital, el ejercicio del denominado periodismo ciudadano, el intrusismo profesional, las influencias nocivas de la representación mediática de la agenda política y otros, entre otros factores. Esa problemática dispara las alarmas de alerta.

Fomentar espacios de diálogo profesional en nuestras redacciones, insuflarle vida a las comisiones de calidad, estimular el clima de superación, hacer alianzas con la academia y fomentar el hábito de lectura entre los colegas, son algunas de las vías que pudieran contribuir  a la entrega a de un periodismo de mayor calidad. Podríamos empezar por  revalorizar los géneros periodísticos.

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Roger Ricardo Luis
DrC. Roger Ricardo Luis. Profesor Titular de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. Jefe de la Disciplina de Periodismo Impreso y Agencias. Dos veces Premio Latinoamericano de Periodismo José Martí.

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