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Tanques alemanes para Kiev

El 20 de enero, se desarrolló la segunda conferencia militarista occidental en la base aérea estadounidense de Ramstein, en el suroeste de Alemania. Según el New York Times, altos dignatarios militares de Ucrania y Estados Unidos se reunieron, la semana pasada, en Alemania para planificar con detalle la próxima ofensiva ucraniana y hacer una lista de las armas necesarias. La consiguiente reunión de ministros de guerra que se celebró en Ramstein, sirvió para aclarar cómo adquirir las armas a tiempo; se evidenció la ausencia de soberanía -no sólo energética sino también- militar, pues el Ministro de Defensa de Alemania, Boris Pistorius, figuró como mero invitado de su homólogo de EE.UU en territorio germano.

Washington autorizó recién que Crimea sea objetivo de la ofensiva ucraniana. El comandante en jefe de las fuerzas armadas ucranianas calcula 300 carros de combate, entre 600 y 700 vehículos de combate de infantería y 500 obuses indispensables para aquella ofensiva. Los primeros carros de combate serán suministrados por Gran Bretaña.

Es de destacar que el Canciller Federal Olaf Scholz comunicó que el suministro alemán depende del suministro de blindados equivalentes estadounidenses. Sin embargo, la Ministra Federal de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, manifestó simultáneamente que Alemania no impedirá el suministro; comunicación calificada como cacofonía por parte de los medios de comunicación: el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung resaltó que “se está profundizando la alienación dentro de la coalición”. Además, el nuevo Ministro Federal de Defensa, el socialdemócrata Boris Pistorius, llamó a los países que quieran suministrar los tanques Leopard, que “empiecen a entrenar las fuerzas ucranianas”, aunque Olaf Scholz aún no había dado luz verde al suministro de éstos; y a diferencia de Scholz, Pistorius no vio la posible entrega de carros de combate estadounidenses a Ucrania como una condición para que también se desplieguen carros de combate alemanes; a diferencia de su moderada predecesora, Pistorius acusó, la semana pasada, a Rusia de llevar a cabo una “guerra de aniquilación” en Ucrania.

El 25 de enero, el jefe del Gobierno, Scholz, dio el aval, oficialmente, para el suministro, dado que paralelamente, EE.UU anunció que entregará a Kiev sus tanques Abrams. Esto demuestra que los Estados Unidos continúa escalando, mientras que Alemania trata de minimizar el riesgo de una guerra mundial, puesto que el uso de bombas nucleares tácticas rusas pondrán en peligro a Europa central, no a Norteamérica.

Aunque el debate sigue abierto, ya se piden nuevas medidas bélicas en la prensa: Entregas primero de helicópteros de combate, luego de cazas. Sólo con ellos, dicen los comentarios mediáticos, podrá Ucrania “ganar la guerra”.

No obstante, la mayoría (el 45%) de la población alemana rechaza la entrega de carros de combate (el 33% a favor). Según Handelsblatt, el 58% de los alemanes condenan un eventual ataque ucraniano contra Crimea; el diario reabre, además, preguntas sobre la viabilidad del suministro de armas alemanas: “¿Cómo Alemania afronta su propia historia?, ¿y qué decisión tendrá cuáles consecuencias?” Es más: este rotativo reveló que la Casa Blanca reaccionaba molesta porque Berlín había impuesto condiciones a los dirigentes estadounidenses para la entrega de los Leopard 2, lo que testimonia la muy estrecha interdependencia entre ambas potencias occidentales en este conflicto por el orden mundial.

Simultáneamente, la televisión alemana informó que el fabricante estadounidense de automóviles Ford suprimirá miles de empleos en Colonia (oeste de Alemania), tras la destrucción de Nord Stream del 26 de septiembre pasado, de autoría anglosajona según ratificaron miembros anónimos del gabinete ante medios, y el siguiente incremento de los precios de energía.

Amerita destacar, adicionalmente, que la gran empresa china BYD negocia actualmente a fin de adquirir otra planta de Ford ubicada en la ciudad fronteriza con Francia, Saarlouis (estado federado del Sarre). Adicionalmente, recordemos que la mayor cantidad de los 100 mil millones de euros que Berlín anunció en el febrero pasado para su defensa, serán gastados para productos de consorcios armamentísticos norteamericanos, no alemanes o franceses.

Existe todavía realismo especialmente entre oficiales alemanes: el general Hans-Lothar Domröse preguntó recientemente: “¿Qué significa ganar?” Ante la demanda de más armamento pesado para Ucrania, el ex general del ejército alemán ha pedido que se aclaren con precisión los objetivos de la presente guerra: “Tenemos que definir lo que significa ganar en términos concretos”, declaró Domröse, quien, hasta su jubilación, fue uno de los más altos oficiales de la OTAN, al tiempo que advierte de las expectativas exageradas: La reconquista de Crimea, que Volodymyr Selenskyj menciona repetidamente como objetivo, la considera militarmente “casi imposible”.

En cuanto a la comunicación de la Cancillería Federal, periodistas han señalado su incoherencia: el vocero del gobierno federal Hebestreit, recordó hace una semana, que el eventual envío de tanques Leopard a Ucrania constituye para Alemania “una cuestión de vida o muerte con respecto a la defensa del propio país”. Tras las innumerables críticas mediáticas orientadas a atizar la guerra, Berlín se muestra siempre vacilante y al final continúa siguiendo los lineamientos anglosajones destinados a escalar cada vez más, como acaecido a finales de 2021 (cuando se dejó de lado por primera vez los acuerdos Minsk 1 y Minsk 2 de parte de París y Berlín) y en el 2022.

El historiador francés Emmanuel Todd demostró recién en un medio suizo, que Berlín se ve actualmente bajo presión ejercido por el eje “Washington – Londres – Varsovia – Kiev”, además el reconocido publicista ratificó que los anglosajones destrozaron Nord Stream a fin de obstaculizar posibles lazos diplomáticos y energéticos futuros entre Alemania y Rusia. Emmanuel Todd subrayó, además, que Alemania ya no lidera en Europa (a diferencia de la década de 2010, cuando Francia se veía más afectada por las repercusiones de la crisis financiera que Alemania).

En definitiva, Scholz se mostró primero reticente a suministrar carros de combate sofisticados, pues arriesga la destrucción de bases militares como la mencionada Ramstein, por bombas rusas, mientras que EE.UU se encuentra muy lejos. Se denota una creciente pérdida del sentido de la realidad especialmente entre los liberales y Verdes, pero también entre la gran mayoría de los cristianodemócratas, excepto el jefe del gobierno de Sajonia, Kretschmer, quie exigió reiteradamente que se repare Nord Stream.

Die Welt recordó recién que “se ha colado una retórica precipitada, lo que atestigua falta de seriedad. Washington nos ofrece el último ejemplo: si nos atenemos a las informaciones de la prensa estadounidense, el Gobierno de Estados Unidos ha anunciado que apoyará a Kiev en la reconquista de Crimea. [..] ¿cómo se va a poder reconquistar la península? Fijarse grandes objetivos puede ser sensato. En la actualidad, sin embargo, [..] la guerra de posiciones recuerda más bien la rigidez de la Primera Guerra Mundial que un avance enérgico.”

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Tobias Baumann
Historiador, traductor y analista político alemán. Maestría en París sobre la propaganda alemana en Alsacia-Lorena. Vive en Berlín.

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