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Girón/55: El mayor error de Kennedy

4991-fotografia-gironGirón en la memoria, el buen periodismo de Gabriel Molina y las reflexiones de otro consagrado periodista, Juan Marrero, autor de este trabajo, traen al presente historias reales contadas con amenidad.

En el año 2011, la Editora Política publicó un interesante libro sobre Playa Girón. Su autor: el periodista Gabriel Molina Franchossi, quien fuera fundador de Prensa Latina y trabajó como directivo en los periódicos Combate, Hoy, Granma y la programación noticiosa de la TV.

En el prólogo del libro, el compañero José Ramón Fernández, uno de los jefes de las fuerzas de nuestro pueblo que enfrentaron en el escenario de Playa Girón y derrotaron la invasión en menos de 72 horas, decía que ese libro “merece todo reconocimiento y es digno de ser leído con atención, pues a la par que entretenido, nos brinda elementos nuevos”. “Parte de documentos existentes y es ameno en su lectura”, también apuntó.

El buen periodismo de Gabriel Molina Franchossi está presente en las más de 350 páginas de la obra “Girón-Bahía de Cochinos, el mayor error de Kennedy”. Si alguien conoce algo de su ejercicio periodístico soy yo, pues me formé a su lado y mucho aprendí de sus mañas, audacia y otros secretos de la profesión.

Me llamó la atención la utilización de los vocablos “entretenido” y “ameno” que hace Fernández al valorar este libro. Se trata de una obra de testimonio histórico que como fuentes emplea documentos desclasificados y públicos, dónde la imaginación y la ficción no caben, pero, sin embargo, Molina logra armar un relato de gran interés que atrapa al lector desde sus páginas iniciales. Al menos, eso me ocurrió a mi que viví dentro de aquellos acontecimientos y no pocas veces quedé sorprendido por tropezarme con hechos borrados de la memoria o, simplemente, desconocidos o, quizás, contados de una manera que los convierten en bien interesantes y atractivos.detenidos

Casi la mitad de las páginas del libro recoge los antecedentes de los hechos de Girón, tanto la relacionado con las decisiones políticas de la Casa Blanca como los preparativos de la invasión por la CIA y el Pentágono y el lanzamiento de una sucia guerra de propaganda; como los pasos políticos que daba el Gobierno Revolucionario para hacer realidad cambios que favorecieran a los humildes, entre estos, la puesta en marcha de concepciones para defender la revolución en caso de una agresión.

La obra de Molina que comentamos transita por todo eso y mucho más. Cuenta, entre muchas cosas, sobre la herencia que le dejó Eisenhower a Kennedy; el entrenamiento de los mercenarios en Guatemala; el primer viaje de Fidel a Estados Unidos; la voladura del barco La Coubre en el puerto de La Habana, que traía armas para la defensa de Cuba; lo que sucedió en Costa Rica en la conferencia de cancilleres de la OEA para aislarla diplomáticamente; la mentira de la patria potestad; la serie de operaciones secretas para asesinar a Fidel que concibieron la CIA y la mafia; la filosofía política del Imperio de utilizar “cualquier medio concebible para debilitar la vida económica de Cuba a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”, que no fue más que la génesis del bloqueo criminal que ya tiene más de medio siglo.

El autor del libro no desperdicia ni desaprovecha hechos y personajes para insuflarle interés y amenidad a sus relatos. Cito, a modo de ilustración, tres de ellos:

*Las presiones que recibió el escritor estadounidense Ernest Hemingway de parte del gobierno de Eisenhower para que abandonase a Cuba, donde había establecido su residencia, y además que diese declaraciones en contra de Fidel Castro y su gobierno. El embajador norteamericano en La Habana, a la sazón Philip Bonsal, quien era amigo personal de Hemingway, recibía las instrucciones de Washington y debía trasladarlas al destacado escritor para convencerlo que se enemistase con la Isla.

*Lo que ocurrió en 1960, cuando ni siquiera el béisbol escapó a la implacable guerra iniciada por Estados Unidos contra Cuba. La guerra fría también llegó a la pelota cuando fue transferida a Jersey City la franquicia de La Habana, que tenía un equipo profesional, Los Cuban Sugar King´s, en la Liga Internacional, categoría Triple AAA. Esa conjura comenzó el 26 de Julio de 1959 cuando ocurrió un incidente en el entonces Estadio del Cerro (hoy Latinoamericano) cuando se enfrentaban los equipos Cuban Sugar King´s y Rochester, y para festejar el 26 de Julio algunos aficionados hicieron disparos al aire, y dos proyectiles al descender rozaron al coach del equipo norteamericano y a un jugador del equipo cubano. Heridas leves, pero suficientes para que el equipo Rochester se retirara del terreno y decidiese no jugar más en Cuba. A partir de entonces Cuba no ofrecía seguridad.

Molina hace un comentario final sobre que la operación contra la Revolución en el deporte se completó con la medida de que no podría jugar ningún cubano en el “béisbol organizado” (léase Grandes Ligas y sus sucursales en A, AA y AAA) sin romper con el gobierno, pues las leyes del bloqueo impiden que sean remunerados, excepto si abandonan su país de nacimiento. Cincuenta y cinco años después aún existen esas sanciones y también la Ley de Ajuste Cubano que se emplean para legalizar la situación del robo de talentos cubanos, incluido en el béisbol.

*Los carnavales santiagueros que se efectuaron en la calle Infanta, desde San Lázaro a Carlos III, del seis al 12 de marzo, unas semanas antes de la invasión. Conjuntos típicos, tocadores de rumba y las cornetas chinas festejaban todas las noches, simultáneamente a que miles y miles de hombres se entrenaban para enfrentar la inminente agresión.

Molina ofrece un panorama de la cartelera cultural en La Habana en esos días: El Benny Moré cantándole a San José de las Lajas, a Manzanillo y a Santiago en teatros, cabarets o bailes populares; en el Copa Room del hotel Riviera se estrenaba el show Papel y Tinta; el ICAIC exhibía en los cines la cinta Cuba baila, de García Espinosa. La alegría, en fin, formaba parte irrenunciable de seguir disfrutando la vida, al mismo tiempo que era evidente la decisión de todo un pueblo de vencer o morir.

Esos relatos y otros muchos que están en las páginas del libro, aparentemente no conectados con la agresión de Playa Girón, formaron parte del diseño agresivo del Imperio contra Cuba. El programa de guerra encubierta contra Cuba puesto en ejecución por Eisenhower el 17 de marzo de 1960 –y el cual es recordado reiteradamente por Molina a lo largo de esta obra—establecía que se emplease cualquier medio concebible para destruir la Revolución cubana.

El autor no se queda en abril de 1961, en la victoria del pueblo, sino que presenta muchos de los hechos que ocurrieron después. Todo lo que es de interés humano no escapa. Y así nos cuenta, por ejemplo, la llegada a Cuba, como polizón en una nave de Cubana de Aviación que había despegado de Río de Janeiro, de un niño brasileño de sólo 13 años de edad que solo quería conocer a Fidel Castro. El niño fue llevado a la Ciudad Deportiva, donde había un acto por el Día de las Madres, en el que estaban Fidel y ocho mil madres campesinas. Y allí el niño conoció a Fidel y cumplió su sueño.

Y otro hecho de interés por esos días de mayo fue la llegada a Miami de 10 prisioneros de la Brigada 2506 que habían sido elegidos por el resto de los 1 197 presos en Girón para que integraran una comisión que negociara con el gobierno de Estados Unidos una propuesta de Cuba de la liberación de todos a cambio de 500 tractores y medicinas. Aquella fue el inicio de una larga negociación que se extendió hasta 1962 , con una comisión designada por Washington, a la que dieron el título de “privada”, y encabezada por la viuda del ex presidente Franklynn Delano Rossevelt. El desenlace fue el intercambio de los prisioneros por compotas, medicinas y pequeños tractores, pues Estados Unidos se negó a entregar tractores grandes alegando que podrían ser convertidos en tanques de guerra.

Les cuento todo esto, que es solo una gota de agua depositada en un vaso enorme, para que puedan tener una idea de la valiosa información que ofrece este libro. No menos importante son sus páginas finales donde hay una amplia exposición sobre la Operación Mangosta (nuevos planes de asesinato de la dirección revolucionaria cubana, sabotajes, guerra biológica, guerra sicológica para ahogar la revolución desde el crimen y que, según los planes del Imperio, concluiría en octubre de 1962 con la intervención militar directa de Estados Unidos en Cuba). Esa operación, típicamente terrorista, fue, en definitiva, lo que dio lugar a la Crisis de Octubre o Crisis de los Misiles.

¿De dónde nació el título del libro “…el mayor error de Kennedy”? No es un invento de Molina ni una conclusión festinada. Salió, quizás, de lo que comentase el mismo Kennedy en distintas ocasiones a varios periodistas sobre el fiasco de Bahía de Cochinos. A Bill Keller, editor ejecutivo de The New York Times, le dijo que si hubiesen publicado la denuncia de la preparación del ataque –tenían toda la información pero la censuraron–, tal vez le hubiesen evitado el fiasco. Y a Turner Catledge, también del Times, le dijo: “Si hubiesen publicado más sobre la operación, nos habrían salvado de un colosal error”.kenedy

Molina desarrolla, además, cómo John F. Kennedy, ya en 1963, se da cuenta de los muchos errores que cometió en relación con las políticas y decisiones ejecutadas con respecto a Cuba. Lo que prometió ante el fiasco de Girón de reorganizar la CIA no lo cumplió hasta las últimas consecuencias. Y cuando, de modo secreto, empezó a dar pasos concretos para normalizar relaciones con Cuba, junto a su hermano Robert, así como otros pasos para favorecer la apertura de un clima de coexistencia pacífica en el mundo, decretó su sentencia de muerte. Los mismos que conspiraron para asesinar a Fidel Castro, dentro de la CIA, la ultraderecha política, la mafia y los contrarrevolucionarios de origen cubano, fueron los que organizaron y perpetraron el asesinato de Kennedy en las calles de Dallas, el 23 de noviembre de 1963. Y después lo hicieron con su hermano Robert. Algún día cuando se desclasifiquen los documentos del gobierno norteamericano sobre esos hechos, saldrá toda la verdad.

De este episodio y sus antecedentes, el libro de Molina también ofrece una coherente y argumentada información.

Alguien ha dicho que los pueblos que no tienen memoria son pueblos que fracasan y son pueblos que terminan siendo dominados. Las más de 350 páginas de “Girón-Bahía de Cochinos-El mayor error de Kennedy” ofrecen útiles lecciones, sobre todo a las nuevas generaciones, para impedir ser nuevamente dominados.

Con el libro de Molina se anda sobre la luz.

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Redacción Cubaperiodistas
Sitio de la Unión de Periodistas de Cuba