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20 años de tele, aprendiendo con Fidel

Fidel Castro, que era un vigía de futuro empinado en la cordillera de sus piernas verde olivo, vio primero que la mayoría de los estadistas y de los expertos de medios la importancia de las teleclases y los teleprofesores y la conveniencia de aprovechar la seducción de las tecnologías para estimular en los más jóvenes la antigua bendición de la cultura.

Así que el 9 de mayo de 2002, cuando el mundo —que entonces mostraba mejor memoria que ahora— recordaba los 57 años de la victoria contra el fascismo, él aseguraba para Cuba, con la inauguración del Canal Educativo, nuevas victorias en nuestras luchas por la sabiduría.

Canal educativo Televisión cubana

 

La televisión se tornó aula nueva y algunos de los mismos maestros y profesores de siempre, escogidos entre los mejores del país, perfilaron sus clases conscientes de que, al otro lado de aquellas cámaras en muchos casos nuevas para ellos, la matrícula había crecido a un nivel que no podían precisar ni con su mejor matemática.

Poco después, el 16 de septiembre de ese mismo año, cuando inauguraba el curso escolar 2002-2003, el propio Fidel comentaba que quizás en la batalla de ideas —una contienda que, por cierto, no ha cesado— «…lo más trascendente fue la idea de utilizar los medios masivos y los equipos audiovisuales y de computación para impartir conocimientos a niños, adolescentes y adultos en las escuelas y en los hogares».

Al cabo de dos décadas la programación, el Canal Educativo confirma en cada minuto la previsión del líder histórico de la Revolución Cubana, un hombre que aun en la lucha clandestina y hasta en el áspero escenario de la Sierra Maestra supo mensurar el alcance y hondura de los medios de comunicación para fomentar no solo la educación y la cultura, sino, también, la conciencia.

Además de cubrir en su estrategia todos los niveles educativos, el canal contagia el afán de saberes a toda la familia, lo que convierte a sus productos comunicativos en resortes para la recreación y la armonía hogareñas.

Durante un curso «normal» —ya se sabe cuánto ha cambiado nuestras vidas la pandemia de COVID-19— el Educativo trasmite más de 12 100 horas, a razón de 29 semanales, desde una parrilla que «carga» armónicamente espacios de apoyo curricular, complementarios y formativos.

Esta señal de alumbramiento interior alcanza ya todo el territorio nacional y enciende una luz de nuevo aprendizaje en casi el 88 por ciento de los cubanos.

Los profes de la tele complementan lo que otros, y ellos mismos, enseñan en los formatos tradicionales de los planes de estudio en el Sistema Nacional de Educación, para lo cual disponen del respaldo de un competente personal periodístico, técnico y artístico que pone, en lo alto de la clase, la «perla» del entretenimiento fecundo.

El canal ha multiplicado entonces, con «ladrillos» de la enseñanza, las dimensiones del espacio y el tiempo de cada curso, con lo cual garantiza que a menudo los muchachos sigan en la escuela cuando ya han regresado a casa.

Como el saber no admite fronteras, sus profesionales producen igualmente paquetes de programas para el extranjero y diversas instituciones docentes.

Tan severa ella, la pandemia no pudo sin embargo detener la marcha del «profesor Canal». Por el contrario, con los estudiantes protegidos en casa, profesores y especialistas reorganizaron la programación para trasmitir en vivo clases de orientación y preparación que les permitieran a los niños y jóvenes vencer los contenidos de la etapa.

Como hicieron las instituciones de múltiples sectores para asegurar las metas de la nación, el Ministerio de Educación, la empresa Cinesoft y el Instituto Cubano de Radio y Televisión se unieron más, en tiempos del aislamiento.

En los días más tensos de la COVID-19, como en estos en que las vacunas de nuestra ciencia le van mandando a parar, los especialistas del Canal Educativo han entregado a los cubanos materiales de orientación vocacional, prevención, protección ambiental, musicales, infantiles, juveniles, históricos, cinematográficos, culturales y programas especiales de varios perfiles.

Llevan a los hogares, en el HD de la vida, justo lo que soñó Fidel, el hombre que no solo aprendió temprano a educar por la televisión (y otros medios) sino que, deseoso de ser condiscípulo de sus compatriotas, no paró hasta ponernos a todos, sofá con sofá, justo en su misma aula.

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Enrique Milanés León
Forma partede la redacción de Cubaperiodistas. Recibió el Premio Patria en reconocimiento a sus virtudes y prestigio profesional otorgado por la Sociedad Cultural José Martí. También ha obtenido el Premio Juan Gualberto Gómez, de la UPEC, por la obra del año.

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